Siempre hemos vivido en el cementerio

Lo que vemos a nuestro alrededor solo son extensiones de una falsa vida, pétrea y gélida. Imagen de dominio público.
¿Cuándo fue la última vez que te sentiste realmente vivo? ¡Qué pregunta! Fruto del cinismo o una estupidez para muchos, pero me la formulo sobre todo con otras personas que me preocupan: los que son más jóvenes que yo.

Me temo que estamos creando a una generación a la que no se le exige más que un mínimo. La superación es solo esa ilusión con la cual nos llenamos la boca antes de vomitarla, convirtiéndola en competencias transversales y leyes educativas. El disfrute y el gozo de aprender (y enseñar) se ha perdido entre palabras falsas como entusiasmo, metodología y predisposición. ¿Alguien las ha sentido alguna vez cuando redacta esos currículos, esas normas, esas reglas, esa forma anticuada de liquidar la originalidad?

Decía Ken Robinson que la escuela mata la creatividad y sé que algunos lo han criticado durante todo este tiempo por algunas de sus obras donde sostiene lo mismo. El elemento no deja de ser un compendio de ejemplos sobre gente a la que le iba mal en el sistema educativo y, al final, cuando confió en sus posibilidades, triunfó con aquel talento que no le dejaban desarrollar. Parecen fábulas reales o telefilmes baratos con el mismo fin, pero no dejo de pensar, a veces, que es cierto, que liquidamos a muchos genios con esas ganas de convertirlos en parte más de la máquina.



No quiero decir que el mayor problema de nuestra civilización sean las faltas de ortografía, coherencia, expresión... Creo que el mayor problema es la carencia o, mejor dicho, cómo se desaprovechan la creatividad, la educación y la cultura. Chavales que no saben relacionarse, que se conforman con copiar un par de datos de Wikipedia y se ofenden si se lo dices o que no tienen entre sus aficiones perderse en libros, canciones, películas, series, deportes... Hablo de una generación de cadáveres, de muertos vivientes, de la eterna conexión desconectada de las redes sociales, de risas prefabricadas y asco en cada gesto. Hablo de muertos que respiran.

¿Y qué decir del mundo que acompaña a algunos jóvenes? ¿De qué le sirve a alguien la sintaxis cuando le cuesta algo tan básico como escribir su nombre sin faltas de ortografía? ¿De qué le sirve obligarle a memorizar datos si no los comprende antes? ¿Cómo intentar ayudarles a mejorar cuando muchos de ellos son niños mimados o, por el contrario, maltratados? No hablo de erratas o fallos similares, hablo de dejadez, de años pasando de curso entre repeticiones, de una sociedad que los ignora, porque muchos se han agotado y otros han mirado a otro lado. Los estándares siguen bajando, no se sabe bien cómo acercarlos a la realidad y muchos han perdido el norte. No quiero que suene a discurso de abuelo gruñón, sé que hay posibilidades, pero vaya tormenta ante nosotros, ¿no? Qué panorama, ¿eh?

Lo peor es que noto una alarmante falta de pasión hacia la vida real y la lectura, la escritura y todos los campos artísticos, hacia las humanidades. Algunos dirán que esto es una falacia, que, como es el mundo donde me muevo, pues claro que lo defiendo y omito otros; yo pediré que, por favor, me permitan que hable de aquello que me gusta y explique lo que percibo. Vivimos en esa época donde las matemáticas y otras ciencias son vistas como la clave del éxito, más incluso cuando entramos en el campo de las económicas, donde parece que lo más seguro en este mundo es estudiar medicina o montar una empresa. Da igual que tus pasiones sean otras, las letras no dan de comer. ¿Por qué? ¿Por qué no cambiarlo? ¿Por qué al menos no regalarles un poco de esa capacidad para descubrir? ¿Por qué nos cargamos filosofía? ¿Por qué solo se recurre al examen? ¿Por qué vivimos solo de prejuicios?

Me niego a pensar que no haya gente que siente pasión por la economía o por la medicina, creo que la hay, pero no es eso lo que critico, lo que critico es la actitud que reniega de otros campos. Sería muy idiota por mi parte decir que no hacen falta médicos o investigadores. Acaso, cuando enferme, ¿adónde iré? ¿Al doctor en medicina o el doctor en filología? Está clara la respuesta. Me refiero a cuando las aspiraciones de algunos padres hacia sus hijos hace que estos sufran una pesada carga que impide que descubran otros mundos donde también pueden completarse y definirse como seres humanos.

Matamos a la curiosidad y creamos autómatas. Gente a la que no le importa leer, saber del mundo que le rodea, conmoverse... Lo importante es el aquí y el ahora, que botón presionar y qué hacer a continuación para recibir el cheque, comprar un nuevo sofá, vivir como todo el mundo vive y morir como todo el mundo se supone que debe morir... Es crucial mentir sobre una pasión nunca sentida ni preguntarse nada más que aquello que se supone que debemos hacer: seguir el camino predefinido.

Hace poco, hablaba sobre la posibilidad de empezar un comentario de texto con una pregunta, utilizar expresiones propias, jugar con la estructura, el vocabulario, la vinculación a diferentes artes, el enriquecimiento de lo que escribimos más allá de lo ya establecido... No he notado que nadie sintiese entusiasmo por salirse del camino, de la seguridad, buscar algo distinto, ser ellos... Se presiona a toda una generación con aprobar exámenes, no con aprender y disfrutar haciéndolo. Poco importa que lleven sin leer un libro desde hace meses. Mucho menos que se pasen el resto de su vida sin redactar y que, cuando en sus manos caiga una hoja de reclamación, no sepan qué poner. Poco relevante es que estas personas jamás puedan convertir sus pensamientos en algo escrito, artístico o no, o que sean capaces de expresarlo con palabras. Les estamos impidiendo su derecho a ser personas vivas, porque la comunicación es fundamental.

Hay esperanza en algunas personas que consiguen escapar de esta máquina de fabricar clones, de este enorme campo de exterminio, de este matadero en el que se está convirtiendo el mundo (si es que alguna vez no lo ha sido). Veo tanto mal que creo que la fábrica funciona para dicho fin, no para otro; no creo que el error de fábrica sea ese chaval inculto que sonríe, haciendo gala ostentosa de esa estupidez porque es lo que el mundo le obliga a ser y lo ha aceptado sin rechistar. Pienso que los errores de fábrica son esos chicos y chicas que leen, que aún tienen sangre en las venas, que son capaces de algo más... ¿Cuánto tiempo durarán antes de que el sistema los machaque, los cambien, les pongan precio y los señores de los mercados los dejen en venta o los retiren definitivamente? ¿Cuánto? ¿Qué clase de genocidio es este?

Pero ¿qué más da cuando vivimos todos en un cementerio donde cada lápida es un gran rascacielos? ¿Qué más da cuando vivimos todos enchufados a un móvil que bien podría ser el ataúd donde yaceremos? ¿Qué más da cuando no leemos y preferimos arder entre el Internet, el examen aprobado y la meritocracia? ¿Qué más da cuando sonreímos para una foto y creemos que estamos vivos cuando solo somos cadáveres que aún no nos hemos percatado de ello?

No me daré por vencido, no. La imaginación espera para revivir al que la quiera abrazar. No es fácil. No es simple. Dolerá y destrozará los viejos paradigmas. Es complicado despertar. ¿Sobrevivirás o volverás a la cueva? Nadie dijo que fuera sencillo estar vivo. Nadie. Y menos mal.

4 comentarios:

  1. Protesto por cierto prejuicio contra los clones, no me parece una adecuada metáfora.
    Las críticas a la educación han aparecido en Pink Floy The Wall.
    También hay otro tipo de enseñanza, la que se elige, a lo mejor es menos formal. Pero también tiene su nivel de exigencias. Como un taller de historieta, estoy en eso, es algo que mencionaré alguna que otra vez. Y me sentí muy vivo en unas sesiones de modelo vivo, en que asistí como estudiante. Especialmente en alguna.
    Y me sentí vivo presentando una historieta, bien realizada, que salió en un fanzine. Fanzine anual que se financia con las ventas.

    He notado que mis lecturas que han dado alguna alguna que otra ventaja, para hacer historietas.

    Puede haber interés por las matemáticas, son parte de ciencias muy interesantes. Y también tiene su desafío dedicarse a las ciencias, hay que esperar alguna beca. No es lo más apropiado para prosperar.
    Pero hay gente que tiene pasión por eso. He visto, en un programa de difusión, a una científica hablando de ondas gravitaciones. Con que entusiasmo, felicidad, hablaba del tema.

    Saludos.

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    1. Los clones, según la visión clásica, tienen un comportamiento estándar, otra cosa es que me vayas a citar Orphan Black y cosas así, pero vaya, es una metáfora. Es como si te digo "era oscuro como la noche" y me dices "he visto noches que no del todo"... ¿La excepción confirma la regla? Bueno, ya sabes.

      Sea como sea, hablo del sistema educativo oficial, el que tiene todas esas reglas, al que te obligan a ir, y, bueno, la sociedad que tenemos por aquí. Quizás fuera es distinto o yo soy pesimista.

      En cuanto al tema de las matemáticas y las ciencias no creo que deba justificar mi opinión más de lo que ya la he justificado. No niego que haya gente que sea feliz en esas áreas, no soy tonto. Lo que sí digo es que existe un prejuicio según el cual, a veces se las pone por encima y se niega todo lo demás... Vaya, creo que la tesis está clara.

      ¡Saludos!

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  2. Erichz (a través de RRSS)10 de abril de 2017, 13:52

    Profundo y acertado querido amigo. Nos hemos centrado tanto en lo mal que se ve el panorama, que hemos olvidado de la importancia del inviduo. Me has hecho recordar esas palabras que dice ezio (si, el del juego de ac) "...debemos ser los pastores de nuestra propia civilización..."
    Un saludo y buen dia.
    Pd. Disculpa mi forma de escribir unu!

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    Respuestas
    1. Estoy de acuerdo en lo que dices, compañero. Debemos cambiar esto. No es fácil, pero hay que hacerlo.

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