«Doce voces gritaban enfurecidas, y eran todas iguales. No había duda de la transformación ocurrida en las caras de los cerdos. Los animales asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro»- George Orwell.
Las mejores obras nunca envejecen. Encuentran nuevos ecos en las cavernas del tiempo y, si cabe, se vuelven todavía más valiosas.
George Orwell publicó Rebelión en la granja como una fábula que, mediante animales, satirizaba la revolución rusa, el comunismo, el nacimiento de la Unión Soviética y a personajes como Marx, Lenin, Stalin, Trotski… pero, aunque hayan pasado décadas desde su publicación, el lector actual puede seguir encontrándole nuevas lecturas que van más allá de la izquierda o la derecha, que hablan, en el fondo, sobre el poder y la corrupción de este.
La granja humana
Sin olvidar el tono de cuento, George Orwell establece una poderosa alegoría en la que se habla sobre cómo toda revolución está condenada al fracaso. Pronto, los más libertarios acaban convirtiéndose en aquello que juraron destruir. Y es así cómo el totalitarismo se impone y se demuestra que el hombre es un lobo para el hombre…, aunque quizá el hombre sea peor que cualquier lobo.
La historia arranca cuando el viejo cerdo tiene un sueño donde los animales son libres. Dicho sueño será tergiversado por aquellos que ambicionan el poder. Y lo que comienza como una revolución para expulsar al dueño de la granja, el señor Jones, acaba convirtiéndose en una dictadura.
¿Quieres un clásico que no ha envejecido? Crítica de Rebelión en la granja de George Orwell. Share on XSin embargo, pronto surgen tensiones y rivalidades internas, y los cerdos, liderados por Napoleón, asumen el control y establecen una dictadura brutal, traicionando los ideales originales de la rebelión. Los siete mandamientos que establecen van siendo quebrados y tergiversados uno por uno y aquellos que comenzaron como aliados, véase a Snowball, se transforman en enemigos del régimen, enemigos que hay que defenestrar y borrar. Y es así cómo los libertadores se convierten en hipócritas opresores.
Una historia tan antigua como el mundo mismo.
Todos los animales son iguales
Rebelión en la granja juega a dos niveles: uno literal y otro metafórico. El lector puede enriquecerse de ambos, porque aquel que se acerca sabiendo lo que va a encontrar, hallará nuevas lecturas si cabe, y aquel que no, podrá encontrar su auténtico significado, uno que trasciende la época en la que Orwell la escribió.
Lo que nace como una clara alegoría del la revolución bolchevique y su naufragio a manos de gente como Stalin, se transforma en una obra imperecedera que nos advierte sobre cómo algunos pueden apropiarse de un movimiento social para lucrarse con él y aplastar a todos bajo la bota militar del poder. De ahí que se la prohíba… y se la seguirá prohibiendo.
Quien tenga los ojos suficientemente abiertos, verá en ella la advertencia sobre cualquier forma de gobierno, sobre las revoluciones y los totalitarismos, sobre nuestra oscura naturaleza humana. Sin embargo, parece que estamos más concentrados en olvidar lecturas que nos abren los ojos como esta, que en darnos cuenta de su necesidad. Ya lo decía Ray Bradbury en Fahrenheit 451: los gobiernos no prohibieron los libros, fue la propia gente.
La manipulación
Aparte de ser una advertencia contra el totalitarismo, Rebelión en la granja también lo es contra la manipulación y el adoctrinamiento. En sus páginas, vemos cómo los mandamientos revolucionarios pueden cambiar, cómo las mentiras de un líder pueden convertirse en verdades y cómo héroes caídos en desgracia son defenestrados. Y los vencedores, como siempre, reescriben la historia a su gusto.
Esta idea es muy importante para Orwell, ya que la veremos en 1984, obra en la que se reflexiona sobre cómo el lenguaje (y la neolengua) pueden cambiar el mundo; sobre como una mentira, si se repite muchas veces, será tomada por verdad.
Los mandamientos, lo que hizo Snowball, los himnos, las decisiones… Todo cambia según la doctrina de la manipulación. De ahí que lo que parece una inocente fábula como es Rebelión en la granja, acabe teniendo un sabor tan amargo y trágico.
La libertad
Como las grandes obras, Rebelión en la granja siempre tiene espacio a nuevas lecturas y, bajo la visión actual, la defensa de los derechos a los animales también puede encontrar cierta referencia en la obra.
Más allá de la carga alegórica, los cerdos, perros, gallinas, caballos… y demás animales de la novela hablan de su situación y su destino, de cómo son explotados y convertidos en menos que objetos. Una lectura también acorde a la actualidad.
En última instancia, Rebelión en la Granja es la demostración de que las grandes obras nunca envejecen. Esperemos ser lo suficientemente inteligentes como para seguir leyéndolas y seguir utilizándolas como modo de evitar el fin de nuestra libertad.
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