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Cada noche miraba al cielo y, cada cierto tiempo, se indignaba, alzando un puño. Si algo le habían enseñado sus padres, abuelos y los maestros en la escuela es que debía ser sincera, mantener posiciones bien racionadas y no cambiar de la noche a la mañana.
Pero no era así para todos. Había gente que era falsa, hipócrita, mentirosa. Por culpa de ellos, la humanidad estaba como estaba. No se podía contar con ellos para absolutamente nada que no fuera traicionarse. Por eso, la niña decidió dar un ejemplo a la humanidad y cambiarlo. Para ello, cogió el rifle de papá.
Era de noche cuando alzó el arma y empezó a disparar sin parar. Su risa se volvió, segundo tras segundo, cada vez más y más, la de una lunática, pero ella se sentía bien: porque siempre lo había sido y siempre lo sería, ¡no pensaba cambiar, pasase lo que pasase!
Finalmente, miró a la víctima. No había muerto, pero la niña estaba feliz, básicamente, porque no había cambiado de: “viva a muerta” y seguía en el mismo estado. La cría esperaría un par de días más para saber si había aprendido y no cambiaría nunca más. Ese era su consuelo. Se fue a dormir feliz.
La pobre y cambiante luna llena respondió escupiendo luz a borbotones.
20-03-2011
Este microrrelato, me gustó. Hay muchísimas personas en el mundo hipócritas y falsas y la verdad es que a ese tipo de personas no las soporto...
ResponderEliminarLa verdad es que la niña tenía razones para enfadarse, aunque no sé si una persona que ha sido falsa toda su vida puede no serlo, yo creo que ni se reconocerían a ellos mismo, y entonces estamos en lo mismo de vivir la vida de otra persona tragandotelo todo sin decir lo que realmente importa, que es lo que piensas tú...
Pues eso, que es un buen microrrelato y me gustó.
Cuídate. Besos.
Elsbeth Silsby.
Hola, Els.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Para mí, simplemente es que me gustaba la idea de una niña disparando a la luna.
Gracias por sacar dobles sentidos, me siento halagado.
En fin, gracias por el comentario.