Crítica de Juego de tronos (séptima temporada), de lo más alto a lo más bajo

La séptima temporada de Juego de tronos supuso un descenso de la calidad ante la falta del material literario de Martin. Fuente.

Tras la sexta temporada no he podido quitarme de la cabeza la idea de que Juego de Tronos caería pronto en lo previsible. Las dos siguientes temporadas no dejarían de ser un extenso final que, curiosamente, tras ver su "primera mitad" se ha quedado corto en muchas partes y, en otras, ha cumplido, mediante enormes elipsis, lo que muchos esperábamos. No hay ninguna sorpresa y solo una confirmación más que evidente: George R. R. Martin es un escritor infinitamente superior a los creadores de la serie, Weiss y Benioff, que, desgraciadamente, escucharon más a los fans y tenían más ganas de acabar, que cualquier otra cosa.
Desde que Juego de Tronos ha tenido que seguir sin contar con los libros de George R. R. Martin se ha notado y, si bien podemos disfrutar de dos historias diferentes dentro de un mismo mundo, también las diferentes tramas y el espíritu de la obra puede que hayan llegado a resentirse: las conversaciones no son tan profundas, los personajes hacen acciones que no son consecuentes... Ya no hay muertes inesperadas, ya no hay grandes momentos de crueldad, la épica se queda en un par de escenas solamente y la sensación es que los creadores de la adaptación han pisado el acelerador para librarse cuanto antes de este jaleo.

No obstante, la serie ha ido a toda prisa de un modo imparable y sí, el abuso de elipsis se nota cuando la serie se ha caracterizado durante sus primeras cinco temporadas por un ritmo lento plagado de subtramas que ahora hacen que parezca que el propio Poniente se ha encogido. Si Juego de Tronos siempre hubiera sido una "serie rápida" no nos alertaría que Varys, Gendry o compañía usen portales de teletransportación. No es el caso. Suprimir subtramas, personajes y estructurar como se ha estructurado la temporada, da la impresión de que todo se está acelerando para huir cuanto antes.

A continuación, tenéis la lista de las críticas de esta séptima temporada, que, pese a algún traspiés, empezó muy bien para luego perderse entre saltos temporales y el deseo de los fans (sin nunca, eso sí, llegar a ser aborrecible):

• Capítulo 1: Dragonstone
• Capítulo 2: Stormborn
• Capítulo 3: The Queen's justice
• Capítulo 4: The Spoils of War
• Capítulo 5: Eastwatch
• Capítulo 6: Beyond the wall
• Capítulo 7: The dragon and the wolf

Personalmente, el mejor capítulo es The spoils of war, donde parece que la serie todavía tenía algo que contarnos. Pese a que el principio es lento (y se le puede poner más pegas), el final con la batalla entre las hordas de Daenerys y los ejércitos de Jaime se me antoja como uno de los mejores momentos de la serie, cuando nos recordaban que todavía podía llegar muy lejos. En cambio, Beyond the wall, pese a alguna conversación graciosa y esa sensación de ser un grupo de juego de rol, me parece el peor capítulo de la serie con diferencia, sobre todo, porque más allá de los portales de teletransportación, los personajes dejan de ser sensatos y hacen estupideces como la del Perro tirando piedras a los muertos. ¿Para qué? Para acelerar la batalla, el conflicto de marras e incluir el dragón entre las hordas de Caminantes. Lo que podía ser una gran idea se ejecuta de una forma tan pobre y forzada que me recuerda al Bendis de Vengadores: desunidos. Es más, tras ver de nuevo la temporada, creo que es la que menos me gusta de toda la serie.

El que se merece el puesto de rey de los Siete Reinos a estas alturas. Fuente.

¿Ya no es lo que era?

No entraré en los debates sobre fanservice o shippeo entre personajes como Daenerys o Jon (bochornosos muchos de sus diálogos entre la novela romántica de Wattpad o el culebrón más cutrón), pero la carencia del espíritu que nos enamoró en las primeras temporadas puede llegar a percibirse en cuanto al desarrollo de los personajes. Lo que antes era orgánico, ahora es artificial. Los Lannister son los únicos que perduran con buenos diálogos y escenas interesantes, aparte de los Stark de Invernalia, que, en menor medida, cumplen incluso cuando el guion es más débil.

No, no estoy diciendo que Juego de Tronos se haya vuelto terrible. Sigue gustándome, sigo levantándome temprano para verla y sigo esperando con ganas el final de la serie. Estoy enganchado. Alucino con sus escenas más espectaculares y me quedo cautivado intentando desentrañar cómo funcionan las partes más intimistas. Sin embargo, tampoco puedo obviar esos "defectos" (por llamarlos de alguna manera) que me sacan de una serie que no he visto, sino que he llegado a vivir y envidiar por su gran nivel en muchísimos momentos. Muchas veces siento que si alguna vez le pongo esta serie a mis hijos, les diré que acabó en la sexta temporada.

Volviendo a las raíces, George R. R. Martin ha querido son su serie hablar de muchos temas: venganza, poder, amor, guerra, lucha, rabia, familia... Grandes conceptos que, poco a poco, ha ido desentrañando y unificando a la épica y la fantasía. La serie televisiva pudo acercarse a lo mejor de los libros, aunque ha palidecido en ocasiones no a la hora de adaptar, sino de ser tan incisiva como la pluma de Martin.

Todos estos riesgos los sabíamos desde hace un tiempo, pero la serie continúa teniendo puntos positivos. Juego de Tronos se sigue viendo con pasión y, como el propio Angelus comentaba en su momento en Buffy, esta nos guía por caminos impensables: desde la crítica más atroz hasta la reverencia suprema hacia la serie y, en estos instantes, siento que me iría mejor viendo la serie dentro de un par de años, cuando la espera semana a semana y las legiones de fans malsanos y haters se aparten del cibermundo como los muertos Más Allá del Muro (y lamento la rima). Tocará esperar.

La increíble destrucción del Muro. Fuente.

• Publicado originalmente el 4 de septiembre de 2017.
• Actualizado el 16 de agosto de 2021.