«Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida. ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos»- Gandalf el Gris.
Leí El Señor de los Anillos en el verano de 2002. Con La Comunidad del Anillo recuerdo haber pasado largas y extrañamente nubladas mañanas de agosto, recorriendo el largo camino que llevaba desde la Comarca a Amon Hen. Y, desde entonces, la obra de J. R. R. Tolkien ha formado parte de mi vida como lector, espectador y escritor.
Este 2023 he decidido volver a su obra tras largo tiempo en el que alguna lectura de pasajes me había acompañado, pero no así la lectura completa, y, para mí, ha supuesto un viaje digno de una máquina del tiempo. Un viaje cuyo destino no ha sido otro que la Tierra Media.
El origen de una aventura
Tolkien, enemigo de las alegorías, concibió su propio legendarium como un modo de concebir historias para sus propias lenguas imaginarias. Su amor por la palabra, aparte de llevarlo a ser un prestigioso profesor de Oxford y un magnífico traductor, lo convirtieron en el padre de una mitología moderna que nos ha acompañado desde la publicación de El Hobbit.
Cuando tras el éxito de esta se le propuso escribir una secuela, J. R. R. Tolkien encontró en El Señor de los Anillos una obra en torno a la que articular todos sus cuentos perdidos, los primeros relatos escritos y los últimos publicados, bajo la forma de El Silmarillion.
A partir de las leyendas que tanto admiraba (muchas de ellas vinculadas al mundo nórdico) y su deseo de concebir una historia más oscura, El Señor de los Anillos se convertiría en una obra que marcaría un antes y un después. No solo por su extensión, sino por su nivel, la obra se dividiría en tres volúmenes: La Comunidad del Anillo, Las Dos Torres y El Retorno del Rey.
Crítica de El Señor de los Anillos 1: La Comunidad del Anillo, obra fundamental de #JRRTolkien. Publica @minotaurolibros Share on XAunque en muchas ocasiones he releído mis pasajes favoritos de los tres volúmenes, me temía hasta cierto punto cómo le habría afectado el tiempo a la trilogía. Por suerte, puedo decir que sigue siendo una obra tan magnífica como lo era varias décadas atrás y, por fortuna, he encontrado nuevas capas de significados, conceptos e ideas que no capté cuando era un crío. Los buenos libros son infinitos, como suele decirse.
La vida de la Tierra Media
Un hecho por el que todos los lectores y escritores amamos a Tolkien es por su capacidad para crear un mundo, la Tierra Media, que parece real. El propio Stephen King, que leyó la obra con diecinueve años, comentaba en las introducciones de La Torre Oscura cómo esa idea le llevó a embarcarse en su propia odisea y acabaría rindiéndole homenaje en la historia de Roland, pero también en The Stand (Apocalipsis). Y no me extraña: el mundo de Tolkien respira vida, historia. Es como si abriéramos una ventana a otro mundo.
La riqueza de los mundos ficticios
Muchos seguidores de los videojuegos admiran las obras como Dark Souls o Elden Ring por cómo dejan explorar sus mundos o cómo hay pequeños detalles que iluminan todo el worldbuilding de Miyazaki. Tolkien lo hizo antes.
Un prólogo sobre los hobbits, una inscripción en una lengua antigua, unas ruinas en la cima de una colina, dos estatuas de reyes del pasado que advierten sobre no seguir adelante… Todos esos toques que, en principio, parecerían baladíes, son los que aportan una enorme riqueza al género. Cada uno de ellos nos hace imaginar.
Y volver a la prosa de Tolkien ha sido como volver al pasado. Hay calidez en sus personajes, momentos vivaces, instantes tétricos, reinos increíbles como Rivendel o Lothlórien, seres monstruosos como los orcos o el Balrog… Y en todos ellos hay importantes lecciones, como las que Gandalf, Elrond, Arargon, Galadriel o el propio Frodo aportan a sus compañeros… y también al lector.
La magia de La Comunidad del Anillo
Y desde su publicación en los años cincuenta, El Señor de los Anillos ha emocionado a varias generaciones que han encontrado en ella el gran marco de la fantasía contemporánea.
Por suerte, ya parece que nos hemos librado de esa fase de «adolescente rebelde» que hubo en la fantasía de los últimos años donde algunos acusaban a Tolkien de maniqueo.
La fantasía puede ser mucho más, caben diferentes lecturas, y podemos amar obras tan dispares como Canción de hielo y fuego, Nacidos de la Bruma, Arcane o El Señor de los Anillos.
Frodo lives!
Sin embargo, una cuestión indudable es que sin El Señor de los Anillos no existiría la fantasía tal y como la conocemos actualmente, ya sea como respuesta a favor o en contra de la espléndida creación de Tolkien. Pero sea como sea, ahí estará siempre la huella de Tolkien en la literatura, pero también en el cine, la música, los videojuegos…
A menos que la Tolkien Estate, dirigida ahora desde el caciquismo, se cargue este importante legado que, si se mantiene, ha sido a través de sus fervientes admiradores, aquellos que le enviaban cartas a Tolkien diciendo que le habían puesto los nombres de sus personajes a sus hijos o que hacían grafitis con frases como «Frodo lives«.
Las grandes historias
Entiendo que muchos lectores y escritores se sintieran cansados de El Señor de los Anillos, pero no se debió a la obra en sí, sino a las malas imitaciones. Una cuestión que siempre me ha encantado de la obra de Tolkien es que él se centró en los personajes de a pie, en los Medianos, aquellos que como Frodo, Sam, Merry y Pippin podían cambiar el mundo, aunque, a priori, pareciese imposible. Serán ellos los que harán que el todopoderoso Sauron se tambalee y, en parte, será porque el Señor Oscuro infravaloraba a todos los que le rodeaban. Una cura de humildad en la cara.
Uno de los puntos positivos es que El Señor de los Anillos no es una obra vacía. Está llena de moralejas: David contra Goliat, la esperanza contra el mal, el anhelo de poder, la corrupción, la lealtad… Grandes ideas que Tolkien aborda de un modo que hace que veinte años después de haberlo leído, me siga emocionando.
Me temo que los imitadores se han quedado con Aragorn, Gandalf y otros guerreros de la saga, pero se han olvidado de la auténtica moraleja de El Señor de los Anillos: como hasta el ser más pequeño puede cambiar el curso de la historia. Y ahí radica una importante lección que deberíamos aplicar también a nuestro mundo.
Conclusiones
Las adaptaciones
Aunque ya habíamos tenido tentativas en formato de animación de la célebre trilogía (con el gran Ralph Bakshi), no sería hasta 2001, las adaptaciones de El Señor de los Anillos realizadas por Peter Jackson lograron lo improbable: que la fantasía comenzase a ser un género tomado en serio en la gran pantalla y permitiendo que grandes obras surgiesen alrededor de esta. La Comunidad del Anillo lo cambió todo.
Era muy difícil adaptar a Tolkien, y Jackson, con sus más y sus menos, lo consiguió con su trilogía original. Hoy, que hemos sufrido pésimas adaptaciones como The Witcher o Los Anillos de Poder, las películas de Jackson encierran algo crucial: cómo hacer una buena adaptación, respetuosa y a la vez que funcione en la gran pantalla. Gracias a ella, muchos leímos esta inmortal obra.
Regreso a la Tierra Media
Por último, recomendar la edición también en formato de audiolibro, con las voces de Miguel Ángel Jenner (voz de Gimli en las películas de Jackson y director del doblaje de las películas) y Nuria Mediavilla (voz de Galadriel e hija del gran Pepe Mediavilla, quien dio su voz a Gandalf).
¿Y qué más decir? Ah, sí. Pedir que volvamos a la Tierra Media una vez más:
A los que disfrutaron de El Señor de los Anillos en su día, les propondría que volviesen a leerla para descubrir la magia que se encierra todavía en sus páginas.
A aquellos que alucinaron con las películas y todavía no han probado los libros, también. Hay tanto por descubrir en ellos…
Quienes tienen miedo pensando que es una obra aburrida, les animaría a recorrer el camino desde Hobbiton hasta el Monte del Destino, porque hay pocos viajes que merezcan más la pena ya no en la literatura, sino en la vida.
Y es por ello por lo que pase el tiempo que pase, La Comunidad del Anillo continuará su viaje y El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien seguirá siendo una obra inmortal.
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