¿Por qué nos gusta pasar miedo? ¿Por qué nos deleitamos escuchando, viendo o leyendo una historia terrorífica, donde sus protagonistas están condenados a vivir el más trágico y cruel de los destinos? ¿Qué posee el escalofrío de contar y leer una buena historia de terror? Preguntas que, tarde o temprano, todos los seguidores del género fantástico nos hemos hecho y no me cabe duda de que un escritor como Cristian Blanco sabe la respuesta. Nos la revela con cada una de sus historias.
Neil Gaiman también sabe del terror. Y de muchas cosas más. El autor de Objetos frágiles o Sandman decía que se hizo periodista porque eso le permitía hacer preguntas sobre todo aquello que le interesaba. Estoy de acuerdo. Regresar a las entrevistas me permite descubrir historias como la siguiente, historias de un escritor como Cristian Blanco que ha concebido un mundo oscuro a través de sus novelas.
Siguiendo la estela de sus autores favoritos, como Stephen King o Clive Barker, Cristian Blanco ha creado macabras pesadillas en tinta y papel como Sonrisa de madera, Poseídos y La llamada de la luna, tres obras donde los monstruos surcan la niebla del terror. Esas criaturas también emergen en sus cuentos, publicados en diversas antologías, como la revista Círculo de Lovecraft.
Si una cuestión caracteriza a Cristian Blanco es su entusiasmo y su deseo de contar relatos sobre los sentimientos más oscuros y fascinantes que mueven al ser humano. Eso hace que hablar con él sea todo un regalo. Mientras prepara su nueva novela, donde ha dado el salto al suspense, ha tenido la amabilidad de responder a las siguientes cuestiones.
CARLOS J. EGUREN: Muchas veces hablas en tus redes sociales sobre buscar el hábito de la escritura y expresas tu deseo de contar historias, incluso cuando vas a tu trabajo muggle o mundano. ¿Qué me dices de ello? ¿Qué supone para ti el proceso creativo? ¿Cómo calificarías el tuyo?
CRISTIAN BLANCO: Lo primero de todo, muchas gracias por la entrevista.
Lo complicado es encontrar realmente el tiempo libre para escribir y las ganas, para qué engañarnos, es fácil dejarse llevar por la pereza. Puede sonar a perogrullada, pero a mí lo que me funciona es simplemente abrir el Word y dejar que fluya. Normalmente ya tengo una idea pensada y un esqueleto sobre lo que voy a escribir (más pequeño si se trata sólo de un relato), pero soy escritor brújula y exceptuando trama general, eventos que han de suceder sí o sí y el final, todo lo demás suelo escribirlo sobre la marcha. Hasta hace relativamente poco era de los que solía escribir en silencio ya que la música me distraía, pero he descubierto que las listas de “writing music” en Youtube suelen ayudarme a crear el ambiente necesario para ello. Como curiosidad, suelo escribir mejor por la mañana y por la tarde que por la noche y mejor si he comido recientemente, esa modorra post digestión me ayuda a entrar en el trance literario necesario. Quizás eso explique muchas cosas de mi escritura….
C.J.E.: Creo que no utilizas seudónimo. Mi primera novela fue de terror; luego, me hice profesor y temía que mi alumnado supiese de esa obra y relacionasen a su profesor de Lengua con el tipo que escribía sobre críos que acababan de la peor manera posible. ¿A ti te ha ocurrido alguna vez esto? Cuando la gente descubre que escribes terror, ¿cómo se lo toma? ¿Piensas que quizá un seudónimo te liberaría de que piensen: «este tío es raro» o te da absolutamente igual?
C.B.: No utilizo seudónimo, pero escribir es casi mi identidad secreta. Lo conocen mis amigos y familiares más cercanos, así como algunos compañeros de trabajo, pero no suelo pregonarlo, en parte por mi introversión. El terror no está bien visto, pero, al menos en mi círculo no me he encontrado comentarios impertinentes. Puede que más de uno lo piense, pero me da igual, yo soy así y no puedo cambiarlo. A veces cambio de género, pero sí que conservo constantes del terror, incluso si escribo fantasía. Lo oscuro sobrevuela siempre mis historias, por llamarlo así.
Share on XC.J.E.: Has escrito novelas, pero también cuentos como los que has publicado en la revista Círculo de Lovecraft (entre otras colecciones de cuentos). ¿Cómo enfocas la escritura de un relato frente a una novela?
La escritura de relatos, como bien sabes, aparte de un arte distinto, es todo un reto, si te enfrentas a una convocatoria. Estás acotado por el límite de palabras y por el tema de la misma y eso pienso que me ayuda bastante a concentrarme y no dispersarme. Por otro lado, también es más complicado ya que no puedes tener un elevado elenco de personajes para que no queden desdibujados. Lo que me gusta de escribir un relato es que suele ser un juego con el lector, presentarle un cortometraje que va directo a su cerebro y llevarlo de la mano a un final que, aunque no siempre consigas volarle la cabeza, al menos sí sorprenderle.
Ahora no sé si he contestado bien tu pregunta… (Risas).
Sobre los licántropos
C.J.E.: Tu novela, La llamada de la luna, juega con varios tropos del terror ochentero. En algunos elementos, me recuerda a Silver bullet (El ciclo del hombre lobo), del gran Stephen King, con ilustraciones del legendario Bernie Wrightson. ¿Fue una de tus influencias? ¿Qué me puedes contar de esa obra y de tratar el tema del hombre lobo, que es un ser que, usualmente, no cuenta con tantas grandes obras literarias frente, por ejemplo, al vampiro?
Casualmente El ciclo del hombre lobo no es de mis favoritos de King, aunque le concedo que es un experimento curioso, pero me habría gustado leerlo en formato novela clásica, tú que lo has leído seguro que me entiendes.
Seguramente el vampiro y el hombre lobo son los monstruos más usados en los últimos 50 años en literatura y cine, aunque es cierto que el vampiro tiene ese aire elegante y seductor que se puede prestar a jugar con otros géneros que no sean el terror y llegar a seducir un público más amplio. El licántropo se ve más como una bestia incontrolable, una maldición cada luna llena y es una representación de nuestro lado oscuro, pero en La llamada de la luna, aunque juego con ese concepto también, lo presento más como criaturas metamórficas, que viven en unidades familiares como manada y que no desean mezclarse con los humanos para no hacerles daño ni sufrir su persecución. Es un tema clásico también, presente en varias obras, pero me gustó mostrar su lado animal más único y leer sus episodios no sólo como humanos o cómo híbridos sino como lobos, o como en el caso de La llamada de la luna, más bien perros.
C.J.E.: Y hablando del genio de Maine, por lo que te he leído en relatos y en tus comentarios en redes sociales, Stephen King es uno de tus autores preferidos. ¿Por qué? ¿Qué escritores han supuesto tu mayor influencia y de qué modo?
Siempre he sido una persona que disfrutaba mucho leyendo desde pequeño, pero en la adolescencia perdí un poco el hábito. Fue entonces con 16 años que sacaron una colección de quiosco de Stephen King y, casi como broma con un compañero de clase, decidí comprarme el primero: Desesperación. Fue de los primeros libros de literatura no juvenil (sin contar la obligatoria) que leía y me impactó el final del primer episodio y me enganche irremediablemente. A partir de ahí, devoraba sus novelas cada semana y, gracias a él, empecé a escribir mis primeros relatos.
En cuanto a influencias, antes de tener un internet en condiciones y sin hermanos mayores que me guiaran, estuve leyendo exclusivamente durante años a King o a su sucedáneo Dean Koontz (quien tiene sus buenas novelas, pero no llega al nivel del Rey). Posteriormente, he disfrutado mucho de otros autores de terror como Clive Barker, Robert McCammon o ya en fantasía George R.R. Martin, Agatha Christie en misterio o Robert Silverberg en ciencia ficción. Los últimos años me he enganchado mucho a John Connolly y su saga de Charlie Parker, no creo que me haya influido en cuanto a mi forma de escribir (su prosa me parece maravillosa e inalcanzable), pero quería mencionarlo también. Ah, y por supuesto a mi guionista de comics favorito: Garth Ennis. Uno de los autores más brutos del mainstream, pero que tiene más sensibilidad de la que nos quiere hacer creer.
«Lo que más me gustan son los monstruos»
C.J.E.: Si en La llamada de la luna hablas sobre licántropos, en Poseídos hablas sobre personas marcadas por sus propios demonios, pero también por su pasado. ¿De dónde nació ese deseo de tocar un tema como las posesiones sin caer en lo visto en El exorcista, que parece la hoja de ruta para estas historias? ¿Qué opinas de este subgénero?
En Poseídos juego mucho con los poderes sobrenaturales más que en las posesiones, pero sí que hay demonios y mitología judeocristiana (y la que no me encaje me la invento, claro, para algo es mi historia). Personalmente, las posesiones me parecen el subgénero de terror sobrenatural más terrorífico que hay, ya que no sólo significa perderte a ti mismo como los vampiros o los zombies, sino que vuelves a ser tú mismo por periodos de tiempo irregulares y ni siquiera tu familia puede fiarse de quien serás la próxima vez que hablen contigo. Algún día me gustaría escribir un día sobre el tema, pero El exorcista es cima y casi cualquier aproximación me parecería una blasfemia, nunca mejor dicho.
C.J.E.: Hay una frase que dice algo así como «donde hay un monstruo, hay un milagro». En Sonrisa de madera, tocas el tema de los muñecos diabólicos. Licántropos, endemoniados, esclavos de ventrílocuos… El monstruo se repite a lo largo de tu obra. ¿Qué es para ti el monstruo? ¿Por qué te fascina? ¿Cuál es el otro monstruo clásico que te gustaría tocar en tu obra?
Cómo dice el famoso cómic de Emil Ferris, que no he leído, lo que más me gustan son los monstruos. No sabría decir el origen de mi fascinación, pero siempre me gustaron más los muñecos de Masters del Universo que representaban a los villanos y las películas antiguas en blanco y negro de monstruos que emitían los sábados por la mañana cuando eran pequeños. Quizás es porque yo mismo, en el fondo, era un bicho raro (tímido, gafotas, sacaba buenas notas, se me daban mal los deportes) y me sentía más identificado con ellos que con los protagonistas humanos.
En cuanto a monstruo clásico, en su momento pensé en escribir una novela sobre cada monstruo clásico, pero me quedé en los licántropos. De vampiros tengo algún relato, pero no acabo de encontrar la inspiración para crear algo decente sobre la momia, los zombies o Frankenstein. Tampoco lo descarto, la inspiración te puede pillar en el momento más inesperado, como bien sabes.
Nuevos horizontes
C.J.E.: Tu novela más reciente es de suspense por lo que te he leído en redes sociales. ¿Y ese “cambio”? ¿Hay algún elemento fantástico? ¿Qué ha supuesto para ti el paso de un género a otro?
En la inmensa oferta de la parrilla televisiva generalista norteamericana hay un género que es el rey: el procedimental policial. Algunos me gustan y otros no, pero hace unos meses me enganché a esa versión sui generis de Sherlock Holmes que es Elementary (no llega a la calidad del Sherlock de BBC, pero el carisma de Johnny Lee Miller es innegable) y se me fue forjando una idea en la mente. Curiosamente, en mis primeras notas del móvil (dónde suelo apuntar las ideas que me golpean por la calle o en el transporte público) apunté giros sobrenaturales, pero mis manazas borraron las notas sin querer antes de que me pusiera a escribir con un proyecto de escaleta y olvidé completamente el toque “fantástico” (a día de hoy sigo sin recordarlo). Así que por ese motivo está anclada en la realidad, aunque eso no quita que es un mundo irreal ya que juega con las leyes de los detectives y sus deducciones imposibles, esa increíble manga ancha en cuanto a investigaciones y, aunque está ambientada en nuestra época actual, me mantengo ambiguo en cuanto a la fecha para que así los avances tecnológicos me sirvan de apoyo y no de losa narrativa para la verosimilitud. Una de las cosas que más me ha costado ha sido contenerme y no explicar la vida y milagros de los personajes en detalle, cosa que suelo hacer influenciado por King y que no debía hacer para preservar en parte el aura de misterio de la novela y las motivaciones de algunos personajes. También he procurado darle ese ritmo rápido de Agatha Christie que no se anda por las ramas en cuanto a toques superfluos y he procurado no ser tan sangriento como de costumbre y no convertir la novela en un body count exagerado. En resumen, ha sido un reto que he disfrutado y que si algún fan de misterio clásico lo lee que no se enfade mucho conmigo por las barrabasadas que pueda contener.
C.J.E.: Un porcentaje nimio de los escritores viven en España de tan solo escribir. A esto se suma la falta de hábito lector, la piratería, la invisibilidad de las obras, la producción masiva de productos culturales, la crisis del papel… ¿Cómo ves el panorama editorial? ¿Qué te motiva a seguir tecleando?
Editar hoy en día es una aventura, excepto para las grandes que pueden publicar los best sellers asegurados, las novelas de los autores más vendidos o las autobiografías de los famosos cuyos fans compran para calzar las patas cojas de las mesas. Estamos en una etapa de la humanidad en la que tenemos ofertas de ocio sin fin y al libro le cuesta competir ahí, sea en formato papel o en ebook. Incluso los lectores nos podemos sentir abrumados con tal cantidad de oferta, incluso si sólo te acotas a tu(s) género(s) preferido(s) tanto en editoriales, grandes, pequeñas o autopublicados. Apoyar a los pequeños es algo que agradecemos todos los autores, pero tampoco podemos obligar a alguien que no lea a su autor favorito sólo para que se compre tu libro. Quizás un Netflix de libros como el Kindle Unlimited sería interesante, pero no siempre llueve a gusto de todos (cuantas plataformas de streaming en casa y cuanto rato lo perdemos buscando algo que nos guste para ver…). Los bundles digitales son una buena idea, hay editoriales que lo han hecho y de vez en cuando me he comprado más de uno.
En cuanto a mi motivación, tengo mis altibajos, pero también soy muy tozudo y cuando tengo una historia en la mente tengo que acabarla, apretando los dientes y sudando sangre si hace falta. Tampoco soy perfecto y tengo un par de novelas a medias, pero, por lo general, soy constante y suelo terminarlas. Es duro, es fácil caer en la desesperación del “¿por qué escribir una historia que nadie va a leer?”, en comparar tu calidad con autores consagrados o incluso con compañeros escritores, pero es una maravilla cuando tu propia historia te absorbe, el mundo exterior no importa y la escritura fluye.
«Es inevitable que tus ideas traspasen las hojas»
C.J.E.: Por último, para cerrar el círculo, decía Stephen King que Cementerio de animales había sido una de sus obras más duras a la hora de escribirla, porque sentía que había puesto mucho de sí en esa novela, que trata, entre otros temas, de la muerte de un ser querido (él estuvo a punto de perder a su hijo pequeño y su hija mayor perdió a su gato en la autopista al lado de la casa, dos elementos que retomará en la ficción a través de la pérdida del pequeño Gage y del felino Church). ¿Te ha ocurrido eso a ti con alguna obra? ¿De qué modo si puede saberse? ¿Cruzarías ese “límite”?
Cementerio de animales es una novela tan buena como dura, sin duda. Puede que la mejor obra de King y puede que sea por todo lo que hay de Steve, la persona detrás del autor, en sus páginas. Creo que, conscientemente o no, hay algo de mí en los personajes o las tramas. No me gusta predicar ni que me prediquen, pero es inevitable que tus ideas traspasen las hojas. A veces, incluso puede sorprenderte a ti mismo.
En La llamada de la luna, quiera o no, hay mucho de mí en Casiano y su vida y esa Santa Gardenia, que se ha convertido en mi Castle Rock particular, se parece un poco a mi ciudad y también a un apartamento que alquiló mi tía en un pueblo un verano.
C.J.E.: Y para seguir con esto, autores como Gaiman o Martin dicen que hasta que escribir no duele, no se está escribiendo algo suficientemente bueno, ¿qué opinas de cómo los autores exteriorizan sus demonios a través de la literatura?
La escritura puede ser terapéutica a varios niveles. No tengo estudios de medicina así que no quiero meter la pata, pero poner sobre el papel tus miedos o tus anhelos ayuda. Mucho mejor vengarte de la persona que odias escribiendo un relato que liándote a tiros en el Walmart de turno…
Ha sido un placer compartir esta charla con el escritor Cristian Blanco, un autor que reinventa el terror a través de cada página. Advertidos quedan: si leen alguna de las sinopsis de sus historias, querrán saber más, como queremos saber más de esa historia terrorífica que nos hiela la sangre, pero que no podemos parar de escuchar. Su última novela publicada, La llamada de la luna, está disponible en Amazon, esperando a que los lectores sigan descubriendo el secreto que hay tras los aullidos, esos aullidos sobre los que hacemos preguntas. Y las haremos en futuras entrevistas. Invito a los lectores a que se suscriban para estar al tanto.
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