Código Pru: paramédicos paranormales

Hay un limbo donde se quedan muchas series de cómics y es una pena cuando algunas buenas, muy originales y muy macarras, como Código Pru, quedan incompletas por obra y gracia de los avatares (a ver quién pilla el chiste…) del destino. Sin embargo, no está de más aprovechar espacios como este (si es que lo lee alguien) para reivindicarlas.

Urgencias… y monstruos

En Código Pru tenemos la «típica» historia de médicos a lo Urgencias… solo que los dos enfermeros de ambulancia a los que seguimos no se ocupan de pacientes normales y corrientes sino… de monstruos.

Sí, sí.

De monstruos.

Vampiros suicidas, súcubos sedientos de sangre (y otros fluidos), fantasmas onanistas, monstruos de Frankenstein que sufren la violencia policial… Todo es posible dentro de esta serie que nació como una de las que se publicaban periódicamente en aquella locura que fue Cinema Purgatorio, colección de historias cortas de género fantástico que reunió a autores como Alan Moore, Kevin O’Neill o el que firma Código Pru: Garth Ennis.

Así que imagina una especie de Saga de los Bojeffries con un poco de La Familia Addams, todo el terror de cualquier época y la mala leche de Garth Ennis. Aún estarás lejos de las cotas de locura de esta maravilla que suena a metal, risas de bar y whisky.

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Enfrentarse a un yupi poseído por el demonio… ¿Por qué no?

Garth Ennis: el gran macarra

A Ennis ya no hace falta presentarlo, aunque debemos recordar que ha firmado grandes obras como Predicador, Hellblazer o The Boys. Esto quiere decir que el escritor escocés se ha reído de Dios, de toda su cohorte y de lo más parecido que hay a los dioses en nuestra cínica modernidad: los superhéroes pijameros del tres al cuarto.

Si bien siempre ha destacado por su carácter «destroyer» (por lo que, durante muchos años, se le consideró inadaptable a otros formatos… Tuvo que llegar la serie The Boys para cambiar eso), aquellos que leemos a Ennis también sabemos que estamos ante un buen autor que, más allá de hacer el cafre, sabe darnos momentos con un grandísimo corazón (nunca olvidaremos al padre de Jesse Custer y su frase sobre los hombres buenos).

Aquí, aunque no tiende a la reflexión, Ennis se lo pasa muy bien y se atreve a, de vez en cuando, jugar con las emociones del lector y sus personajes que, poco a poco, se alejan de la caricatura.

Crítica de Código Pru de Garth Ennis y Raúlo Cáceres: médicos salvando a... ¿monstruos? Share on X

El monstruo como metáfora

Insisto: en Código Pru, aunque Ennis mismo se compadece de su protagonista, la joven e imperfecta Pru, debemos decir que estamos ante un escritor que se ríe de todo. Siempre ha fardado de que odiaba a los superhéroes: tampoco creo que le tenga muchísimo amor a los monstruos, aunque, de vez en cuando, sorprende tendiéndole la mano a alguno, como la Momia, el hombre lobo (a quien usa como metáfora del SIDA y la comunidad gay) o el monstruo de Frankenstein.

Sin embargo, en la mayoría de casos, tenemos parodia y sátira en estado puro: desde dinosaurios que escapan de sus parques jurásicos hasta algún que otro Incel que busca llamar la atención, sin olvidar a un Predator que fuma cannabis en los tejados o un T-800 que debía ir a Escocia y ha terminado en la maldita (nunca mejor dicho) Nueva York.

Por suerte, es un Ennis que no cae en lo más pueril, como en el cómic de la superprostituta The Pro (aunque pueda parecer lo contrario) y, de vez en cuando, sabe dónde y cuándo asestar un buen golpe que deja al lector pensando.

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El arte de Raúlo Cáceres para Código Pru.

¿Algún día sabremos el final?

¿El problema? Que más allá de ser números cortos (y adictivos) con ciertas dosis de continuidad, cuando la serie se disponía a explorar más a Pru, al chico que le gustaba y el pasado de sus padres (dos góticos decadentes que murieron decapitados -supuestamente-), la serie se queda inacabada… y, después del devenir de Avatar (la compañía que la publicaba allende de los mares), dudamos de que vuelva a reactivarse. Una lástima.

Porque su carácter no es solo irónico, sino sarcástico y corrosivo, a lo que se agrega cierta influencia, quizá por el dibujo y el blanco y negro del artista español Raúlo Cáceres (y el uso de la sexualidad y lo extraño), que recuerda al cómic underground… Y a ver qué gran editorial apostaría ahora por esto.

Por suerte, siempre nos quedará el primer tomo y… esperar que, si algún día nos pasa algo malo, Pru esté ahí para salvarnos. Al fin y al cabo, todos somos monstruos.

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