Hay pocas novelas que hayan conseguido, con un par de líneas, que me imagine a la perfección el mundo que me plantea. Menos todavía que atrapen mi atención hasta las últimas consecuencias. La danza del gohut es una de ellas.
El libro arranca con un prólogo donde una joven profana la tumba de su amado. De ella, tomará su cráneo. Y liberándose de su disfraz de falsa humanidad, nos contará su historia. Ahí, su autor Ferrán Varela y su historia ya me tenían a su merced.
Con esa oscuridad que rendía homenaje a Edgar Allan Poe, esos leves rastros lovecraftianos, esa sensación de miseria y oscuridad que rodeaban el romanticismo de Anne Rice… La danza del gohut era un triunfo asegurado. Su lectura completa fue solo la confirmación.
El fantástico más allá de las modas
El fantástico vive demasiado de las modas. Vivimos de tener que hablar constantemente de autores que vienen con el marketing hecho. El caso paradigmático es Brandon Sanderson. Ya no es un autor, es una franquicia. Más allá de su calidad o lo prolífico que sea, es el hombre detrás de una compañía como Dragonsteel, que ha comercializado su obra de todas las formas posibles. No necesita más marketing.
Algunos pensarán que su fama se debe a su calidad y otros a la publicidad. No voy a meterme en ese debate (por otra parte, estéril), lo que sí diré es que, en ocasiones, merece la pena reivindicar a autores que realmente son interesantes y que no cuentan con el apoyo de grandes conglomerados mediáticos tras ellos. Hablemos de Sanderson, sí, pero no obviemos a otros de calidad igual o, incluso, superior.
Me explico: son (demasiado) abundantes los textos, tuits y apoyos para figuras como Sanderson. Creo que necesitamos huir del post número un millón del autor de moda y acercarnos más a hablar de otros autores que no acaparan todas las miradas, como Ferrán Varela.
La danza del gohut es una de las obras del fantástico que debemos reivindicar. Crítica de la novela de Ferrán Varela Share on XLa importancia de La danza del gohut
Uno de mis grandes descubrimientos recientes es precisamente Ferrán Varela, escritor que cuenta con tres obras a sus espaldas Historias de Hann, El arcano y el jilguero y La danza del gohut.
Cuando visité el Celsius 232, el festival del fantástico por antonomasia, escuché a varias personas recomendarlo y me alegro de ello. Ha sido para mí la posibilidad de darme cuenta de que tenemos una gran literatura fantástica y que es nuestro deber cuidarla.
La danza del gohut, sin ir más lejos, aprovecha el género para hablarnos de la confrontación entre dos formas de civilización y la posibilidad de cambiar y reinsertarse o comprender que no hay por qué hacerlo. Es una fantasía espléndida, que está lejos de hallarse vacía.
Ahí, el barcelonés aprovecha su formación como abogado, pero la ancla dentro de sus gustos por la fantasía oscura en una novela corta que podríamos catalogar del encuentro entre George R. R. Martin, los mundos sombríos de Hidetaka Miyazaki (podríamos incorporarle a su playlist el conmovedor tema Gyn, Lord of Cinder), los debates éticos en la fantasía de Ursula K. Le Guin, la oscuridad de autores como Neil Gaiman o la fantasía oscura de Clive Barker.
La historia de la danza
La danza del gohut relata cómo una joven tutora, Leara Viera, es contratada por el mandamás de la ciudad, el Plenipotenciario, con un cometido secreto: curar la mente del heredero de la familia, Gerrin. El muchacho fue hecho prisionero durante una cacería de gohut y, supuestamente, tras la tortura sufrida durante meses, ha perdido la cordura.
A cambio, si lo logra, Leara será convertida en rectora y podrá codearse con la alta sociedad, algo que siempre ha soñado. Gracias a su tiempo con el joven, podrá obtener los secretos sobre los siniestros gohut y exigir que la pena de muerte desaparezca de su mundo al demostrar que todos podemos cambiar.
Pero ¿existe la posibilidad de que el heredero vuelva a ser quien fue? ¿Y realmente es necesario que vuelva a serlo? Porque la sociedad humana es vil, mentirosa y se divide en estamentos e hipocresía, mientras que los gohut, seres que recuerdan a demonios (o ghouls) viven sabiendo qué son realmente, aceptando su naturaleza y no cayendo bajo las redes de la falsedad.
El dilema y la literatura
Con un estilo superior al de muchos autores que son celebrados en la actualidad, Ferrán Varela narra los hechos con una naturalidad y una fuerza que no sacrifica su hálito poético. Además, nos hace varias preguntas para las cuales no ofrece ninguna respuesta absoluta. Nosotros seremos los que responderemos a esas preguntas si las consideramos oportunas, como afirmó en una recomendable entrevista.
Sin duda, no me hubiese importado que la novela de Ferrán Varela durase cien páginas más, aunque entiendo que primaba el mensaje filosófico que se tiende en la obra, igual que se tendía en Quienes se marchan de Omelas, esa magnífica joya de Ursula K. Le Guin.
No obstante, el escritor español tiene el poder que tienen muy pocos autores y que consiste en ser capaz de evocar lo imposible con muy pocas líneas. Con apenas hechos atisbados, podemos imaginar todo el trasfondo del reino y el linaje Novon, de sus cacerías y de la sociedad gohut y eso es algo al alcance de muy pocos escritores, como ya comentaba.
El realismo y el fantástico
Se dice que en España optamos por el realismo porque los orígenes de nuestra literatura poco tienen que ver con el fantástico. En el cantar de gesta de Mio Cid, poca fantasía vamos a encontrar, frente a Beowulf, Arturo y compañía. Y puede que este «desdén» por el fantástico llegue a su máxima con El Quijote, una respuesta, entre otras cosas, a la novela de caballería, nuestro amago de abrazar el fantástico más comercial.
Sin embargo, hemos hablado de muchas influencias de La danza del gohut y, fijándonos en nuestra literatura, podríamos hablar de otra obra de la época del Barroco (y no, no tiene que ver con nuestro famoso hidalgo). Hablamos de la historia de un prisionero que no sabe si sueña o si vive, que ha sido prisionero durante largo tiempo, que tiene un padre que desea que su hijo cambie… y sí, nos referimos a la maravillosa obra de teatro La vida es sueño de Calderón de la Barca. Puede que Gerrin tenga mucho de Segismundo o el lector sea capaz de encontrar hilos que conectan dos obras de nuestras letras.
Conclusiones
Hay terror, fantasía, amor, duelo, debate… Hay alma en esta novela y eso es algo que no abunda en nuestra época, donde algunos han decidido convertir el género fantástico en un plato precocinado con el que atiborrar al público.
La danza del gohut de Ferrán Varela es una grata sorpresa que tendríamos que aplaudir en cada estrato del fantástico dentro y fuera de nuestro país. Así conseguiríamos que nuestro género fuese algo más que un pasatiempo o una fábrica de franquicias. Es decir, aquello en lo que lo hemos convertido en los últimos años, muy a mi pesar.
Baste decir que, en cuanto concluí La danza del gohut, comencé con Historias de Hann y El arcano y el jilguero ya está esperando en mi pila de lecturas. No siempre se lee a un autor que te redescubre el poder del fantástico.
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