Blue Eye Samurai: nuestro Arcane de 2023

«Hacedor de espadas: ¿Qué es una espada?

Mizu: El alma de un samurái. Es una línea. En un lado está la vida. En otro, muerte. Es el filo que nosotros forjamos para cortar la línea entre la vida y la muerte».

Las historias de venganza son tan antiguas como el mundo mismo. Podemos rastrearlas hasta los mitos, aquellas historias fundacionales donde los dioses y lo extraordinario nos justificaban nuestra propia existencia cuando la ciencia ni siquiera existía. La Ilíada arranca con la cólera de Aquiles, la venganza de este gran guerrero contra Héctor de Troya. Más antiguo incluso es el relato de Gilgamesh y cómo busca recuperar el alma de su mejor amigo y vengar su muerte. Y es que puede que el ojo por ojo sea parte de nuestra forma de entender la narrativa y la concepción de la propia realidad: todos debemos merecer una pena por nuestros pecados.

El camino de la venganza

El onryō entraría dentro del territorio de la vendetta. Bajo este nombre, tenemos a un fantasma japonés que regresa de la tumba para vengarse de aquellos que le arrebataron la vida… o de cualquiera que todavía siga respirando. A través de este ser, se nos habla de cómo la muerte, algo tan definitivo, ni siquiera puede detener a un espectro atormentado por el dolor sufrido.

Que no te quepa duda: #BlueEyeSamurai es una de las grandes sorpresas de este año. Un relato mítico sobre samuráis y venganza. Share on X

Esta aparición nos ejemplifica la fuerza de la venganza en los relatos… y son muchos los que giran en torno a la venganza. Podemos hablar de cuentos, pero también de mangas, como Lady Snowblood (con su versión cinematográfica), o esa amalgama de influencias que es Kill Bill. Pero ahora también podemos sumarle la historia de Blue Eye Samurai, otro gran relato sobre venganza dentro del contexto samurái.

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Los flashbacks de Blue Eye Samurai están narrados de un modo magnífico.

La historia de Mizu

Blue Eye Samurai nos lleva hasta el Japón del 1600, aquel que ha bloqueado sus fronteras al hombre blanco. En ese contexto aparece un samurái de ojos azules, un mestizo, que busca acabar con los únicos cuatro blancos que había en el país cuando nació. Y así emprende un viaje donde hará aliados y enemigos, y donde descubriremos que nuestro protagonista es, en realidad, una mujer llena de heridas: Mizu

Blue Eye Samurai vs Onimusha

Desde sus primeros minutos, Blue Eye Samurai es un relato mítico, una reinvención de la leyenda, que resulta cautivadora por cómo capta la magia de Oriente. Es curioso que Netflix la estrenase en la misma semana que Onimusha, un anime basado en la franquicia de videojuegos y que «resucitó» a Toshiro Mifune, el legendario actor que tantas veces interpretó a samuráis en la obra de Akira Kurosawa.

No es baladí que nombremos Onimusha, porque resulta interesante la visión que ofrece sobre Oriente y sus mitos. Por un lado, Onimusha es una obra principalmente japonesa (cuenta con ese loco bastardo que es el gran Takeshi Miike), mientras que Blue Eye Samurai es más occidental, con Amber Noizumi (cuyo origen es «similar» al de Mizu) y su marido, Michael Green (guionista de Logan), como creadores.

Esto hace que tengamos una visión intrínseca de la mitología y la cultura japonesa y otra que es una versión desde el «exterior». Ambas resultan complementarias y dignas de estudio y análisis, pero no hemos acabado de hablar de la grandeza de Blue Eye Samurai… Es más, ni siquiera hemos empezado.

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El incendio de la ciudad que llegaría a ser Tokio es uno de los grandes momentos de la temporada.

La animación en Netflix

Centrándonos en Blue Eye Samurai, tenemos un relato espectacular que no deja superarse a lo largo de sus ocho episodios. Y todo ello con la magia de la animación. Quien crea que la animación es un «subgénero» o un formato menor, debería replantearse sus ideas. Series recientes como Arcane, Cortar por la línea de puntos, Cyberpunk Edgerunners o incluso Castlevania, demuestran que la animación tiene mucho futuro en Netflix y en cualquier otra plataforma donde sus creadores la utilicen para contar grandes historias (solo hay que pensar en el Spiderverse…).

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Blue Eye Samurai nos enamora desde los primeros planos.

El viaje de la venganza

Aunque el relato se acerque al celebérrimo viaje del héroe de Joseph Campbell, Blue Eye Samurai se aferra también al mito, pero también a una versión terrenal de lo que ocurre a su alrededor. Hay pasajes hermosos, pero acaban cubiertos de sangre. Hay personajes honorables, pero también viles traidores. Hay una venganza que podría parecer heroica, pero que acaba incluso con niños.

Venganza, sexo, sangre, muerte, traición… Podríamos ver Blue Eye Samurai como un compendio grimdark de la cultura samurai, pero sería olvidar que más allá de algunos toques maduros, también tenemos toda la fuerza que nos atrapaba de películas como las dirigidas por Akira Kurosawa.

No obstante, también se desenfadada. No solo suena en cierto momento uno de los temas que Kill Bill popularizó (Battle Without Honor or Humanity), sino que también tenemos una versión de For whom the bell tolls de Metallica y nos demuestra que puede ser filosófica y espiritual, pero también muy disfrutable en cualquier sentido cuando lo desea, incluso al acercarse a la cultura pop.

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El capítulo en que Mizu se enfrenta a las garras, pero rememoramos también su origen es espectacular.

Tres, dos, uno… ¡Acción!

Trama, argumento y acción juegan a favor de Blue Eye Samurai y vemos todo esto claramente en el quinto capítulo (donde mediante el teatro, los flashbacks y el presente, descubrimos quién es en realidad nuestra protagonista) y el sexto, toda una odisea digna de The Raid o Dredd, donde nuestra Mizu debe llegar a las profundidades de la torre donde se oculta su enemigo… y para ello se abrirá paso aunque sea creando una cascada de sangre.

Y es que la acción y los combates están «rodados» con una fuerza visual del cine de primer nivel. Baste ver los making of donde vemos cómo se rodaron muchos de estos combates antes de animarlos, algo que me recuerda a lo hecho en las últimas temporadas de Clone Wars (no olvidemos el legado samurái de la obra de George Lucas, ya que estamos).

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Ah… qué maravilla es Blue Eye Samurai.

El poder del mito

Por suerte, Blue Eye Samurai está bien contada incluso cuando su final llega a un clímax tan alto que su resolución pueda quedar algo más forzada. Sin embargo, hay una gran promesa de que lo mejor está por llegar y si nos basamos en la idea de Brandon Sanderson, autor del Cosmere, de que todas las grandes historias se componen de promesas y recompensas, Blue Eye Samurai vuela lo más alto.

Algunos podrían ver en la japonesa Mizu un émulo del personaje chino de Mulán…

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Pues eso.

Y bueno, tenemos el contexto asiático y Taigen es un poco un Li Shang (en capullo), pero hasta ahí las comparativas, porque Blue Eye Samurai logra contar su propia historia y no creo que Mulán tuviese ninguna escena, ni en su leyenda ni en su versión de Disney (la de los ’90, la única existe) donde Mulán le cortase la pierna a un enemigo y la usase para arrear a los otros (eso… eso es cine 🚬).

Curiosamente, y contra pronóstico, hay algunos paisajes, algunas ilustraciones, algunos movimientos… que evocan a Disney, pero a la Disney «buena», no la que vivía de hacer remakes de remakes y otras tontadas.

Homenaje a Japón

Por otra parte, sus creadores rinden homenaje a la cultura asiática y, a su vez, a otros homenajes que se han hecho a esta. No creo que sea una copia de una copia, como diría el bueno de Platón, pero sí que cumple con varios puntos de la checklist de una buena historia de samuráis ¿y qué queréis que os diga? Es genial cómo combinan todos estos elementos a lo largo de sus ocho vibrantes capítulos.

A nivel histórico, sorprendentemente, la serie tiene varios elementos del Período Edo y del célebre incendio que arrasó con la ciudad que tiempo después sería Tokio. Por supuesto, no es un tratado histórico, pero no por ello se ha descuidado este elemento que nos sirve para saber más del pasado del País del Sol Naciente. Para quien quiera consultar más, Netflix ha creado este interesante repaso.

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Los pósteres de Blue Eye Samurai resultan icónicos.

Realidad y ficción

El samurái fue una figura militar de élite que gobernó Japón durante siglos y…

Bah, eso es lo que dice la Wikipedia.

En realidad, muchos nos acercamos por primera vez a estos personajes que rozan lo legendario a través de cuentos, películas, mangas… y han pasado a formar parte de nuestra imaginación colectiva.

Para ser honestos, muchos supimos de los samurái gracias a ese Darth Vader que aparecía en la Tantive IV en Una nueva esperanza. Y es que George Lucas era un gran amante de La fortaleza escondida, Los siete samuráis y otras grandes películas de Akira Kurosawa.

El mito

Desde entonces, como parte de la cultura de Japón y también por la mitificación allende de sus mares, el samurái ha pasado a ser una muestra de nuestra cultura. Sin embargo, alejándola de la mitificación, deberíamos considerarla de un modo similar a los caballeros medievales.

Sí, tenemos al Amadís o al Rey Arturo en Europa, pero los japoneses tienen a Musashi (pese a que tenga cierto subtexto histórico). Sus leyendas hacen que los mitifiquemos, aunque tampoco hay nada de malo en eso. Si queremos una versión cien por cien realista, nos vamos al libro de historia. Si queremos una historia, nos vamos a una novela, un manga o una serie como esta.

Pero, curiosamente, Blue Eye Samurai consigue un equilibrio entre lo desmitificador y lo mitificador. Por un parte, Taigen y otros de los samuráis y sus señores de shogunato son unos cretinos. Por otro, el herrero ciego, Ringo o la propia Mizu, personajes de baja cuna, alcanzan un carácter de personajes legendarios.

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La estética es uno de los puntos grandilocuentes de la serie Blue Eye Samurai.

Una batalla sangrienta

No podemos dejar de nombrar el tema de las actuaciones de la serie. Aunque verla en japonés le sienta estupendamente para la trama, en inglés contamos con actores conocidos como George Takei (oh, my…), Randall Park (mejor papel que los que ha tenido en Ant-Man), Ming-Na Wen (Mulán… otra vez) o Kenneth Branagh (en su mejor papel en años).

Tampoco hay que dejar de lado a actores menos conocidos como Maya Erskine, Brenda Song o Darren Barnet, o algunos que son recuperados como Masi Oka (nuestro eterno Hiro Nakamura de Héroes… que logra de nuevo ser samurái… Más o menos) o Cary-Hiroyuki Tagawa (uno de esos eternos secundarios que aquí consigue un gran papel).

Cada uno logra imprimirle a su personaje el carácter que necesita, aunque muchos barajarán la opción de (en un intento de inmersión mayor) poner la serie en japonés con subtítulos (lo hice con la primera temporada de Star Wars Visions… Así que…).

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La espada de Mizu es una parte de su alma en la serie de Blue Eye Samurai.

El camino de una nueva leyenda

Como la propia serie, esta reseña llega a su final. En el titular la he llamado «mi Arcane de 2023″ y, para cualquiera que me haya leído, se imaginará que estas son palabras mayores para mí. Arcane para mí es el punto álgido del fantástico de los últimos veinte años. Debería ser la cima a la que cualquier creador intentase llegar en las futuras décadas. Blue Eye Samurai es otro pico.

Así, Blue Eye Samurai concluye como concluyen las grandes series, dejándonos con ganas de más, queriendo ver el Londres que se creará en este mundo entre la leyenda y la realidad. Y mientras, somos conscientes de una cuestión: somos afortunados, sin duda, de acompañar a la maestra Mizu en su legendario viaje. Que no nos quepa duda.

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