Entre la memoria y la fantasía (columna de "El Juntaletras contra el mundo 1")

He vuelto... Desde hace algún tiempo, he estado pensando en recuperar la sección de la columna de "El juntaletras contra el mundo" donde hablar sobre literatura, escritura, arte y todo lo que me gusta y pienso que hoy es un buen día para su regreso. Llueve, está nublado y he estado escribiendo lo que puede ser una nueva historia...
¿Por qué escribir sobre escribir en vez de dedicarme a hacer otras cosas (como, por ejemplo, oh, sorpresa, escribir)? Es una buena pregunta: si bien sé que no soy nadie para sentar cátedra (no es mi intención de ninguna manera), carezco de personas a mi alrededor que les guste hablar sobre este tema, así que escribir esto aquí es un modo de intentar hallar a más personas a las que esta materia les llame. 
Triste, ¿eh?
Por supuesto, no es solo para escritores; estas columnas están abiertas para todos aquellos que deseen leerlas y no siempre pretendo volcar un enfoque excesivamente técnico. 
Si ordeno mis pensamientos, debo responder a qué estoy haciendo últimamente. En estos días, me encuentro sumergido en las labores de corrección de mi última novela y en mil cosas de mi trabajo como profesor, pero no está de más tomar un respiro escribiendo unas palabras para sentirme menos solo en esta pequeña odisea. 
En fin, ¡bienvenidos a esta columna! ¡Espero leeros en los comentarios!

Escribir, ese acto entre la maravilla y el castigo. ¿Por qué seguimos haciéndolo? ¿Qué magia puede esconderse en este acto? Fuente.
"Cuando escribo historias me siento como quien está en su patria, en calles que conoce desde la infancia y entre paredes y árboles que son suyos. Mi oficio es escribir historias, cosas inventadas o cosas que recuerdo de mi vida, pero siempre historias, cosas donde la cultura no tiene nada que ver, sino solamente la memoria y la fantasía. Este es mi oficio y lo haré hasta mi muerte"- Natalia Ginzburg.

Estas palabras de Natalia Ginzburg me llenaron de una inmensa felicidad mientras las descubría recientemente, porque me recordaron lo mágico que puede llegar a ser el acto de escribir cuando se disfruta sin pensar tanto en lo qué vendrá después: la corrección, la relectura, las reescrituras, la publicación... Escribir es maravilloso para mí, pero, a menudo, lo que sigue a continuación se me antoja como una inmensa ola que me sumerge en lo más profundo del caos. No es raro que, cada vez que termino de escribir un libro, sienta que quiero desaparecer; justo en el momento en el que como autor no debes hacer mutis si quieres llegar a vender algún libro (aunque mi idea siempre ha sido otra: que el público lea mis obras... No estoy hecho para esta época de imagen y más imagen). Es decir, debes tener presencia en Internet, hacer entrevistas y todo ese jaleo y a mí, en esos momentos previos y posteriores a la publicación, solo me dan ganas de desvanecerme. No, no soy Salinger, pero, en ocasiones, la idea de huir y dedicarme solo a escribir me llama en demasía.

Esta semana me he encontrado repasando la corrección que me envió la correctora y preparando todo para la maquetación de la versión digital de La Eternidad del Infinito. Y he comprendido una cuestión muy importante: una buena corrección no solo hace revivir ese cadáver moribundo que es tu manuscrito cuando lo terminas, sino que te permite aprender muchísimo: qué tipo de usos verabales sobran, qué frases son superfluas, qué téminos dificultan la lectura, qué acotaciones son innecesarias... He tenido una buena corrección y he aprendido muchísimo, estoy contento.


¿Cómo ha sido el proceso de aceptar todas las correciones? Para mí, fantástico. Me explico. Al mismo tiempo que llevaba a cabo la relectura y observaba todo lo corregido, más que echarme las manos a la cabeza, una sonrisa aparecía en mis labios y me acordaba de una anécdota que leí en Mientras escribo: me refiero a cuando Stephen King le llevó un manuscrito a un amigo y este, en vez de asustarse o maravillase, se empezó a reír; King no comprendió por qué hasta que su colega le explicó que se reía por cómo el autor de It había descrito un revólver que, por supuesto, nunca había empuñado, pero este escritor beta sí. King había soltado una burrada al hablar de él y su lector de prueba le advirtió de ello. En el caso de que King hubiera sido un tipo endiosado, hubiera pasado de su escritor beta y de las correcciones; en cambio, gracias a ese compañero pudo aprender algo nuevo y hacer que su relato no se quebrase por un error sobre cierto uso de un arma de fuego. En mi caso, más de una vez me he echado a reír por el uso de alguna palabra, alguna errata o alguna confusión.  

Debo dar las gracias a la correctora por su maravilloso trabajo resucitando ese muerto de doscientas páginas y a la escritora Ana González Duque (La sociedad de la libélula, Proyecto Bruno) por recomendarme a esta estupenda profesional y, por además, ser una de las autoras más simpáticas, carismáticas y entregadas que conozo. 

Puede que el acto de escribir suponga perderse en esas calles sin nombre, en los recuerdos de otras vidas, en la memoria y la fantasía, tal y como decía Natalia Ginzburg, y es un sentimiento espléndido. ¿Por qué iba a mentirme? Nos perdemos con sonrisas breves que surgen de ese espléndido sentimiento, pero hay personas que nos ayudan a que esa sonrisa sea la mejor posible: correctores, maquetadores, ilustradores... Los escritores no estamos solos y estas personas nos recuerdan lo mágico que es el acto de escribir, pero también lo mágico que debe ser todo lo que viene después.

Portada de Las pequeñas virtudes de Natalia Ginzburg. Fuente.

Desde que soy profesor he decidido quedarme con todo lo positivo y no hacer montañas de los pequeños sucesos negativos que pueden ocurrirme. A veces, una mala conducta de un alumno parece pesar muchísimo o un estudiante que suspende varias materias y es un poco trasto se lleva horas y horas de charlas, mientras que el alumno que aprueba todo debe conformarse con un "sigue así". Yo, actualmente, pienso que, sin decir que no a lo malo (no está bien ignorar lo evidente), también me complace recordar todo lo positivo que me ocurre: estudiantes que se superan, buenos momentos, algunos de esos "escalofríos" que percibo cuando siento que lo que enseño puede cambiar la mente de una persona... Ahora, estoy en la misma situación con la escritura: escribir es un viaje a mi interior, como sumergirme en el pensadero del mundo de J. K. Rowling o en las dulces palabras de Natalia Ginzburg, pero intento hacer que lo que viene después: las correcciones, reescrituras, relecturas y todo lo que acompaña a la publicación se vuelva igual de mágico. Es complicado para mí. Dado mi carácter, a veces impulsivo y deseoso de escapar, me es complicado, pero he decidido que hay caminos que debo recorrer. Decía Neil Gaiman que el mejor consejo que le dio alguien durante las largas giras turísticas con el éxito de The Sandman fue el siguiente: disfruta de este momento. Se lo dijo Stephen King, Gaiman reconoce que no hizo mucho caso, pero el autor de American Gods siempre comenta que lo ha tenido presente desde entonces.

Así que, estimado y monstruoso lector de esta bitácora, hagamos algo juntos ahora: recorramos las ciudades que se guardan en nuestro interior sin olvidar que, cuando se las entreguemos a otra persona, siguen siendo igual de mágicas y que de poco vale que sean joyas si están mal envueltas o las damos de malas ganas. Al final, escribir es, en ocasiones, un regalo y tenemos que intentar que sea uno que no provoque que el lector quiera tirarlo por la ventana a la primera de cambio. Espero nunca olvidar la magia. Espero recordarla hasta el día de mi muerte.


2 comentarios:

  1. ¡Hey!

    Me ha encantado tu entrada y cómo ha sido tu experiencia con la corrección de la novela y el acto de escribir.

    Yo opino que siempre se tiene que buscar un huequito para poder hacer algo que te gusta, que en tu caso es escribir, siempre hay que tenerlo presente y no olvidar lo que Ten hace sentir al poder escribir historias o personas o lo que se te ocurra.

    Tengo un montón de ganas de poder ver La Eternidad del Infinito publicada, porque seguro que con el proceso de corrección va a quedar perfecta y a va a ser una novela genial.

    Así que cuenta conmigo y tengo ganas de saber cuáles van a ser tus próximos proyectos, así que espero que nos mantengas informados =)

    ¡Hasta pronto!

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    Respuestas
    1. Hola, Elsbeth

      Disculpa por tardar en responder. Han sido muchas cosas últimamente, entre ellas, la falta de ánimo. Me alegra que te haya gustado esta entrada y lo que comento en ella...

      Yo también tengo muchas ganas de ver terminada "La Eternidad del Infinito" y poder emprender otros viajes, aunque debo ser el autor que más huye de ser visible cuando debe serlo por obligaciones de publicación. En fin, ¿qué vamos a hacer?

      Muchas gracias por tus palabras, tus deseos y tus ánimos. Espero que todo se vaya cumpliendo de la mejor manera posible. Un abrazo. ¡Nos vemos!

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