Crítica de Castle Rock: el rompecabezas de Stephen King

 

Castle Rock fusiona varios de los elementos de la obra del escritor de Maine. Fuente.

No existe ningún escritor moderno que capte el imaginario colectivo del público moderno como lo hace Stephen King. Si dentro de cien años, cuando sus obras queden en dominio público, existe el concepto de contar grandes historias que mezclen personajes del terror como lo hiciera la serie Penny Dreadful, no nos extrañarán que surjan relatos donde podamos ver todos los libros de Stephen King en una sola macrohistoria contada por otros autores. Esto no es nuevo, el universo King existe: el escritor de Maine es dado a unir mediante guiños y diferentes elementos a los personajes de sus historias y, de ahí, surge la Torre Oscura, el gran puzle de King que enlaza todas sus novelas e incluso su propia vida. Sin olvidar, por ejemplo, la película que escribió titulada Los ojos del gato, donde Cujo y Christine aparecían al inicio de la cinta, ya hemos tenido una unión del universo King en la serie Castle Rock.

Junto a Derry, Castle Rock es otra de esas ciudades imaginarias de Maine donde el escritor nos narra muchas de sus historias: La tienda, La caja de botones de Gwendy, Elevación, La zona muerta, La mitad oscura, Cujo… La compañía Hulu (que ya había realizado la fantástica 11-22-63) se dispuso, junto a Bad Robot, a crear una historia que entrelazase varias de las historias y personajes de King a partir de Castle Rock y, a su vez, funcionase para contarnos un relato nuevo a través de diez capítulos. Además, aparte de guiños literarios, están los extraliterarios con, por ejemplo, la aparición de actores vinculados a otras cintas o series que adaptan a King: Sissy Spacek, Bill Skarsgard, Tim Robbins, Melanie Lynskey, Terry O'Quinn, Chosen Jacobs, etc.

De menos a más

Su primera temporada comienza con el suicidio del Lacey, el alcaide de la prisión de Shawshack, célebre por la película Cadena perpetua y el relato que adapta de la colección de novelas cortas Las cuatro estaciones. Lacey ocultaba en los sótanos a un joven que no habla, pero que causa a su alrededor el mal. El sheriff Alan Pangborn intentará desentrañar el misterio, a su vez que Henry Dever regresa a Castle Rock en busca de respuestas que le llevarán hasta su madre Ruth Deaver, encarnada por Sissy Spacek. La primera temporada funcionó bien, aunque sin contar con demasiados elementos sobrenaturales salvo el haz de la Torre Oscura que unía mundos paralelos. Cuenta con un capítulo sobresaliente: The Queen (el narrado desde la perspectiva de la madre de Henry), pero la temporada acabó abruptamente. Además, no todos los personajes tenían el mismo encanto y algunos guiños como la aparición de Jackie Torrance parecían forzados. No obstante, hay que reconocer también el buen trabajo de Bill Skarsgard, el Pennywise de la nueva adaptación de It, como el chaval encontrado en la prisión.

Su segunda temporada es mucho mejor que la primera y es más Stephen King. Annie Wilkes, la protagonista de Misery, llega a la ciudad de Castle Rock junto a su hija adolescente Joy. Annie es una enfermera algo extraña, que toma pastillas, y es muy sobreprotectora con su hija; ambas buscan el Reino de las Risas, pero ¿qué oculta Annie? A su vez, Ace, el hijo adoptivo de uno de los caciques del pueblo (Pop Merril), descubre la verdad sobre Annie. Mientras, Salem’s Lot se prepara para albergar un centro comercial que está realizando Abdi, otro de los hijos adoptivos de Merril, mientras su hermana trabaja como doctora; ambos personajes de origen somalí cobrarán gran importancia en la temporada… Pero en Castle Rock y Salem’s Lot nada de lo que muere permanece eternamente muerto.

Si en la temporada anterior teníamos el capítulo dedicado a la madre de Henry como punto más alto, en esta segunda tenemos el capítulo cinco que nos narra el pasado de Annie y cómo llegó a convertirse en quién es. Me parece una pieza maravillosa y que podría haber escrito el propio King.

Pese a que el final de temporada pueda ser algo más convencional o predecible, cuenta con un epílogo fantástico donde Annie nos demuestra que es la fan número uno de Paul Sheldon. Nadie lo duda.

Uno de los puntos álgidos de la segunda temporada. Fuente.

En esta segunda temporada tenemos muchos guiños para los fans de King: el principal a Misery, con Annie Wilkes y el trasfondo de la literatura, y El misterio de Salem’s Lot, con la Casa Marsten y los misteriosos seres que habitan sus túneles. También hay guiños a El cuerpo, cuando los adolescentes van a buscar un cadáver, el apellido de la vecina de Joy, Lachance, y la aparición de los Merrill. En otro plano, tendríamos también La tienda. Si nos ponemos rebuscados, incluso podemos ver paralelismos entre Joy y Carrie, en su físico, en la relación tóxica con su madre, etc. Por supuesto, hay homenajes más pequeños como el apellido del asistente social, Bannerman, como el sheriff de La zona muerta o Cujo, otro de los personajes dice que viene de Derry (recordemos que es el lugar donde transcurre It y El cazador de sueños) o lugares como Castle Lake, que vimos en el reciente La caja de botones de Gwendy. No podemos olvidarnos de algunos nexos más centrados en la temática están vinculados al haz de la Torre Oscura y sus dimensiones alternativas, y está también la idea de que los muertos pueden volver como en El cementerio de animales, pero no serán los mismos.

La dirección, la fotografía, la música, los efectos especiales… siguen siendo geniales y brillan, sobre todo, en la segunda temporada, al igual que un reparto magnífico donde destaca Lizzy Caplan como Annie Wilkes (un papel fantástico que bordó Kathy Bates y por el que ganó un Oscar) y Tim Robbins como Pop.

Hace unos meses se ha confirmado que no habrá una tercera temporada. Es una lástima que no se realizase, ya que parece que los guionistas habían empezado a sembrar semillas para desarrollar tramas en las siguientes tandas de capítulos y, además, tras un inicio algo vacilante, en la segunda parte han demostrado que ya controlan cómo crear una buena historia con el espíritu King: entretenida, terrorífica, misteriosa, humana, dramática…

Al menos, siempre nos quedarán esos libros que, algún día, serán de nuevo material de penny dreadful para futuros creadores. Tal es el espíritu de la obra de Stephen King.

Castle Rock, todo un viaje a las tinieblas. Fuente.

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