Crítica de Ritos iguales de Terry Pratchett: la igualdad de derechos en Mundodisco

Preciosa portada de Marc Simonetti para la edición francesa de Ritos iguales, novela del Mundodisco de Terry Pratchett. Fuente.

«Esta es una historia sobre la magia, sobre lo que hace, y quizá más importante, sobre cómo surge y por qué, aunque la historia en sí no pretence responder a todas preguntas. A lo mejor ni siquiera a algunas de ellas.

En cambio, es posible que contribuya a explicar por qué Gandalf no se casó nunca, y por qué Merlín es un hombre. Porque esta historia también habla sobre sexo, aunque no en el sentido altético-deportista de cuenta-las-piernas-y-divide-por-dos, a menos que los personajes escapen por completo del control autor. Que podría ser.

En cualquier caso es, por encima de todo, una historia sobre el mundo. Atención, que empieza. Ni pestañeéis, que los efectos especiales son de los caros»- Terry Pratchett, Ritos iguales.

Hacía tiempo que quería zambullirme en la saga de las brujas de Mundodisco (al menos, de un modo correcto, porque hará once años que leí Carpe Jugulum, novela de las brujas que, en realidad, es... el final de la saga... ay) y su primer título (Ritos iguales) ha sido toda una agradable sorpresa en poco más de unas doscientas páginas donde descubrimos la historia de una niña destinada a ser mago y no bruja. Otra estupenda novela del creador de personajes magistrales como Yaya Ceravieja.

La popularidad de las brujas de Mundodisco llevó a que tuviesen su propio juego de rol. Fuente.

La igualdad

Ritos iguales (que en inglés -Equal Rites- recuerda a Equal rights o «igualdad de derechos») comienza con un mago moribundo que, antes de fallecer, busca a un sucesor. Su cayado le señala el camino y es así como sabe del nacimiento de un octavo hijo de un octavo hijo, lo que supone que está ante un mago. Una vez lo localiza, el recién nacido se aferra al cayado, dejando claro que el destino ha jugado las cartas... pero puede que no sepa muy bien a qué está jugando, porque el bebé resulta ser una niña y nunca ha habido una niña mago en Mundodisco

Tal noticia desencadena el caos. Yaya Ceravieja, la bruja que sirve de comadrona (y para mil cosas más en la aldea), intenta evitar que la pequeña, llamada Eskarina Herrero, se convierta en mago: le presenta los dones de la brujería (y su cabezología, precursora de la psicología en Mundodisco) y le deja claro que, mientras que los magos de la Universidad Invisible buscan gobernar, las brujas son partidarias de comprender la naturaleza de las cosas y aprovechar para hallar un beneficio para todos. 

Pero, por primera vez, Yaya no logra lo que se propone. A medida que Esk crece, presenta un carácter batallador y un modo de ser que hace que Yaya se replantee las tradiciones y piense que la pequeña tiene su destino en la escuela de magia de Mundodisco, la Universidad Invisible de la corrupta (pero funcional) Ankh-Morpork. Es entonces cuando Yaya y Esk emprenden su camino hacia ella, conociendo a extraños personajes y criaturas, enfrentándose a la concepción de la magia y, sobre todo, a las tradiciones, cuando Esk se cruza con el aprendiz de mago, Simon, y su descubridor, el severo Treatle.

Como verá el lector, Terry Pratchett tocó con esta novela las claves del feminismo y la igualdad, pero desde la perspectiva del género fantástico. El escritor no duda en hablar de Merlín o Gandalf y el papel de los magos masculinos frente a las sabias brujas de Mundodisco, y para ello denuncia la estupidez y el sinsentido de las tradiciones. "Dicen que un poco de conocimiento es peligroso, pero no tanto como mucha ignorancia", llega a pensar Yaya en determinado momento y lo piensa de modo acertado, pese a sus iniciales reticencias hacia el destino de Esk. Al final, ni siquiera el rector de la Universidad, Cortángulo, sabe por qué las mujeres tienen prohibido ingresar en esta ilustre (y extraña) academia. Es por ello por lo que la joven Esk deberá entrar como una sirvienta, aunque aprovechará para saber más del don que encierra en su corazón y del cayado que hace pasar por una escoba. Al final, se cumple lo que Yaya afirma sobre su gremio: "porque las brujas tienen que ser diferentes, eso es parte del secreto".

Con un ritmo más pausado, Ritos iguales explora la magia de Mundodisco y los problemas de "nuestrodisco". Fuente.
 

Grandes personajes, gran estilo

Aparte del sentido de denuncia que tiene la novela (una demostración de cómo el género fantástico sirve para hablar de problemas reales), hay dos aspectos que me han encandilado de Ritos iguales. El primero es el desarrollo del Mundodisco y su trasfondo, aprovechando para hablar de diferentes concepciones de la magia que van más allá de los anhelos de poder y la locura de los magos (solo tenemos que recordar a Rincewind o Eric) para centrarse en unas brujas que retuercen su pasado de los cuentos y como este viejo mundo de tradiciones se enfrenta a la posibilidad de una magia tan moderna que logre ser una magia que no es magia, como descubrimos al final del libro. 

El segundo es la brillantez de sus personajes; el lector no tarda en convertirse en fervorosos adoradores de la gran Yaya Ceravieja y la valiente Esk; Yaya es capaz de doblegar a cualquiera con una mirada, es incapaz de aceptar que no sabe algo y comprende la naturaleza del mundo, porque ¿cómo el mundo le iba a llevar la contraria?, mientras que Esk está destinada a ser mago y eso supone que es una gran buscalíos, que no soporta que la controlen y que muestra un valor que ya querrían muchos adultos para ellos. En general, todos los personajes son fantásticos (como ese Simon con eterna alergia, pero capaz de hallar a través de los números el sentido del mundo), pero Esk y Yaya se llevan un premio. Solo hay que ver párrafos como el siguiente, donde Yaya se corona:

“Yaya no tenía nada en contra de adivinar el futuro, siempre y cuando lo hicieran mal personas sin ningún talento para ello. Pero era muy diferente cuando lo hacía gente con cerebro. Ella consideraba que el futuro ya era frágil en el mejor de los caos, y que si la gente miraba con demasiada atención, cambiaba. Yaya tenía algunas teorías bastante complicadas sobre el espacio, el tiempo y por qué no había que andar jugando con ellos, pero por fortuna los buenos advinos escaseaban, y de todas formas la gente prefería a los malos, que portaban las dosis adecuadas de optimismo"-Terry Pratchett.

Aunque muchos de los lectores habituales de Pratchett suelen "alertar" que las primeras novelas del escritor inglés estaban todavía en evolución, una vez más, he disfrutado muchísimo de su prosa. Quien sea incapaz de no ver la originalidad de la prosa de Pratchett en las citas que incluyo a modo de apertura y cierre de este comentario, es porque no es el lector más adecuado para Pratchett; para todos los que sí, es una increíble gozada. Su único defecto es que pasamos muchísimo tiempo apuntando expresiones y citas de este escritor que nos demostró que el mundo era plano e iba sobre unos elefantes situados en el caparazón de una colosal tortuga que surca el universo. 

Cada párrafo está plagado de buenas metáforas y magníficas hipérboles que hacen que tengamos que enmarcarlos. Para un servidor, es un disfrute leer una prosopografía o una etopeya llevada hasta la exageración por un Pratchett que no se conformaba con poner una palabra tras de otra; el escritor siempre ambicionaba sorprender y lo lograba mediante la forma, incluso cuando el argumento podía considerarse más "endeble".

Esk haciendo frente a las tradiciones (y los magos). Fuente.

¿Y cómo terminamos esto?

Como ya comenté al hablar de ¡Guardias! ¡Guardias!, el humor de Pratchett mantiene también una sombra a la hora de criticar las tradiciones y lo típico de los cuentos de hadas y la fantasía. Aquí Pratchett es capaz de criticar la fantasía, a los típicos brujos, a las brujas que les gustaría ser un estereotipo pero no pueden, a aquellos que intentan aprovecharse de los inocentes, a los seres que buscan la destrucción… El humanismo del creador de Mundodisco hace que nos enamoremos de cada uno de sus personajes, localizaciones y escenas, a la vez que dedica una carga mordaz contra todo lo que damos por sentado.

El mayor problema de Ritos iguales es que el final se siente apresurado. Una lástima, porque, con más calma y una trama más pensada, creo que hubiera sido una de las grandes obras maestras de Mundodisco; no obstante, una novela menor de Pratchett es mejor que muchas obras maestras de otros autores del género fantástico. Sobre el desenlace,  la premisa daba para muchísimo más y me hubiera gustado ver la evolución de Esk dentro de la Universidad. Sin embargo, Pratchett decide ir apagando las luces y pidiendo a los invitados que se marchen, porque la fiesta ha terminado con la llegada de los seres de la Dimensión Mazmorra que bien podría recordarnos a los Primigenios de H. P. Lovecraft. Una lástima, porque, si bien presenta la importante idea de cómo las creencias en lo fantástico hacen que lo fantástico se vuelva real en Mundodisco, no logra explotar del todo la premisa de nuestra joven destinada a convertirse en mago.

Más allá de su final, Ritos iguales es una magnífica novela que nos demuestra cómo la magia se abre paso más allá de las tradiciones y los prejuicios y es que, al final, es precisamente la magia la que cambia el mundo, incluso cuando la magia es, al fin y al cabo, los actos que acometemos cada uno de nosotros.

"Por primera vez en su vida, Yaya se preguntó si no habría algo importante en todos esos libros que la gente valoraba tanto. Su aversión a los libros tenía un fundamento moral, ya que había oído decir que muchos de ellos estaban escritos por gente muerta, y por tanto leerlos sería peor que la necromancia. Entre las muchas cosas de este universo con las que Yaya no estaba de acuerdo, una de ellas era hablar con los muertos, que ya tenían bastantes problemas sin que nadie los molestase. Pero no tantos como ella, pensó ahora”- Terry Pratchett, Ritos iguales.

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