Crítica de Star Wars. Episodio V. El Imperio contraataca, encender una vela...


 

Fuente. El Imperio contraataca se convirtió rápidamente en una de las películas favoritas de los fans.
 

"Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes"- Yoda.


«Encender una vela es proyectar una sombra», escribió Ursula K. Le Guin en Terramar. En Star Wars, la destrucción de la Estrella de la Muerte prendió la vela de la esperanza en la galaxia, pero también proyectó la oscura sombra de El Imperio contraataca.

George Lucas cedió la dirección de la segunda parte de Star Wars al director Irvin Kershner, un profesor de la Universidad que siempre se caracterizó en su obra cinematográfica por su capacidad para desarrollar personajes. Lucas no abandonaría los mandos, sino que se centraría en los demás aspectos de la saga: mercadotecnia, efectos especiales, planes de futuro… Y el creador de los Jedi tuvo clara una cuestión: el futuro de la saga dependía de la segunda parte. Si esta fracasaba, ya no habría más Star Wars.

En 1980 se estrenaría EL IMPERIO CONTRAATACA, la película favorita de la saga para muchos de sus seguidores. Star Wars se internaba en un capítulo más oscuro y no se limitaba a ser un mero corta y pega de la anterior. Y, pese a todo, en esta época actual donde el falso cinismo parece aportar lecturas complejas a una obra, El Imperio contraataca no deja de ser una obra esperanzadora.

Tras la caída de una oscura sonda de rastreo, nos trasladamos al gélido planeta Hoth, donde se libra una batalla en la nieve entre un monstruo y nuestro protagonista para explicar las cicatrices que el actor Mark Hamill lucía tras un aparatoso accidente de coche en la vida real. Esta idea sirvió también para ver cómo Luke Skywalker había crecido en la fuerza, como demuestra en su enfrentamiento con el Wampa, pero también que no es todavía un maestro, como vemos en su fracaso y en esa aparición de Obi-Wan, donde le ruega que vaya al planeta Dagobah, donde se encuentra su maestro (en un ejercicio de retrocontinuidad, podemos entender que Yoda siempre fue el maestro de todos los Jedi o, literalmente, como vemos en el Episodio II, cuando enseña a los aprendices que todavía no tienen maestros). No obstante, Luke será un héroe trágico cual Edipo, pero no en su relación con su madre, sino con su hermana, y, más allá de tal vez imprecisiones creativas, sus sueños proféticos, unidos a los de Anakin, sean los que lo transporten al Lado Oscuro. Unos sueños que tienen aspecto simbólico, como vemos en una ciudad entre las nubes, que no es otra que Bespin, la trampa para Han, Leia, Chewie y C-3PO.

Este segmento sirve para desarrollar las relaciones entre los personajes y avanzar con una trama que no se ha quedado en un desenlace alegre. El fin de la Estrella de la Muerte no supuso la llegada de la paz y la felicidad. Los rebeldes están acorralados, escondiéndose. Chewbacca no consigue reparar el Halcón Milenario, R2-D2 está preocupado por la llegada de su amo, C-3PO no deja de soltar probabilidades funestas, Leia echa en cara a Han que quiera irse y Han sabe que Jabba el Hutt ha puesto un precio muy alto a su cabeza… Aunque consigan salvar a Luke, la película estalla con una batalla en menos de veinte minutos. Bespin, la ciudad del cielo, en realidad representa a un descenso al infierno en cuyas llamas de nieve caen nuestros personajes al inicio. Es interesante cómo muchas películas reservan las grandes batallas para el final, mientras que El imperio contraataca empieza con una donde las cosas no irán precisamente bien para la Alianza Rebelde. Vista a distancia, la batalla de Hoth sigue resultando fascinante por el alarde de efectos especiales, el uso del stopmotion y la capacidad para evocar imágenes simbólicas, como ese AT-AT que recuerda al terror que debían inspirar los elefantes del ejército de Aníbal o los olfiantes de Tolkien a sus enemigos. Esta escena es todo un prodigio técnico, de ritmo y de historia.

Los rebeldes tienen que huir para salvarse, pero la impresionante sombra de los destructores imperiales y sus TIE van tras ellos. La fuente de toda esa oscuridad es un Darth Vader bajo las garras del Emperador. Hasta hace algunos años, había dudas sobre cómo Vader pasó de ser uno de los perdedores de la Batalla de Yavin IV a convertirse en la siguiente película en uno de los grandes dirigentes imperiales; la serie de cómics sobre el personaje, escrita por Kieron Gillen (y en colaboración con la serie de Star Wars de Jason Aaron), nos respondió a todo esto en sus viñetas y agregó cómo Vader había recurrido a cazarrecompensas en el pasado, como es el caso del mismísimo Boba Fett. Sobre la aparición de este último, nuestro asesino a sueldo con armadura mandaloriana ya era conocido por el funesto especial de Navidad de Star Wars, donde protagonizó un corto de animación. Gracias a su inspiración en el western y sus pocas palabras, a las que se sumaba un genial diseño, hemos tenido a uno de los personajes más conocidos de la saga, que conectará el pasado de Jango y el origen del ejército clon (los primeros diseños se basaban en armaduras de los soldados de asalto) y el futuro con la serie de The Mandalorian y El libro de Boba Fett, además de las apariciones de Mandalore en Clone Wars y Rebels. «Nada de desintegraciones», le advierte Vader. «Como desee», responde Boba. Material de leyendas.

 

Boba Fett ante el gran Darth Vader, dos personajes legendarios. Fuente.

Volviendo al gran villano de la saga, en la película se nos dice que Vader es humano, como vemos en su base, con su destrozado cráneo al descubierto, pese a sus actos de maldad repetidos como el estrangulamiento de sus almirantes, que llega a impactar más cuando, al final de la cinta, no acaba con el último que le ha fallado. En esta cinta, además, se añaden capas al villano; como la insinuación de que tiene sus propios planes para tomar el Imperio, al que vemos encabezado por la fantasmagórica figura del holograma del Emperador (escena que fue regrabada años después para añadir al Emperador de Ian McDiarmid y tender nuevos puentes entre precuelas y secuelas). El actor David Prowse, quien interpretó a Vader, curiosamente, nunca supo nada de la revelación final de que Vader era el padre de Luke en esta película; para mantener el secreto, le hicieron pronunciar en el rodaje: «Obi-Wan mató a tu padre», pero el actor que doblaba a Prowse, James Earl Jones pronunció la auténtica frase: «Yo soy tu padre».

Si algo destaca en El Imperio contraataca es que los caminos de los personajes se bifurcan para volver a relacionarlos y, por medio, desarrollarlos. Igual que Tolkien lo hace al principio de Las dos torres cuando separa a su comunidad, Lucas y compañía dejan solo a Luke y, a lo largo de la historia, dejarán a otros personajes que volverán a reencontrarse al final. Y no será una aventura sin más. Tenemos el humor de C-3PO (a quien entendemos un poco más cuando habla del extraño dialecto del Halcón gracias al personaje de L3, que conocemos en Solo), pero también el emblemático romance de Han y Leia (con ese «te quiero», «lo sé» que ya es historia del cine), sin embargo, eso no deja de mostrarnos el terrible avance del Imperio. Nada irá bien, como podemos ver en el escape donde el Halcón Milenario falla una y otra vez o la persecución de los campos de asteroides que guarda sus ecos con El ataque de los clones y nos deja entrever que Boba Fett recordaba todavía como Kenobi se libró de su padre y cómo Solo replica aquí la estratagema. «No me hables de probabilidades», le dice Han Solo a C-3PO y, sin duda, había muchas posibilidades de que la película saliese mal, pero no es así, es una de las grandes películas de Star Wars y la que marcó un rumbo para cómo debía ser una buena secuela.

Star Wars es una obra brillante y lo es, sobre todo, por cómo explora también el mito del héroe cuando Luke conoce en la oscura ciénaga de Dagobah, esa representación del paraje oscuro, a un Yoda que finge ser una especie de duendecillo (con agujero hobbit incluido), pero no omite pronunciar grandes frases como «La guerra no le hace a uno grandioso», que tiene su rima con aquel Yoda que temía el horror de la Guerra Clon de las precuelas. Cuando aparece la voz de Obi-Wan y Yoda se revela como tal, se quiere negar a enseñar a Luke, como el Consejo quiso negarse a instruir a Anakin, temiendo la repetición del antiguo horror. Finalmente, creyendo en la profecía, Yoda acabará convirtiéndose en el maestro de un Luke que no comprende todavía qué es en realidad la Fuerza y que se verá tentado por el Lado Oscuro en una de las escenas más poderosas de la saga: el enfrentamiento de la cueva contra Darth Vader o, mejor dicho, contra sí mismo. Esta escena está cargada de simbología, como esas serpientes y reptiles que preceden a la entrada y nos evocan a los miedos heredados de la tradición judeocristiana. La decapitación de Vader, a cámara lenta, y el descubrimiento de quién está debajo de la máscara no solo es un presagio de lo que está por llegar, sino una imagen potente que horrorizó a muchos de los que nos criamos con estas cintas. Si Luke cae en el Lado Oscuro, será destruido como fue destruido Vader.

«Si alguna vez caes en el reverso tenebroso, marcará tu destino para siempre», advierte Yoda y esta frase encuentra relación con el final de la película, pero también con El retorno del Jedi y con lo que se nos cuenta que le pasó a Luke con su academia en Los últimos Jedi. La mayor prueba a la que se somete Luke es que debe no enfrentarse al miedo, sino aceptarlo y superarlo; un Jedi no busca el enfrentamiento sin más. Luke no confía en sí mismo, mientras que no lo haga, no podrá crecer y cuando Yoda dice «hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes», somete a Luke a una verdad que no se ve capaz de superar hasta que el gran maestro Jedi le demuestra que sí. Será el quien, cuando Luke sucumba a su humanidad, pronuncie él «Hay otro», que, por su ambigüedad, tanto debate ha suscitado con los años. Aunque Lucas diga que siempre pensó en Leia como melliza de Luke, en realidad, se barajó crear a otro personaje que fuera el elegido, otro hermano, pero esta idea desapareció cuando Lucas fue más partidario de hacer precuelas que secuelas del Episodio VI. No obstante, la conexión de Luke y Leia del final de la película sostiene que Lucas sí pensó en la relación de ambos. Con los años, incluso se ha llegado a dudar de que Lucas supiera quién era Vader antes de contarnos lo que la escritora Leigh Brackett propuso en su guion: que fuese el padre de Luke; pero la escritora falleció poco después de completar su borrador y sería Lawrence Kasdan quien tomaría el relevo y Lucas se apoyaría en la resonancia de Darth Vader y dark father, aunque con los años siguen surgiendo las hipótesis. No es cierto. Con la lectura del borrador de Brackett vemos que ella no ve a Vader como el padre de Luke. Este aparece como espíritu. Y además, la hermana de Luke resulta que está siendo entrenada en otro lugar de la galaxia (para más información).

El Imperio contraataca juega con una atmósfera de cuento o, más bien, de pesadilla («Es como una especie de sueño», llega a decir Luke en cierto momento). Hay multitud de instantes siniestros: el ser a punto de devorar al Halcón, la traición de Lando, el desmembramiento de C-3PO, cuando Chewbacca sufre a la raza Kuiil de The Mandalorian, los fracasos de Luke en Dagobah, la dolorosa despedida de Han Solo cuando es congelado en carbonita (método que parecen haber patentado Vader y Boba dada su popularidad en el primer episodio de The Mandalorian, que transcurre años después)... Hasta el final, cuando falla la hipervelocidad y se arregla in extremis, todo parece perdido. Puede que sea la amistad, el hecho de unirse todos, lo que haga que todo funcione de nuevo. En cambio, Vader está solo, siempre lo estará y ha vuelto a fracasar una vez más. La última reunión de Leia, Luke (los hermanos vestidos del simbólico color blanco con el que empezaron la primera película), R2 y C-3PO despidiéndose de Chewie y Lando, quienes irán tras Han Solo y la pista de Fett, mientras se observa la partida de las huestes rebeldes, nos hace atisbar el gran tema de la saga: todavía queda esperanza.

Lucas rindió homenaje a Kurosawa con el duelo de espadas del Episodio V. Fuente.

¿Cómo se apoya un film de aventuras en una estética onírica? Lo hace con el uso de la fotografía, que es sobresaliente durante toda la película. No solo por cómo va del blanco al gris y al negro para regresar al blanco (recordemos la psicología del color), sino por cómo estos símbolos (nubes, nieve, reptiles…) y la utilización de los diferentes tipos de plano y el talento de Kershner aportaron una paleta única a una de las películas más hermosas de la saga. Para mí, todo se resume en ese duelo de samuráis entre Vader y Luke, con el uso del negro y el gris como fondo para la luz de las espadas de ambos Skywalker, y con el viento que nos evoca el cine de Kurosawa. Luke cae en la trampa, pese a que Leia se lo dice directamente, igual que Yoda. Está a punto de cobrar su penitencia por su falta de visión. Su camino le llevará hacia un rumbo terrible al no confiar. Y pese a que es trágico, también existe la catarsis en la tragedia, como decía Aristóteles, y eso es hermoso… Pero no hablaríamos de la hermosura de El Imperio contraataca en caso de que no hablásemos también de la maravillosa banda sonora de John Williams. Ya en el film original, el compositor había demostrado su talento. Aquí demuestra su capacidad para dar sentido a una saga, ya sea por medio del uso del leitmotiv de la Marcha Imperial (música icónica donde las haya), el tema magnífico de Yoda o el precioso tema dedicado a Leia. La saga Skywalker no sería lo mismo sin Williams, por si alguien tenía alguna duda.

«La Fuerza está contigo, joven Skywalker, pero todavía no eres un Jedi» dice Darth Vader y eso nos habla del fracaso de nuestro protagonista. Uno de los grandes aspectos del Episodio V es cómo se centra en desarrollar estos personajes. Todos ellos deben crecer, lo quieran o no, enfrentarse o aceptar su propia sombra. La pérdida está presente: los amigos se pierden, los personajes se pierden a sí mismos, la Alianza pierde, Luke pierde su entrenamiento y ante Vader, Leia y sus amigos pierden a Han… Pero la película no se queda en eso, sino que también aporta esperanza al espectador. Luke ha fracasado, ha caído, pero es un héroe porque, con ayuda de todos aquellos a los que ama, volverá a alzarse para salvar a la galaxia de la tiránica amenaza del Imperio. Según Joseph Campbell, toda la película se mueve en el terreno de la prueba decisiva donde el héroe afronta su mayor desafío y también puede afrontar su mayor derrota. Ged Gavilán no vencerá a su sombra, solo podrá aceptarla. Luke deberá hacer lo mismo.

El Imperio contraataca logró ser una película mítica. Una nueva esperanza ya era una película mágica, su secuela fue la confirmación de que no era solo un fenómeno. Hay escenas imborrables y personajes que ya son emblema de Star Wars, como Yoda. Lucas hizo campaña para que se nominase a Frank Oz como mejor actor, sin lograrlo al considerar que un marionetista no era un actor. Así funciona la Academia.

A George Lucas se le ha acusado de desalmado. Error. El Imperio contraataca fue una apuesta arriesgada del propio Lucas, que contó con su propia inversión para llevarla a cabo y no sufrir interferencias de los grandes estudios. ¿El logro? Compartió beneficios con todos los implicados en la cinta tras conseguir que fuese rentable.

Todos sentimos un escalofrío con la aparición de los AT-AT. Todos sentimos miedo con la escena de la cueva. Todos nos conmovimos con Chewie y Leia perdiendo al capitán Solo. Todos sentimos cómo algo se rompía con la revelación del pasado de VaderEl Imperio contraataca es una fascinante montaña rusa de emociones y sentimientos. Eso ha hecho que sea una de las películas preferidas de la saga para muchos de sus seguidores.

«Su mente jamás ha estado donde él estaba», dice Yoda sobre Luke en cierto momento y creo que no habla solo de Luke, sino que habla de todos nosotros, de todos los que hemos soñado con galaxias lejanas. Recientemente, Dave Filoni ha compartido unas palabras de su mentor: George Lucas, que dicen algo así: la mejor forma de ser feliz es hacer feliz a los demás. Lucas, Kershner y todos los involucrados en El Imperio contraataca nos hicieron inmensamente felices, porque gracias al triunfo de esta secuela, sin caer en el autoplagio sino tomando decisiones valientes, hemos tenido más películas de una galaxia muy, muy lejana. Eso no tiene precio. Nunca lo ha tenido.

Tres años después, Lucas nos intentaría contar en el último episodio de la saga: La venganza del Jedi, solo que el propio creador se acordó de una gran verdad que le habría dicho Yoda: los Jedi no se vengan… Quizá, más bien, como los reyes de Gondor, los Jedi… retornan.

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