LA NOCHE EN LA QUE FUIMOS INVADIDOS POR MARCIANOS
¡¡¡PÁNICO!!!
¡¡¡HORROR!!!
¡¡¡MIEDO!!!
¡¡¡MUERTE!!!
¡¡¡TERROR!!!
¡¡¡…VENIDOS DEL ESPACIO!!!
Fuimos invadidos por los marcianos el 30 de octubre de 1938. Supongo que lo sabréis, aunque quizás no os hayáis dado cuenta… No al menos del todo. Hoy se cumplen setenta y dos años desde que los marcianos nos invadiesen. No es una mala fecha para que lo recordemos.
La noche antes de Halloween, una radio perteneciente a la CBS fue la primera en recoger la primicia. Pese a que a aquella hora la gente prefería escuchar otras cosas, aquel día las cosas cambiaron Los extraterrestres habían comenzado la invasión.
—“Señoras y señores, les presentamos el último boletín de Intercontinental Radio News. Desde Toronto, el profesor Morse de la Universidad de McGill informa que ha observado un total de tres explosiones del planeta Marte entre las 7:45P.M. y las 9:20P.M”
Las personas abandonaron el lugar donde se encontraban para escuchar la radio. Los estadounidenses estaban horrorizados. Si no fuese poco el rumor de la guerra que en aquel año devoraba su mundo, ahora el monstruo venía de Marte y sin presentar misericordia alguna. La histeria, como era lógico, estalló. Nueva Jersey fue el primero en sucumbir al miedo de la conquista de los seres venidos de Marte.
Una voz sombría del locutor de la radio le dejó claro:
—“Ahora sabemos que, desde comienzos del siglo XX, nuestro planeta está siendo vigilado muy de cerca por inteligencias más desarrolladas que la humana”.
Los gases y los rayos caloríficos de los monstruos, avanzando en máquinas con forma de trípode, avanzaban hacia Nueva York para tomar Estados Unidos. La advertencia de que uno de los meteoritos caídos había matado a más de mil personas fue la gota que colmó el vaso y terminó de crear un terrible caos. Los marines fueron reunidos en Nueva York, las familias huían con toallas mojadas para no inhalar los gases alienígenas, muchos vehículos fueron abandonado en medio de las carreteras,
Policía, ejército… Nadie, absolutamente nadie podía parar a los monstruos venidos del espacio y que avanzaban sin encontrar resistencia…
Una a una, cada ciudad iba sucumbiendo ante el avance de unas criaturas que no tenían ningún límite y habían venido a exterminarnos para tomar nuestro planeta.
Mientras que un periódico podía suponer frialdad, la radio tenía una capacidad emotiva y de rapidez inimaginable. La radio te pide que evoques imágenes, la radio te entregaba al horror que podía estar a punto de pasar al lado de tu puerta.
Eran unos tiempos más inocentes. El mundo aún no había comprendido la existencia de algo que se llamaría televisión. La radio estaba demostrando un poder muy grande, sólo inferior al de los invasores de Marte.
Y el programa llegó a su dramático final. La invasión parecía haberse consumado y los extraños seres de las estrellas habían vencido...
... Hasta que los gérmenes de nuestro planeta, sólo eso, mató a aquellas criaturas y nos devolvió la paz… Una invasión que nadie debería haber olvidado, porque ¿quién sabe si ahora mismo estamos siendo observados por una inteligencia superior que prepara su estrategia contra nosotros?
Finalmente, a las 8.48 p.m., la Asociación de la Prensa remitió una nota donde quedaba claro que todo había sido una dramatización de radio que había causado el pánico debido a que muchos de los oyentes no habían estado oyendo la radio cuando se advirtió de ello. Los periódicos no tardaron en tirarse al cuello y aprovechar para echar por los suelos a la radio, una lucha entre ambos medios que resultaría bastante encarnizada. Muchos de estos diarios llegaron a calificar de personas de escasa inteligencia (por decirlo educadamente) a los que escuchaban la radio.
¿Y quién era el culpable? El Teatro Mercury, los que habían elaborado aquella farsa junto a Howard Koch, el guionista de Casablanca (que se estrenaría cuatro años después). Sin embargo, el principal cabecilla era Orson Welles. Él, con sólo veinticuatro años, aterrorizó así al mundo con una simple dramatización para radio de la novela La guerra de los mundos H.G. Wells.
Mientras que a Welles se le llegó a perdonar y se le catapultó al éxito, Radio Quito repitió la jugada en Ecuador, aunque le salió mal: la policía, al descubrir que era una “broma” se desatendió de ayudar a los artistas, que seguían dentro cuando un grupo de personas enfurecidas quemaron la sede de Radio Quito.
Para la posteridad queda la frase del final de la emisión de Welles:
“Recuerden en los próximos días la terrible lección que han aprendido esta noche: (…) si su timbre suena y no hay nadie allí, no era ningún marciano, esto es Halloween”.
Hoy se cumplen 72 años desde que empezamos a tener miedo de verdad hacia el horror que podía haber más allá de la cúspide celeste. Este monumento en Woking (Inglaterra), elaborada por Michael Condron, recuerda el evento.
Muy interesante! La verdad que Welles la lió a lo grande. Un gran ejemplo de cómo la radio puede influirnos a través de las imágenes mentales que provoca en los oyentes.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Sophie S., tanto por tu gota de sangre (tu comentario) como por tu opinión.
ResponderEliminarConsidero que es una de las cosas más curiosas que pude descubrir en su día, hace tiempo, y no podía dejar escapar esta fecha, este año.
Yo también creo que la radio tiene una gran fuerza, por encima de periódicos y televisión, o al menos en un aspecto diferente.
Muchísimas gracias =)