Mystery Society fue una serie de solo cinco números que prometía grandes historias y se quedó en nada. Fuente. |
Hay series
de cómics que no sé cómo duran tanto (véase Los muertos vivientes) y otras tan
poco. Sobre estas últimas, podemos llegar a apuntar motivos como la apretada
agenda de sus autores, las malas críticas, la escasa acogida del público…,
aunque últimamente es más frecuente la técnica de usar el cómic como si fuese
un clínex. Hablo de gente como Mark Millar, que escribe guiones de tebeos con
premisas interesantes (y estructuras predefinidas, con traiciones, un par de
palabrotas y poco más) que se quedan meramente en eso, y vende estas obras a
las productoras, las cuales se frotan las garras para adaptarlas. Vendehumos
como Millar lo toman y lo dejan, no ven el cómic como un noveno arte, sino como
un intermediario por el que hay que pasar hasta donde realmente se hace el
dinero (The Magic Order es el primer cómic con Netflix de por medio) y de ahí
que vea sus proyectos como biblias para vender los derechos y no un auténtico cómic. Y hablando de adaptaciones de cómics a series, tenemos la reciente The October Faction de
Steve Niles, que ha sido un fracaso en Netflix y se ha quedado en solo una temporada. Una
lástima que un cómic también de Niles y que era realmente entretenido como Mistery Society muriese tras un
par de números, incluso siendo muy superior a The October Faction, que si ha
triunfado (puede que sea porque abraza más el terror que el pulp).
Mystery Society, maravillosa locura. Fuente. |
La familia Monster cazamonstruos
El cómic que se quedó en solo una promesa trata sobre Nick y Anastasia Collins[i], que forman una pareja que investiga hechos paranormales bajo el nombre de Mystery Society. Pero como el nombre de «society» indica, se necesitan más personajes, y pronto se añaden unas gemelas con poderes psíquicos, una superheroína pulp necrófaga que usa una calavera como yelmo y un robot strampunk con el cerebro de Julio Verne. Puro placer por la extravagancia, sin duda.
Para darle un poco de enjundia, Nick está en una cárcel al inicio de la historia por haber liberado a las gemelas de donde están prisioneras, que es nada más y nada menos que el área cincuenta y uno. Allí se ve involucrado en un asesinato. Su esposa y las gemelas intentarán liberarlo, al mismo tiempo que Julio Verne y Calaveva Secreta buscan recuperar el cráneo robado de Edgar Alan Poe. ¿Qué más quieren? Es un episodio piloto digno de un capítulo de Doctor Who.
Como verá el lector, Mystery Society es un sinfín de locuras e ideas simpáticas que, sin ser el no va más o un desafío, cumplen con el propósito de divertir y entretener página tras página, sorprendiendo con un estilo de aventuras a lo Hellboy primerizo. Para un servidor, es una sorpresa ver a Steve Niles tan a gusto con algo más ligero que sus vampiros de 30 días de noche, serie que acabó volviéndose un poco cargante. En Mystery Society es un placer verle jugar y explorar otros terrenos con un ritmo endiablado.
Como en el
pulp más habitual, si nos paramos a pensar demasiado, hay varios temas cogidos
con pinzas en esta historia, pero el resultado es satisfactorio, prometedor,
aunque sea un despedicio que se quedase solo en un primer arco, en un tomo que
cogerá polvo en las estanterías. Una pena, porque nunca sabremos adónde habría
ido a parar Niles con esta historia, aunque sospecho -como buen perro viejo- que muchos de los hilos desaprovechados de
este cómic han sido rescatados en The October Faction, que trata de una familia que se enfrenta a monstruos sobrenaturales.
El trabajo de Fiona Staples es más que destacable en el cómic gracias al carisma del que llena a sus personajes. Fuente. |
Dando vida al monstruo
Si por algo se recordará esta obra será por el trabajo de una dibujante que encanta a los lectores como es Fiona Staples, muy reconocida por su labor en Saga, junto a Brian K. Vaughan. El resultado vuelve a ser estupendo y se nota que se lo pasa muy bien con las majaderías de un Steve Niles dispuesto a dejarnos una historia que complazca al público que acude a este cómic como se acudiría a ver un blockbuster al cine. Staples crea personajes carismáticos: robots, monstruos, fantasmas… y demuestra que tiene futuro más allá de las aventuras de Alana y Marko en Saga.
Defiendo que Niles no quería "hacer un Mark Millar", porque la serie fue hecha en 2010 y en España se recopiló varios años después. Seguramente, el boom de todo esto de usar el cómic como pañuelos de usar y tirar fuese posterior y me valga la duda con Niles, aunque ya su obra más conocida había sido llevada a la gran pantalla por David Slade (y también a la pequeña pantalla de un modo mediocre).
Por tanto, y volviendo al principio de esta reseña, frente a series que se extienden hasta el infinito, el hastío o la náusea (se me viene a la cabeza Beastars, para que el lector vea que no solo me meto con el cómic americano), Mystery Society es una pena que se quedase a medio camino de la nada. Aguardemos que algún día Niles y Staples vuelvan a ella, porque había un potencial que se queda solo en una historia para pasar el rato. Y nada más (pero también, y nada menos).
Portada de Mystery Society que nos presentaba a cada uno de sus personajes. Fuente. |
[i] Ahí tenemos el guiño a Barnabas Collins de la serie Dark Shadows (adaptada de forma infame al cine por un Tim Burton en piloto automático). Niles es un gran aficionado al género del terror clásico.
Me gusta el tema de detectives de lo paranormal.
ResponderEliminarY con personajes como esos, es lamentable que no haya tenido éxito
¡Siempre nos quedará la relectura! ¡Muchas gracias por tu comentario!
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