Dungeons and Dragons: Honor entre ladrones

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Una nueva adaptación de Dragones & Mazmorras consigue lo que no consiguió la adaptación de 2000: ser una buena película.

A principios de los 2000, recuerdo ver en un programa cómo anunciaban el advenimiento de una nueva era para la fantasía en la gran pantalla gracias al inminente estreno de dos películas: La Comunidad del Anillo y Dragones y mazmorras (Dungeons & Dragons). Visto con distancia, es la demostración perfecta de que se puede acertar y fallar al mismo tiempo.

Mientras que la primera película de El Señor de los Anillos fue un triunfo mayúsculo, la adaptación del juego de rol fue… todo lo contrario. Tanto que, más allá de los memes con Jeremy Irons y los efectos especiales cutrones, lo interesante de ese film está más en cómo se hizo y el desastre que fue el rodaje que la propia película: actores a su propia bola, un director que nunca quiso dirigirla (solo escribirla)…

Historia de un juego

En 1913, el escritor de ciencia ficción H. G. Wells publicó el libro «Little Wars», considerado por muchos como el primer libro sobre juegos de guerra para aficionados. El autor de La Guerra de los Mundos, El Hombre Invisible o La máquina del tiempo, era un gran aficionado a los juegos bélicos de miniaturas. Una especie de Warhammer, pero sin marines chetados y a comienzos del siglo XX.

No sería el único aficionado, incluso el actor famoso por encarnar a Van Helsing en las películas de la Hammer o al gran moff Tarkin, Peter Cushing, sería un gran coleccionista de estos juegos.

Llegan los dragones

A mediados de los ’70, después del éxito de El Señor de los Anillos, Gary Gygax y Dave Arnerson crearon una variante de estos juegos, que colocaba a los personajes como eje de la historia dentro de un mundo de fantasía. Lo llamaron Dungeons & Dragons y se convirtió en un éxito que trajo un sinfín de nuevos juegos de rol. Solo era cuestión de tiempo que las aventuras roleras dieran su salto a otros campos.

Tras varias películas directas a DVD (que no le importan a nadie) y aprovechando el auge que ha vivido en los últimos años gracias a Stranger Things (Vecna es mucho Vecna) y la reivindicación de eso que algunos llaman cultura geek, Dungeons & Dragons regresa veintitrés años más tarde a la gran pantalla y, por suerte, lo hace con un rotundo acierto.

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Los personajes es uno de los puntos fuertes de la nueva película de D&D.

Una partida de rol

Que quede claro lo comentado en el epígrafe de esta parte de la reseña: Dungeons & Dragons, honor entre ladrones es, ante todo, una partida de rol y una de las buenas. Con un espíritu más cercano a La leyenda de Vox Machina (que nació como una partida de rol online), La princesa prometida o Willow que a El Señor de los Anillos y Juego de Tronos, tampoco duda en hacer desvergonzados guiños a estas últimas con tal de defender que la fantasía puede ser algo más que limitaciones, fronteras o sellos.

Desde el primer minuto, el guion de Michael Gilio, John Francis Daley y Chris McKay hace obvio su fervor por el juego de mesa. Más allá de los guiños a las diferentes campañas y reinos (e incluso a la serie de dibujos de los ’80, al videojuego Baldur’s Gate o Simon the Sorcerer), queda patente en el uso de diferentes secuencias que se van encadenando como las encadenaría un buen master de una partida de rol sin nunca llegar a ser cargante o demasiado hermético (como ocurría con Warcraft hace unos años).

Todo para contribuir a una idea: lo mejor es que la película es movida en todo el momento por el sentimiento de fantasía, aventura y el deseo de ser un encuentro entre los antiguos y los nuevos fans.

Por qué deberías ver #DungeonsandDragones: Honor entre ladrones, nueva adaptación cel célebre juego de rol Share on X
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La película toma los elementos del juego de rol de un modo similar a La leyenda de Vox Machina.

Una banda de perdedores

Si algo ha llamado la atención de los tráileres de Honor entre ladrones es su uso del humor, que a muchos ha recordado a Guardianes de la Galaxia. Y sí, hay cierto aire a la película de James Gunn, pero más allá del humor, está en el deseo del film de hablar sobre la familia.

Esta pandilla de desgraciados compuesta por el bardo Edgin, la bárbara Holga, el hechicero Simon, la druida Doric y, aunque con menos tiempo, el paladín Xenk es, en fondo, la expresión de unos marginados por encontrar una familia. ¿Y no es, acaso, nuestro grupo de amigos, con los que jugamos a rol, una familia de marginados?

Y es ahí cuando entra el discurso del fracaso que suelta Chris Pine y cómo une a estos personajes que recuerda al «somos unos perdedores» que clamase Peter Quill ante su grupo. Ahora, que en 2023, parece que los Guardianes llegan a su final con su tercera entrega, parece que tenemos a una nueva familia de perdedores con estos personajes de Dragones & Mazmorras. Y bienvenidos sean.

Entretenimiento fantástico

Parte de la fuerza de la película yace en un reparto carismático y lleno de fuerza que mantiene el nivel de la película incluso cuando las dos horas de duración pueden llegar a notarse como un sinfín de escenas que no dejan casi respiro o con unos arcos que tampoco son siempre brillantes.

Brilla un simpático Chris Pine (qué Hal Jordan perdimos), Sophia Lillis (que ya brillaba en It), Justice Smith (a quien ya viésemos en Detective Pikachu) y Michelle Rodríguez (en su enésimo papel como chica guerrera).

En el bando de los malos, tenemos a Hugh Grant como el estafador Forge (tan pasado de vueltas que, si en su día se le barajó como Doctor en el revival de 2005 de Doctor Who, ahora habría que valorarlo como The Master) y Daisy Head como Sofina (que aparte de aparecer en Sombra y Hueso, Sandman y ser hija del actor que encarnaba a Giles en Buffy, cazavampiros, sería una perfecta Asajj Ventress de carne y hueso).

Además, hay cameos de Regé-Jean Page como paladín (una divertida parodia del tropo) e incluso un extraño Bradley Cooper (¿cómo los hobbits quedaban tan bien en 2001 y aquí quedan tan… raros?).

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Aventuras, humor y mucho entretenimiento nos esperan en Honor entre ladrones.

Oda al fantástico

Cuando veo una película de fantasía, quiero que me lleve a un nuevo mundo y Dungeons & Dragons lo consigue. Destaca la correcta dirección de John Francis Daley y Jonathan Goldstein. En especial en el plano secuencia donde seguimos las constantes transformaciones de la druida Doric, que, más allá del CGI, es un canto al fantástico y a la improvisación rolera que deja boquiabierto a aquel espectador que sigue maravillándose con la fantasía.

Y es que es interesante cómo, aunque a veces el presupuesto sea un poco ajustado, la película siempre brilla, ya sea por su paleta de colores con una rica fotografía, la recreación de los diferentes reinos de Faerûn o la combinación de efectos especiales hechos por ordenador y fantásticos animatrónicos.

Aunque puede que la música de Lorne Balfe no esté a la altura (salvo su trabajo para La materia oscura, me parece un compositor bastante anodino, como vimos en La rueda del tiempo), tiene sus momentos, sobre todo los dedicados nuevamente a la druida, que sí funcionan cuando se transforma (aunque quizá no hubiera estado de más darle un par de temas más al personaje de Edgin).

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La película de Dragones & Mazmorras ha terminado siendo toda una agradable sorpresa.

¿Habrá futuro para Dungeons & Dragons?

¿Puede que aquel reportaje del año 2000 no se equivocase, solo que hablase de la película de Dungeons & Dragons que se estrenaría veintitrés años después?

Con Hasbro y Wizards of the Coast fardando de las cifras obtenidas por Dungeons & Dragons en los últimos años, el autonombrado como el «juego de rol más importante de todos los tiempos» vive un momento dulce. Y tras las buenas críticas y la campaña de marketing, no nos extrañaría que contásemos con una secuela si la taquilla acompaña.

Mientras un actor como Joe Manganiello busca financiación para un documental o una adaptación de Crónicas de la Dragonlance y otros tan conocidos como Vin Diesel han reconocido su fervor por el juego de rol, cabe pensar que tendremos más aventuras en los próximos años dado cómo un juego que nació para frikis ha terminado convirtiéndose en una de las fuentes de entretenimiento más populares.

Por ahora, lo que es seguro es que Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones ha sido como una de esas tardes en las que quedas con los amigos para jugar a rol y, lejos de aburrirte, te llevas una agradable sorpresa con una de las mejores campañas que has jugado. Es la magia del juego, es el poder del fantástico.

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