Crítica de ¡Guardias! ¡Guardias! de Terry Pratchett, una obra maestra de la literatura

El pobre dragón de pantano Errol, el capitán Sam Vimes, el cadete Zanahoria, el sargento Colon y el "lo que sea" Nobby Nobbs, según Marc Simonetti para la edición francesa de ¡Guardias! ¡Guardias!, clásico del Mundodisco de Terry Pratchett. Fuente.

 «Un dragón era toda una metáfora de la existencia humana. Y por si fuera poco, también era una cosa enorme que volaba y escupía fuego», Terry Pratchett en ¡Guardias! ¡Guardias!

Que Mundodisco es una saga fundamental dentro y fuera de la fantasía debería ser una verdad incuestionable. Que su autor, Terry Pratchett, debería ser considerado como algo más que un escritor de género con buenos chistes es una poderosa verdad. Y es que con novelas como ¡Guardias! ¡Guardias!, Pratchett entró en el olimpo (o el Cori Celesti) de los grandes escritores del siglo XX e inicios del XXI. ¿Por qué? Porque pocos han explorado de forma tan exhaustiva, original y poderosa el alma de cada uno de nosotros, incluso cuando hablaba de magos, brujos, dragones o policías venidos a menos.

Ilustración de la Guardia para una de sus ediciones. Fuente.

Sobre dragones y hombres

A lo largo de cuarentaiuna novelas (y videojuegos, relatos, miniseries, juegos de rol y otros complementos), Pratchett exploró el Mundodisco en varias sagas entre las que destacan las dedicadas a las brujas de Tata Ceravieja, el torpe mago Rincewind, la Muerte o, en este caso, la Guardia. ¡Guardias! ¡Guardias! es la primera novela de esta saga. Con ella, deconstruye el género de la fantasía y la novela policíaca. Coloca cada uno de sus elementos, juega con sus características y nos plantea quiénes estarán tras el regreso del dragón y por qué. A menudo, en las leyendas, los brujos como Merlín o Gandalf manipulan a los héroes para que cumplan con su destino: Merlín aprovechó una espada y un dragón para hacer que Arturo ocupase el trono, Gandalf se valió de un «buenos días» de un hobbit y de un grupo de enanos con un candidato al trono para enfrentarse a Smaug y descubrir quién estaba tras el retorno de la oscuridad… En ¡Guardias! ¡Guardias! tenemos a una secta que planea invocar a un dragón para que cunda el pánico y entonces aparezca un guerrero que lo venza y se convierta en el nuevo rey, derrocando al patricio. Solo que ese candidato al trono será un pelele que ellos, los Hermanos, controlarán para obtener el poder. 

En medio de esta siniestra confabulación, tenemos a la Guardia Nocturna, compuesta de tan solo tres agentes que son un hazmerreír en una ciudad llamada Ankh-Morpork, donde el crimen está bastante organizado (en sindicatos que sirven al patricio, lord Vetinari); por ejemplo, el Sindicato de Ladrones puede robar dos veces al año a un ciudadano de a pie, solo tiene que enseñarle una tarjetita demostrando que es miembro del gremio (una idea que parece tontorrona, pero acaba por convertirse en una de las más originales de la historia). Sin embargo, un nuevo recluta de la Guardia, Zanahoria, un huérfano criado entre enanos, llega a la ciudad y decide alistarse en la Guardia para convertirse en un hombre, una lástima, porque su estricto código de conducta luchará en una urbe donde reina la corrupción.

Para todos aquellos que dudan todavía sobre la importancia de Pratchett, la lectura de ¡Guardias! ¡Guardias! es una demostración de lo que el escritor era capaz de hacer. Utilizaba la fantasía para hablarnos de cada uno de nosotros y lejos de reírse de ella, se ríe con ella, pero también le rinde homenaje incluso cuando habla de los dragones, de la maravilla, de la imaginación y de como esta nos hace humanos, tal y como decía el personaje de Muerte en Papá Puerco, otra de las grandes novelas de sir Pratchett.

La saga de la Guardia también ha terminado teniendo su adaptación al mundo de los juegos de mesa. Fuente.

Otro aspecto importante de Pratchett son sus personajes. Sam Vimes es un policía alcohólico que acaba luchando por ser algo más que aquello en lo que lo han convertido, trazando un perfecto arco de evolución. Mientras, el inocente y fortachón enano de dos metros que es Zanahoria intenta cumplir con su deber en una ciudad donde la policía es un chiste y acaba siendo un ejemplo para sus compañeros de la Guardia. Hablando de estos, el sargento Colon es un cobarde, el agente honorario (y orangután a tiempo completo) el bibliotecario es uno de los personajes más entrañables (¡aunque ni se te ocurra llamarlo mono!) y Nobbs debe llevar papeles para justificar que es humano, aunque se llevará muy bien con lady Sybil Ramkin (la criadora de dragones) se gana nuestro corazón con facilidad e incluso el lector empatiza con criaturas como el dragón de pantano algo esmirriado que es Errol. No podemos olvidar mencionar a lord Vetinari, el patricio que gobierna la ciudad con puño de hierro, que a lo largo de toda la novela nos deja con grandísimos diálogos y protagoniza una conversación sobre la naturaleza humana con Sam Vimes que es digna de enmarcar.

Por supuesto, al ser una novela de Terry Pratchett, su marcado estilo queda más que patente. Estamos ante un autor sumamente original, cuyas metáforas estallan en cada párrafo, en cada frase, y deslumbran al lector. No solo sabe hacer humor, sino también sabe narrar e intentar hacer algo distinto con lo que nos cuenta. Es imposible no hallar un acierto en cada página de las casi cuatrocientas que componen esta novela. No solo triunfa en la narración, sino también en los textos descriptivos, llevados casi a la hipérbole en sus etopeyas, sus descripciones de Amkh-Morpork y las prosopografías de algunos de los personajes, sino también en unos diálogos llenos de viveza y esas moralejas que aguardan cuando menos lo esperas. Uno sabe que está leyendo a Pratchett desde que lee la primera página de su libro.

Y también se sabe cuando se lee la última página, cosa que ocurre en poco tiempo, porque el ritmo de ¡Guardias! ¡Guardias!, incluso sin capítulos ni excesivos diálogos, es endiablado y la lectura del libro es rapídisima. Una obra adictiva donde no queremos abandonar a nuestros personajes, pero, que a su vez, no podemos “ralentizar” para disfrutarlo más, porque queremos saber qué pasa con ellos. Esto no es tan fácil de conseguir y Pratchett lo hace con una facilidad inusitada.

Por el camino, no solo hay humor, sino también una reflexión sobre las creencias y la imaginación. Y, como quien no quiere la cosa, el propio Pratchett explora la posibilidad del Espacio B, de cómo las bibliotecas podrían ser nexos de unión entre dimensiones, al igual que cada estantería, al igual que cada reglón de un libro… Una idea que me parece, ciertamente, fascinante.

Una de las portadas tradicionales de la novela. Fuente.

Sonrisas y sombras

Como he dicho muchas veces, detrás de cada sonrisa hay una sombra y una se tiende tras nosotros en algunos fragmentos de los libros de Pratchett. Más que parodia, en ocasiones, estamos ante una sátira que nos hace reflexionar sobre nuestra realidad, los deseos de poder y lo ridículo de los megalómanos. Decía Neil Gaiman que Pratchett no era un hombre afable, sino que era un hombre furioso y, en realidad, bajo una sonrisa, lo demuestra en cada uno de sus libros.

Terry Pratchett fue el autor de fantasía británico más vendido gracias a sus numerosas novelas y su gran popularidad hasta la llegada de cierto joven mago. Al menos, Pratchett sonreía y con cierto cinismo afirmaba que él era el autor británico más robado en las librerías. Pese a ello, era también un gran humanista y lo podemos ver en cómo utiliza a la Guardia Nocturna como improbables héroes de esta historia, Nobbs, Colon y Vimes cambian y consiguen lo que Zanahoria deseaba, que la Guardia vuelva a ser lo que debería ser (o más o menos), porque la Guardia es una metáfora de cómo esa patrulla de agentes recoge en su seno a una serie de personajes extraños, rotos o diferentes, convirtiéndose en su único hogar y ahí es donde Pratchett demuestra que alberga cierta esperanza en el ser humano (aunque, en ocasiones, pensemos que los postulados de Vetinari sobre la maldad de los seres humanos podrían ser de sir Pratchett).

Discworld Noir sería el título de la emblemátic aventura gráfica basada en la saga de la Guardia de Pratchett. Fuente.

Si el lector ha tenido la mala suerte de ver la serie The Watch que, supuestamente, estaba basada en la saga de la Guardia de Terry Pratchett, nada más lejos de la realidad. No solo se ganó el odio de Rhianna Pratchett, la hija del escritor y guionista de videojuegos como el reboot de Tomb Raider, sino también de todos los seguidores de Mundodisco y cualquiera con algo de buen gusto. La controversia estaba servida desde antes de su estreno, cuando aparecieron las primeras imágenes o el showrunner ni siquiera se acordó de dar las gracias a Pratchett por su obra, e incluso Neil Gaiman se "burlaría" de ellas en un tuit. Es increíble que la BBC (aunque en este caso es BBC América) haya tenido que ver algo con una adaptación tras deplorable; al menos las versiones de El color de la magia, Papá Puerco o Cartas en el asunto tendrían problemas con los efectos especiales y serían producciones modestas, pero se sentía que lo habían intentado, en The Watch solo tenemos una forma de estropear una estupenda saga literaria, así que mejor invertir el tiempo en vez de en verla, en leerla.

La lamentable adaptación de la saga de la Guardia en aquella cosa llamada The Watch. Fuente.

Pratchett fallecería en 2015, pero su legado continúa. La corona del pastor sería la última novela publicada por el autor y sería el cierre de Mundodisco (Pratchett pidió que pasasen un apisonadora sobre sus ordenadores para evitar publicaciones póstumbas indeseables), aunque ¿alguien puede detener a esa tortuga que lleva sobre sí a los elefantes que sostienen el mundo? Lo dudamos. Mediante Mundodisco y sus diversas sagas y libros autoconclusivos, trazó un gran mapa donde exploró las inquietudes de las historias de misterio, los relatos de magia, la revolución industrial, el auge del periodismo y nuevas formas de comunicación como el cine, sin olvidar la capacidad de imaginar… Puede que tengan que pasar un par de años (y deban surgir estudios académicos de toda su obra, ahora completa) hasta que la figura de Pratchett sea reivindicada como se merece: no solo como un autor de fantasía, sino como un magnífico escritor capaz de crear su propio mundo para así hablarnos del nuestro y maravillarnos con la auténtica fuerza de las historias.

¡Guardias! ¡Guardias! cumple tres funciones: es una novela de fantasía magnífica (con un grandísimo trasfondo), es perfecta para empezar con Mundodisco y es una joya literaria que nos recuerda la magia de Pratchett y de todos aquellos autores que nos descubrieron que los dragones vienen de lo más profundo de nuestras almas.


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