Jibaro, el cortometraje de Alberto Mielgo, es toda la demostración del nivel que alcanza la serie Love, Death + Robots en su tercera temporada. Sin duda, estamos ante una de las series antológicas más interesantes de los últimos años y una de las mejores de animación, terror y ciencia ficción.
Jibaro nos sumerge en la historia de unos conquistadores que llegan hasta un lago donde les esperan grandes riquezas, su particular dorado. Esta fortuna es custodiada por una criatura con aspecto de mujer. Cubierta de joyas, como si fuese un dragón, su canto provoca que los hombres enloquezcan. Pero en esta comitiva hay un joven sordo incapaz de caer en su hechizo.
El paraíso perdido
Desde la mitología clásica, sobre todo la griega, aparecían las sirenas como figuras funestas capaces de llevar a la condenación a los marinos que escuchaban su cántico. Desde La Odisea y otros mitos clásicos, pasando por cuentos como los de Hans Christian Andersen, hasta películas recientes como El faro, hallamos el poder de este ser mitológico que jamás nos ha abandonado.
A su vez, Jibaro recupera las leyendas como El Dorado y la historia a través de la conquista del Nuevo Mundo para plantearnos cómo los seres humanos se enfrentan a la naturaleza con tal de obtener el máximo beneficio, sin temer ser crueles o inmisericordes. Una especie de relación tóxica y visceral que acabará con todo.
Y, del mismo modo, a través de guion nos plantea lo siguiente: una sirena es capaz de hacer enloquecer a todos con su cántico, pero ¿qué hará cuando luche contra ella alguien que no puede oírla? Una interesante premisa que funciona sin necesidad de diálogos.
Visceralidad y fábula
Con guion del propio Alberto Mielgo, Jibaro es un viaje visceral hacia la condena del ser humano: los hombres destruyen la magia con su mera presencia. Su deseo, su anhelo, los conducen a la autodestrucción.
Jibaro se presenta como una experiencia visual y sensorial. Los primeros planos, los movimientos de cámara, y la sensación de ingravidez proporcionan una imagen de caos que apoya todo el mensaje de esta fábula con elementos de terror.
El apartado visual es sobresaliente, llegando a cotas de hiperrealismo (aunque algún movimiento no sea tan fluido como se espera). No es extraño que Netflix haya apostado por Jibaro a la hora de vender esta nueva temporada. Por su parte, el diseño de los personajes y del escenario hacen que estemos ante uno de esos cortometrajes que conectan con la imaginación del espectador.
También se merece una mención la banda sonora de Killawat. La composición agrega un nuevo trasfondo a Jibaro, ya que el propio poder de su protagonista es su capacidad para utilizar sus gritos como un aciago canto, muy alejado de la falsa belleza de la melodía de una sirena.
Jibaro nos habla de la conquista de América, pero también de la conquista con la que el humano mata lo fantástico. Share on XLa danza de las sombras
En Jibaro hay melancolía y destrucción, amor y muerte, pobreza y esplendor, rabia y ensueño. Y, como las grandes obras artísticas que lindan la fantasía, no es solo un cascarón, sino también un planteamiento de la grandeza de la ficcionalidad en nuestras vidas. La capacidad de encontrarle más moralejas lo hace todavía más impresionante.
No es sencillo conseguir el frenesí de Jibaro, ese aire pesadillesco que impregna todo el cortometraje, pero Mielgo y su equipo lo logran a través de una perfecta suma del arte audiovisual. Pagaría por ver este cortometraje en la gran pantalla, donde se tiene que convertir en toda una experiencia sensorial.
Además, Mielgo se ha convertido en uno de los directores a seguir. Jibaro es una demostración más. Si ya había debutado con The Witness dentro de la serie (un frenético cortometraje de una testigo de un asesinato que huye de su enemigo), recibió el Oscar por El limpiaparabrisas, otro cortometraje donde el madrileño dejaba clara su capacidad audiovisual.
Regresando a Jibaro, como muchas de las historias de Love, Death + Robots, tiene ese aire de cuento de terror que bien podría aparecer en una antología de una editorial como Valdemar o en podcasts como Cuentos del Bosque Oscuro o Noviembre Nocturno.
Conclusiones
Si Bad travelling (Mal viaje) de David Fincher ya nos había demostrado la calidad de esta nueva temporada de Love, Death + robots, Jibaro de Alberto Mielgo de un arrebato artístico espeluznante y sobrecogedor, que lleva el género un paso más allá. No solo cuenta una buena fábula, sino que también demuestra la importancia de cómo contarla a través de imágenes magníficas.
Esta tercer volumen de Love, Death + Robots nos ha dejado capítulos fantásticos como este Jibaro. En esta tanda de episodios, salvo cierto delirio de testosterona y lobos robóticos, considero que ha estado a la altura con varias historias sobresalientes y otras muy decentes (como la escrita por Joe Abercrombie). Lo que es seguro es que es una cita ineludible para todos los amantes del fantástico. Estamos de enhorabuena. Jibaro no es un canto de sirena. Es una obra de arte.
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