El 11 de enero hará un año desde que toqué fondo. No era la primera vez, pero ese día empezó a fallarme la pierna derecha. No sería hasta abril cuando empecé a mejorar, pero durante ese tiempo, temí lo peor. Me hundí en un pozo. Había días en los que no comprendía qué me pasaba ni cómo me sentía. Y estar en esa negrura no ayudaba. No quería saber nada de nadie, no quería pensar en nada, no deseaba contar historias porque ¿de qué servía?, y lo peor era guardar silencio, porque creía que daba igual lo que dijese y si decía algo, ¿valdría la pena? ¿Cambiaría la realidad un ápice si quiera? Mi silencio o mi palabra valían lo mismo: nada. Ahora que lo pienso, estos son signos inequívocos de haber caído. En ese momento, solo eran parte de mi vida y es que, cuando estás en la oscuridad, no eres capaz de recordar ni si quiera un atisbo de luz… Es más, no queda luz ni siquiera en tu memoria. Mi única forma de escapar de ese agujero fue el arte. Películas, libros, cómics, mis historias, mi web… y los podcast.
En la caverna del rancor
A lo largo de estos años, los podcast se han convertido en mis compañeros. Mi novia debe estar harta de verme (o, mejor dicho, escucharme) siempre con ellos: en el coche, en la cocina, en el estudio, en el camino al trabajo… No me pondré a decir cursilerías como «la magia de las ondas» y todas esas muletillas que alguna vez no tuvieron que saber a chicle mascado, pero sí debo decir que los podcast me entretienen, me enseñan y hacen que encuentre a gente que habla de temas que me interesan. Ningún medio generalista va a dedicarse a hablar del último capítulo de tu serie favorita o a hablar de una autora de fantasía que nadie lee en tu país. En un podcast sí.
Aunque ya los escuchaba antes, hubo un detonante allá por noviembre del funesto 2020. Recuerdo estar en el instituto donde fui jefe de estudios (dichosa la hora en la que se me ocurrió…). Un compañero de Historia se me acercó y me preguntó si me gustaba Star Wars. Imagino que mi cara de wookie me delata, pero también ir con camisetas de Star Wars (son la mayoría de mi vestuario). Le dije que sí y me recomendó escuchar el podcast donde participaba, La Fosa del Rancor.
Ya lo he contado alguna vez, pero gracias a The Mandalorian volví a enamorarme de Star Wars, que fue siempre mi primer amor, y eso me ayudó a comprender por qué era tan necesaria la esperanza (de dicha cuestión hablé al comentar el videojuego Jedi: Fallen Order, que trata en realidad sobre un antiguo Jedi lidiando con el lado oscuro… de la depresión).
Mentiría si dijera que la Fosa no fue uno de mis refugios durante esa etapa de rehabilitación, esfuerzo y reconstrucción que viví de enero a abril de 2021 (y, en realidad, hasta ahora). Además de todo lo bueno de la saga, en ese programa tienen unos grandes participantes y a varios de ellos tengo la suerte de considerarlos amigos, aunque lo sean por vías virtuales (lo siento, Charlie Brooker), como es el caso de Señor Púrpura.
Una oferta irrechazable
A Juanjo (J. J. o Sr. Púrpura, tiene varios nombres, como Spider-Man) ya se lo he comentado, pero es de lo mejor que he tenido en 2021. No solo adora el arte en cualquiera de sus vertientes, como la literatura, el cine o los videojuegos (sí, los videojuegos son un arte)… sino que también le fascina la mitología, el simbolismo y el significado de las historias. Sus inquietudes son mis inquietudes y, durante este tiempo de reconstrucción, ha estado ahí ayudándome, incluso cuando le asaltaba con dudas sobre la última novela con la que llevo meses luchando. En serio, le he llegado a enviar larguísimos archivos explicándole la construcción de mi obra y exponiéndole errores y él me ha mandado audios extensos donde me animaba a seguir adelante cuando amenazaba con dar un salto triple mortal al pozo del que he intentado salir durante estas semanas. No puedo estarle más agradecido por todo lo que me ha ayudado.
Hace unas semanas, Juanjo me propuso formar parte del podcast Cíclopes y Minotauros, el cual yo seguía como oyente. Iba a ser rebautizado con el título de Viajeros de la Noche, en honor al título en español de esa joya del cine de vampiros que es Near Dark (y ya sabéis que el vampirismo en cualquier forma artística es una cuestión que me fascina). Fue una oferta que, como dijo un sabio, no podía rechazar.
No estamos solos. Dirige el programa Adrián Massanet, escritor, narrador y crítico al que leo desde hace años y al que le tengo un grandísimo respeto (¡cuántos debates tuvimos los colegas de la facultad sobre sus críticas mientras estudiaba la carrera de Periodismo hace ya más de una década!). Lo que es cierto es que es uno de esos autores capaces de hacerte pensar. Y escasean. En esta época, las críticas suelen dividirse en gente que adora lo que sea o gente que odia sin más, pero hay pocos que sean capaces de escribir reseñas, críticas y estudios que te hagan aprender y descubrir cómo funciona el arte. Ya no hay argumentos, solo cotorreo. Ojo, no te hablo de compartir la misma opinión que su autor; a menudo, me temo, no comparto las opiniones generales de Adrián (un servidor no puede ser perfecto…), pero siempre, SIEMPRE, me hace pensar y me enseña algo en lo que no me había fijado. Esos dos puntos deberían ser ineludibles de una buena crítica y doy gracias a que él siempre lo consiga. Es un placer que cuente conmigo para el podcast.
Energía y caminos
Cuando me propusieron el podcast, estaba bien anímicamente. Se acercaban las vacaciones de Navidad, había corregido todo lo que tenía que corregir de clases, estaba leyendo varios libros sobre escritura, me estaba proponiendo cosas nuevas… Pero no es la primera vez que tengo un gran ataque de entusiasmo que luego mengua hasta volverse efímero. A los juntaletras nos ocurre mucho. Nos pasamos toda la noche escribiendo nuestra historia, nos vamos a la cama pensando que es magnífica, y, cuando nos levantamos, pensamos que la historia es un adefesio. Es lo que llamo la resaca del escritor, salvo si eres Bukowski (entonces tenías otro tipo de resacas).
Antes de grabar el primer programa, pensé: ¿y si el entusiasmo no sirve de combustible? Cualquier trabajo artístico (o cualquier acción larga, me atrevería a decir) requiere de energía que no podemos agotar sin más, pero no tenemos tampoco un medidor que nos avise de que nos quedamos sin gasolina. Sin embargo, el pasado martes, cuando empezamos a grabar y hablamos sobre lo mejor de aquel insólito 2021 que abandonamos hace poco, fue como hablar con dos grandes amigos durante tres horas. Y la sensción al terminar es que podríamos estado otras tantas. Y lo estaremos en siguientes programas. Os invitamos a escucharnos, a viajar con nosotros en esta eterna noche.
En Viajeros de la noche hablamos de cultura, de lo que nos gusta, de lo que no, de las rarezas, de los fenómenos, de las esperanzas, de las tragedias…, pero, ante todo, hablamos desde el inmenso amor que sentimos hacia las historias en cualquiera de sus vertientes: literatura, cine, cómics, videojuegos… En estos tiempos de «cultura» snack, de consumir la cultura como si fuera comida rápida (para echarla lo antes posible para devorar la siguiente dosis), es un placer paladear sin prisas y disfrutar de aquello que nos causa deleite, de pensar en el porqué, de investigar cómo los mecanismos artísticos funcionan… Y así, casi sin pretenderlo, rescatamos la idea del arte como tabla de salvación, como lo fue para mí y ojalá lo sea para alguien que nos escuche, porque sé que hay más gente que se siente así. No estamos solos.
Imaginación y arte
No quería que este post se convirtiese en autobombo. Quería reflexionar sobre el proceso de reconstrucción que he vivido y sobre cómo el mundo del podcast me ha ayudado. Quería hablar también sobre el entusiasmo y la pasión que siento de nuevo en estos momentos por aprender. Y quería hablar de lo inmensamente feliz que me hace Viajeros de la Noche. Creo que he logrado lo que quería.
No lo digo por decir. La historia que llevó más de un año queriendo escribir (y que recoge fragmentos de las historias que empecé a escribir con nueve años, hace más de dos décadas) es una oda a la imaginación, que no es otra cosa que la energía del arte y el arte no es otra cosa que aquello que da sentido a mi vida. Sin imaginación, sin arte, no nos queda esperanza y, para mí, es una gran fortuna poder formar parte de un podcast donde se habla precisamente de aquello que hace que las cosas valgan la pena.
No todo es feliz. Que nadie piense que me he vuelto un optimista redomado. El panorama artístico es un parámo oscuro, un erial, pero nos internamos en esa noche y aguardamos algún día encontrar la luz. Mientras, viajamos, viajamos en la noche, pero no lo hacemos solos. En ocasiones, creemos ver aquello que anhelamos: la luz, el destello, de una obra que nos guía.
¿Y tú? ¿Lo ves? ¿Lo escuchas? ¿Nos escuchas?
Ven con nosotros. La noche aguarda. Viajemos a través de ella.
https://open.spotify.com/episode/2gDK83DgRcqzEy5l59omNB?si=UYwyyU_nRM-996w2Dgc_Cg
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