«Desde la primera vez que te vi, supe que serías mi maldición», Wulf.
Durante años, llevar novelas de género fantástico a la gran pantalla fue un desafío monumental. Problemas de presupuesto, limitaciones en los efectos especiales y la percepción del género como algo menor frenaron su desarrollo. Por ello, la animación se convirtió en el terreno más fértil para dar vida a mundos fantásticos.
Tras el éxito literario de El Hobbit y El Señor de los Anillos, J. R. R. Tolkien recibió numerosas propuestas para adaptar su obra. Es célebre su enfado ante las sugerencias de Disney, a quien consideraba un simplificador de cuentos clásicos y un tergiversador de su riqueza cultural. Como filólogo y amante de los mitos, Tolkien veía en la obra de Walt Disney algo incompatible con su visión.
Sin embargo, dificultades financieras llevaron a Tolkien a ceder ciertos derechos de su obra. Así nacieron las primeras adaptaciones animadas de El Hobbit, El Señor de los Anillos y El retorno del rey. Con directores legendarios de la animación como Ralph Bakshi, estas versiones marcaron una introducción polémica pero fundamental al legendarium tolkieniano, pese a decisiones creativas arriesgadas como el uso de rotoscopia.
El gran cambio llegó en 2001, cuando Peter Jackson revolucionó el cine fantástico con su adaptación de El Señor de los Anillos. La trilogía no solo elevó el género, sino que estableció un estándar que pocos han logrado replicar (véase desastres como Eragon). Incluso Jackson fracasó al intentar repetir la fórmula con El Hobbit, una trilogía que quedó muy por debajo de las expectativas.
Ahora, tras el paso de Los Anillos de Poder por la televisión, el universo de Tolkien regresa al cine con La Guerra de los Rohirrim, una producción que, además, vuelve a sus raíces al presentarse en formato de anime. ¿Está esta nueva obra a la altura o es simplemente otro intento fallido?
El Señor de los Anillos, el anime. |
Una historia de guerra, amor y tragedia
La Guerra de los Rohirrim se sitúa 200 años antes de los eventos de El Señor de los Anillos, explorando la mitología de Rohan a través de la figura del rey Helm Mano de Hierro, cuyo nombre perdura en el célebre Abismo de Helm. La trama combina elementos «históricos» y fantásticos, con cameos de orcos y olifantes, y se centra en la ambición de Wulf, cuyo amor por Héra (la hija de Helm) desencadena una guerra que sellará el destino de toda la Marca.
Este eje romántico, que se mueve entre lo trágico y lo épico, puede resultar atractivo para quienes disfrutan del “romantasy” al estilo de Sarah J. Maas, con un giro de “lovers to enemies”. Sin embargo, quienes busquen una experiencia más tradicional en el universo de Tolkien podrían sentirse desconectados.
En este punto, surge inevitablemente la polémica sobre la inclusión de personajes femeninos fuertes, como Héra, algo que ha irritado a ciertos sectores del público. Parece que algunos olvidan a Éowyn, un ejemplo icónico de heroína en la obra de Tolkien, quien, por cierto, narra esta historia (gracias al regreso de la actriz Miranda Otto). A esos detractores siempre les quedará refugiarse en una caverna de Moria.
El ser más temido de los troles (de Internet)... una mujer, Héla, la protagonista de La Guerra de los Rohirrim. |
Innovación visual y la estética del anime
El estilo de animación, inspirado en el anime, ha dividido opiniones (sobre todo porque los concept con los que se anunció, poco tenían que ver con el estilo de animación nipona), pero aporta un enfoque fresco que, curiosamente, mantiene una conexión visual con las películas de Jackson (quien participa como productor). La animación captura la esencia épica de la Tierra Media, aunque en ciertos momentos el uso del CGI puede romper la inmersión.
Para aquellos que aún consideran la animación un medio exclusivamente infantil, esta película demuestra lo contrario. Y si no, siempre quedarán los libros para quienes prefieran una experiencia más conservadora.
La música: entre lo familiar y lo nuevo
La banda sonora retoma algunos temas de Howard Shore, lo cual enriquece la conexión con las películas previas (sobre todo, con Las Dos Torres). El trabajo original de Stephen Gallagher no alcanza la brillantez del compositor original ni el nivel de Bear McCreary en Los Anillos de Poder. Aun así, destaca The Rider, de Paris Paloma, y la reutilización de la conmovedora elegía que Miranda Otto cantó en la edición extendida de Las Dos Torres.
Una producción limitada por la falta de fe
Aunque La Guerra de los Rohirrim es un sólido regreso a la Tierra Media, su ritmo irregular y ciertas decisiones narrativas pueden no convencer del todo. Su mayor problema ha sido la falta de apoyo por parte de Warner Bros, que ha descuidado la promoción de una obra respaldada por un buen equipo, con el excelente Brian Cox aportando su voz a Helm Mano de Hierro.
Es triste pensar que el legendarium de Tolkien, pese a su riqueza, parece condenado a quedar eclipsado en sus adaptaciones. Los Anillos de Poder es poco Tolkien, el juego de Gollum aborrecible... No obstante, La Guerra de los Rohirrim logra destacar como una de las mejores expansiones recientes de este universo, muy por encima de otros intentos.
El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim, aunque no perfecta, devuelve a los espectadores a la magia de la Tierra Media. Puede que Tolkien sea más grande en los libros, pero esta obra demuestra que su mundo aún tiene historias valiosas por contar.
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