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Madrugada del lunes 25 de octubre del año 2010.
Saludos:
Hace años que vago por este mundo. Cosas de la inmortalidad. Huyes de sitios que odias y terminas echándolos de menos y regresando, porque no sabes cuándo será la próxima vez que desearás verlo. Cosas de la inmortalidad, de nuevo.
Ha pasado algo más de un doce meses desde que me marché del lugar al que ahora me dirijo. “El Antro de los Vampiros y Otros Monstruos”, un sitio donde se reúnen todo tipo de seres. Mi hogar.
Suelo transitar por este extraño mundo acompañada de mi discípula, pero me temo que ha vuelto a marcharse. Siempre está sedienta. Regresará, porque es un monstruo y junto a mí, se siente menos desgraciada. El mal acompañado del mal se siente más normal. Puedo decíroslo a ciencia cierta…, pero centrémonos antes de que me vaya por otros lares.
Aún recuerdo la primera vez que lo visite y la historia que me contaron. Vuelvo para compartirla con vosotros. Espero que os guste y, si no, os fastidiáis porque no os voy a devolver el dinero, básicamente debido a que no habéis pagado nada ¿entendido?
He dejado las cosas claras.
Bien, prosigamos.
Este relato sobre el origen de Halloween se lo escuché a un viejo vagabundo en “El Antro de los Vampiros y Otros Monstruos”, por el año 1900. He de decir que la noche de Halloween era perfecta para escuchar ese tipo de relatos y más para un vampiro que por aquel entonces era joven y sabiendo de su maldición, aún no sabía si el resto de los monstruos serían tan reales como él. Acabaría creyéndolo cuando habló con aquel mendigo. Voy a contaros su relato.
Desde hace tiempo, cada 31 de octubre, los monstruos celebramos la víspera del Día de Todos los Santos. Esto último (la víspera de Todos los Santos) es lo que significa la palabra proveniente del antiguo inglés “Halloween”.
Esta fiesta de origen celta. Según los viejos druidas…
—Los espíritus se marchan de los cuerpos una vez han muerto, pero regresan este día, el fin de nuestro año. Retornan en busca de alimento y aciaga la hora en que no les atendamos.
Gracias, señor druida. Puede seguir adorando a ese roble tan simpático, mientras dejan todo listo para consultarle a vuestro dios de la muerte, como soléis hacer cada año. ¿Vale?... Bien, ya veo que estáis de nuevo dale que te pego con las plegarias. No os piséis las barbas…
Continuemos.
Los celtas acabaran convirtiéndose al cristianismo… Más o menos. Algunos mezclaron su fiesta del fin del año celta con la del Día de Todos los Santos, que se celebraba al día siguiente. No era raro, por tanto, que los antiguos celtas se dedicasen a dar algo de miedo:
—¡Trancad las puertas! ¡Hoy vienen las brujas en busca de los niños!
—¡Cuidad vuestra alma! ¡Los muertos vuelven hoy!
—¡Rezad, porque vais a necesitarlo! ¡Los monstruos, los monstruos!
Cabe destacar que a los druidas se le ocurrió aquella idea gracias a cierto grupo de monstruos, como el mendigo que me relató esta historia (o yo mismo), que decidieron echarse unas risas a costa del miedo de los mortales… Si somos sinceros, no pensábamos que llegaríamos a tanto.
Así, el aire cristiano rápidamente se mezcló con el antiguo paganismo. La fiesta fue plagándose progresivamente de mis queridas brujas, mis añorados fantasmas, mis feroces licántropos y demás monstruos que, por una vez al año, somos admirados por todos. Una noche donde todos los mortales piensan que los monstruos que ven son disfraces. Pobre de ellos.
El avance imparable de nosotros, los monstruos, ha hecho que está fiesta pierda su raíz puramente cristiana. Ellos, los creyentes en Dios empezaron a rezar por sus almas y la de los muertos, al unísono, desde antes del año 1000. Nosotros hemos estado haciendo que caigan todos en el pecado desde mucho antes. Hemos estado infectando a varios países por donde nos hemos extendido para llevar a cabo nuestra fiesta. Así, la fiesta de Todos los Santos, cuando las divinidades festejaban en el cielo y los creyentes rezaban por sus seres queridos perdidos, se convirtió en el horror en que los muertos volverían de su tumba. El temor a la muerte de los mortales fue, evidentemente crucial.
—Por una noche, los monstruos podíamos convivir entre los mortales y reírnos con ellos. Sí, algunos fueron asesinados y demás para mantener el miedo y la diversión, pero era una madrugada también para recordar qué era la vida, mientras les evocábamos la muerte a los vivos– me dijo el hombre sin rumbo.
Su relato pronto se centró en una esperanza. Era una mujer alta y verde, que sostenía una antorcha. Era Estados Unidos, el destino de inmigrantes de diferentes nacionalidades. Fueron irlandeses los que introdujeron muchas de sus leyendas a aquella fiesta. Hasta los monstruos decidieron marcharse de la vieja Europa y probar suerte en Estados Unidos. Eran tantos que la fiesta no tardó en extenderse por todo el mundo.
—¿Es un sitio mejor?– preguntó la bruja a la hada. Observaban a la gran dama, aguardando a los huidos de sus hogares.
—Al menos es otro sitio– dijo la hada, sentada sobre un ataúd que iba en la bodega y sólo se abría cada noche para tomar un aperitivo.
Arriba, alguien aullaba a la luna llena.
Como veis, la fiesta no había hecho más que empezar y no tardaron en sumarse criaturas como el tramposo Jack O´Lantern, aquel cuya cabeza de calabaza de horrorosa mueca estaba impregnado de la luz de una vela. Sí, de ahí viene eso de las calabazas en Halloween, que también sirven para guiar a ciertas almas errantes hasta sus hogares. Sobre Jack O´Lantern…
—Mejor que no lo conozcas. Por algo ni Dios lo quiso en el Cielo ni el Diablo en el Infierno– me dijo el contador de historias venido de tierras lejanas, allende de los mares.
La fiesta no tardó en hacer furor entre esos seres tan terroríficos, lunáticos y extraños llamados… niños, quienes veían fascinante el miedo por un lado y, por otro, lo pasaban pipa yendo de casa en casa y diciendo:
—¿Truco o trato?
Y recibían ricos dulces con los que sus tripas amenazaban con reventar. He de decir que las brujas se lo pasaban bien. Tal y como me dijo una, hace tiempo que las hechiceras no comen niños. Les cogieron bastante respeto después de cierto encuentro con dos críos llamados Hansel y Gretel, una bruja y un horno. Ésa es otra Historia.
Sobre el origen de esa tradición, digamos que los monstruos convencemos a los chiquillos para que hagan cosas raras, desde asustarse a matar. Depende de cómo nos pille el día. Así, los monstruos que no salíamos de casa, éramos visitados de vez en cuando por niños. Algunos eran comidos, otros no. ¿Qué se les va a hacer?
—Toma, un hueso de santo, niño.
—Señor… ¿Se ha arrancado ese hueso de su brazo?
Y el esqueleto envuelto en su gabardina cerró la puerta de un portazo, indignado, se arrojó sobre su tumba:
—¡Niños maleducados! ¿No han escuchado eso de “A caballo regalado no se le mira el diente”?... ¿Dónde demonios he puesto mi fémur?
Además, los que vivían en cementerios eran visitados por sus familiares y eso nunca está mal. Hay muchos fantasmas que les gusta que se acuerden de ello. También mucho espectro presuntuoso que le encanta que le adornen la lápida. Otros se lo pasan pipa con sólo ver a su familia comer dulces con forma de calavera, sobre su lápida. Era una costumbre extendida en México cuyo origen estaba ligado a ciertos aquelarres de poderosas brujas.
Esta fiesta ha llegado de muchos y a multitud de lugares. Por ejemplo, en Galicia, se mezclan meigas, celtas y cristianos en sus raíces bañadas por la sal del mar y el agua de la lluvia. No es raro que allí se celebren fiestas similares al “truco o trato” o que, como en Andalucía, se hagan representaciones de su antihéroe por excelencia, Don Juan Tenorio.
—Sí, ya sé que da algo de pena que estas tradiciones se estén olvidando, pero es que todos aquellos que hemos vivido desde sus orígenes, no podemos vivir para siempre… como yo– me dijo el vagabundo.
Los niños y los no tan niños no tardaron en convertirse por una noche en (más aún) monstruos con caretas y extraños disfraces. He de decir que esto es quizás lo más raro que les ha pasado a los verdaderos monstruos en mucho tiempo. ¿Por qué diantres, de repente, pasa eso? Quizás, disfrazándose, estaban decididos a convertirse ellos también en monstruos y perderles el miedo, sea como sea…
—¡Soy una momia! ¡Dame golosinas!
La niña de siete años corría detrás de un extraño señor vestido de negro. Lentamente, éste se giró. Su rostro estaba oculto bajo un sombrero. Se lo quitó. La niña vio un rostro podrido cubierto de trapos desechos y bichos hambrientos. Los ojos de cristal de la criatura reflejaron a la pequeña muerta, muchísimos años después. La criaja salió corriendo. Se convertiría en una momia cuando muriese con cien años. Mientras, la de verdad se largó de regreso al museo de arte egipcio. Adoraba Halloween.
Cabe decir que ciertos criajos empezaron a tomarse en serio lo de “truco y trato”. O le dabas dulces o…
—¡Te destrozamos la casa, peludo de mierda!
Y el niño disfrazado de zombie fue encontrado reducido a huesos en el lecho de un río. La moraleja es nunca cabrees a un hombre lobo, pues no sólo la luna llena los enfurece. También los pequeñajos sin ningún respeto…
Así, una noche al año, muchos mortales y monstruos disfrazábamos de las fuerzas oscuras. Las brujas podían ir por la calle con la cabeza bien alta (o el sombrero de pico), los zombies esperaban comida en el cementerio, los fantasmas danzaban felices, los vampiros podíamos beber sangre hasta saciarnos y los licántropos aullar a la luna. Sea como sea, eran buenas noches donde el verdadero mal solía ser el que imponía el mayor monstruo de todos: los humanos.
Lo más triste quizás sea que hayas vivido tanto tiempo como para ver como una fiesta que comenzó hace tantísimo tiempo ha degenerado a comprar muchas cosas y a convertir el miedo en algo frívolo.
Muchos bichejos se metieron en el mundo ese del cine para ganarse la vida. Eran bestias de verdad y veían una oportunidad en las grandes pantallas. No se imaginaban que el género degeneraría en dar sustitos y hacer que muchos se acostumbrasen tanto que perdiesen el miedo. No los maldigo por eso, había que ganarse la otra vida como fuese.
Pero así son las cosas, los mortales han decidido negar nuestra existencia sin imaginarse lo cerca que estamos de ellos. Tanto que podríamos chocar.
Halloween se ha grabado a fuego lento como el horror y la sangre, evocarlo no estaría mal. Recordar por qué debemos tener miedo. Es así todo lo que se nos pide desde otros horizontes por donde los monstruos vagamos. Nosotros, los seres terroríficos, tenemos como objetivo llenaros de ese miedo e incertidumbre.
—Y ésta es la historia de Halloween– dijo el anciano que aparentaba sólo treinta años.
—¿Por qué me la has contado? ¿Crees en ella?
—Te la he contado porque tú deberás contarla un día a mucha gente y creo en ella como sólo puede creer alguien que ha vivido cerca de tres mil años: relativamente mucho. He de guardar letargo por un tiempo, estoy cansado.
Y el anciano de aspecto joven se marchó cubriéndose con un sudario negro, aquel Halloween de 1900. “El Antro de los Vampiros y Otros Monstruos” siguió atestándose de monstruos que hablaban de cientos de sustos, pero yo sólo podía evocar las palabras de aquel ser antiguo. Seguramente, perteneciendo a mí misma raza de condenados.
Al menos os he contado lo que él me contó y gracias a ello sigue vivo. Tal vez sólo quisiera que escucharais su historia para poneros una marca. Quizás regresará a por vosotros un día, cuando el viejo vampiro resurja.
No me dijo su nombre. Daba igual. Los vampiros llegamos a vivir tanto tiempo que terminamos viéndonos, tarde o temprano, de nuevo.
Todo eso es Halloween, el regreso de los monstruos de vez en cuando. Lo que yo mismo he hecho retornando para contaros esto.
Mientras, yo, me marcho de aquí como ya me he marchado antes. Tengo muchas cosas que hacer. Es la Semana de Halloween y vamos a pasarlo muuuuuuuuuuuuy bien y eso puede significar algo malo para vosotros, mortales.
¿Quién soy yo? Bueno, sé que algunos de vosotros me conocéis desde hace mucho tiempo y no pensabais que me volverías a ver por estos lares, pero ¿qué le vamos a hacer? Lo malo siempre vuelve y no iba a perderme Halloween y menos en este Antro que llevo regentando desde 1900.
Si os preguntabais si os echaba de menos… No sabéis cuánto. Se coge cariño a la carne.
Pasad una buena noche haciendo cosas malas.
F.D: Jack el Vampiro,
rumbo a Nueva Orleans.
Oh!
ResponderEliminarJack el Vampiro ha regresado a los lares después de tanto tiempo. Antes que nada hay que decir que se le echaba de menos mucho, ya que tengo un hermoso recuerdo de este ser que demostró no ser tan monstruo como lo podemos llegar a ser algunos de los mortales.
La verdad es que me ha gustado su carta, (ahora haré un tipo de comentario que estoy olvidando hacer por aquí, lo cierto es que al principio me olía de quien se trataba, quizás por la forma de la expresión, algún que otro término...pero ha medida que seguías leyendo Jack ha perdido un poquito de encanto (cuide las formas, que usted se me pierde señor escritor! Si, soy una kiskillosa pero qué le voy a hacer? Ya me he tomado la libertad de dejarle alguna prqueña crítica)
El desarrollo de qué es Hawollen está muy bien, de echo el principio me recordó en cierto modo al libro de Taltos cuando el señor "malvado" cuenta su historia y se ve el paso de lo pagano a lo cristiano.
Hay muchas formas de celebrar este día, desde luego algunos de los ritos más destacados son los de Sudamérica, con eso de ponerle al señor muerto una birra :) Este tipo de cosas ya lo hacían los Incas, cuando se producía cierto tiempo del fallecimiento de alguien importante sacaban de paseo el cuerpo para que la gente lo viese y dijese "ahí va el Inca, es un dios"
Hoy en día como bien dice el texto la fiesta ha caido un pelín, ya creo que es un poco molesto eso de ver a los crios pidiendo caramelos ¬¬ y correteando por las calles y no dejándola a una dormir (si, eso me pasa por vivir en una plazoleta ¬¬) pero luego vemos como esos no tan niños ven la fiesta como un día más para hacer la famosa "botellona" ponerse de alcohol hasta los ojos y esas cosillas, de modo que la fiesta ha perdido la esencia de lo que era.
La verdad es que sería muy curioso ir al pasado y ver cómo se vivía ese día en aquellas épocas, supongo que veríamos que no tenían cosas que hoy creemos y que por supuesto no estaba en cine malo-gore de Hawollen que joder! mira que es malo enh!!!!!!
Ups, creo que me desvío del tema, a lo que iba, que me ha gustado la forma en que nos has presentado esto (ya he hecho la crítica antes) y que al personaje en cuestión se le echana muho de menos, creo que las que leímos aquello de hace algún año nos enamoramos de él y de su forma de pensar (sigo creyendo que es de lo mejor que ha escrito usted)
Bueno, creo que voy a tener que ir acortando esto que será demasiado largo y es posible que usted no llegue al final. Sin más, muchas gracias por hacernos pasar un buen rato.
Atentamente, su fiel seguidora, La Señora Anónima Mortal
:)
Hey, Señora Anónima Mortal!
ResponderEliminarSeguramente, Jack, que debe estar ya cerca de Nueva Orleans, se alegrará de leer algún día sus palabras. Se lo puedo asegurar al 100%. Es curioso saber que un personaje al que abandonas tanto tiempo, de pronto regresa y ha seguido por ahí su vida. Le parecerá bonito.
Me alegro de que le haya gustado la carta. Si ha perdido su encanto puede ser que Jack tuviese en mente otras cosas que le ocurrirán inminentemente. Quizás algún día lo sepamos, pero hasta entonces, habrá que esperar.
Me gusta que le haya recordado a "Taltos". Siempre he considerado que con Jack el Vampiro podríamos llegar a descubrir la mitología secreta que se escondía detrás de Una Historia de Vampiros, que incluye como hemos podido vislumbrar aquí desde zombies a brujas pasando por momias. Sí, Anne Rice me ha pegado y fuerte. Tal vez algún día.
Es una pena que algunas cosas degeneren... Pero ya pondrán los monstruos las cosas en su sitio, se lo aseguro.
Sí, sería bastante curioso y es lo que he querido más o menos dejar entrever... No sé si lo he conseguido... Y de todas maneras sí hay cine malo... Mira que es malo ¿eh? Y nada, que sería curioso empezar a pensar que los monstruos que vemos lo fuesen de verdad. Claro, olvidamos que nosotros mismos somos los peores monstruos.
Muchas gracias, me gusta saber que le ha gustado y ha criticado lo que no, dos cosas que he de tener en cuenta. Sobre "Una Historia de Vampiros", para mí es lo mejor por ahora. "La Tragedia de los Cuentos" cuando sea concluida en sus siete partes puede llegar a superarla y con diferencia. No obstante, no descarto hacer una historia sólo sobre los eventos que sucedieron entre el final del tercer acto y los del epílogo con nuestro "amigo" Jack, lo que explicaría un par de cosas del epílogo.
Pero no se lo diga a nadie.
Muchísimas gracias por su comentario, mi fiel seguidora, Señora Anónima Mortal... Y, por supuesto, he llegado hasta el final.
=)
Yo, ¿quién si no?