¿Cuál es el precio de la soledad y la autodestrucción? Reiraku no da respuestas, pero nos ofrece visiones, experiencias e historias sobre ello. Fuente. |
“Mientras sigas dibujando manga, mientras no desistas de tu sueño de ser mangaka, seguirás hiriendo a la gente. Estarás solo hasta que mueras…”.
¿Qué
significa estar solo? ¿Es una maldición de la que podemos escapar alguna vez o,
simplemente, nos mentimos creyendo que estamos unidos a alguien? ¿Puede el arte
ser la desolación para su creador? ¿O lo es el pasado, las historias que
creemos acabadas, pero que nunca llegaron a cerrarse?
Tengo
la habilidad de leer cada cierto tiempo obras que me hunden en la miseria
existencial (es mi superpoder) y este es el caso del manga autoconclusivo de Inio Asano: Reiraku. Ha sido mi
primer acercamiento a este prestigioso autor nipón, después de que me lo recomendasen
en la tienda de cómics a la que voy habitualmente, y puedo decir que Reiraku,
publicada por Norma Editorial, es una historia sumamente interesante sobre cómo
el pasado y la soledad pueden destruirnos, pero igual que es interesante,
también es demoledora.
Reiraku
narra la caída en picado de un mangaka que ha culminado su serie de éxito, pero
se ha quedado sin ideas para una nueva historia. Ha sucumbido en una espiral de
vacío artístico que está destruyendo su vida. Varios años atrás, que su primera
novia lo abandonase, le afectó tanto que dicha aflicción ha llegado hasta el
presente. Pese a que está casado, los fans lo adoran y sus ayudantes lo tratan
como una eminencia, nuestro protagonista se siente solo, abandonado, despechado…
Y busca conexiones con otros, aunque sea a través de prostitutas, tuits o
engaños, para evitar pensar que tiene lo que merece o emprender una vida nueva donde
no se sienta un monstruo.
El protagonista de nuestra historia es un mangaka que, desesperadamente, busca una conexión con los demás antes de que sea demasiado tarde, antes de que nada merezca ya la pena. Fuente. |
La sombra de uno mismo
No es una vida ajena a otras en Japón
(podría ser una panorámica perfecta de la depresión en este majestuoso país) o vidas que ha reflejado el arte. En un eterno proceso de deshumanización, que
bien podría recordarnos al personaje principal de El extranjero de Albert Camus (salvando sus múltiples
diferencias) y con la devastación que el abandono puede producir en una persona
(tipo de historia donde Haruki Murakami
es una de sus máximas eminencias), Asano
traza el camino hacia la destrucción de un personaje que no puede salvarse.
Mediante la analepsis, acabamos descubriendo el origen de su temor, qué hace
que en el presente se esté saboteando constantemente: él quiere dejar de ser
aquello que, según su pasado, es lo que hace que nunca haya tenido una vida
feliz, pero ya es tarde, muy tarde. Siempre lo ha sido.
Podemos
caer en el error habitual del lector al desear ver hasta qué punto una obra de
ficción puede ser autobiográfica (si es que la autobiografía no es también
ficción, que sería otro debate decente, pero que no nos atañe en este momento),
pero sea como sea es un relato interesante sobre cómo el pasado nos destroza y
cómo nos hundimos si no pasamos página y perdemos el amor por el arte que nos hace
sentir vivos y nos obsesionamos con nuestros propios medios.
A
todo este trabajo le acompaña el dibujo de Asano.
Se caracteriza porque convierte la estética manga en una más realista, sin
sacrificar alguno de los rasgos de este tipo de ilustración, pero añade unos
matices propios para crear imágenes cotidianas de gran fuerza. Por tanto, por argumento,
guion y estética, es un manga perfecto para aquellos que suelen leer, pero,
sobre todo, para los que todavía no le han dado una posibilidad.
Por
último, la sensación que queda al final de Reiraku es de haber contemplado el
hundimiento de una vida. El lector debe decidir en ese punto si se somete a
dicho hundimiento él también o aprende. Muchas veces, elegimos lo segundo, pero
no es tan fácil de conseguir…
La soledad, el mayor miedo del protagonista y una condena de la que... ¿puede escapar? Fuente. |
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