Dudo de que Robert E. Howard llegase a pensar en la influencia que tendría su personaje de Conan en el futuro de la literatura pulp que representó el cómic. Lejos de la visión hipertrofiada de las películas que buscaron “adaptar” su obra, en los relatos originales hallamos una lucha entre el salvajismo y la sociedad, siendo muchas veces, la segunda, el fruto del auténtico mal. La fuerza de esta y otras ideas alrededor del cimmerio ha llevado a la creación de toda una caterva de bárbaros que han asombrado con sus aventuras de espada y brujería a la mayoría de lectores. Thorgal podría formar parte de ella, pero pienso que sería quedarse en lo superficial.
La leyenda de Thorgal
Conocí a Thorgal como se conocen las mejores cosas de la vida, como los pósteres molones de pelis cutres o las reseñas de capítulos chuscos (más chuscos si cabe) de Xena o Hércules, a través del blog de Tipo de la Brocha. Y puedo decir que sin la guía de este sensei con nombre heredado de Monkey Island, no podría haber descubierto las bondades de Thorgal. Así que gracias, maestro de la brocha.
En este cómic europeo que comenzó a publicarse en los años ’80, J. Van Hamme y G. Rosinski nos cuentan la historia de su protagonista, Thorgal, un hombre criado entre vikingos que se ve obligado a convertirse en guerrero por culpa de los personajes que lo rodean. Lo conocemos por primera vez en uno de sus puntos más bajos: cuando su suegro, el jarl Gandalf el Loco, lo encadena a una piedra en la costa para que muera cuando suban las aguas. Todos hemos tenido problemas de familia, ¿no?
Sin embargo, será salvado por una extraña hechicera a cambio de que quede bajo su servicio durante un año. Thorgal, con tal de vivir y recuperar el amor de Aaricia, acepta. (Lástima que no se aprovechase más esta premisa, por cierto).
Ese es solo el punto de partida de un sinfín de aventuras que actualmente se han recopilado en tomos de lujo de Norma que agrupan cuatro de los volúmenes actuales además de extras como portadas, ilustraciones, bocetos y textos relacionados con el germen de esta historia que si bien es de fantasía, también tiene un importante subtexto histórico relacionado con los pueblos vikingos.
Crítica de #Thorgal, un clásico de la espada y brujería, realizado por J. Van Hamme y G. Rosinski. ¿A qué esperas para descubrirlo? Share on XIntegral 1
El primer volumen incluye cuatro historias: La maga traicionada, La isla de los mares helados, Los tres ancianos del País de Arán y La galera negra.
En La maga traicionada, asistimos a los orígenes de Thorgal, pero también el relato se interrumpe por una pequeña historia sobre una grieta y lo que hay en sus profundidades.
En la segunda, un misterioso guerrero tras un yelmo secuestra a la amada de Thorgal y este emprende su búsqueda, llegando a descubrir quién es realmente (si uno no se queda descolocado tras este momento, es porque tiene una firmeza muy alejada a la mía).
En la tercera, Los tres ancianos del País de Arán tenemos un cuento clásico donde Aaricia acaba convirtiéndose en reina de unos extraños seres que acabarán sometiendo a Thorgal a una duda prueba (curioso cómo mezcla fantasía y ciencia ficción en su último tercio, al igual que el relato anterior).
Por último, La galera negra cuenta cómo Thorgal y Aaricia se han convertido en campesinos y huyen de la violencia, hasta que por culpa de una adolescente celosa y unos guerreros que buscan a un prisionero huido, acabarán enfrentados a un destino fatal que deja todas las piezas colocadas para el siguiente volumen.
Integral 2
Decía Rafael Marín sobre Thorgal en Umbrales:
«Cuesta trabajo clasificar este tebeo: ¿Fantasía? ¿Ciencia-ficción? ¿Tebeo histórico? ¿Aventuras de vikingos? ¿Espada y brujería? Todo eso y un poco más es Thorgal, el heredero de los seres venidos del espacio, recriado como bardo pacifista entre los piratas del mar del Norte, un personaje creado en 1976 por Grzegorz Rosinski y Jean Van Hamme, y cuyas aventuras abarcan hasta el momento sus buenos veinticinco álbumes».
Y, como siempre, el único escritor español que ha escrito para los 4F tenía razón: Thorgal es una suma de conceptos y géneros que, lejos de quedarse en el pastiche, logra contar una buena historia.
El segundo tomo se compone de Más allá de las sombras, La caída de Brek Zarith, El Hijo de las Estrellas y Alinoé, cuatro grandes cómics más que disfrutables, pero que para muchos solo auguraban que lo mejor estaba por llegar. Pero antes de continuar, bien vale pararse a comentar este volumen.
Y es que en Más allá de las sombras tenemos un magnífico viaje por el inframundo donde Thorgal, como Orfeo, intenta recuperar el alma de su amada y su hijo no nato, para después dar paso a una historia de venganza en La caída de Brek Zarith: un relato de espada y brujería que ya querrían muchos personajes del género. Aparte de continuar los trágicos hechos de La galera negra, consigue cambiar de tono con gran facilidad, pasando de la tragedia a la aventura y devolviendo la esperanza a la serie. Además, no se queda “anclada” a un género, como ya he dicho, sino que toca diferentes melodías sin llegar nunca a desentonar.
A continuación, tenemos un ligero parón con El Hijo de las Estrellas, que nos narra varias pequeñas anécdotas de la vida de Thorgal. Aquí J. Van Hamme y G. Rosinski son capaces de mezclar mitología nórdica y space opera, y lo que se podría haber quedado en un batiburrillo indigesto, como las películas de Zack Snyder, alcanza otras cotas gracias a tener a dos narradores superlativos. Y eso que juegan con la retrocontinuidad sobre si Thorgal sabe o no su origen de otro planeta.
Sin embargo, mi entrega favorita de este segundo tomo ha sido Alinoé porque es capaz de narrar una historia de miedo psicológico digna de El resplandor de Stephen King o Rosemary’s baby de Ira Levin, pero en el contexto de espada y brujería de Thorgal. En este número, Thorgal se marcha y cede el protagonismo a su esposa y su hijo (sí, al principio parecían que estaban muertos… pero no). Lo que parece un cuento sencillo se convierte en una obra de terror cuando descubrimos que el pequeño tiene un amigo imaginario llamado Alinoé… pero ¿y qué pasaría si no es un amigo invisible? ¿Y si fuese un monstruo? Magistral cómo los autores construyen un relato escalofriante y, a la vez, claustrofóbico.
Entre el mito y lo humano
Por ello, encontramos una historia que es capaz de contar capítulos que podrían ser leyendas o cuentos clásicos de la mitología nórdica y, por otro, tenemos un dibujo que, aunque resulte clásico, logra ser deslumbrante en su utilización de la narrativa y la potencia visual. No es de extrañar que ya se hable de un videojuego basado en este tebeo que se ha convertido en uno de los más reivindicados de los últimos años, tras décadas siendo publicado. (Y no olvidemos que el lobo del protagonista de Final Fantasy XVI se llamaba, precisamente, Thorgal… En realidad, Torgal… Ya se sabe, el tema de los derechos).
Un aspecto interesante es que los personajes, pese a que parten de arquetipos, pueden llegar a encandilar al lector. Thorgal no es un simple héroe que reparta espadazos: es más, somos testigos de cómo intenta huir constantemente del conflicto, pero el conflicto no huye de él. En Thorgal hallamos un personaje a menudo meditabundo, que se ve víctima de poderes mayores, desde la locura de Gandalf (cómo se nota que Tolkien y Van Hamme sacaron muchos nombres de las Eddas) hasta grietas que llevan más allá del espacio y el tiempo, pasando por misteriosos guerreros capaces de revelar los insólitos orígenes de nuestro protagonista o descubrir cómo el enemigo no cesará en su deseo de aplastar a Thorgal y el pueblo que lo acogió.
A su vez, la candidez de Aaricia puede llegar a gustarnos, aunque acabe metiéndonos en un lío más de una vez. Y podemos llegar a sentirnos cautivados por la maga traicionada o por la guardiana de las llaves que se convierte en un personaje de una gran potencia mítica. Y es que hay algo que hace especial a estos personajes, y es que estamos ante historias muy bien contadas, tanto a nivel gráfico como escrito.
El poder de los cómics
Estamos, por tanto, ante uno de esos cómics que gustarán a los lectores del cómic europeo, pero también de los relatos de Conan y todos sus descendientes, sin olvidar a los admiradores de las culturas nórdicas y las historias de aventuras, intriga y fantasía de corte casi medieval, al estilo del trabajo de Hal Foster.
Pese a que muchos lectores señalan que este tipo de obras suelen ser herméticas y muy lentas, pienso que realmente hay un gran prejuicio tras dicha afirmación: estos álbumes enamoran a primera vista, buscan enganchar al lector y sorprenden por el dinamismo de su propuesta y por cómo han influenciado a autores más recientes. Cualquiera que disfrute del género fantástico literario, disfrutará de Thorgal.
Formalmente, no podemos olvidar eso sí que es una obra hecha también para que los más jóvenes no se pierdan y eso obliga al uso de diálogos y algunos carteles superfluos para la narración, aunque, poco a poco, Van Hamme y Rosinski se van liberando de todas esas concesiones que se le suelen dar al cómic de su época.
Thorgal es, ante todo, un gran relato de aventuras y fantasía en un contexto nórdico que nos hace apreciar la huella de Van Hamme y Rosinski tanto como la de Robert E. Howard en el panorama de la espada y brujería. Y en esta época monstruosa y oscura, nunca está de más esperar que los viejos héroes iluminen un camino tan tortuoso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes comentar mediante nick, anónimamente o con tu cuenta de correo o similar. No almacenamos ninguna información.
¡Muchas gracias por tu comentario!