¿Cuál es el origen de las novelas de fantasía? ¿Dónde está el primer paso que nos lleva al reino donde todo es posible a través de largas sagas que nos recuerdan el poder de la maravilla? ¿Quién o qué las alimentan? ¿Por qué nos asombran? ¿De dónde emerge la creatividad? ¿De un sueño? ¿De una relectura? ¿De un desafío? ¿De una vivencia? ¿De una imagen? ¿De un idioma?
Muchos son los comienzos del viaje que nos lleva a las novelas de la fantasía; un viaje fascinante que nunca sabemos adónde nos conducirá, como cantaba Bilbo Bolsón.
El célebre Stephen King dijo:
«Escribir historias es, en esencia, jugar. Quizá el trabajo se infiltre cuando el escritor decide ponerse en serio, pero el proceso empieza casi siempre con un simple fingimiento. El principio de toda historia es casi siempre un «¿qué pasaría si…?», y luego uno se sienta al teclado para descubrir dónde lo lleva esa incógnita. Requiere un toque delicado, una mente abierta y un corazón lleno de esperanza».
Descubramos cuál es ese sendero antes de empezar esa travesía.
La construcción de las novelas de fantasía
En la fantasía vivimos en la época literaria marcada por el worldbuilding o la creación de mundos. Ahora mismo, los gurús literarios viven de pregonar la construcción del mundo como un elemento fantástico reciente e importantísimo (da un poco igual que fuese algo que ya hiciesen autores como J. R. R. Tolkien, Clark Ashton Smith, Robert E. Howard, Ursula K. Le Guin…).
Eso explica el triunfo de un prolífico autor como Brandon Sanderson. Más allá de sus interesantes premisas, su creación de entornos «reales» con sistemas de magia complejos y su inagotable creatividad a la hora de crear sociedades han encantado a todos aquellos que buscan nuevos mundos.
Entre sus fans, incluimos aquellos aspirantes a novelistas que se ven enfrascados en la construcción de enormes mundos incluso antes de tener su historia (de poco importa que el propio Sanderson reconozca en sus clases de creación literaria que la historia -con sus personajes- es lo principal y el worldbuilding un elemento secundario -aunque importante-).
Mi resumen es que un buen argumento sin un gran worldbuilding puede dar pie a una gran historia, pero una historia con un gran worldbuilding, aunque sin argumento, nunca suele dar pie a una gran historia (es como un fastuoso escenario que, por hermoso que sea, no alberga vida, no sucede nada interesante en él. Es diseño de interiores o exteriores, no literatura).
Atrapados por la ficción
La ficción nos atrapa y los escritores, a su vez, debemos atrapar las ideas como si fuéramos cazadores de mariposas.
En ocasiones, lo irreal brota a nuestro alrededor y lo hace a partir de los aspectos más inesperados. Perdernos en modas como el worldbuilding sin ton ni son, podría matar nuestra historia, como defiende el propio Sanderson (aunque muchos no quieran entenderlo).
Lo interesante es, también, explorar cómo un solo elemento, una semilla, puede dar inicio a un jardín. Pero ¿cuáles son esas semillas? Hay novelas que afloran a partir de elementos secundarios, pero si llegan a nosotros es porque no se olvidan de contarnos algo importante.
En este post respasaremos el origen de varias grandes novelas de fantasía. Espero que os resulte interesante para los creadores y que, a su vez, también lo sea para el lector. Propongo, por tanto, realizar una travesía a través de los cimientos y pilares de Fantasía. Acompañadme en este viaje…
Tolkien creó sus obras a partir de su deseo de explicar sus idiomas ficticios. Fuente Pixabay. |
Peter Pan: los cuentos infantiles
Una mañana en los Kesington Gardens, el dramaturgo James Barrie conoció a George y Jack, dos niños de cinco y cuatro años. Poco después, charló con su madre, Sylvia Llewelyn. De esa conversación surgió una gran amistad entre Barrie y la familia Llewelyn Davies. Y sería también el origen de de un niño que escapó a aquellos jardines: hablamos de nada más y nada menos que de Peter Pan.
Barrie era un hombre marcado por la enfermedad y la tragedia. A su delicada condición física (que le daba cierto aspecto aniñado), se sumó la muerte de su hermano mayor, David, hecho que marcó a la madre de James, ya que David era su hijo favorito. Se cuenta que su madre le reconoció a James que hubiera preferido que muriese él y no David.
La ficción, para Barrie, fue una forma de escapar de su realidad. El autor concibió la historia del niño que no quería crecer como un cuento para los hijos de Sylvia, quienes también representaron las aventuras de Peter antes de que se convirtiesen en una obra de teatro que se llevó a las tablas con gran éxito.
Desde entonces, todos los beneficios generados por la obra son destinados a causas benéficas destinadas a los más jóvenes.
En 2004 se estrenó la película Descubriendo nunca jamás, que recoge parte de este hermoso encuentro.
El Señor de los Anillos: las lenguas
Me resulta interesante hablar de un origen contrario a lo que asumimos que es el proceso creativo corriente. El mundo de Tolkien nació como una forma de dar explicación al origen, las fragmentaciones y los cambios en las lenguas que inventaba; es decir, primero afloró el elemento lingüístico y, a partir de ahí, el literario.
Tolkien pasó una infancia marcada por la pérdida de sus padres. Junto a su hermano, Hilary, Tolkien tuvo que labrarse muy pronto una carrera como estudiante para escapar de la pobreza. Desde su niñez, sintió pasión por las lenguas. Ese amor creció a partir de lo que le enseñó su madre, Mabel, su profesor, el padre Francis, y los libros que devoraba.
Las leyendas y los mitos llevaron a Tolkien a sentirse fascinado por el origen de las palabras, las lenguas y todo aquello que había impulsado la concepción de nuevos y apasionantes mundos a través de cómo hablaban las diferentes culturas. De las leyendas que traducía y de su vida (como su experiencia en la guerra o cuando conoció a Edith, el amor de su vida, en el bosque), nació la magia de su Tierra Media.
Y uno de los hobbies (que no hobbits) que Tolkien tuvo desde la niñez fue crear lenguas. Los cuentos y poemas que creaba solían tener mucho que ver con aquellos idiomas basados en lenguas muertas o idiomas que le apasionaban, como el finés, el inglés arcaico, el alemán…
Cuando Tolkien tuvo hijos, otra de sus aficiones fue concebir cuentos para ellos. Por ejemplo, uno de sus hijos perdió un perro de peluche en la playa. Cuando volvieron a por él, ya no estaba. Para consolar a su hijo, Tolkien inventó una historia sobre las aventuras que había vivido aquel pequeño perro de juguete. No sería la única vez que usaría la ficción con sus hijos: cada Navidad, las cartas de sus hijos a Papá Noel eran respondidas por el mismísimo Santa Claus, su Oso Polar, los elfos… Y, años después, aburrido de corregir tantos exámenes, el profesor Tolkien escribió una frase:
«En un agujero en el suelo, vivía un hobbit…».
Y ese fue el origen de El Hobbit y el resurgir del legendarium de Tolkien.
Las Crónicas de Narnia: recuerdos y religión
Durante la Segunda Guerra Mundial, los bombardeos provocaron que se evacuase a un gran número de niños, los cuales fueron enviados a la campiña. La idea de un viejo profesor que vive en una mansión en el campo y «adopta» a unos niños durante la Guerra se quedó grabada en la mente del escritor y docente Clive Staples Lewis durante mucho tiempo.
No era la primera idea que vagaba por su mente durante décadas. De pequeño, fantaseó con la imagen de un fauno que se protegía de la nieve con un paraguas hasta que encontraba una farola hundida en medio del blanco manto que cubría el bosque. También tuvo un sueño sobre un león parlante que, años más tarde, llamaría Aslan. Y, durante su niñez, escribiría sobre un mundo poblado por animales capaces de hablar y pensar.
Lewis creció como un ateo convencido hasta que una serie de tragedias personales lo marcaron. Reunido con sus amigos escritores y profesores, los Inklings, Lewis comenzó a barajar la idea de escribir una novela diferente. Entre sus compañeros estaba el profesor J. R. R. Tolkien, que era cristiano.
Las charlas con Tolkien y otras experiencias vitales llevaron a Lewis a convertirse al cristianismo, pero, mientras que Tolkien era católico, Lewis se haría protestante, algo que causó algunos roces entre ambos, pero dio estructura a lo que Lewis llamaría Las Crónicas de Narnia.
A partir de las ideas que le acompañaban desde la niñez y las enseñanzas del cristianismo, C. S. Lewis firmaría una serie de novelas para el público juvenil (y no tan juvenil) que dedicaría a varios de los hijos de sus amigos, entre ellos varios Inklings.
Ese fue el origen de los hermanos Pevensie y de la aventura que vivieron en Narnia.
Dune: un trabajo descartado
Dune, la épica historia de space opera de Frank Herbert, dio paso a una serie de grandes novelas sobre el destino del ser humano y lo que le esperaba más allá de las estrellas. Esta novela, que fue la base para obras tan famosas como Star Wars, nació de un hecho fortuito en 1957 mientras Frank Herbert trabajaba como periodista.
Herbert iba a escribir un reportaje sobre la ciudad de Florence en Oregon. El viento y la arena amenazaban con sepultar dicha ciudad, una urbe que luchaba contra el desierto. Eso llevó a que se crease un programa para plantar hierba de playa y así evitar que las dunas se apoderasen de Florence (básicamente, en la ciencia ficción, lo que sería terraformar un planeta desértico).
Herbert acabó el reportaje, pero nunca se publicó.
No obstante, todo la investigación se quedó con el escritor durante aquel tiempo. Lo vivido sirvió de germen para la creación del árido planeta Arrakis.
Ideas como el mesías, el uso de las drogas o las guerras entre dinastías por el poder hallaron el escenario perfecto. Fue el nacimiento de Dune.
Terramar: la juventud del mago
Los cuentos de Terramar es una obra emblemática de Ursula K. Le Guin. Cuando el editor Herman Schein le pidió a la escritora que crease una obra destinada a un público más joven, Le Guin pensó en varias ideas que había dejado esparcidas en relatos que publicó con anterioridad: The rule of the names y The world of Umbiding. Sin embargo, la premisa más importante fue a la que llegó cuando pensó en el género fantástico.
En los sesenta, en los libros de fantasía había aguerridos caballeros, damiselas en apuros y poderosos y astutos magos. Le Guin pensó en los magos.
¿De dónde partían aquellos hechiceros? Esa pregunta le hizo pensar en Merlín, el célebre brujo del ciclo artúrico. ¿De dónde había salido? ¿Cómo era de crío? ¿Cómo aprendió sus poderes? El hecho de pensar en Merlín en su juventud impulsó una idea: ¿y si contaba cómo un joven mago iba a una escuela y se transformaba en hechicero?
Esa cuestión fue el arranque de Terramar, con el joven Ged yendo a una insólita Universidad que solo sería el primer paso de su viaje.
Le Guin no se conformó con eso, pero sí dio pie a las escuelas de magia que hemos visto con la Universidad Invisible de Terry Pratchett, la Universidad de Crónica del Asesino de Reyes o la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería de J. K. Rowling.
Sin Le Guin, los magos seguirían sin escolarizarse.
Elric de Melniboné: el héroe eterno
Michael Moorcock es un famoso escritor de fantasía y ciencia ficción que creó un método según el cual se podía escribir una novela en tres días. Sí, solo tres días. Pero no solo es famoso por eso.
Moorcock creó al antihéroe albino Elric de Melniboné, que protagonizó una serie de novelas inspiradas en las leyendas de Kullervo, La Ópera de los Tres Peniques y la leyenda de Túrin Turambar de Tolkien (quien, por cierto, tradujo del finlandés la historia trágica de Kullervo).
Todas estas influencias (y las ideas del Campeón Eterno), sirvieron de base para Elric, quien ha dado lugar a juegos de rol, cómics y otras obras. Ahora bien, la novedad está en que Elric no es perfecto, está condenado por su destino y, a menudo, sus decisiones son discutibles.
Todo ello ha hecho que Elric sea uno de los grandes personajes de la fantasía. Como detalle, su influencia también se puede rastrear en los Targaryen de Canción de Hielo y Fuego, en el príncipe elfo de Hellboy 2, en Drizzt el Elfo Oscuro o en Geralt de la Saga del Brujo.
La Historia Interminable: el relato que creció
A veces, las historias se manifiestan dentro de historias y es difícil escapar de ellas. Que se lo digan a Bastian. Que se lo digan a Michael Ende.
Cuando se propuso escribir La Historia Interminable, Ende pensó en cómo podía escribir una historia sobre un joven que se quedase atrapado en la ficción y tuviese que escapar de ella. Parecía simple. Le llevaría pocas páginas… Quizás muy pocas. Su editor Hansjörg Weitbrecht le dio carta blanca para que la escribiese.
El problema fue que el propio Ende se quedó encerrado en Fantasía mientras la escribía. ¿Cómo podía escapar del laberinto que él mismo había creado? ¿Cómo podía salvar a Bastian? Era imposible. Bastian se negaba a salir de Fantasia, ¿cómo lo conseguiría Ende?
Mientras la obra se alargaba y se pedían nuevos plazos para su escritura, Ende rogaba ornamentos para la edición del libro: tapas de cuero, cierres de latón… Amedrentados por los costes, sus editores solo aceptaron que la obra fuese impresa a dos tintas e incluyese ilustraciones.
Pero para que el libro viese la luz, debía ser terminado.
Y Ende tenía muchos problemas para ello: el duro invierno, los plazos, los límites de la edición… y que no sabía cómo salvar a Bastian. ¿Tendría final su historia interminable?
El lector ya lo sabe y, si no lo sabe, rogamos que acuda hasta Fantasia y se pierda también en esta mágica historia.
La Torre Oscura: nos espera a todos
La Torre Oscura es la gran obra de Stephen King. Da sentido a todas sus novelas y relatos. Es la rueda sobre la que todo (¿el el ka?) gira.
Y el pistoletazo de salida fue la ambición de un joven Stephen King, tal y como lo cuenta en el prólogo que acompaña a la primera novela: El pistolero.
Durante su juventud, Stephen King era un asiduo al cine y veía todo lo que podía. Fue así cómo vio la Trilogía del Dólar de Sergio Leone y comprendió el matiz épico de aquellos spaghetti western donde la música de Ennio Morricone y la imagen imponente de Clint Eastwood hablaban de la grandeza de las historias.
A su vez, King era un gran lector. Para aquel entonces, ya había devorado cientos de libros y relatos. Desde los cuentos de terror de H. P. Lovecraft hasta un clásico de la fantasía como era El Señor de los Anillos, enorme odisea que cautivó a Stephen King por su grandeza, su creatividad y su idea del viaje. Aunque no encajaba muy bien con los hobbits, sí apreció el talento del profesor.
Por ese entonces, el poema de Robert Browning: Childe Roland to the Dark Tower came fascinó a King y le sirvió de primer toque para que su mente empezase a darle vueltas a una saga de gigantescas proporciones.
Al western de Leone, los poemas de Browning y El Señor de los Anillos se sumaron las referencias a la leyenda de Rey Arturo y un desafío: ¿sería capaz él, un escritor tan joven, de crear una gran saga de novelas de fantasía que incluyesen todos los temas e influencias que le habían tocado?
Así nació La Torre Oscura, siete tomos (más un libro derivado), relatos y cómics, que unen todas las obras de King hasta el punto de que él mismo protagoniza uno de sus libros.
Y es que la Torre Oscura aguarda a Roland, pero también a todos nosotros.
Mundodisco: a partir de la sátira
El color de la magia se publicó en 1983 y su secuela, La luz fantástica, contaba las aventuras del fracasado mago Rincewind, el primer turista de Mundodisco (Dosflores) y el Equipaje. Fueron las dos novelas que dieron comienzo al Mundodisco de Terry Pratchett.
No sería hasta las siguientes, como Mort, Ritos iguales o ¡Guardias! ¡Guardias! que Pratchett le daría forma a la que se convertiría en su obra más importante, porque los dos primeros títulos eran relatos o noveletas con los que parodiar el popular género fantástico de la época.
Cuando empezó a profundizar en su mundo con forma de disco, cimentado sobre cuatro elefantes situados encima de una tortuga que vaga por el universo, Pratchett se percató del filón que tenía ante sí. A partir de ese punto, ya no solo habló de fantasía, sino también de clásicos como Fausto y Macbeth, a la vez que trataba del auge de la prensa, la revolución industrial, la igualdad de derechos…
Como dato, Discworld es un juego de palabras a partir del título Ringworld (Mundo Anillo) de Larry Niven.
Dragonlance: los juegos de rol
Pese a la fama de ser una obra menor, una dragonada sin tino, para muchos lectores como yo, Las Crónicas de la Dragonlance llenó el vacío que me había dejado la lectura de El Señor de los Anillos cuando concluí la lectura de la obra de J. R. R. Tolkien. Pero ¿cuál fue su origen?
La saga literaria Dragonlance fue creada como una serie de expansiones del mundo del juego de rol Dragones y mazmorras. Dichas expansiones fueron diseñadas por Tracy Hickman.
Cuando surgió la idea de agregar dragones a sus historias, buscó aliados como el también diseñador Jeff Grubb o el artista Larry Elmore. Firmarían juntos DL1 Dragons of Despair y DL14 Dragons of Triumph, dos importantes campañas que servirían para la siguiente idea: crear una novela.
Tracy Hickman propuso entonces escribir una trilogía de novelas que sirvieran de compañeras narrativas de sus expansiones. Para ello, contó con la escritora Margaret Weis.
En un mercado que ansiaba novelas de fantasía, el éxito de Dragonlance no se hizo esperar. El retorno de los dragones, La tumba de Huma y La Reina de la Oscuridad serían las tres primeras novelas que abrieron el camino a una larga saga donde otros autores han escrito más de un centenar de historias que partieron de las partidas de rol y de la idea de concebir una nueva ambientación fantástica.
Como curiosidad, a finales de 2021, la escritora Margaret Weis confirmó que iba a escribir una nueva trilogía de Dragonlance junto a Tracy Hickman.
La Rueda del Tiempo: ciclo eterno postolkien
La Rueda del Tiempo ha cobrado cierta fama en los últimos meses por la adaptación perpetrada (nunca mejor dicho) por Amazon, pero para los lectores de fantasía ya era una vieja conocida. ¿Quién no ha visto los catorce ejemplares de la saga colmando las estanterías de la sección de fantasía de su librería favorita?
Después de escribir varias novelas sobre Conan el Bárbaro, el escritor Robert Jordan se propuso concebir una ambiciosa trilogía de fantasía que daría paso a una monumental saga de catorce volúmenes.
La idea de Jordan era jugar con los tropos de la fantasía (sobre todo los vinculados a la obra de Tolkien) y con el ciclo eterno, la rueda del tiempo que daba sentido al mundo.
El ojo del mundo, su primer volumen, fue un gran éxito que dio paso a una serie de obras que, poco a poco, se fueron desvinculando de la sombra de la Tierra Media y profundizó en otras ideas de Jordan, quien, desgraciadamente, falleció antes de culminar la saga. Sería Brandon Sanderson, siguiendo las notas que dejó Jordan, quien acabó la saga.
Aprendiz de asesino: magia adictiva
Margaret Astrid Lindholm Ogden, más conocida como Robin Hobb, buscaba ideas para una historia cuando se topó con una pregunta: ¿qué pasaría si la magia fuese una adicción completamente destructiva, como una droga?
A esa idea se sumó el viaje del héroe y el deseo de machacar los clichés de la literatura fantástica, situando a un personaje como Traspiés de protagonista.
Ese fue el célebre inicio de la Trilogía del Vatídico, que, por suerte, empieza a ser reivindicada cada vez por más lectores.
La materia oscura: ideas revolucionarias
La trilogía de La materia oscura ha encandilado durante años a cientos y cientos de lectores, siendo llevada a la gran y pequeña pantalla, además del teatro. ¿Qué tiene la novela de Philip Pullman que resulta tan fascinante?
La respuesta es la mezcla de fantasía y ciencia que recorre sus páginas, un argumento que va contra los dogmas del Magisterio (una organización similar a la iglesia) y nos adentra en los mundos alternativos. Lo que parece a simple vista una historia de fantasía juvenil sin más, empieza a golpearnos cruelmente a lo largo de sus páginas.
¿Y cómo empezó? Los pensamientos sobre la religión que tenía Pullman se fusionaron con su experiencia en Oxford y con la idea de los demon como animales que representaban una parte del alma de sus personajes (y que proviene de la mitología romana).
El viaje a diferentes lugares y mundos que emprende Lyra se convertirá en todo un reto que ha sido continuado con tres nuevas novelas que han resultado tan polémicas como la original, pero también igual de fascinantes.
Canción de hielo y fuego: un hallazgo en la nieve
Pienso que obsesionarse en todo el worldbuilding por encima del argumento puede ser nocivo, pero, por otra parte, vemos cómo autores centrados en un aspecto del mosaico, da lugar después a colosales historias, que pueden nacer de lenguas ficticias, dibujos y sueños o, incluso, de una escena.
George R. R. Martin comenta que Juego de Tronos, el primer libro de Canción de hielo y fuego, nació a partir de la escena de los hermanos Stark y Jon Nieve encontrando a los huargos en el bosque. Esa célebre escena cautivó a Martin, que, en aquel momento, no sabía quiénes eran aquellos muchachos que encontraban a las crías, muertas de hambre tras el fallecimiento de su madre. Que Jon, el bastardo, encontrase a un pequeño huargo abandonado, de pelaje blanquecino y ojos rojos, al que llamaría Fantasma, supondría el inicio de una de las mayores sagas de la fantasía épica.
¿Qué estaba pasando? La respuesta fue lo que quiso escribir y, a partir de esa semilla, germinó todo ese jardín salvaje que es la obra de Martin. El primer paso sería Juego de Tronos, que ya ha cumplido más de veinte años.
No era la primera vez que el estadounidense se compara con un jardinero a la hora de escribir: alguien que planta semillas que luego ve crecer sin planificar demasiado, solo esperando los resultados, los frutos de esas semillas.
El hallazgo de los huargos fue el comienzo de Juego de Tronos. Fuente. |
Malaz, el Libro de los Caídos: la ambición
La decalogía de Steven Erikson Malaz, el Libro de los Caídos surgió de la ambientación que creó junto a su amigo Ian Cameron Esslemont (autor de Malaz, el Imperio), para sus partidas basadas en Dragones y mazmorras.
Al darse cuenta de la grandeza de su historia, intentaron convertir su ambiciosa trama en una película y contactaron con varias productoras de su Canadá natal. Como bien relató en el prólogo del primer libro (Los jardines de la luna), todas las productoras dijeron que no. Era demasiado ambicioso y ese tipo de películas no se hacían en Canadá.
Para Erikson, la ambición no era un defecto y lo que hizo fue convertir su historia en una grandísima y exigente novela.
El resto es historia. Una larga e increíble historia de la que ya se preparan nuevas novelas. Malaz no ha terminado.
Abarat: los sueños
Uno de los mayores creadores del siglo XX es Clive Barker. No solo es escritor, sino que también es pintor, dramaturgo, director de cine… El creador de los cenobitas se propuso a principios de los ’90 concebir una gran obra de fantasía juvenil.
Todo un reto y más si tenemos en cuenta su pasado como autor de terror, famoso por sus cuentos de los Libros de sangre. Ese cambio de género no le asustó.
Clive Barker escribió sus libros sobre Abarat partiendo de un sueño que intentó captar con sus pinturas y, más tarde, fueron esas pinturas y sus explicaciones las que dieron pie a sus novelas sobre ese archipiélago mágico, alimentado por otros clásicos como El mago de Oz.
Preciosa ilustración que dio pie a Abarat. Se pueden ver más en la web del autor: http://www.clivebarker.info/artindex.html Fuente. |
La Primera Ley: una segunda oportunidad
El camino hasta completar La voz de las espadas, el comienzo de La Primera Ley de Joe Abercrombie, fue arduo.
Mientras trabajaba como editor de documentales, Abercrombie tenía tiempo libre. Mucho tiempo libre. Y se acordó de Logen Nuevededos, un personaje estilo bárbaro de la fantasía que había creado muchos años atrás… y que nunca lo había abandonado.
El nacimiento de Logen estaba en las partidas de rol y los videojuegos de la juventud de Abercrombie. Esas obras le llevaron a desear escribir una novela que redefiniese el género fantástico. Estaría protagonizada por Logen. Y llegó a escribir el primer volumen… Pero el resultado no fue el esperado y lo abandonó. Era demasiado cliché.
Años después, mientras se aburría en su trabajo de editor, Logen retornó a su vida y Abercrombie retomó el proyecto.
Hoy, casi veinte años después de la publicación de La voz de las espadas, Joe Abercrombie se ha convertido en Lord Grimdark y uno de los grandes renovadores del género fantástico. Y es que Logen siempre se alzará del barro.
Jonathan Strange & Mr. Norrell: el sueño de un mago
Susanna Clarke fue profesora de inglés en Bilbao. La tranquilidad de la docencia le permitió darle vueltas a la idea de escribir una novela basada en sus lecturas del siglo XVIII y XIX.
Mientras releía El Señor de los Anillos, tuvo un sueño: un extraño mago del siglo XVIII se aparecía en un mundo que no era del todo el nuestro.
Apoyada en sus lecturas, Clarke concibió un relato que, años más tarde, daría pie a la amistad (y enemistad) de Jonathan Strange y Mr. Norrell. No sería fácil y tardaría mucho tiempo en completar el libro. Sería Neil Gaiman quien la animó a continuar tras leer el inicio de la historia.
Aquellos que hemos leído esta fascinante obra nos preguntamos si aquel mago del sueño era solo un mago teórico o quizá era algo más… algo que se esconde en el reflejo de un espejo.
El nombre del viento: jugar con los tropos
Patrick Rothfuss es un escritor inteligente… tan inteligente que nunca fue un buen estudiante. Durante años, vagó de carrera en carrera universitaria, pero aquellas experiencias académicas dieron pie a que quisiera escribir su propia historia de fantasía.
Pero era ambicioso y no quería que se pareciese a los otros títulos de la fantasía. Sí, tomaría tropos como el joven huérfano, la escuela de magia o los hechizos, pero les daría un giro a todos ellos.
Juntando elementos de varias obras (una biografía de Casanova, el drama de Çyrano de Bergerac, Un mago de Terramar…), Rothfuss comenzó su gran historia sobre las historias. ¿Crónica del Asesino de Reyes? No, The Song of Flame and Thunder…
Que no encontraría ninguna editorial.
Lejos de darse por vencido, Rothfuss escribió un cuento a partir de una de las partes de la novela. Dicho relato, The Road to Levinshire ganaría un premio e impulsaría al autor a contactar con el escritor Kevin J. Anderson, famoso por escribir varias novelas de conocidas franquicias como Star Wars, pero sobre todo por ayudar a Brian Herbert a concluir Dune, la saga escrita por Frank Herbert.
Rothfuss obtendría de Anderson el contacto con el agente literario Matt Bialer. Tras lograr que Bialer se interesase en el manuscrito, el estadounidense reescribiría la primera parte de su obra y Bialer la vendería a la editorial Dan Books.
El resto de la historia de Kvothe es ya conocida, aunque todavía estemos esperando Las Puertas de Piedra, el cierre de la trilogía que inauguró El nombre del viento y fue continuada por El temor de un hombre sabio.
Los magos: Hogwarts para universitarios
Lev Grossman trabajó como periodista durante varios años. Por ejemplo, gracias a él, el cómic Watchmen fue elegido como una de las mejores novelas del siglo XX en Time. No fue la única obra que le influenció al crear The Magicians (Los magos), que sirvió de base para una de mis series televisivas favoritas.
Un Hogwarts para universitarios, un mundo como Narnia llamado Fillory, referencias metaliterarias, la ficción dentro de la ficción, la obra de T. H. White, la deconstrucción del cuento de hadas, Jonathan Strange y Mr. Norrell… Muchas fueron las novelas que hicieron cobrar vida al trágico Quentin y sus amigos.
En las novelas de Grossman, más que enfrentarse a grandes Señores Oscuros, se enfrentan a un villano más terrible y real: la depresión.
Además, en el mundo de fantasía urbana de The Magicians, la magia tiene un precio y crea adicción en sus portadores, como si fuese una droga.
Así, combinando elementos, Grossman nos contó la desventura más mágica y dura que existe: crecer.
El Archivo de las Tormentas: llega la magia
Brandon Sanderson siempre fue un gran aficionado a la literatura fantástica. En los ’90, leía sin parar obras de Robert Jordan y otros autores que le hicieron pensar que podría crear su propia saga de fantasía. Desde esa década, empezó a trabajar en ella. ¿Su idea? Explorar el mundo que concibiese, a través de varias épocas, y diversos personajes.
No lo consiguió.
Tuvo que escribir un primer borrador y varias novelas más antes de retomar el proyecto.
Una idea que avivó esta obra magna de Sanderson fue que, en su mundo, la magia no estaría desapareciendo como ocurría con los elfos de la Tierra Media de J. R. R. Tolkien, la hechicería de la obra de La Rueda del Tiempo de Robert Jordan, el halo fantástico de Terry Brooks y Las Crónicas de Shannara o los dragones moribundos de Las Crónicas de Belgarath de David Eddings. Sanderson quería lo contrario: un mundo donde la magia estuviese reapareciendo. Ese fue el germen de los caballeros radiantes, sus armaduras, sus esquirlas y todo el sistema mágico de El Archivo de las Tormentas, seguramente una de las mayores obras del género.
La dinastía del diente de león: silkpunk
Iniciada con La gracia de los reyes, la trilogía de fantasía de Ken Liu se ha convertido en el origen del llamado silkpunk.
Al autor estadounidense de origen chino se le ocurrió La dinastía del diente de león a partir de las ideas de Brian Arthur sobre la tecnología como una especie de lenguaje. Según su teoría, el ingeniero debía ofrecer respuestas creativas a partir de componentes ya existentes, lo que permitiría resolver problemas y así generar un nuevo lenguaje a partir de nuevos componentes.
El llamado silkpunk parte de la visión asiática de los tropos de la fantasía. Para ello, Liu se basaría en el trabajo del primer historiador chino (Sima Qian) y realidad y ficción se mezclarían en su propia fantasía. Un ejemplo de ello lo tenemos en La buena caza, cuento adaptado en la serie Love, Death & Robots.
La quinta estación: fantasía contra opresión
La trilogía de La tierra fragmentada de N. K. Jemisin posee una doble lectura muy interesante que ha hecho que su autora sea la ganadora de tres Premios Hugo y bestseller según el New York Times.
La obra nació de dos momentos de la vida de la autora. El primero fue asistir a una conferencia de la NASA que pretendía divulgar la ciencia entre escritores de ciencia ficción y fantasía para que estos la utilizasen de un modo más fiel a la realidad y llegase a su público.
El segundo fue el propio contexto que vivimos. Su trilogía fue una respuesta a la situación de opresión que sufren mujeres, negros, gais… en nuestra sociedad actual. Todo ello se plasmó en un mundo de fantasía donde existen los orogenes, seres capaces de manipular la tierra mediante sus emociones. Estos orogenes se han convertido en esclavos… hasta que su dolor comienza una revuelta y no solo sísmica.
Con su primer volumen, La quinta estación, Jemisin expone una novela dura, pero de la que podemos sacar incontables lecturas que aplicar a nuestro mundo. Y es que el dolor y el odio pueden causar la destrucción de todo lo que nos rodea y no solo en la fantasía.
El por qué de los orígenes
Mis historias han emergido de pesadillas, conversaciones, tiendas de segunda mano, desafíos y aventuras. La Primera Historia, la que escribo ahora, nació hace veinte años y ha regresado a mí… y he sido incapaz de abandonarla, por ejemplo. Siempre vuelve.
Más allá de esto, sostengo que nadie debería empezar y acabar un libro siendo el mismo, ya sea leyéndolo o escribiéndolo. Y eso es lo que creo que ha logrado este post al ayudar a darme algo de luz en el proceso creativo de otros autores.
Por otra parte, he recordado una cuestión que no es baladí: una vez vi un documental sobre neurociencia donde unos científicos analizaban qué zonas del cerebro funcionaban cuando alguien creaba una historia, componía una canción, creaba un mundo…
El cantante Sting colaboró en el estudio, pero no quiso saber qué partes de su cerebro se ponían en marcha cuando creaba una canción, porque temía que eso le bloquearía.
Nos puede pasar a nosotros. Pero al alumbrar estas historias sobre orígenes, pienso que no profundizamos hasta romper la magia. En cambio, sí vemos los distintos modos según los cuales nace una historia con todo lo que eso implica.
Son ejemplos de creación y de búsqueda. Pueden ser interesantes para el lector que se pregunta donde comienza todo, pero también para el escritor. ¿Dónde empieza todo para ti?
Conclusiones
Decía Kvothe que cuanto más difícil resulta la búsqueda de respuesta, mejor es la contestación. Puede que así sea.
Como comentaba al principio, buscar el origen de una historia es un reto. ¿Dónde empieza una y dónde termina otra? Muchos sostienen que se inventan a partir de la nada… Yo creo que ya existían y nuestra labor es redescubrirlas, como explicó una vez Stephen King.
Emprender este viaje ha sido fascinante para mí. Me ha permitido consultar diversas fuentes, deambular por bosques de relatos y, entre respuesta y respuesta, alumbrar caminos hacia datos curiosos. Decía el batería de Grateful Dead, Mickey Hart, que «las aventuras no empiezan hasta que no entras en el bosque. Ese primer paso es un acto de fe» y no podría estar más de acuerdo a la hora de hablar de estas novelas.
A través de estas fantasías hemos visto sueños que toman forma, personajes que regresan, respuestas a nuestra cruel realidad, desafíos frente a tropos y clichés, lenguas que dan lugar a historias y mundos, imágenes que no nos abandonan, raras ideas que crecen… Semillas.
Y es así cómo las grandes novelas de fantasía siguen fascinándonos: porque son capaces de hacer crecer exuberantes jardines a partir de semillas de las que surgirán otros mundos donde desearemos habitar. Es la ficción; es la magia real de la fantasía.
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