Blame!, buscando la humanidad del ciberpunk

El antihéroe Killy y la sombra de los personajes de Blame! Fuente.
"Busco a un humano con el gen de terminal de la red"- Killy.

Desde que se estrenó en los '90 la película de Ghost in the Shell, la palabra "ciberpunk" pasó a formar parte de una imagen clara sobre el futuro de la robótica, la dependencia de la tecnología y el oscuro destino de la humanidad. Igual que la obra de Philip K. Dick y adaptaciones como Blade Runner ayudaron a crear muchos de los elementos de este subgénero, Ghost in the Shell reformuló la vieja pregunta: ¿tienen alma las máquinas?

El manga Blame de Tsutomu Nihei continuó formulándose esa cuestión y otras que cautivaron a su legión de seguidores. ¿Qué ocurrirá en el futuro, cuando las máquinas ya no quieran servirnos y las ciudades devoren a otras? ¿Qué pasará cuando el ser humano esté condenado a desaparición? ¿Qué sucederá cuando nuestra esperanza este el gen terminal perdido? Como la mejor ciencia ficción, Blame! nos hace pensar.



Este año, la estupenda plataforma Netflix puso disponible en su catálogo esta película: Blame!, adaptación del famoso manga que ya había sido llevado a la pantalla en otra ocasión y que nos conduce a las entrañas del ciberpunk más descarnado. Dirigida por Hiroyuki Seshita a partir del guion del creador Tsutomu Nihei y Sadayuki Murai, Blame! nos traslada a un futuro postapocalíptico donde la esperanza de la humanidad reside en un misterioso viajero, Killy.

La cinta intenta ser accesible para el espectador que no conoce la obra original, por ejemplo, trasladando el punto de vista a los pescadores electrónicos y convirtiendo a Killy en un personaje que no es completamente el protagonista. Ese reenfoque está bien, pero la historia en sí llega a ser densa en su ambientación y simple en lo que cuenta (que no en cómo se cuenta).

Puede que nos encontremos ante una película que es como una máquina: funcionan cada una de sus partes, pero, a su vez, llega a resultar fría al espectador que no está familiarizado con anterioridad en esta obra. Cuando intenta fingir humanidad (el personaje de Tae), no resulta del todo llamativa. A su vez, los personajes poseen mejor diseño que carisma y el argumento es más sencillo que el mundo cibernético al que nos trasladan y que es fruto de la suma de otras obras como la ya citada Ghost in the shell.

Killy, el caballero que busca su Santo Grial en este mundo apocalíptico. Fuente.

En cuanto a la animación, la mezcla de tradicional y 3D aporta un acabado bastante interesante, al vez que el uso de la iluminación y el color. Los escenarios y el diseño de los personajes se complementan, siendo fieles al original, pero también aportando una visión propia. La estética, sin duda, es uno de sus puntos fuertes, por encima del guion.

Otro punto a su favor es la música de Yôko Kanno, que evoca en los momentos de acción a compositores que han hecho de la percusión uno de sus fuertes como Junkie XL o Hans Zimmer (por poner dos ejemplos muy conocidos).

El cierre de la película deja abierta la posibilidad a futuras secuelas de Blame! (El manga se compone de diez tomos y una precuela). Esperaremos, si hacemos el fácil juego de palabras, para saber de quién es la culpa o si el culpable he sido yo al no perderme (o conectar) con esta odisea ciberpunk).

Una de las villanas de esta historia. Toda una máquina, sin duda. Fuente.

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