He decidido recuperar algunas críticas que hice en su día de Doctor Who para preparar la llegada de la próxima temporada. Aquí os hablo de la novena, que me dejó con un regusto agridulce por su final, aunque también tuvo grandes capítulos. Espero que os ayude a hacer más amena la llegada de los nuevos capítulos.
La novena temporada de Doctor Who supuso un paso adelante en muchos aspectos, mientras que no llegó a acertar en otros. Fuente. |
“Steven Moffat ha realizado la que puede que sea su temporada más redonda desde que comenzó su periplo como showrunner de Doctor Who”. MENTIRA. La novena temporada de Doctor Who se ha convertido en una decepción. La sensación de desagrado no es por culpa de la mayoría de capítulos, sino por un tercio final y un desenlace que destrozan el resultado final.
Esta temporada de Doctor Who ha tenido la suficiente experimentación como para haberla convertido en algo mucho más atractivo que lo ofrecido anteriormente, porque aunque se toquen los mismos temas (la moral del Doctor, sus elecciones, el sacrificio de los compañeros…), también se ha sabido evolucionar formalmente con una dirección más atrevida (Heaven sent) o un guion más acertado como The girl who died / The woman who lives (que han incluido algún toque más adulto, como la escena en la que Ashildr contempla a sus hijos muertos).
A todo esto se ha agregado el tema de que la mayoría de capítulos se han dividido en dos partes, lo que ha hecho la espera entre semanas un poco más insoportable, pero también ha sacado más jugo de algunas tramas y esto que, en su día podía significar el peligro de dos capítulos aburridos e intrascendentes (recordemos el regreso de los silurians en la quinta temporada), aquí ha sabido cumplir con mayor o menor gracia… Pero de nada sirve por el regusto que queda.
El mayor problema de esta novena temporada es que Steven Moffat sigue teniendo un error que ha demostrado ser garrafal. Como si estuviese enamorado de cada una de las escasas companions de sus Doctores, Moffat no sabe cuándo decirles adiós. Ya lo demostró quemando a Amy y Rory durante la quinta, sexta y parte de la séptima temporada; ahora lo ha vuelto a demostrar con el personaje de Clara, que hacía mucho que sobraba y la cual no debería haber pasado de la octava temporada y su berrinche en Kill the Moon. En cambio, Moffat se molesta por despedir al personaje como unas tres o cuatro veces en la octava temporada para al final solo ser una trama repetitiva, molesta, que resta espectacularidad y profundidad al resto de la trama y concluye con un último capítulo que no conduce a ningún lugar, con lo que cabe preguntarse: ¿cuál es el destino del Doctor a partir de ahora?
El actor que salva todo
Peter Capaldi es un espléndido actor capaz de transmitir con cada gesto o mirada, ya lo sabíamos desde la séptima temporada, donde le vimos surgir como un Doctor huraño que descubría poco a poco lo que significaba ser algo más humano. En esta temporada, el Doctor con sus gafas sónicas y su guitarra eléctrica, con su look a veces de caballero victoriano frente al de rockero desenfadado con pantalones de pijama, ha tenido enormes momentos con los que ha salvado episodios que otros actores de menos carisma y experiencia no hubiesen conseguido. Capaldi es el mejor Doctor de la era moderna de Doctor Who, justo detrás de David Tennant, para un servidor; lástima que los guiones no siempre acompañen.
Por otro lado, tenemos a Jenna Coleman, que se ha convertido en una compañera que si bien tuvo potencial como Clara, ha terminado convirtiéndose en un ser que va de un lado para otro, pareciendo que se va para siempre volver. No estamos ante una mala actriz, pero sí ante un personaje que Moffat y el resto de su equipo no han sabido tratar sin tener que despedirla unas cincuenta veces por minuto. Ante eso, ni el mejor actor del mundo podría evitar la sensación de cargante que queda en parte del respetable y la agridulce aceptación de que en Doctor Who parece que ya nadie muere y que la muerte es solo un punto que no tomarse demasiado en serio. Triste y, hasta cierto punto, cobarde.
Esta temporada también ha tenido una importante incorporación: Maisie Williams, conocida como Arya Stark en Juego de Tronos, le ha tocado interpretar a la nueva antiheroína moffatiana: Ashildr/Me. Desde su principio como niña inocente vikinga que adora las historias a su transformación en una bandolera nihilista sin olvidar a esa inmortal punk capaz de llegar hasta el fin del tiempo, esperamos que su personaje tenga algo más de futuro y que pueda crear algo digno de ser contado más allá de lo que ha empezado a atisbarse. Y, de lo contrario, habrá sido otro hermoso error de esta temporada, que esperemos que no roce lo aburrido y repetitivo de personajes como River.
De lado queda casi el resto del reparto, que va y viene sin que haya mucho que decir salvo que siempre cumplen dentro de sus diferentes roles. Frustra ver a Michelle Gomez como Missy tan poco tiempo, pero se promete que regresará ¿(y junto a los daleks?), pero a saber si Moffat podrá conseguir algo que aún se le resiste: saber escribir a los villanos clásicos con el halo de oscuridad y destrucción del que fue capaz Russell T. Davies, el anterior showrunner de Doctor Who, el que si sabías que ponía un dalek en pantalla era porque la situación iba a saltar por los aires.
Confieso que sigo adorando Doctor Who, pero si nos quejamos de lo blando que son los villanos fílmicos de Marvel, por ejemplo, debemos quejarnos de Moffat y su poco valor a la hora de trascender, a la hora de matar, a la hora de llevar las tramas un poco más allá.
Magia y regresos
Sea como sea, la novena temporada contiene buenos episodios, algunos lastrados por el mal de estar divididos en dos partes y una parte final que hace que todo el nexo de temporada (el Híbrido), solo resulte ser una excusa más para decir adiós.
La temporada comenzó con The Magician’s Appretince y The Witch’s Familiar. Son un genial arranque de temporada, muy divertido, donde tenemos el regreso del Doctor, los daleks y la importancia de las elecciones, pero algunos defectos de la temporada (otra casi muerte de Clara… Sí, otra… El Doctor confesando algo tal vez antes de morir… Otra vez) nos dejan con mal sabor de boca. Lo importante es: ¿qué ocurriría si el Doctor hubiese creado a uno de sus peores enemigos él mismo? Por suerte, retomamos este personaje y a sus hijos, además de contener un par de buenos guiños a la serie clásica y un par de diálogos de lo más apreciables (ese Doctor reconociendo que nunca fue un buen doctor). A destacar los paisajes alienígenas del Teide, que sirvieron para la creación del aspecto formal de esta temporada.
A continuación, Under the lake y Before the flood son dos capítulos que podrían haber pasado sin pena ni gloria, pero no están nada mal gracias al tema de la paradoja. Y es que la base ya la hemos visto: unos personajes atormentados por unos fantasmas en un submundo acuático, a los que se añade un Doctor intentando comprender si los espectros existen, pero tiene buen ritmo y un Capaldi espléndido. Eso sí, hay un par de elementos para complicar la trama (mensajes secretos, una tumba…), pero lo que realza la trama no es solo el final del primer capítulo sino la dirección que toma el segundo cuando el Doctor decide asumir su faceta de Señor del Tiempo Victorioso y viaja al pasado para saber qué causó tal hecatombe, pero ¿será un descubrimiento que pueda asumir? Vertiginoso, con algunos grandes instantes y un villano creativamente acertado y temible, estos dos episodios, aunque son una bajada con respecto al principio, apenas se nota.
Mejores resultados tiene The girl who died y The woman who lives. Son dos capítulos que si bien no son excelentes, sí son muy disfrutables sobre todo por la decisión que toma el Doctor. Tenemos en el primero, a unos vikingos enfrentándose a un Odín alienígena acompañado de soldados robóticos y un Doctor que intenta salvar esa aldea en una especie de Los Siete Samurais, pero el gran punto es el final cuando el Doctor asume su destino y decide ir contra las normas, dando una posibilidad más a alguien que quizás se convierta en su gran fallo. Conmovedor en muchos puntos, da lugar a una secuela oscura sobre las consecuencias de la inmortalidad y de lo que supone convertirse en el Doctor. En cuanto a guion puede que no alcance todo su nivel (o tengan algún agujero), pero emocionalmente y a nivel de reflexiones, posee muchas partes interesantes como el descubrimiento de porqué el Doctor tiene ese rostro y qué ocurre cuando el Doctor empieza a saltarse las reglas.
Los (en principio) poco prometedores, para un servidor, The Zygon Invasion y The Zygon Inversion podrían haber sido un capítulo en dos partes más, dos sobre invasiones, al estilo de La estratagema Sontaran de la cuarta temporada, pero hay que reconocer que los creadores de la serie se mostraron bastante valientes. Si bien retomaron una trama suelta del cincuenta aniversario (El Día del Doctor) con el tema de los zygons (los villanos bulbosos y metamorfos de la serie clásica), en este capítulo dual lo que menos importa es la guerra secreta, lo que más importa es cómo los personajes actúan ante el terrorismo, los sectores radicales, las grabaciones de ejecuciones, el refugiado convertido en posible enemigo, el monstruo que se oculta a la vista de todos, la búsqueda de la paz, la creación de un nuevo mundo… Si The Zygon Invasion es más convencional, un thriller atractivo con algunos grandes momentos (pese a lo esperable de su final con Bonnie), The Zygon Inversion se encumbra como uno de los mejores episodios de esta temporada gracias a los últimos minutos, la decisión de las cajas, los humanos frente a la facción zygon rebelde y, lo mejor, lo que eleva toda la temporada, el enorme y majestuoso discurso del Doctor sobre lo que vendrá después de que triunfe el terror. Es en ese momento cuando te crees completamente a Capaldi como Doctor, como sobreviviente de una guerra terrible que ha devorado todo un mundo y cuando se transforma en uno de tus Doctores favoritos. Vista la triste realidad actual, donde el terrorismo campa a su ancha y la sinrazón nos acribilla a cada instante, el discurso del Doctor se debería hacer más aplicable a nuestra realidad, cada día.
El peor capítulo de la temporada ha resultado ser Sleep no more, que ha sido descrito en algunos foros en inglés como un beautiful fail, un error hermoso porque Mark Gatiss innovó con el capítulo a la hora de escribirlo como si fuese una grabación encontrada, estilo La bruja de Blair o REC, con el Doctor y Clara de fondo, sin ni siquiera la tradicional intro de la serie y dando pie a una trama donde el sueño es dinero, el tiempo es lo que importa y, cuando se sacrifica la acción de dormir, puede que los monstruos oníricos (con forma de legaña o sandman), surjan. El final está bien, pero es un capítulo débil, aburrido, que copia otra vez la trama de los personajes bajo asedio que ya hemos visto en Doctor Who hasta la saciedad (La bestia de abajo, La carne humana) o en esta propia temporada incluso con (Under the lake y Before the flood). Se intentó hacer algo nuevo y se fracasó, a beutiful fail.
Le sigue Face the Raven. Es un episodio que no es perfecto, del que se deduce con facilidad cuál es su función y todo es bastante esperable porque es apresurado y está contado con prisas (que digamos adiós, otra vez –OTRA VEZ- a Clara) y, aunque el sacrificio de este personaje no sea perfecto (porque el personaje debería haber abandonado la serie desde la temporada anterior o incluso antes), consigue algunas escenas lo suficientemente atractivas como para que lo pasemos bien mientras se preparaban los dos últimos capítulos, descubríamos el Callejón Diagon de los alienígenas en Londres y volvimos a ver a una sombría Ashildr, demostrando que los errores del Doctor pueden volver a por él en cualquier momento.
El penúltimo capítulo de la novena temporada es Heaven sent, que puede que sea una de las historias más hermosas de la serie desde el reinicio en 2005. Acompañado de un conjunto de hermosas reflexiones sobre la muerte y el tiempo, descubrimos cuál puede ser la mayor tortura del Doctor en un capítulo protagonizado por él solo, algo que todos los fans reclamábamos desde que Peter Capaldi demostró lo bueno que podía ser y lo relegado que quedaba frente, por ejemplo, su compañera Clara. En esta hora, Capaldi se adueña del Doctor y hace todo un recital en un episodio que contiene mucho de cuento gótico, con esa mujer del velo, ese jardín donde cavar, esa fortaleza con forma de reloj, esa confesión esperando ser pronunciada… El final puede que sea esperable, pero no por ello menos gustoso, en parte también por el buen guion y la ingeniosa y creativa dirección que supone una ruptura con parte de lo que hemos visto hasta el momento.
Y Hell Bent es la conclusión de esta novena temporada y es una de las mayores decepciones de la serie moderna. En su día, cuando en El fin del tiempo contemplábamos el breve, pero intenso regreso de los Señores del Tiempo, temíamos; sabíamos que Gallifrey no era el paraíso que el Doctor describía a compañeras como Martha, con un halo de tristeza. Ahora, Moffat demuestra que no sabe escribirlos como tampoco supo escribirlos en El Día del Doctor. Tienes toda la mitología, toda la base, la oportunidad de traerlos y… Al final, ¿para qué? Para ser solo un paisaje más, una forma de llenar minutos, porque ni siquiera se justifica que, de repente, los Señores del Tiempo, más allá de nuestro universo, reclamen al Doctor para saber del Híbrido cuando esta incorporación de la serie no se sostiene por el mero hecho de que todo parece demasiado sujeto a hilos, todo es demasiado falso, todo es una excusa del guionista para –oh, OTRA VEZ- decir adiós a Clara en el que puede ser el capítulo más autocomplaciente de la era de Steven Moffat, que parece pedir un cambio cuanto antes. ¿Para qué traes de nuevo a la serie a los Señores del Tiempo si solo los vas a usar como fondo para contar otra vez la misma historia de Clara y compañía? Muy desaprovechado, ni siquiera explica el final de El Tiempo del Doctor.
Centrándonos en los aspectos técnicos de esta temporada, los efectos especiales y las creaciones de personajes han cumplido, como en la imagen del monstruoso Rey Pescador o la mujer del velo del penúltimo episodio. Por su parte, la música de Murray Gold sigue cumpliendo su función y da algunos temas pegadizos o retoma otros que habíamos olvidado y que siempre nos otorgan cierta nostalgia. En definitiva, la novena temporada ha resultado ser ese beautiful fail, ese hermoso error, donde por mucho que se ha apostado por ofrecer algo nuevo y por dar algo a los fans que nos gustase, el ego autocomplaciente de Moffat ha sepultado todo lo bueno al no saber reconocer lo que todos reconocemos ya: que Peter Capaldi es un gran Doctor, pero que los episodios donde aparece, por regla general, deberían estar mejor escritos.
La temporada comenzó con The Magician’s Appretince y The Witch’s Familiar. Son un genial arranque de temporada, muy divertido, donde tenemos el regreso del Doctor, los daleks y la importancia de las elecciones, pero algunos defectos de la temporada (otra casi muerte de Clara… Sí, otra… El Doctor confesando algo tal vez antes de morir… Otra vez) nos dejan con mal sabor de boca. Lo importante es: ¿qué ocurriría si el Doctor hubiese creado a uno de sus peores enemigos él mismo? Por suerte, retomamos este personaje y a sus hijos, además de contener un par de buenos guiños a la serie clásica y un par de diálogos de lo más apreciables (ese Doctor reconociendo que nunca fue un buen doctor). A destacar los paisajes alienígenas del Teide, que sirvieron para la creación del aspecto formal de esta temporada.
A continuación, Under the lake y Before the flood son dos capítulos que podrían haber pasado sin pena ni gloria, pero no están nada mal gracias al tema de la paradoja. Y es que la base ya la hemos visto: unos personajes atormentados por unos fantasmas en un submundo acuático, a los que se añade un Doctor intentando comprender si los espectros existen, pero tiene buen ritmo y un Capaldi espléndido. Eso sí, hay un par de elementos para complicar la trama (mensajes secretos, una tumba…), pero lo que realza la trama no es solo el final del primer capítulo sino la dirección que toma el segundo cuando el Doctor decide asumir su faceta de Señor del Tiempo Victorioso y viaja al pasado para saber qué causó tal hecatombe, pero ¿será un descubrimiento que pueda asumir? Vertiginoso, con algunos grandes instantes y un villano creativamente acertado y temible, estos dos episodios, aunque son una bajada con respecto al principio, apenas se nota.
Mejores resultados tiene The girl who died y The woman who lives. Son dos capítulos que si bien no son excelentes, sí son muy disfrutables sobre todo por la decisión que toma el Doctor. Tenemos en el primero, a unos vikingos enfrentándose a un Odín alienígena acompañado de soldados robóticos y un Doctor que intenta salvar esa aldea en una especie de Los Siete Samurais, pero el gran punto es el final cuando el Doctor asume su destino y decide ir contra las normas, dando una posibilidad más a alguien que quizás se convierta en su gran fallo. Conmovedor en muchos puntos, da lugar a una secuela oscura sobre las consecuencias de la inmortalidad y de lo que supone convertirse en el Doctor. En cuanto a guion puede que no alcance todo su nivel (o tengan algún agujero), pero emocionalmente y a nivel de reflexiones, posee muchas partes interesantes como el descubrimiento de porqué el Doctor tiene ese rostro y qué ocurre cuando el Doctor empieza a saltarse las reglas.
Los (en principio) poco prometedores, para un servidor, The Zygon Invasion y The Zygon Inversion podrían haber sido un capítulo en dos partes más, dos sobre invasiones, al estilo de La estratagema Sontaran de la cuarta temporada, pero hay que reconocer que los creadores de la serie se mostraron bastante valientes. Si bien retomaron una trama suelta del cincuenta aniversario (El Día del Doctor) con el tema de los zygons (los villanos bulbosos y metamorfos de la serie clásica), en este capítulo dual lo que menos importa es la guerra secreta, lo que más importa es cómo los personajes actúan ante el terrorismo, los sectores radicales, las grabaciones de ejecuciones, el refugiado convertido en posible enemigo, el monstruo que se oculta a la vista de todos, la búsqueda de la paz, la creación de un nuevo mundo… Si The Zygon Invasion es más convencional, un thriller atractivo con algunos grandes momentos (pese a lo esperable de su final con Bonnie), The Zygon Inversion se encumbra como uno de los mejores episodios de esta temporada gracias a los últimos minutos, la decisión de las cajas, los humanos frente a la facción zygon rebelde y, lo mejor, lo que eleva toda la temporada, el enorme y majestuoso discurso del Doctor sobre lo que vendrá después de que triunfe el terror. Es en ese momento cuando te crees completamente a Capaldi como Doctor, como sobreviviente de una guerra terrible que ha devorado todo un mundo y cuando se transforma en uno de tus Doctores favoritos. Vista la triste realidad actual, donde el terrorismo campa a su ancha y la sinrazón nos acribilla a cada instante, el discurso del Doctor se debería hacer más aplicable a nuestra realidad, cada día.
El peor capítulo de la temporada ha resultado ser Sleep no more, que ha sido descrito en algunos foros en inglés como un beautiful fail, un error hermoso porque Mark Gatiss innovó con el capítulo a la hora de escribirlo como si fuese una grabación encontrada, estilo La bruja de Blair o REC, con el Doctor y Clara de fondo, sin ni siquiera la tradicional intro de la serie y dando pie a una trama donde el sueño es dinero, el tiempo es lo que importa y, cuando se sacrifica la acción de dormir, puede que los monstruos oníricos (con forma de legaña o sandman), surjan. El final está bien, pero es un capítulo débil, aburrido, que copia otra vez la trama de los personajes bajo asedio que ya hemos visto en Doctor Who hasta la saciedad (La bestia de abajo, La carne humana) o en esta propia temporada incluso con (Under the lake y Before the flood). Se intentó hacer algo nuevo y se fracasó, a beutiful fail.
Le sigue Face the Raven. Es un episodio que no es perfecto, del que se deduce con facilidad cuál es su función y todo es bastante esperable porque es apresurado y está contado con prisas (que digamos adiós, otra vez –OTRA VEZ- a Clara) y, aunque el sacrificio de este personaje no sea perfecto (porque el personaje debería haber abandonado la serie desde la temporada anterior o incluso antes), consigue algunas escenas lo suficientemente atractivas como para que lo pasemos bien mientras se preparaban los dos últimos capítulos, descubríamos el Callejón Diagon de los alienígenas en Londres y volvimos a ver a una sombría Ashildr, demostrando que los errores del Doctor pueden volver a por él en cualquier momento.
El penúltimo capítulo de la novena temporada es Heaven sent, que puede que sea una de las historias más hermosas de la serie desde el reinicio en 2005. Acompañado de un conjunto de hermosas reflexiones sobre la muerte y el tiempo, descubrimos cuál puede ser la mayor tortura del Doctor en un capítulo protagonizado por él solo, algo que todos los fans reclamábamos desde que Peter Capaldi demostró lo bueno que podía ser y lo relegado que quedaba frente, por ejemplo, su compañera Clara. En esta hora, Capaldi se adueña del Doctor y hace todo un recital en un episodio que contiene mucho de cuento gótico, con esa mujer del velo, ese jardín donde cavar, esa fortaleza con forma de reloj, esa confesión esperando ser pronunciada… El final puede que sea esperable, pero no por ello menos gustoso, en parte también por el buen guion y la ingeniosa y creativa dirección que supone una ruptura con parte de lo que hemos visto hasta el momento.
Capaldi siempre salva los guiones, incluso los menos gloriosos. Fuente. |
Centrándonos en los aspectos técnicos de esta temporada, los efectos especiales y las creaciones de personajes han cumplido, como en la imagen del monstruoso Rey Pescador o la mujer del velo del penúltimo episodio. Por su parte, la música de Murray Gold sigue cumpliendo su función y da algunos temas pegadizos o retoma otros que habíamos olvidado y que siempre nos otorgan cierta nostalgia. En definitiva, la novena temporada ha resultado ser ese beautiful fail, ese hermoso error, donde por mucho que se ha apostado por ofrecer algo nuevo y por dar algo a los fans que nos gustase, el ego autocomplaciente de Moffat ha sepultado todo lo bueno al no saber reconocer lo que todos reconocemos ya: que Peter Capaldi es un gran Doctor, pero que los episodios donde aparece, por regla general, deberían estar mejor escritos.
Nos queda esperar hasta la Navidad para volver a ver al Doctor con The Husbands of River Song, que retoma el personaje de Alex Kingston y se lo entrega al Doctor de Capaldi. Esperemos que esté a la altura y no se convierta en un episodio anodino, como el último que tuvimos en Navidad de 2014 y el personaje de River escape de la Marie Sue a la que se ha abocado en muchos de sus episodios. Esperemos. Hasta entonces, tenemos una correcta novena temporada, con algunos altibajos que desgracian el resultado general, y la promesa de que la décima pueda superar todo esto. Eso aguardamos.
Ashildr, uno de los personajes más interesantes. Fuente. |
Es una temporada más redonda que la decima. Diría que me gustó más que a vos.
ResponderEliminarMissy es uno de los aciertos más grandes, es interesante que parece sentir atracción por El Doctor. Sus gestos son magistrales.
Clara Oswald es un personaje bien aprovechado, no me parece que su nuevo regreso sea un error. Creo entender que la muerte como algo que no se puede tomar en serio, es algo que suele pasar en la serie. Empezando por el personaje, que ha muerto una y otra vez. Incluso se le han renovado sus vidas. Y es el caso de The Master, que volvió como Missy.
Me es un personaje tan admirable como odioso.
Y que logro que un capítulo con El Doctor como único personaje, exceptuando algo que acecha, que no habla, sólo mata, esté lejos de ser aburrido.
Tal vez sea que yo no capte los fallos que pueda tener esta temporada, al no seguir tanto la serie.
Saludos.
La novena me gustó salvo el final. La décima me encantó el tramo final, aunque al principio no me enloqueció... Casi que fue un "sentido inverso".
EliminarEl capítulo en solitario del Doctor es de lo mejor que nos ha dejado la serie desde su regreso. Oscuro, gótico, genial... Peter Capaldi está estupendo.
¡Gracias por tu comentario y a ver qué tal la próxima, ahora con la Doctora!