The Bad Batch es una serie extraña dentro de Star Wars. Es capaz de combinar todo lo ecléctico que ha supuesto siempre la franquicia. Toma los valores de la animación de la saga y los de acción real. Amplía el lore y escribe líneas inconclusas hasta el momento. Es capaz de entregarte un capítulo intrascendente (aparentemente) sobre carreras de vainas y luego te entrega capítulos demoledores sobre la guerra y sus consecuencias. Y todo este zigzag la hace maravillosa.
Si ya en su día comentaba sobre la primera temporada que estaba en contra de las prisas y que pensaba que la serie tenía muchísimo potencial, ahora todo esto ha quedado demostrado con la segunda, que, si bien depende bastante de lo que está por venir, se ha convertido en todo un disfrute semanal y más teniendo en cuenta que su último tramo ha coincidido el mismo día que The Mandalorian.
Explorando la galaxia
En esta segunda temporada, la Remesa Mala se ha enfrentado a pequeñas historias que planteaban la gran pregunta: ¿aceptarán sus personajes abandonar la guerra y darán la espalda al resto de los clones o decidirán que no pueden apartarse de aquel conflicto por el que nacieron?
Y, a su vez, pese a que se ha ampliado el pasado, presente y futuro de Omega, Hunter, Echo, Tech y Wrecker, donde la serie ha brillado con más fuerza es con todos los capítulos dedicados a un Crosshair que no solo es el mejor personaje de la serie, sino que forma parte ya del panteón de los mejores personajes de la saga creada por George Lucas.
Mientras hemos visto crecer a Omega (personaje que, indudablemente, acabará, tras el odio irracional de algunos fans, siendo tan amada como Ahsoka, que también pasó por su particular calvario con el fandom), también hemos visto los paralelismos con un Crosshair que ha cruzado todas las líneas esperadas y nos ha ofrecido una visión oscura de Star Wars y el mismísimo Imperio Galáctico. Entre la música de Kiner, deudora de Blade Runner, y el final del personaje, solo podemos aplaudir las decisiones tomadas con él.
Reunir a los fans
Decía Jon Favreau que uno de los aspectos positivos de Star Wars era que era una obra que podía juntar a toda la familia, desde abuelos a nietos, para ver una nueva entrega de una historia que conectaba generaciones. Eso también lo tiene The Bad Batch y se agradece. Nunca sentimos que sacrifique su corazón y es más que loable. No queda lejos, por ejemplo, cómo Peter Jackson olvidó que sus películas sobre El Hobbit debían ir… precisamente, sobre el hobbit que le daba nombre.
Crítica de la segunda temporada de #TheBadBatch: una magnífica apuesta del Universo Star Wars. Share on XHay fans que catalogan algunos episodios de relleno, pero ocurre de un modo similar a lo que pasaba con Clone Wars: estamos ante un inmenso bufé con cientos de posibilidades. Algunos fans disfrutan más de las tramas aventureras y otros de las tramas de terror o de cualquier otro estilo que aparecían tanto en las Guerras Clon como en The Bad Batch y, para mí, es un punto a favor sobre la gran variedad de la serie y cómo está variedad enriquece las relaciones entre personajes.
El paso al Lado Oscuro
El equipo tras The Bad Batch, deudor de todo el épico trabajo de Clone Wars, además, vuelve a hacer algo que ya habían hecho con las precuelas. Si la serie sobre las Guerras Clon pulió muchas de las tramas de La amenaza fantasma, El ataque de los clones y La venganza de los Sith, ahora tenemos cómo The Mandalorian y The Bad Batch están arreglando todo el desaguisado del clon de Palpatine del Episodio IX, funesta película, demostración de cómo J. J. Abrams ha sido una de las peores cosas que le han ocurrido a la franquicia.
Y no todos son cameos gratuitos como los que nos ofreciese aquel «salvador» de las cajas misteriosas o, mejor dicho, el vendehúmos de Lost. Aunque hay cameos de personajes en The Bad Batch como Tarkin, Krennic o el mismísimo Emperador, todas sus apariciones están más que justificadas, siendo el puente perfecto entre la trilogía de precuelas, la original y las secuelas. Aquí descubriremos qué pasó con los clones, cómo Krennic avanzó en su proyecto, cómo el Imperio tomó forma y cómo Palpatine planificó su regreso mejor que como lo planificaron Chris Terrio y compañía.
Además, la transición tecnológica entre trilogías queda cada vez mejor, gracias a lo visto en The Bad Batch, Andor, Obi-Wan Kenobi y otras series recientes, que narran eventos entre el Episodio III e IV. Este siempre fue uno de los deseos de Lucas con el final de La venganza de los Sith, pero gracias a las siguientes entregas de la franquicia, se ha podido trabajar más este paso de la galaxia hacia la que conocimos en 1977.
El horizonte de Star Wars
Más allá de lo argumental, vuelve a destacar una animación que deja boquiabierto al espectador y un uso de la música de Kevin Kiner que está a la altura de la realizada para los últimos arcos de Clone Wars o la maravillosa Las Crónicas Jedi, que es ineludible para completar también ciertos aspectos de la fascinante saga. Esperemos que, en el futuro, los Kiner puedan también componer para las series de imagen real.
The Bad Batch ha logrado así convertirse en una serie que lejos de quedarse solo en el spin-off, ha logrado ofrecer nuevas perspectivas en la galaxia de Star Wars y desarrollar a personajes carismáticos y únicos, que exploran una gran variedad de temas y tonos.
A la espera de una tercera temporada, la conclusión de la segunda es un perfecto homenaje al desenlace de El Imperio contraataca y al concepto del cliffhanger. Queda por saber qué papel jugará la Remesa Mala en lo que está por venir en el futuro de una galaxia muy, muy lejana.
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