Sí, quería caer en el meme. |
Es complicado que el final de una obra de ficción haga feliz a todo el mundo. Al concepto de final (despedirte de tus personajes favoritos, sus lugares, su tiempo, sus aventuras...), se suma el hecho que, si hay una larga espera hasta ese ansiado momento, cada lector o espectador se puede convertir en un creador en su cabeza; el lector o espectador piensa: esto será así, esto será de esta otra manera... Y su ficción se convierte en una teoría fan que parece que, si no se cumple, se viene abajo todo un modelo de pensamiento que no deja de ser un compendio de hipótesis de las que no puede surgir ninguna teoría seria. Hoy, entre redes y más redes, lo que antiguamente se conocía como "expectativas" parece haberse convertido en una especie de verdad inmutable. Y, claro, si el autor, que lo transformas en tu Sherezade, no te complace con el desenlace, ya debes enviarlo a un círculo del infierno dantesco especialmente reservado para él.
No estoy de acuerdo.
Los finales son complejos.
Para el autor y para ti.
Pero la vida sigue.
Esta semana el debate de la última temporada de Juego de Tronos se ha repetido hasta la saciedad. Ha sido como una guerra civil. He visto a amigos y hermanos luchando y muriendo porque Jon hizo tal cosa o porque Tyrion hizo tal otra ¿y cómo que hay una botella de agua de plástico debajo de una silla? ¡ULTRAJE! En estos siete días, hemos visto batallas más encarnizadas en redes sociales y lugares de trabajo sobre este tema que la pelea entre los Caminantes Blancos y los aliados de Invernalia.
No seré falso: yo tengo muchos problemas con la séptima y octava temporada; hay ciertas escenas buenas, pero... se percibe la ausencia de los libros de George R. R. Martin (el verdadero GENIO detrás de todo esto), los diálogos "martinescos" se han sustituido por frases endebles dignas de peli porno barata ("hace calor aquí" se comenta en el encuentro entre Brianne y Jaime), el teletransporte es una habilitad innata en Poniente desde la sexta temporada, los personajes empiezan a comportarse de un modo un poco forzado (sí, Sandor, tírale una piedra a un maldito zombi, que todo saldrá BIEN)... Y estas opiniones (que me guardo muchas veces para mí), son solo algunas.
Internet ha explotado en memes y teorías, en cabreos, en changre.orgs... Para mí, Juego de Tronos me ha fallado como final por las prisas, por la falta de un desarrollo similar a otras temporadas, pero no estoy lloriqueando en una esquina de mi Internet (esta columna no es lloriqueo, en serio... Es reflexión o... un modo de matar el aburrimiento y no enfrentarme a mis auténticos problemas creativos). Canción de Fuego y Hielo es una historia apasionante, lo sé, pero... si su final te parece malo, no destruye todas las cosas buenas que ha tenido y más cuando tío George ya está preparando esos libros que terminarán su saga y puede que se diferencien (mucho o poco) en cuanto a la serie. Al menos, nos queda la otra posibilidad de disfrutar de un final alternativo en la lectura. Eso me alegra. Juego de Tronos ha sido un fenómeno que ha conseguido que generaciones conecten y la fantasía se vea con otros ojos, tengo en Internet a la maravillosa Abuela de Dragones y en mis clases hablo con alumnos de dieciséis años que la ven. Es genial. Me gusta.
Un apunte: he leído muchas obras clásicas y modernas cuyos finales considero que no cumplían mis expectativas. Me viene a la memoria Drácula; aguardaba más en el encuentro del castillo (y que quede claro que ADORO esa obra). Me ocurre de un modo similar con el adiós de una obra que amo como es El Hombre Invisible y, hablando de monstruos, me pasa de nuevo con El extraño caso del Dr. Jekyll y Míster Hyde (otro clásico que me encanta, pero la despedida se me antoja... apresurada, pero eso responde a diferentes esquemas narrativos y podría seguir si hablo del teatro clásico, pero este responde más a Aristóteles que nuestras ideas más actuales que se olvidan del decoro). A menudo, me meto con mis alumnos cuando ponen en sus historias el "al final, todo es un sueño"; sin embargo, ahí está el final de Alicia en el País de las Maravillas que es, aparentemente, eso: un sueño.
También pienso en obras más modernas. Tengo algunos problemas con el final literario de Harry Potter, lo reconozco. El final de la Saga Crepúsculo es... lamentable (algunos dirán que también el planteamiento y el nudo de Crepúsculo lo son... Je, ¡malignos!). El adiós a la saga inaugurada por Eragon me dieron ganas de tirar el libro por la ventana de la guagua donde iba leyéndolo (pero tendría que haber pagado la ventana). Ah, y soy lector de Stephen King (sí, parece un saludo para Lectores Constantes de Stephen King Anónimos) y como todo lector, sabemos que hay algunos desenlaces que no son los que esperamos: véase Apocalipsis (más de mil páginas para que intervenga la manaza de Dios... ¿¡En serio!?).
Así que... ¿qué hacemos? ¿Acosamos a los creadores de nuestros libros favoritos cual Annie Wilkes para que escriban "nuestro final"? ¿Nos ponemos a la obra y hacemos nuestro propio final a lo fan fic? ¿Creamos campañas en change.org para que cambien nuestro final? ¿Nos ponemos a hacer memes? ¿Lloramos en una esquina? ¿Escribimos entradas en nuestro blog? Puede ser, pero, para que muchos no se angustien y lloren tanto, tengo un pequeño secreto para sobrevivir a los finales que me decepcionan: disfrutar más del viaje que de la meta en sí, que del destino; puede que muchos lo vean como un consuelo, pero me permite quedarme con lo bueno y no cabrearme porque aparezca la mano de Dios, porque Eragon me suelte un sermón, porque los Cullen... bueno, por todo lo relacionado con los Cullen, por un Harry que no acierta ni una con ese libro que hacía una campaña de marketing de hacer acampadas, porque todo sea un sueño, porque el malo malísimo sea vencido... A veces, la realidad es decepcionante, ¿cómo no lo iba a ser la ficción? No obstante, quedan buenos momentos y... más obras en el horizonte. La vida sigue, quizás tus obras no, pero la marca de lo bueno debería acompañarte siempre.
Pues sí. Fuente. |
P.D.: Y luego tienes el final de Endgame que es una MALDITA OBRA MAESTRA. Y punto.
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