Diez cosas que aprendí con Matrix sobre contar historias

Matrix para escritores
En este post, hablaremos de diez cosas que aprendí con MATRIX sobre contar historias… no todas positivas ni negativas.

Con el estreno de Matrix Resurrections y tras que Sr. Púrpura y mi pareja me animasen, he vuelto a Matrix, la famosa saga creada por las hermanas Wachowski. Recuerdo ser un crío cuando vi la primera, allá por 1999. Y era un adolescente en el momento en el que se estrenaron las secuelas. Y recuerdo el «odio» o la incomprensión que estas provocaron entre los fans.

Durante las pasadas fiestas, me he visto cada día una de las películas en el siguiente orden (básicamente, el cronológico):

  • Matrix.
  • Animatrix.
  • Matrix Reloaded.
  • Matrix Revolutions.
  • Matrix Resurrections.

Y he sobrevivido al bullet time, los momentos mesiánicos, el poder del amor y las diatribas del Elegido.

Quería escribir sobre ellas, pero ¿qué enfoque darle? Pensé en escribir un análisis de cada película, como hice con Blade (que, por cierto, siento que influyó mucho a la primera de Matrix). Luego pensé que ya habrían muchos análisis de la saga y decidí apaortar mi visión como contador de historias. Sé que de toda obra se puede extraer una enseñanza a la hora de narrar.

Así que en este post hablaré de diez cosas que aprendí con Matrix sobre contar historias.Diez cosas que aprendí con Matrix sobre contar historias, ¿quieres saber cuáles? Sigue leyendo... Share on X

Mezcla géneros

La primera película de Matrix metió en su historia: ciberpunk, estética gótica, Clive Barker, H. R. Giger, Neuromante, animes, Philip K. Dick, Ghost in the Shell, Star Wars, Aliens, el viaje del héroe, los videojuegos, Hard Boiled, Los invisibles de Morrison, Alicia en el País de las Maravillas, películas de artes marciales al estilo John Woo… Y quedó bien (al menos, en la primera parte).

Existe la falsa creencia de que las obras artísticas deben ser cien por cien originales y quien dice eso no tiene ni la más remota idea. No hablo de copiar, hablo de que todos los artistas están influenciados por historias. Y no, no justifico hacer refritos (llegaré a ese tema más adelante), hablo de combinar ideas. David Bowie reconocía que tomaba elementos de otros artistas, los mezclaba y daba su visión de ellos. Todo artista lo hace.

No es una tarea fácil, basta con ver El destino de Júpiter (también de las Wachowski), pero pienso que la primera película funcionaba como catalizadora de varias ideas imperantes con el final del milenio. A la hora de contar nuestras propias historias, deberíamos ser capaces de absorber todas las influencias que nos resulten intereantes para lo que queremos contar, combinarlas y darles nuestra propia visión.

Matrix
Trinity y Neo son la suma de varias influencias que hicieron de Matrix un éxito. ¿Cómo trasladamos eso a nuestras historias? Fuente.

«Más» no significa «mejor»

Cuando llegué al visionado de Reloaded y Revolutions me sorprendí porque las recordaba bastante. Más o menos sabía qué ocurría en cada segmento. ¡Lo que no recordaba es lo que duraba cada segmento! Para lo que me contaban, notaba que estaban alargados excesivamente.

Uno de los problemas de las secuelas de Matrix es que las hermanas Wachowski ya no tenían ningún tipo de cortapisas. No hablo de censura, hablo de escuchar a otros. Esto también se lo podemos acachar a George Lucas y otros creadores que pensaron que incluir más significaba mejor. Y es difícil llegar a un equilibrio.

En la segunda y tercera parte de Matrix todo esto queda reflejado con las escenas de acción cada vez más y más hipertrofiadas y que acaban volviéndose tediosas: la persecución de la autopista (pese a lo vibrante que pueda ser en algunos momentos), la batalla contra los centenares de Smith, la guerra en Zión

Es interesante probar cosas nuevas y no limitarse, pero también hay un punto en que debe haber mesura. Si pudiera, recortaría algunas escenas de mis anteriores novelas (como la batalla final de Devon Crawford y los Guardianes del Infinito… La haría más corta), por mucho que me gusten, con tal de que el ritmo fuese más claro.

No obstante, yo también he comentado que la falsa tensión dramática destroza novelas y me gusta perderme en historias largas como El temor de un hombre sabio. Quizá lo importante aquí es cómo se me cuenten estas divagaciones y que dichas digresiones me importen. Es posible.

Matrix Reloaded
La escena de la autopista dura casi tanto como un lunes después de las vacaciones. Fuente.

La base filosófica

En mi instituto, noviembre y diciembre significaron que Filosofía ponía a todas horas Matrix para impartir las ideas de Platón al alumnado. Ese es uno de los logros de Matrix: dar empaque filosófico al cine de acción, aportarle ideas y dobles lecturas.

¿Qué es real? ¿Qué no lo es? ¿Vivimos en una simulación? ¿Qué es una elección? ¿Qué es ser el elegido? ¿Cuál es nuestro destino? Preguntas y más preguntas con múltiples respuestas que hacen que sumergirnos en Matrix sea algo más que ver una ensalada de disparos.

Como contadores de historias, podemos aplicar esta premisa a nuestras creaciones, hacer que el lector piense. Ahora bien, tendríamos que tener cierto cuidado con ese momento en que los personajes hacen lo que hacen por obligación del guion y lo verbalizan en la historia con frases como «es el destino», como ocurre con Morfeo en Reloaded. Queda un poco… vago… por parte del autor.

Matrix y la cuchara
Matrix y la famosa escena de la cuchara da pie al debate sobre cómo la voluntad puede moldear la realidad. Y cuántos chavales se cargaron la cubertería de sus padres imitando al chaval de las cucharas de la primera de Matrix. Fuente.

Cuidado con romper demasiado las reglas

¿Ves este teléfono móvil?

Matrix móvil Samsung
¿Cómo olvidar esta maravilla? Fuente.

Cuando lo vi, pensé: ¡qué vintage! ¡Qué cosa más retrofuturista!

Estaba viendo Matrix Reloaded.

Y Matrix Reloaded es de 2003.

Y este móvil de Samsung llegó a comercializarse aprovechando la película.

Es interesante más allá del product placement y me sirve para hablar de cómo Matrix fue tan revolucionaria que, al final, ha envejecido antes en otros aspectos donde debía ser moderna durante más tiempo.

Me explico: las excesivas cámaras lentas, los «moñecos» digitales, los cromas forzados… no han envejecido tan bien como cabría esperar, sobre todo en Matrix Reloaded.

Las hermanas Wachowski quisieron estar por delante. Y eso es loable. Pero se pasaron de frenada.

Como autor, pienso que es bueno que un artista quiera superarse, usar toda la tecnología o todo el estilo posible, pero debe comprender que también ciertas reglas, si se decide que hay que romperlas, hay que hacerlo intentando saber cuándo se está pasando uno de innovador.

Mal CGI en Matrix Reloaded
Un ejemplo del CGI de Matrix Reloaded, donde Neo se convierte en un «moñeco» de PS2. Fuente.

El lore de Animatrix

Antes del estreno de Reloaded, vio la luz la película de animación dividida en varios episodios Animatrix, que expandía el lore de las películas. Se contó con varios genios de la animación, como Shin’ichirō Watanabe, el director de Cowboy Bebop.

Después de un nuevo visionado, Animatrix me sigue pareciendo sumamente estimulante. Tanto que la clasificaría como la mejor secuela de Matrix.

Todas las historias me gustan, pero me quedo especialmente con El Segundo Renacimiento, que cuenta el alzamiento de las máquinas. Como espectador y contador de historias, veo cómo me dan la otra cara del conflicto. Y es genial.

En Matrix las máquinas son malas. En Segundo Renacimiento, nos damos cuenta de que no. Es tan desmitificador cómo Los Últimos Jedi, solo que no había tanto trol en 2003 (o tantas redes sociales que amplificasen sus gruñidos) o, simplemente, Animatrix pasó más «desapercibida».

Esto nos enseña a los contadores de historia cómo podríamos aprovechar el trasfondo de nuestras historias para enriquecer el lore y demostrar que hay capaz de gris en nuestro relato, como también las hay en nuestra realidad.

Segundo Renacimiento
Segundo Renacimiento me sigue pareciendo una joya, te guste o no Matrix. Fuente.

Los secundarios importan (o deberían importar)

Salvo algún caso puntual, las secuelas de Matrix fallan en crear secundarios interesantes. Eso hace que nos dé un poco igual lo que pasa, por ejemplo, en Zión. Eso es como si en El Señor de los Anillos nos diese igual el destino de Minas Tirith. Y no es así.

Y eso pese a que se insertó al personaje de Historia del chico, uno de mis segmentos favoritos de Animatrix, y se intentó dar cierto trasfondo a Zión que no termina de llegarme, porque no siento que estos secundarios sean tridimensionales.

Eso habría que evitarlo como autor y se puede conseguir trabajando más a los personajes. No es fácil, pero se puede ganar tiempo dándoles un momento de gloria o evitando escenas de acción larguísimas que nos impiden el desarrollo de personajes. Si conseguimos que el personaje signifique algo para el lector, disfrutará de lo que está leyendo. Si es solo un nombre raro más… Vamos mal.

Mifune Matrix Revolutions
Mifune (guiño poco sutil) es uno de los personajes que más recuerdo de Revolutions, pero ¿qué sabemos de él? Nada. Terreno seguramente para cómics y productos derivados, pero… dentro de la historia, me importa lo justo. Y eso es peor con otros personajes. Fuente.

La metacrítica

Y llegamos a Matrix Resurrections. Tras ver el último tercio y la escena tras los créditos, sentí que se habían reído de mí… Pero, ojo, hay algo interesante. Durante la primera hora, Matrix Resurrections juega con ideas meta muy interesantes: se supone que todo lo visto en la trilogía fue parte de un videojuego creado por Thomas Anderson, quien sufre episodios psicóticos donde cree ser Neo.

De pronto, a su compañía de videojuegos les obliga Warner Bros. a hacer una cuarta parte de la franquicia Matrix, lo que lleva a pensar en varias cuestiones. ¿Qué supuso Matrix cuando se estrenó? ¿Qué pasaría si Neo solo fuese ficticio? ¿Por qué dependemos tanto de la nostalgia? ¿Qué ocurre cuando te obligan a contar una historia más y todo se transforma en franquicia?

Me parece lo mejor de la película.

Pero, por desgracia, está muy, muy mal aprovechado.

Cae en la autoparodia y los greatests hits y se siente completamente innecesaria, pero ya hablaremos de eso.

Lo importante es que el contador de historias podría ser consciente de la ficción que cuenta. Eso nos hace aprovechar mejor las escenas. Romper la trama, relativizar su impacto, comentar situaciones, darle poder al lector y el narrador… son métodos que pueden ser muy interesantes para nuestra obra, aunque puede que el lector se cabree (no te preocupes, va a cabrearse mucho).

Agente-Smith
El agente de Matrix Resurrections enmudece justo después de criticar la decisión de Warner de hacer una cuarta parte. Esto ocurre en la película. No me lo invento. Meta a tope. Fuente.

Subvierte las expectativas

Lo que recordaba con más cariño de las secuelas de Matrix antes de revisarlas es que subvertían las expectativas. Me refiero a la charla con el Arquitecto al final de Reloaded, que me recuerda muchísimo a lo que Marvel Studios acabaría haciendo con Kang al final de la serie de Loki. Te esperas una gran batalla y lo que tienes es a un señor soltando frases lapidarias.

Lo mismo me ocurre con la paz con las máquinas de la tercera película, cuestión a la que se le da algunos toques interesantes en Resurrections. Te esperas una gran batalla final y, aunque hay algo de eso, al final el camino de Neo no es destruir a las máquinas, sino llegar a la paz con ellas destruyendo a un enemigo común: Smith.

Sostengo que jugar con las expectativas es el camino del artista, del contador de historias. Y eso puede que no le guste a todo el mundo. Pero no hacemos arte para que le guste a todo el mundo, creamos historias porque queremos expresarlas. El mejor modo de caerle mal a todo el mundo es intentar caerle bien a todo mundo. Y eso es así.

El arquitecto de Matrix Reloaded
La escena del Arquitecto de Matrix Reloaded sigue siendo una de mis favoritas, aunque también es una de las más odiadas por los fans. Fuente.

El problema con las leyes de nuestro mundo

Si una cuestión me gusta de la fantasía actual es que el creador se pasa un tiempo pensando en las leyes de su mundo. No por ser fantasía, todo tiene que ser arreglado por la magia. Eso hace que un personaje no pase de ser superpoderoso a no poder con su alma sin más. Todo personaje tiene su kriptonita.

En Matrix me ocurre algo raro. En Reloaded, Neo es capaz de hacer cosas increíbles, pero luego al conectar con un par de centinelas se queda en otro mundo (nunca mejor dicho). Puedo llegar a entenderlo como parte del camino del héroe, pero…

De pronto, en Resurrections, Trinity tiene los poderes de Neo. Y no se nos explica exactamente ese salto de poder, esa subida sin más. Los tiene sin más, porque mola. Y si alguien pide una justificación, la excusa será: ¡el poder del amor!

A esto se añade que la victoria de Revolutions es bastante pírrica. Las máquinas van a seguir teniendo hambre si liberan a los seres humanos y aquellos que quieran permanecer en Matrix no darán de comer lo suficiente (de ahí que recurran a Neo y su relación con Trinity por el poder del… ¿amor?), pero ¿a nadie se le ha ocurrido limpiar el cielo de una vez por todas?

Pienso que los fans podemos volvernos locos a explicar esto, pero cualquiera de sus justificaciones seguro que está más pensada que la que hayan podido tener las Wachowski y el resto de sus guionistas. Cuando se busca la espectacularidad sin pensar tanto en la historia, estas barras de poder cambian de un modo tan errático que puede resultar similar a un deus ex machina. Y los que leen nuestras obras se pueden cabrear mucho con esto.

Matrix
Escena mítica de Matrix… Tan mítica que sus creadoras no se cansaron de replicarla. Fuente.

Saber cuándo parar

¿Es necesario hacer secuelas? ¿Sería Matrix una película más mítica si solo hubiera habido una? Es un debate interesante. A la excesiva verborrea, se suma la triste sensación de nostalgia. Warner Bros iba a hacer una cuarta parte de Matrix con o sin sus creadoras originales. Esta idea reaparece literalmente durante la charla con Smith, solo que sustituyendo el término «película» por «videojuego». El panorama cultural es así: no dejamos de mirar al pasado.

Me temo que hemos caído en una visión «franquizoide» de todo. Todo es una franquicia. No sabemos cuándo parar. Todo tiene secuelas, terceras partes, productos derivados, reboots… Hollywood vive del continuo retelling y esto se podría aplicar a todas las disciplinas. La propia película llega a plantear esa idea en cierto momento: nunca sabemos cuándo termina una historia.

Quizá sea bueno empezar a ver nuestras obras como elementos autoconclusivos. A menudo, encuentro trilogías, sagas e historias que bien podrían haber sido solo un libro, una película, un cómic o un videojuego, pero la franquicia es la franquicia. Y esto acaba «cargándose» hasta cierto punto el sentimiento que nos dejó la obra original. A lo que se añade en el caso de las sagas inconclusas el odio de los fans hacia esos autores que no acaban su obra (algo baladí, pero que está presente).

Puede que lo sensato sea «hacer un Neil Gaiman«: crear una obra con principio, nudo y final, pero dejar la puerta abierta a una secuela que podría llegar -o no-, pero que no impide que disfrutemos de la obra original sin necesidad de una continuación (lo ha dicho de Neverwhere, por ejemplo).

Matrix Resurrections
Dudo que las Wachowski pensasen que esta secuela era necesaria, pero ahí la tenemos: Matrix Resurrections. Culpa nuestra. Fuente.

Y hasta aquí diez cosas que aprendí con Matrix sobre contar historias. Puede que haya sonado bastante duro en algunos puntos. Sin embargo, me lo pasé bien revisándolas. Y, sobre todo, me ha ayudado a comprender más del proceso creativo. Los artistas debemos abrirnos a las historias para iluminar la nuestra. Y se puede aprender mucho de Matrix y lo que supuso culturalmente. Así que ¿pastilla azul o pastilla roja? ¿Tú qué eliges?

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