Stranger Things ha regresado a Netflix con una cuarta temporada dividida en dos volúmenes. Si bien la tercera temporada me resultó decepcionante, guardo mucho cariño a las dos primeras. ¿Por qué derroteros habrá ido esta nueva entrega?
Me alegra decir que esta cuarta parte de Stranger Things recupera lo mejor de las dos primeras y agrega varios elementos interesantes para la que se supone que será la penúltima entrega de la serie creada por los hermanos Duffer.
Obviando el tono más de cine de aventuras ochentero de la tercera parte, esta cuarta toma lo mejor de Pesadilla en Elm Street, Hellraiser y otros clásicos del terror para así regresar a las raíces que han hecho de esta serie uno de los fenómenos de la conocida plataforma de streaming.
Pesadilla en Hawkins
Puede que la pandemia haya sentado bien a Stranger Things al dar más tiempo a sus creadores para pensar en el argumento. Estos capítulos se perciben como un lógico avance hacia el final, pero que, paradójicamente, vuelve a sus orígenes en un ejercicio de retrocontinuidad. ¿Su fin? Narrarnos cómo empezó realmente la historia antes de cerrarla.
Cuando una obra se pone a jugar con su pasado, corre el riesgo de anclarse en eventos que no necesitan ser explicados y que, a menudo, se cargan el misterio donde los espectadores pueden inventarse su propio mundo. Por suerte, esto no pasa con la serie de Eleven y compañía.
Al centrarse en el miedo y en los traumas de sus personajes, Stranger Things profundiza también en el subconsciente que mueve al espectador. El terror puede paralizarnos, puede destrozarnos, pero debemos hallar un motivo para continuar, como bien defendía el cómic Hay algo matando niños, que tanto me recuerda a esta serie.
Un buen malvado
Si algo echaba en falta en Stranger Things era tener un buen villano y esto lo ha solucionada esta nueva entrega. Sí, el demogorgon, el azotamentes y demás monstruos eran interesantes, pero echaba en falta un villano que fuese capaz de hablar y que tuviese un trasfondo fascinante. Por suerte, tenemos a Vecna, un ser del Mundo del Revés que utiliza los peores miedos de los adolescentes para lograr sus objetivos. Al fin tenemos un villano, no solo un monstruo.
Visualmente, Vecna tiene un poco del Skeletor de la versión cinematográfica de He-Man, aunque también de La Cosa del Pantano de los cómics. En cuanto a su carácter, es una mezcla de Freddy Krueger de Pesadilla en Elm Street (referente de esta entrega en todos los niveles) y Pinhead de Hellraiser. A este cóctel se suma también que las escenas de pesadilla que crea me han recordado a las del Pennywise de la última versión del libro de King.
Y ese es un punto positivo. Cuanto más Stephen King sea, mejor es Stranger Things.
Separando y juntado
Stranger Things 4 crea varias tramas para varios personajes que hemos conocido a lo largo de la serie, a la vez que se añaden algunos nuevos para, por ejemplo, retratar el pánico hacia los juegos de rol que hubo en Estados Unidos en los ’80.
No todas las tramas funcionan igual. Joyce y Murray y su misión de rescatar a Hopper, prisionero en la Rusia Soviética, se siente alargada, aunque se disfruta por el tono más desenfadado, la acción y algunos giros interesantes; además, nos sirve para presentarnos al personaje de Dmitri (Tom Wlaschiha de Juego de Tronos) y el odioso Yuri.
Donde sí veo personajes que pululan de un lugar para otro es con la trama de Jonathan, Mike, Will y Argyle; la trama de los dos fumados se la podrían haber ahorrado y me temo que los guionistas no saben muy bien qué hacer con Will, pese a que se siga sembrando la idea de su homosexualidad, que es interesante; peor parado sale Mike, que no hace gran cosa en esta entrega (seguramente brillará en los dos últimos episodios). O eso espero.
Revelaciones
Mejora mi opinión sobre esta entrega al hablar de Eleven. Pese a que tiene una trama un pelín repetitiva (recuerda mucho a la vista en la primera temporada), sirve para recuperar a varios personajes interesantes (no diré más por los spoilers) y tratar el tema de sus poderes, cosa que, a su vez, funciona para descubrirnos sus auténticos orígenes. Además, nos presentan a un personaje secundario, un guarda, que será un elemento clave en lo que está por pasar.
Pero, sin duda, mi trama favorita ha sido la que tiene a Steve, Dustin, Robin, Max, Eddie y Nancy como protagonistas y que se une a los asesinatos de adolescentes en Hawkins, gracias a ellos conocemos a Vecna -aunque la parte de Lucas me parece más previsible, su hermana Erica se gana su posición como nueva miembro de la banda. Hay mucho del espíritu original de la serie en esta parte de la historia y se agradece, sobre todo cuando nos presentan el pasado de la mansión Creel.
Eso sí, es inevitable reconocer que Stranger Things es una de esas series a la que todo espectador con ciertos conocimientos de guion ve sus andamiajes. Uno puede resolver alguna trama antes de tiempo dada la «manía» de sus autores de sembrar cada una de sus consecuencias, pero, tanto para este sector del público (minoritario) como para el resto, es ampliamente disfrutable.
Superproducción en serie
Un punto que me temía de esta cuarta temporada era la duración de los episodios. El ritmo de la tercera no me había gustado y Netflix tiene la manía de alargar algunas de sus series con tal de llegar a un número específico de capítulos. Por suerte, contra pronóstico, no se me ha hecho nada larga aunque cada capítulo dura una hora y veinte, como si fuese una película, incluyendo un episodio final que supera las dos horas.
Y es que se nota que Netflix, pese a sus crisis de suscriptores, ha optado por apostar por Stranger Things y, aparte de dar libertad a sus creadores, también les ha dado más presupuesto: a la fotografía, los efectos especiales o la música, se le añade el trabajo de directores como Shawn Levy o Nimród Antal, que han logrado que la serie luzca como una superproducción.
Si hablamos de Stranger Things, hablamos también de su disfrutable música. Más allá de la compuesta para la serie, la playlist de esta producción es seguida por cómo recupera numerosos éxitos de los ’80. Vuelve a ocurrir en esta temporada, donde brilla el tema Running up the hill de Kate Bush (líder en Spotify gracias a la serie), pero también las composiciones de Philip Glass, al que ya escuchamos en la primera temporada. Y solo por poner dos ejemplos.
Segundo volumen
El 1 de julio se estrenó el segundo volumen de la cuarta temporada, compuesto por dos episodios Papá y El plan.
La división se comprende, por un lado, para lograr más expectación por parte del público: si se hubiera visto la temporada entera, seguramente capítulos como el dedicado al origen de Vecna del primer volumen, no hubiera resultado tan impactante.
Por otro lado, ha servido para que la serie no muera tras ser vista de una tacada y haya resistido los debates durante un mes más en redes. Uno de los problemas de la plataforma es que estrenan una serie y, tras una o dos semanas, ya nadie la recuerda. Por tanto, se entiende: Netflix no invierte doscientos millones en una temporada para que se olvide tras un par de semanas, y más tras la crisis de suscriptores que ha vivido.
Centrándonos en lo argumental de estos dos últimos capítulos, los hermanos Duffer preparan todas las piezas del tablero para el final de la serie que será la quinta temporada, salvo sorpresa. El penúltimo capítulo cierra varias líneas argumentales y acaba con una pregunta sobre quiénes no resistirán el enfrentamiento final contra Vecna, que bien recuerda a It.
En cuanto al episodio final, es una película de dos horas y media que mantiene la tensión y entrega algunos momentos conmovedores. A los Duffer les gusta presentar y despedir a sus personajes y, quizá, esa parte se siente un poco más alargada; a su vez, se percibe el ardid: los personajes hacen planes y estos siempre salen mal, y cuando se repite constantemente la estrategia, a veces se le ven los hilos.
Pero eso es todo lo negativo que puedo decir de unas dos horas y media que convierten esta cuarta temporada de Stranger Things en mi favorita de la serie. Disfrutamos de los personajes, nos emocionamos con su viaje, sufrimos el miedo que nos impone Vecna y vemos cómo los Duffer se atreven a golpearnos. Para mí, son una lección como autor.
Ahora queda mirar al reloj y esperar a ver cuándo tendremos la quinta temporada. Solo espero que no sea el reloj de Vecna…
Conclusiones
Monstruos… Mundos paralelos… Experimentos secretos… Misterios… Música de los ’80… Juegos de rol… Colegueo… ¿Cómo no iba a gustarme Stranger Things si incluye algunos de mis elementos favoritos? Lo bueno es que no tiene que vivir solo de los guiños a Stephen King, los X-Men, el cine de los ’80 y otros aspectos que me gustan, también es importante lo que me están contando.
A riesgo de jugar con el factor nostalgia, como lo hace toda la serie, creo que esta cuarta temporada sí lo hace mejor que en su tercera entrega, porque aquí me importa la historia que me está contando y no siente que se esté dando vueltas sin más. Además, emociona y sigue significando algo para el espectador que ama sus referentes, pero también lo que nos está contando.
Hay muchos aciertos en esta cuarta temporada de Stranger Things que, si bien no es perfecta, recupera el buen rumbo de sus dos primeras entregas y nos prepara para una quinta temporada donde esperamos que los Duffer cumplan con todo lo que nos ha prometido.
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