Póster que homenajea El Día del Doctor, pero aquí con Missy, The Master y nuestro Doctor. Fuente de la imagen. |
“Donde hay lágrimas, hay esperanza”.
Me temía que The Doctor falls fuese similar a Hell Bent, el desenlace de la novena temporada del Doctor, que comenzó muy bien con el penúltimo capítulo (Heaven sent) y luego no llegó a todo lo esperado en su desenlace (por culpa, en parte, de un Steven Moffat que no supo despedir a Clara Oswald cuando le correspondía). Sin embargo, el penúltimo episodio de esta décima, World Enough and Time estuvo muy bien como una historia de ciencia ficción y terror, y su continuación, pese a que entra en otros géneros, ha demostrado ser seguramente el mejor final de temporada de la era de Peter Capaldi y uno de los más decentes del propio Steven Moffat. Sin duda, The Doctor falls ha sido un gran capítulo.
The Doctor falls nos cuenta muchas cosas. Nada más empezar, vemos un pequeño grupo de humanos en una granja, los cuales viven bajo el miedo de los cibermen mondasianos, convertidos en espantapájaros. Sin embargo, un día llega un cohete con uno de estos seres y, en sus brazos, el Doctor. De ahí, de esa llamativa escena, partimos a saber qué pasó al final del anterior episodio y tenemos un gran enfrentamiento contra el Amo y Missy, además de un Doctor pletórico. Con una entrada con tanto ritmo, cuando volvemos a la granja y descubrimos la tragedia de Potts bien parece merecerse el título de la compañera con peor suerte de Moffat. Después, tenemos a un Doctor que, pese a la traición aparente de Missy, intenta contar con su viejo amigo, en sus dos encarnaciones, para hacer frente a una batalla que está pérdida y exigirá terribles sacrificios. Lo que viene a continuación está entre lo mejor de la serie, incluyendo un par de escenas magistrales como el adiós de varios de los personajes más emblemáticos y una parte que nos hace suplicar por ver ya el especial de Navidad. No diré más.
Me quedo con cada una de las escenas, pero en especial con los diálogos de Capaldi, la marcha de la buena de Bill y el destino de Missy y The Master. Creo que podría estar viendo esas escenas una y otra vez. Como bien dice Elsbeth, hay mucho de poesía en esa marcha de Missy y el Amo, el futuro que busca la redención acaba con el pasado malvado, pero este no deja posibilidad a la salvación y todo estalla en una risa digna del Joker de Batman, del drama, de lo que son. Magistral, como la vuelta de Heather y el despertar de un Capaldi tan humano como el Doctor que lo vamos a añorar.
Los Amos y los cibermen contra un Doctor moribundo, esto nos espera en este episodio. Fuente. |
La vida del Señor del Tiempo
En cuanto al reparto, ha brillado un majestuoso Peter Capaldi, mi Doctor favorito junto a Tennant desde el retorno de la serie en 2005. Capaldi es un gran actor y consigue hacer que suframos con su Doctor, aquel cascarrabias que se ha ido convirtiendo poco a poco en todo un Doctor punk, rebelde y capaz de ir contra las normas, además de dar una oportunidad a todos aquellos que se acercan a él, incluso los que no la merecen. Su diálogo con el Amo y Missy para pedirles que se queden a su lado es estupendo, de los mejores pronunciados por el actor escocés. Esta temporada ha profundizado en él y cómo le ha dado una oportunidad a su mayor enemigo con tal de cambiar el rumbo de las cosas, sentirse menos solo, pensar que alguien puede cambiar…, pero la paradoja es que él, finalmente, ya no quiere más transformaciones. Siempre ha luchado por los otros, aún sin plan, incluso sin “copia de seguridad”, pero la batalla comienza a llegar a su final y lo hace con un intérprete estupendo. Vamos a echar mucho de menos a Capaldi.
En este episodio, también hemos tenido a dos actores geniales encarnando el mismo papel: John Simm y Michelle Gomez como The Master y Missy han sido una auténtica delicia. Ambos son excéntricos, histriónicos, camaleónicos y capaces de atraer la mirada de cualquier espectador durante cada una de sus escenas. En el caso de Simm, ha vuelto como un Amo malévolo, con un aspecto más cercano a sus encarnaciones pasadas (lápiz de ojo y perilla incluidos), además de comportarse como un auténtico bastardo (lo dicen en muchas webs británicas, yo solo cito); puede que su sacrificio en The End of Time y la pérdida del ritmo de los tambores solo diese lugar al villano que siempre había sido. En cuanto a Gomez, su personaje ha evolucionado y tiene algunos momentos estupendos por cómo representa esa demente dualidad que le lleva a parecer que quiere unirse al Doctor e incluso cambiar su pérfida forma de ser, pero ¿puede? Los ojos de Gomez, esas dos brillantes esferas azules, representan su caída y su destino, y se graban en el espectador.
También tenemos a Pearl Mackie como una Bill Potts que se ha convertido en mi compañera favorita de la época de Moffat por algo tan simple como que Moffat ha entendido que debe decirle adiós al personaje, mientras duele (o eso espero). En Doctor Who, las puertas siempre están abiertas, pero la tragedia de Bill, convertida en una especie de Frankenstein al que todo el mundo teme y su despedida bien merecen permanecer tan puras y hermosas como se han mostrado en este episodio.
Por último, en un segundo plano, Matt Lucas parece que también dice adiós con un personaje que me ha costado mucho tragar, como sabréis, Nardole. Por fin opino que hace cosas realmente útiles en este capítulo y su despedida de la serie y los personajes principales está muy bien. Esperemos que la nave escape del agujero negro, que lo merecen los pobres mortales que habitan esa colonia en constante destrucción.
Colosales Missy y el Amo en este capítulo. Fuente |
Las muchas despedidas del Señor del Tiempo
Cualquiera que me haya leído en los últimos años, sabe que he sido muy crítico con el papel de Moffat como showrunner. Siempre he pensado que perdimos a un gran escritor independiente y tuvimos un showrunner que, incluso con sus cosas buenas, a veces se ha visto lastrado por la serie de manías (no saber cuándo despedir a los personajes) y repeticiones (compañeros convertidos en cibermen como Bill, Danny Pink…, o daleks como Clara en dos versiones de sí). No obstante, esta décima temporada, pese a que empezó con cierto tambaleó, ha ido mejorando a partir de la trilogía de los Monjes y hemos tenido unos episodios muy interesantes. Incluso algunos vistos a distancia, como The Pilot, han ganado enteros con esta despedida.
Moffat no es estúpido y sabe cuándo pulsar la tecla de los efectismos (véase las dos escenas precréditos de estos dos últimos capítulos) y los homenajes (hay un sinfín de ellos, tanto al regreso de la serie a partir de 2005 como a la clásica, con, por ejemplo, dos guiños al cuarto Doctor). The Doctor falls es una muestra de todo ello, muy clara, y, pese a que se puedan llegar a ver las costuras, emociona y entretiene. Y es que Moffat sabe a qué jugar y cómo conmover a un público que le ha seguido pese a los errores y aciertos que ha tenido su periplo en Doctor Who. Ahora, se marcha en Navidad junto a Gatiss para preparar su propia versión de Drácula, y nos queda la pregunta de qué vendrá a continuación, sin Doctor, compañero y muchos otros puntos por resolver para el siguiente showrunner (¿cambiaremos intro? ¿Interior de la TARDIS? ¿Destornillador sónico? ¿Dinámicas?).
The Doctor falls dura una hora, pero se pasa volando gracias al sinfín de historias que se entrelazan en el mejor episodio de la temporada. Aparenta ser una película, como veréis por la extensión de este comentario (más digno de un film que de un episodio de una serie), pero merece cada uno de sus minutos. No solo notamos que el arco de estos capítulos se ha tendido de un modo mejor que en otras tandas de capítulos, sino que todos los personajes hacen algo y eso es estupendo para resolver el que puede ser uno de lo capítulos más épicos y trágicos de nuestro noble Señor del Tiempo.
Rachel Talalay cumple como directora de la serie y esperamos que vuelva en la próxima temporada, con el nuevo showrunner, Chris Chibnall. Ha logrado darle su impronta a la serie y hacerla cada vez más cinematográfica. Si en World Enough and Time teníamos terror, en Doctor falls tenemos momentos intimistas y también acción a raudales. En parte, el acabado de la serie lo merecen también los efectos especiales, donde aunque la fotografía se cierra demasiado a veces, los cibermen resultan cada vez más reales, al igual que los diferentes mundos. Ya lo mencionaba la semana pasada, y esto es un punto para el equipo de arte, pero ver a los cibermen mondasianos y sentir cierto horror es todo un mérito.
Una mención se merece también Murray Gold, creando la inconfundible música de la serie. El compositor recupera temas clásicos sobre Gallifrey, el propio Doctor y reanuda el leitmotiv siniestro de estos dos últimos episodios, esos ecos que recuerdan a la banda sonora de El resplandor, y a los que añade de nuevo la música de los cibermen. Sin él, la serie no sería lo mismo.
El único problema que puedo llegar a encontrarle al capítulo es que me hubiera gustado ver más al Amo y a Missy, las dos versiones de un personaje tan fascinante como The Master, pero no me cabe duda de que siempre hay posibilidades para un regreso. Esto es Doctor Who, hay dimensiones paralelas, mundos alternativos, viajes en el tiempo, etc. The Doctor falls no es un capítulo “multimaster” del todo, pero, al menos, nos ha presentado la idea de una alianza entre varias encarnaciones del Master y eso no está nada mal desde mi punto de vista. Por cierto, no me hubiera parecido mal incluir un tercer episodio, ver esas dos semanas que se saltan y que bien podrían haber sido interesantes para saber cómo el Doctor se ganó la confianza de los pueblerinos, pese a dejar en su interior un cibermen. Puede que si lo pienso encuentre agujeros de guion, pero las sensaciones con las que me deja son tan positivas que me da igual lo demás, lo más analítico. He disfrutado mucho.
En cuanto a la última escena, yo ya no veo la hora de fabricar mi propia TARDIS y utilizarla para viajar a diciembre de este 2017 y poder ver el especial de Navidad de Doctor Who que más he esperado en años. Steven Moffat dice adiós con una historia que reunirá al primer Doctor y al duodécimo, a la vez que Capaldi también se va y vendrá un nuevo Doctor (¿o Doctora?). Lo que está seguro es que van a haber muchas lágrimas, pero, como dice el Doctor, “donde hay lágrimas, hay esperanza”.
Heather y Bill, una de las mejores despedidas del Doctor. Fuente. |
Ahora a sufrir hasta que llegue el especial de Navidad...
ResponderEliminarEl capítulo me ha encantado, pero esperaba mucho más protagonismo por parte del Amo y Missy, puesto que el Amo no regresa todos los días. Me ha gustado mucho esa conversación final entre los dos y la risa malvada mientras se largaba en el ascensor, ha sido muy épico.
Y Missy... al final es noble, no mentía cuando le dijo al Doctor: soy tu amiga.
Bill tal y como apuntaban los últimos capítulos se confirma como la compañera del Doctor con peor suerte hasta la fecha. Me ha gustado mucho esa alternancia entre como la veían los demás y como continuaba viéndose a sí misma, todavía con su cuerpo humano. El contraste era conmovedor...
Me ha gustado que hayan recuperado a Heather, me gusta su conversación con Bill, el momento en el que le dice que no está muerta, que es solo otro estilo de vida.
La espera para esa regeneración y el desarrollo de ese reencuentro entre Doctores va a ser muuuy larga, me temo.
¡Abrazos!
¡La espera hasta Navidad se va a hacer insoportable! ¡A ver si sacan algo en la Comic Con o anuncian pronto al nuevo Doctor o Doctora! ¡A ver, a ver!
EliminarEstoy de acuerdo en que quería más minutos para los Amos, pero bueno, es Doctor Who, quizás en el futuro... No me hubiera importado un capítulo para ellos dos solos y luego que este que hemos visto fuera un trece, pero algo es algo...
Pienso igual que tú sobre Bill y tiene un final muy bonito gracias al personaje de Heather. Creo que me ha gustado, porque no ha llegado a cansarme.
¡Qué ganas de ver cómo sigue, como bien has dicho! ¡Muchísimas gracias por tu comentario! ¡Siempre es un placer hablar con otra whovian como tú! ^^
Viendo tus fotos, me parece que das el fixit to rol para una versión de El Doctor.
ResponderEliminarEl capítulo fue un golpe tras otro, con giros argumentales que podrían atenuarlos pero creo que no. Hay un par de despedidas que podrían no ser definitivas. Entendí el mal humor de Nardole al serle negado el sacrificarse junto con El Doctor, quien lo manipuló para que ayudara a los humanos.
Noble el discurso de quien no hace lo que hace para ganar, sino porque es lo correcto.
Me llamó la atención el baile de Missy y El Amo. Como la escena en que ella le da el repuesto para la otra Tardis, parece que se estuvieran seduciendo. Curioso porque son versiones del mismo personaje, pero parecía haber cierta atracción. Aunque Missy ha demostrado ser una manipuladora, a veces a favor de El Doctor.
¿No son un tanto caprichosos los Señores del Tiempo?
Espero que los guionistas sean un poco más respetuosos con conceptos como la regeneración.
Saludos.
Ahora toca esperar hasta Navidad para saber si esa esperada regeneración ocurre y cómo. Por ahora, cuentan con mi atención.
Eliminar¿Un narcisista como el Amo se "enamora" de sí mismo? No sería raro. Es la definición de narcisismo.
En cuanto al capítulo, mira que, a veces, se la tengo jurada a Moffat, pero me quito el sombrero con esto.
¡Nos leemos! ¡Gracias por comentar!