Heraldos del bien y el mal, un rayo de esperanza para la literatura juvenil

El Cielo ha desaparecido, Dios nos ha abandonado.
Los ángeles, liderados por la guerrera Séfora, que han sobrevivido están a punto de pactar con el diablo para enfrentarse a las amenazas que están por llegar.
Sólo tres ángeles mitad humanos, en la Tierra, mantienen sus poderes: la lolita Tanya, el scene Mauro y el inmaduro Erik. De ellos dependerá el destino del mundo tal y como lo conocemos.
La batalla final se librará en el infierno.
Críticas de libros:
“Heraldos del Bien y el Mal”
Portada del libro Heraldos del Bien y del Mal de Víctor Conde. Fuente.

Autor: Victor Conde
Editorial: Hidra
Páginas: 487, aproximadamente.
Precio: 17 €.
Género: Fantasía, juvenil, aventuras, drama.
Año: 2012.

“La rueda en la que giramos amenaza con detenerse, completando el gran giro que la llevará otra vez al punto de partida. Pero nada de eso nos dice qué será de nosotros al final [...]. La ignorancia. Esa es nuestra gran maldición. Desconocer si al caer la rueda destrozará nuestras vidas junto con el propio tablero… o si el juego volverá a empezar desde cero, como si mil eras pasadas no fueran sino un espejismo. Un engaño planificado antes de concebir el tablero y los peores que serían las víctimas de tan despiadado juego”
LUCIFER.


La trilogía “Heraldos” supone un triunfo de la literatura juvenil española, demostrando que el público de menor edad no es idiota y que se pueden hacer grandes obras dentro del género.
La historia que comenzó con "Heraldos de la Luz" y prosiguió con "Heraldos de la Oscuridad" alcanza el final en “Heraldos del bien y del mal”, que supone el broche de oro de este relato de lucha entre la fuerzas de lo tenebroso y las de la bondad... ¿O son de otro tipo?

Rasgos memorables para el final

Víctor Conde, a lo largo de la saga, ha ido acomodándose a su historia, liberándose de los estereotipos del género y demostrando que se puede contar una historia entretenida sin que se coarte el estilo del autor. "Heraldos" ha ido creciendo cada vez más, volviéndose más madura. 
En esta historia, bien hilada, hay buenos diálogos (poco o ninguno chirrían)…
“Hay muchas clases diferentes de derrotas (Séfora)
—Y yo conozco muchas maneras de perder. Pero todas duelen.
—Es lo más sensato que has dicho desde que te conozco, Abaddón”
… Y buenas descripciones…
“El sol se les escapaba por el oeste, pero si corrían lo suficiente, sabían que podrían llegar a atraparlo”.
… Que demuestran que, no por ser una saga juvenil, tiene que ser una basura simplona.
Los personajes están bien construidos y el protagonismo más compartido (por ejemplo, Séfora recupera el papel principal que perdió en la segunda parte). Eso sí, los mandamases, como los arcángeles (Rafael), quedan en un segundo plano que, quizás, debería haberse justificado un poco más.
Al menos, te puedes identificar con muchos de sus personajes, entre ellos los tres Niños Perdidos, desde el joven Mauro hasta la inteligente Tanya pasando por ese canalla que es Erik.
Además, la saga consigue trascender el estereotipo de las modas, que era lo que más parecía llamar la atención en el primer libro (los scene como Mauro y las lolitas como Tanya). Conde desarrolla a estos personajes más allá de una tribu urbana: por vestir de una manera, no tienen que ser de una forma; todo un alegato en busca de que cada uno sea lo que quiere ser. Esto en un panorama (el de la novela juvenil) donde brillan por su ausencia los personajes carismáticos, es un gran logro.
En el bando de los villanos también hallamos a dos grandes personajes: Abaddón, una de las grandes revelaciones de esta saga (atentos a su “secreto”), y el mismísimo Lucifer, que me ha recordado a la versión de los cómics Vértigo (la influencia de “El Paraíso Perdido” de Milton que influenció a Conde también lo hizo con Alan Moore y “La Cosa del Pantano”, y Neil Gaiman con “The Sandman”).
Sea como sea, echaremos de menos a todos estos héroes, villanos y antihéroes que nos han acompañado hasta ahora.

 

Una gran historia

Soy una persona que tarda en leerse libros, relatos, cómics… Por lo que sea. Sin embargo, “Heraldos del bien y el mal” es un libro que me ha enganchado. Se lee rápido, se disfruta y engancha. Como la segunda parte, tiene un ritmo bueno, al principio algo más lento, después raudo.
A lo largo de la trilogía, hay muchos momentos que valen, varios en este tercer volumen (que al comienzo, en Crescent City, se parece un poco al Maine de Stephen  King, con arañas demoníacas incluidas). Mi favorito es la reconciliación de padre e hijo al final. Ya sabréis quiénes cuando lo leáis, no puedo destriparoslo. Confirmar eso sí que, en realidad, la consabida profecía, siempre tan ambigua, iba una vez sobre algo más que una mera batalla.
Otra de las características de este libro son los homenajes. Los guiños a diferentes sagas como “Star Wars”, “El Señor de los Anilos”, Jack Burton (ya desde la portada)… Siguen presentes. También los hay a la propia obra de Conde y su condeverso, al estilo de lo que hacen autores como Stephen King (uno de los favoritos de este autor canario). Eso sí, posee menos homenajes que la segunda parte. Aún así, un servidor es de esos que les encanta jugar a cazar guiños.

Recreando una religión

Víctor Conde, como ha afirmado en varias entrevistas, ha hecho esta saga para jugar con los elementos religiosos de forma creativa, como si fuera mitología.. Por ejemplo, los misfits, esos ángeles que han abandonado el cielo.
Una pena que sea el mayor “pero” de otros lectores de esta trilogía: la saga está, para ellos, muy documentada y eso es malo según sus criterios. He de decir que, para mí, es todo lo contrario, que si escribes sobre ángeles, tienes que documentarte, no inventarte un par de chorradas que justifiquen la típica niñatada que se lleva ahora en el mercado más comercial.
Por suerte, Conde no se ha puesto a seguir la corriente al mercado literario juvenil y ha escapado de los clichés, como el “romance paranormal” (¿no suena morboso? Como a violar fantasmas). Y, pese a ello, hay una historia de amor que está bastante bien llevada y es creíble, incluso la que no se llega a cumplir y la que se intuye: una inmensa que rodea a todos los personajes y es lo que los hace luchar.
Conde decide no quedarse en eso, en lo más simple, sino que reinterpreta a su vez historias tan importantes como la del Arca de Noé (hizo algo similar con el tema de Abram e Isaac en el segundo).
En un alarde de valentía y afición por la ciencia ficción (y temo que yo, quizás, me columpie demasiado), Conde insinúa que [SPOILER] los ángeles y demás… ¡Son extraterrestres! [FIN DEL SPOILER].

La última batalla

En los últimos finales que he leído, como “Legado”, me importaba bastante poco no volver a leer sobre estos personajes tan soporíferos, pero no es así en esta trilogía. Te quedas con ganas de saber un poco más de ellos y de lo que pasará después. Si cuesta despedirse, es que el viaje ha valido la pena.
No obstante, los dos problemas del libro vienen con el final. En esa parte, posee un ritmo demasiado rápido. 
La batalla, pese a que está bien escrita (un milagro en la literatura actual para jóvenes), es muy rauda y, aunque ocupa más de tres capítulos, uno siente que podría haber dado más de sí, como la batalla en el cielo de “Heraldos de la Oscuridad” (o es que el lector quiere más, quizás).
En ese momento, añadir que el papel de Mauro queda un poco relegado tras su “Evangelio”. Su rol es menor del esperado, aunque tenga un digno término.
Sobre la conclusión, Víctor Conde aseguró en la presentación de “Heraldos de laOscuridad” que tendríamos un término bastante sorprendente, una “ida de olla”, según sus palabras. Al final, eso sí, mi quiniela sobre el hipotético final se ha cumplido.
Insistir: “Heraldos del Bien y el Mal” tiene un desenlace, aunque rápido (se echa en falta cierta conversación con cierto ángel desertor), decente, lógico y bastante original. (SPOILER Sólo decir que si “ese” es el nuevo dios, la religión está de suerte porque seguro que conseguirá bastantes nuevos creyentes. FIN DEL SPOILER). ¡Milagro (nunca mejor dicho)!

El adiós

La edición sigue el esquema de los anteriores volúmenes con una portada llamativa (y que se raya, por desgracia, en poco tiempo), aunque hay una pérdida y una ganancia. El “hasta siempre” es al prólogo de un escritor juvenil (lo hubo en las dos anteriores, aquí al menos hay un breve resumen de las dos anteriores partes) y el “hola” es para un glosario sobre las criaturas y demás de los diferentes Planos, bastante interesante y ameno (y seguramente, dirigido a ese público juvenil que no busca una buena historia de aventuras, sino quejarse de que es una novela demasiado documentada). 
En fin, “Heraldos del bien y el mal” de Víctor Conde concluye la trilogía de  "Heraldos", sin duda, la mejor trilogía juvenil que se ha escrito en España desde hace mucho tiempo (¡ya era hora!). ¡No os la perdáis, no os defraudará! Es más que recomendable.


“Da igual lo que hagamos, lo bien que luchemos o lo que sacrifiquemos en el proceso.
Al final perderemos”
ABADDÓN.

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