WildC.A.T.s de Alan Moore, cuando el mago mató a los superhéroes de los '90

WildC.A.T.S., los antihéroes de los '90 según Alan Moore. Fuente.
"Justo lo que quiero decir. Que hay un enemigo oculto tras todo esto, que hay un enemigo entre nosotros"- TAO.

Hace unos años, cuando leí Alan Moore. Retrato de un hombre extraordinario, descubrí una interpretación muy interesante sobre la desconocida e irregular etapa de Alan Moore en los WildC.A.T.s En ese libro, homenaje al cumpleaños de Moore, uno de los autores sostenía que en la cita con la que abro este comentario, Moore, en realidad, estaba hablando sobre él mismo y lo que le estaba haciendo a la serie: el guionista saboteaba al grupo, él era el enemigo entre ellos, en la sombra. No he dejado de pensarlo mientras leía este recopilatorio.

Después de que Alan Moore terminase Watchmen y acabase convertido en dios de una nueva era de los cómics de superhéroes, el escritor decidió huir y hacer cosas completamente diferentes. Tras años enfrentado a Marvel y luego con una DC que se había mostrado injusta con sus contratos, el mago de Northampton decidiría ir hacia otros conceptos.

No obstante, la llegada en los '90 de ese huracán que fue Image llevó a muchos artistas como él mismo a trabajar en lo que se buscaba en esa época: superhéroes hipertrofiados, dignos hijos del género de acción, con más metralletas y violencia que con poderes magnánimos y ganas de charlar. Es decir, un producto mutante, un engendro de los X-Men desbocados y la adultez malentendida (por algunos) de Watchmen (que no es un cómic maduro por las palabrotas o la violencia sino por la complejidad de sus tramas, algo que muchos no entendieron). Esa década no fue una gran década para los cómics, dejando a DC haciendo de todo y una Marvel en la bancarrota, pero también generando una extraña colección de números de "nuevos superhéroes" escritos por autores como Neil Gaiman, Frank Miller o el propio Alan Moore.

Algunos de los personajes de los WildC.A.T.S. de Alan MooreFuente.

Los '90 según Moore

En esa etapa de la Image recién nacida, surgirían los WildC.A.T.s de Jim Lee y Brandon Choi como parte de Wildstorm. En sus inicios, la serie contaría con guiones de autores tan potentes como Chris Claremont, el hombre que hizo grande a los X-Men. Los WildC.A.T.s, este grupo encubierto con héroes producto de su época, sería un pilar más de la editorial. Cuando Alan Moore tomó la serie, hablaría del grupo original (dado por muerto, combatientes de una guerra de otra galaxia) y del nuevo equipo conformado por Majestic y Savant, lo que contrapone space opera y héroes callejeros, pero añade dosis de crítica social al racismo y la responsabilidad sobre el poder.

Pese a que WildC.A.T.s no es uno de los cómics imprescindibles de la obra del Bardo de Northampton, es una lectura ligera, entretenida, con algunas buenas ideas que el escritor suelta como si nada, como si se le ocurriese sin más, sin la necesidad de hacer macrosagas o similares (algo que se agradece en muchos casos). En una época de portadas con hologramas y variantes al millar, Moore se centra en ofrecer lo que muchos esperan: explosiones, héroes llenos de músculos, amenazas... y aprovecha para meter algunas cuestiones interesantes en los personajes, formas narrativas llamativas o un par de conceptos interesantes: el racismo de Khera (un Kandor 2.0.), una guerra entre divinidades y monstruos que terminó hace mucho tiempo (¿kree-skrull?) y unos superhéroes que no encajan con el tiempo que les ha tocado (¿Majestic y sus antihéroes?). Metáforas e ideas que aparecen varias veces a lo largo de la obra de Moore, sí, pero que no dejan de ser destacables.

Por tanto, si el lector se acerca con curiosidad, puede pasárselo bien con este trabajo (porque sí, es una de esas obras que si puedes sacar de la biblioteca, como en mi caso, está bien). Sin embargo, si lo que desea es ver un Watchmen por parte de Moore, nada más lejos de la realidad. El escritor reserva sus grandes proyectos para otras creaciones y aquí, sin llegar a hablar de un trabajo puramente alimenticio, sabemos que es Moore jugando con juguetes ajenos... Pero es Alan Moore y sabe jugar mejor que muchos y de ahí que surjan personajes interesantes como el gigante púrpura Jeremy, el inteligente TAO o la mejor de todos, esa androide violenta mezcla de Terminator y tostadora que es la encantadoramente vil Ladytron (Maxime).

El tomo editado en su día por Norma. Fuente.

Estilo Image

A lo largo de todo la serie de WildC.A.T.s se nota cómo Alan Moore se ríe del concepto y ofrece lo que algunos lectores esperan: explosiones, acción y aventuras, mientras que no soporta la estupidez de la premisa mil veces vista y, de ahí, que decida pasárselo lo mejor posible. Desde los superhéroes que son representantes de macrocorporaciones y mercadotecnia hasta supergrupos que no se aguantan entre ellos, sin olvidar superhéroes que se olvidan de los motes de otros o una mujer electrónica que liga mientras le da una paliza al villano de turno (también cibernético) y quedan para ir al cine a ver Tetsuo, el hombre de hierro

Alan Moore se lo pasa bien en estos quince números, de eso no cabe duda, y, aunque al principio puede costar introducirse en este mundo (y más si vuestras nociones sobre la editorial Image primigenias son tan cortas como las mías), luego se llega a disfrutar como lo que es. Si habéis leído El día del juicio de Alan Moore y Rob Liefeld sabréis de qué va todo esto, aunque aquí no obtiene las cotas de crítica que sí logró en aquella obra.

En el apartado gráfico, tenemos la corriente de los ´90. Sí, noto vuestros ligeros escalofríos al leerlo. Entre los dibujantes tenemos a Travis Charest, Kevin Maguire, Ryan Benjamin, Jason Johnson, Kevin Nowlan, Scott Clark, Aron Wiesenfeld, Ryan Benjamin, Josh Wiesenfeld, Pat Lee, Mat Broome, Rob Stotz y, por supuesto, Jim Lee entre otros. Creo que cualquier habitual de los cómics, con ver algunos de estos nombres (o las imágenes que acompañan a esta entrada), ya se imaginan lo que tendrán: héroes con millones de músculos, superheroínas en bikini y esas miles de líneas que intentan intensificar ese pim, pam, pum de los '90. Y el propio Moore es consciente de ello y escribe para estos dibujantes lo que ellos quieren crear y muchos lectores del momento deseaban leer... con todas sus consecuencias. 

En definitiva, la etapa de WildC.A.T.s no es uno de los trabajos más recordados de Alan Moore, pero siempre puede ser disfrutada si se somete a la doble lectura propuesta por algunos o la mera acción de la que son partidarios otros. No me cabe duda de que Moore, como TAO, afronta el destino con una sonrisa taimada en su rostro.

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