En 2021, la primera temporada de Arcane marcó un antes y un después, no solo para la animación, sino para el género fantástico en su conjunto. De pronto, era posible hacer buenas series basada en videojuegos. Con su narrativa impecable, personajes complejos y un estilo visual revolucionario, el estudio Fortiche y League of Legends elevó las expectativas del público a un nivel estratosférico: todavía era posible asombrar en el fantástico.
Ahora, tras dos años de larguísima espera, Arcane regresa para concluir la historia, y aunque no está exenta de problemas, sigue siendo un logro destacable en muchos sentidos.Puede que la mejor escena de la segunda temporada de Arcane. |
Una narrativa ambiciosa pero enredada
La segunda temporada retoma la acción inmediatamente después de los devastadores eventos del final de la primera. Dividida nuevamente en tres arcos de tres episodios, la trama aborda los destinos de Jinx, Vi, Jayce, Viktor, Mel, Ekko, Caitlyn y otros personajes que han definido este universo. Sin embargo, el mayor reto de esta entrega es lidiar con su propia ambición.
La animación: una obra de arte en movimiento
Si algo sigue siendo innegable es el virtuosismo visual del estudio Fortiche. Cada fotograma de Arcane es una obra maestra. Desde el sobrecogedor funeral del primer episodio hasta el clímax sacrificial del sexto, la animación continúa redefiniendo lo que puede lograrse en este medio.
Todo ello está en la mejor escena: una que no es una pelea o una batalla, sino que es un baile entre dos personajes destinados al conflicto, un momento tan sublime como desgarrador. Está en el capítulo séptimo de la segunda temporada. En la primera, en el capítulo siete, teníamos una escena de ambos personajes, muy distinta, pero con muchísimos paralelismos con ella. Parte de la magia de esta serie está en ir redescubriendo todos sus riquísimos detalles.
Es en estos momentos donde Arcane brilla, logrando un equilibrio entre lo épico y lo íntimo. En unos años, seguiremos regresando a esta serie para maravillarnos con su capacidad de inspiración e imaginación.
Voces que dan vida a la animación
El elenco de voces vuelve a ser un pilar fundamental del éxito de la serie. Ella Purnell, como Jinx, se consolida como el alma de Arcane, entregando una actuación que captura la complejidad de un personaje al borde de la locura.
Hailee Steinfeld brilla una vez más como Vi o Katie Leung como Caetlyn, pero es Harry Lloyd quien sorprende con su interpretación de Viktor, dotándolo de una profundidad emocional que recuerda a los mejores villanos trágicos, como el que el mismo Lloyd interpretó en Final Fantasy XVI.
Solo por poner cara a los actores de voz, merece la pena ver los making of que ha ido subiendo Netflix a su canal de YouTube.
La música sigue siendo uno de los puntos fuertes de la serie. Ya en su día, la fusión que Woodkid conseguía con las imágenes de Fortiche hacía que viésemos Arcane como una obra maestra.
Aunque en ocasiones se acerca al territorio del videoclip en su puesta en escena, temas como Ma Meilleure Ennemie de Stromae y Pomme, Heavy is the Crown de Linkin Park, The Line de Twenty One Pilots, y Remember Me de d4vd son ejemplos de cómo la banda sonora eleva la narrativa.
No obstante, la banda sonora instrumental, que cuenta con músicos como el violinista Ray Chen, también resulta destacable, ya que complementa a la perfección el estilo visual de Arcane.
Arcane sigue siendo la historia de dos hermanas, aunque hipertrofiada por el resto de subtramas. |
Un final apresurado para una historia prometedora
El mayor defecto de esta temporada es su ritmo. La historia, que en su primera entrega se tomaba su tiempo para desarrollar personajes y tramas, aquí avanza demasiado rápido, sacrificando profundidad por acción. Los cambios abruptos de lealtades, los saltos entre mundos y un desenlace repleto de «androides» al estilo La Era de Ultrón dejan una sensación de insatisfacción. ¿Por qué una serie de fantasía tan arriesgada se vuelve tan convencional en sus últimos compases?
La originalidad que definió a Arcane en su primera temporada da paso a un desenlace más simplista, donde las resoluciones parecen dictadas por las necesidades del guion más que por el desarrollo orgánico de la historia. Esto lleva a preguntarse si no habría sido más prudente dividir la trama en una tercera temporada en lugar de cerrar todo de manera tan apresurada.
Otro motivo para odiar el capitalismo. Antes de que se estrenase la segunda temporada, sus creadores, Alex Yee y Christian Linke, hablaron de que la serie concluiría con esa nueva entrega... pero daría pie a varias series más en el mundo del League of Legends. Esto me hace preguntarme todo lo que se ha recortado para hacer esta segunda temporada, cuantas historias y momentos se han quedado de lado en pos de derivar y desmembrar la serie original. No es irónico en una obra que va sobre rebeliones contra los todopoderosos.
Y justamente eso es algo que se cargan en Arcane: los pobres de Zaun y los ricos de Piltover se unen frente a la amenaza común de un Víktor que pasa de mesías a dios demoníaco... pero todo lo que resultaba interesante de esta versión fantástica de Historia de dos ciudades (de Dickens, curiosamente, antepasado de Henry Lloyd) se convierte al final en batallitas al estilo Vengadores.
Conclusión: un cierre imperfecto para una obra inolvidable
A pesar de sus defectos, Arcane sigue siendo una serie que marca una cota muy elevada para el mundo de la animación y las adaptaciones de videojuegos. Su segunda temporada es un espectáculo visual y emocional que, aunque tropieza al abarcar demasiado, logra mantener la esencia que cautivó a tantos espectadores en su primera entrega.
Quizás este sea un final imperfecto, pero el legado de Arcane es innegable. Su impacto en la animación, su narrativa visual y su exploración emocional seguirán resonando mucho después de que las luces se apaguen. ¿Es un adiós definitivo o solo un hasta luego? Solo el tiempo lo dirá.
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