The Batman es una película sobre la venganza y la esperanza. Es un film que necesitábamos tras haber recibido tantos golpes físicos o no en los últimos años.
Sabemos la historia: Bruce Wayne lo perdió todo cuando sus padres murieron en aquel callejón. Lo que muchos no saben es que, en realidad, él murió también allí. Quien nació de las sombras fue Batman.
Durante sus primeros años de lucha contra el crimen, se convirtió en la noche, en la venganza. Ponerse un traje con el símbolo del miedo era mostrar su auténtico rostro, el rostro de alguien consumido por el dolor.
No sería hasta tiempo después cuando comprendió su auténtico valor: Batman era un símbolo. Y quedaba la elección: podía ser un símbolo del miedo o un símbolo de esperanza. Eso hace que sea un personaje tan interesante.
El director Matt Reeves ha comprendido esta fascinante dicotomía de los cómics y la ha trasladado perfectamente a la gran pantalla con The Batman.
The Batman y la oscuridad
En sus diez primeros minutos ya sabía que estaba ante una gran película. Una vez concluida, sé que estoy ante la adaptación de Batman que más me ha gustado junto a El Caballero Oscuro. Me arriesgaré y diré que creo que The Batman comprende mejor algunas claves del personaje. Y los espectadores, no solo los fans, podemos agradecer este viaje a las tinieblas de tres horas.
Hacía tiempo que no volvía del cine y me ponía a teclear una crítica sobre una película de superhéroes. Puede que se deba a que en los últimos años, ¿cómo no íbamos a perder la esperanza de que unos tipos vestidos con pijamas nos salvasen? Vivimos tiempos cínicos y oscuros, acaso ¿no necesitamos ahora más que nunca la esperanza? Y The Batman es todo eso, demostrando que el superhéroe que la protagoniza encarna bien el espíritu de los tiempos que nos toca vivir.
¿Qué es Batman?
La pregunta que abre este epígrafe no parece un enigma, pero no es tan simple como parece. O, al menos, no creo que lo sea cuando hemos visto cómo otras adaptaciones del Hombre Murciélago fracasan miserablemente a la hora de traer al Guardián de Gotham a la gran pantalla. Por suerte, no estamos ante este caso con The Batman.
The Batman de Matt Reeves comprende perfectamente al personaje de Batman. Si bien Batman begins y El Caballero Oscuro de Christopher Nolan son dos películas magníficas, considero que no terminaban de captar el espíritu del personaje que debutó en las viñetas en 1939. Puede que entendiesen la importancia del viaje o el poder de un personaje fascinante como el Joker, pero no habían dado voz a Batman. Aquí se le da de un modo literal.
Me gusta que no se tengan que perder minutos y minutos en explicarme por qué existen vigilantes enmascarados o villanos en esa Gotham que se nos presenta ante la gran pantalla. La obra parte de la idea de que ya conocemos a estos personajes y decide centrarse en el misterio y en las grandes preguntas que envuelven la trama.
Me alegro que tras tantas adaptaciones se atrevan a hacer esto: se confía en el espectador, ¿y cómo no hacerlo tras el boom de los superhéroes o haber trenido tres Batman cinematográficos en diez años?
En The Batman queda retratado su tormento, su relación con Catwoman, su visión de Gotham y la implicación del símbolo que representa Batman desde una óptica muy similar a los mejores cómics del Caballero Oscuro.
Muchos fans señalan que la película es puro cómic y, aunque tiene sus cambios (de ahí que sea una adaptación), pienso que es una afirmación interesante y digna de debate. ¿Lo mejor? Que no deja indiferente a nadie.
Los títeres de Enigma
Muchos arquearon una ceja cuando escucharon que Robert Pattinson era el nuevo Batman, pero pienso que ha sido una buena elección. Es muy diferente a otros Batman. En su imagen hay ciertos reflejos de aquel trágico Brandon Lee de El Cuervo y él mismo decide interpretar a Batman más que a Bruce Wayne. Está obsesionado con llevar a cabo su cruzada y su viaje tratará sobre la redención. Más allá de un traje que nos recuerda al visto en los videojuegos o en las ilustraciones de Lee Bermejo, lo que me asombra es el poder de esa mirada envuelta en el negro.
Del mismo modo, pienso que estéticamente es un gran acierto Zoë Kravitz como Selina Kyle. Es la Catwoman a imagen real más fiel al personaje de los cómics. Nunca encajó del todo conmigo la Catwoman de la última película de Batman de Christopher Nolan. Sobre la Catwoman de Michelle Pfeiffer, encajaba muy bien para la versión desquiciada de Burton. Sin embargo, esta Selina sí es la que veo en cómics como los escritos por Tom King.
Otro hallazgo es Jeffrey Wright como el teniente James Gordon. Sabíamos que Wright es un buen actor, pero en cada escena logra tomar el papel que Gary Oldman dejó tan alto. Si bien Gordon era casi anecdótico en las películas de Batman salvo en las de Nolan, aquí se recupera al Gordon de los cómics y un peso importante del film recae en él.
Los otros hijos de Gotham
Puede que luego lleguen las discusiones. Apuesto que un secundario como Colin Farrell se llevará más comentarios por el maquillaje que por su interpretación de Pingüino. Creo que más allá de eso, puede dar mucho de sí en la secuela o la serie que venga en el futuro. Es interesante esta reinvención del Oswald Cobblepot.
Y, hablando de la mafia de Gotham, es un placer ver a John Turturro devorando la pantalla como el inquietante líder de la mafia Carmine Falcone. Su personaje tiene vínculos con el personaje del fiscal al que da vida un Peter Sarsgaard (que se libra de haber estado en una de las peores películas de DC: Green Lantern), aparte de con Selina (tema que nos recuerda a los cómics).
Pero si hablamos de personajes inquietantes, ahí está el Enigma de Paul Dano. Muchos ya sabíamos del talento de Dano, pero aquí lo deja claro. Consigue dar vida a un villano enloquecido y funesto, digno de esta pesadilla aciaga que es The Batman. Como el Joker de Ledger, está más próximo a un psicópata o un terrorista que a otras concepciones del personaje. Pese a que puede que pierda impacto en los últimos momentos (cuando el film se vuelve tan extrañamente camp como algunos cómics), me resulta un personaje macabro, cruel, que escapa de los típicos villanos del cine de superhéroes.
No sería justo no citar a Andy Serkis como Alfred. Queda un poco relegado por el enfoque que tiene la película sobre Batman más que sobre Wayne. Sin embargo, puede jugar un papel clave en el futuro, al igual que el personaje de Barry Keoghan, actor cada vez más visto en la pequeña y gran pantalla, y que tendrá un papel relevante dentro de esta nueva trilogía.
La importancia del símbolo
He repetido muchas veces la palabra «símbolo» en esta reseña, pero es que es un tema crucial en esta adaptación del Cruzado de la Capa.
Parte de la riqueza de la película radica en dos claves: el guion de Matt Reeves y Peter Craig. El libreto sabe crear tensión en todo momento. Pese a su realismo, juega con las claves barrocas y oscuras de Batman y no solo me refiero a la estética de Gotham (con ese terrorífico Halloween), la mansión Wayne o el comportamiento de Batman, sino también con su idea de hacer que esta historia de venganza parezca una pesadilla.
Estamos ante una película de superhéroes donde el héroe falla en varias ocasiones y eso hace que nos lo creamos todavía más, ahí está el otro acierto. Batman no puede vencer siempre. Esto es deudor de nuestra época.
Batman libra una batalla contra Enigma, sí, y contra la corrupción, es verdad, pero también contra sí mismo. Batman se ve reflejado en el hijo huérfano del alcalde y es ese niño quien acabará confiando primero en él cuando Batman se redima y decida abandonar la venganza para convertirse en esperanza.
Simbólicamente, la película funciona de un modo magistral en ese aspecto y hace que sea una película que valga la pena ver una y otra vez. No es baladí que la mayor parte de la película sea de noche o este lloviendo y que durante una de las últimas escenas veamos que, aunque la ciudad de ha hundido (metafórica y literalmente), el sol esté volviendo a salir poco a poco.
Matt Reeves entiende a Batman y eso hace que la película sea una sucesión de grandes momentos desde la primera hasta la última escena. Las tres horas de duración no se hacen largas, porque nos importa esta reinterpretación del Caballero Oscuro. Además, la primera hora me parece impecable, complementándose con el Batman de Nolan y aportando temas deudores del cómic: Gotham puede enloquecer, Batman puede ser un reflejo de ella o puede convertirse en un ejemplo que haga que la ciudad no caiga.
El director estadounidense se toma su tiempo mediante cámaras fijas en persecuciones, planos agobiantes para transmitirnos la fatalidad de la historia, miradas a la oscuridad y la lluvia, desenfoques para ajustarse a la sensación de niebla de la historia… Aquí hay un director que no se conforma con poner la cámara y punto, y se agradece.
El Largo Halloween
Sostengo la idea de que Matt Reeves se ha arriesgado al dotar a la película de cierto aire de film noir y terror que hacen que este Batman resulte muy interesante. Hay escenas escalofriantes, sórdidos, y hay muchos guiños cinéfilos que hermanan con el cine de asesinos en serie más que con los superhéroes.
El ritmo pausado se debe más a thrillers que a películas de superhéroes de larga duración: aquí los minutos no se van en batallas más grandes que la vida misma, sino en investigaciones.
Siguiendo con esto, muchos han señalado el parecido de Enigma con el Zodiac de Fincher (director al que se homenajea con esa Gotham de noche y eterna lluvia). Es indudable la huella que el director de Se7en deja en la película.
Yendo al terreno de los superhéroes, añadiría una curiosa sinergia. Veo mucho de la imagen del superhéroe gótico que era El Cuervo de Alex Proyas. Es curioso, porque esa adaptación del cómic de James O’Barr tomó algunos elementos del Batman de Tim Burton. Y, en 2008, en un juego de referencias, Nolan la homenajeó desde su punto de vista en varios planos de El Caballero Oscuro).
Aunque hay bastante del Batman de Nolan, ya que lo nombramos, el realismo se siente más natural en The Batman aquí. El director de Memento se empeñaba en formular un mundo alejado muchas veces del cómic, pero luego lo traicionaba con sus ganas de dirigir una cinta de James Bond. Me refiero a cuando Nolan, gracias a Lucius Fox, le daba algún cachivache a Bats que funcionaba realmente bien. Aquí no. ¡Qué va! Vemos a un Batman atormentado y primerizo que falla en muchos momentos. Pocas cosas le salen bien y el sentimiento de fatalidad impera en toda la película.
Por último, y sin ganas de abrir polémicas, siento que Reeves no se avergüenza del toque de cómic pese a su búsqueda del realismo. Si bien en otras películas de Batman, Bruce Wayne poseía bastante tiempo, esta cinta decide despegarse del alterego del superhéroe y centrarse en el vigilante enmascarado. Me parece estupenda esta variación.
Estamos ante un despliegue de la psique del personaje que nos recuerda a Batman: Ego, una investigación que nos lleva a pensar en El Largo Halloween y una visión fascinante de sus primeros días que nos evoca a Año Uno.
Una muestra de ello es que el hecho de que se tome la voz en off de los cómics y se centre en el Batman detective le da a esta versión del personaje de Bob Kane y Bill Finger una imagen que hemos visto muchísimas veces en los cómics y en las películas de animación, pero no en la cintas de imagen real.
Las sombras de Gotham
Mientras veía la película pensaba: «me encantaría tener un libro del arte de esta película» (y creo que llegará). Cuando me viene ese pensamiento a la cabeza, significa que el film me está encantando visualmente.
Un punto destacable en todo ello es el trabajo de Greg Fraser, el director de fotografía que se está ganando el puesto de ser uno de los mejores dentro de su campo gracias a su labor de los últimos años. Tras su trabajo en Rogue One, The Mandalorian o Dune, en The Batman representa un Gotham decadente donde cada escena importa. Hay mucho del tono sepulcral, lluvioso y oscuro de las películas de David Fincher.
La oscuridad se asemeja a una masa que se puede palpar, una de la que podría salir cualquier ser. Cuando hay relámpagos de luz, ya sea por raves o ametralladoras, hay una visión siniestra de la realidad. La persecución, el interrogatorio, la mansión… Solo he echado en falta ver un poco más de Arkham.
En resumen, no es arriesgado apuntar que es la película de Batman de carne y hueso que posee una mejor fotografía. Hay planos que serían perfectos como cuadros o, mejor dicho, viñetas.
Pero no solo ha sido una gran experiencia visual. La música es muy importante para Batman, un superhéroe lleno de carismáticas fanfarrias. La banda sonora de Michael Giacchino acierta de lleno a la hora de crear leitmotivs. Compone tres temas que se contraponen entre sí, uno para Batman, otro para Enigma y otro para Catwoman. Todos ellos se reflejan entre sí a lo largo de la película, con unos toques más cercanos a la música de Danny Elfman o Shirley Walker que a la de Hans Zimmer.
Agregaría a este apartado que el uso del Something in the air de Nirvana. Encaja muy bien con la versión torturada del Bruce Wayne que se nos presenta. Pensamos en el carácter autodestructivo de Kurt Cobain. Diseccionamos la trágica letra. Pensamos en el grunge, en el pospunk y, si nos hundimos, también en el movimiento gótico. Es Batman.
Otro acierto es el uso del sonido en la película. El despliegue del motor de ese batmóvil deudor de Christine me parece magnífico, igual que los silencios durante los ataques de Enigma. No creo que me equivoque si digo que parte de la tensión de la película nace de este apartado. Así que hace más que obligatorio verla con un buen sistema de sonido.
Para cerrar este apartado, concluyo que el trabajo de Fraser, la dirección de Reeves, la música de Giacchino y todo lo que vemos (y escuchamos) en The Batman, hace que este film se merezca ser visto en la gran pantalla para disfrutar de toda la experiencia por completo.
Conclusiones
Esta crítica nace del entusiasmo. De volver a sentir que se pueden contar grandes historias con estos personajes surgidos de las viñetas a finales de los años ’30.
Puede que en los últimos años nos hayamos acostumbrado a la maravilla. Puede que sea interesante fijarnos también en el significado simbólico de esta mitología moderna que son los superhéroes.
Necesitamos superhéroes. Sí, sí. Pese a que vivamos tiempos oscuros, los necesitamos. Ya sea para representar lo mejor o lo peor de nosotros mismos. Necesitamos ficción. Podemos tener obras «realistas» dentro de la fantasía (donde prevalece la esperanza) u obras completamente distintas. La certeza es que nuestra imaginación necesita estas metáforas, incluso las sombrías, como Batman.
En esta época donde el mundo nos obliga a ser cínicos y oscuros, necesitamos lo que comprende Batman: la venganza no es la clave, sino que lo es la esperanza. Mientras tengamos símbolos (e historias) que nos inspiren, habrá futuro.
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