“Un
poco de hambre, un poco de frío, un poco de miedo a la oscuridad. Nada más.
¿Por qué molestarse en hacerse adulto? La vida se vuelve demasiado complicada”.
Richard Matheson.
¿Somos capaces de ver el mundo desde otro punto de vista? Fuente. |
Si de algo me he dado cuenta con los años es de la manía que tenemos por crecer demasiado rápido. Lo veo constantemente con mis alumnos y, en ocasiones, cuando soy capaz de remontarme a los tiempos en los que yo era un crío, también lo veo en mí.
Sí, tenemos que crecer, pero esa obligación está llena de miedos y terrores que el arte convierte en monstruos, como bien ha sabido hacer Richard Matheson, padre de Stephen King (al igual que su madre sería Shirley Jackson). Siempre me ha complacido de Matheson su capacidad para dejarnos citas así a lo largo de su obra.
En ocasiones, con tono irónico, suelo decir que madurar es el primer paso para pudrirse, ¿y qué es la vida salvo una enfermedad que siempre acaba siendo mortal? Pienso que al crecer, limitamos nuestra imaginación para no perder la cordura, pero perdemos la capacidad de sorpresa, de fascinación, que poseemos de críos. Es comprensible, nos volveríamos locos si temiéramos a todo, si nos arriesgásemos a todo... ¿O no?
Pensaba Nietzsche que el niño suponía la liberación de los prejuicios morales de los que se colmaba el adulto. Ser un niño era la gran culminación del superhombre. No voy a centrarme mucho en el pensamiento del filósofo alemán, pero sí diré que estoy de acuerdo en que, a veces, ver el mundo con la perspectiva de un niño resulta más interesante que hacerlo con el punto de vista de alguien que ya está cansado de todo.
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