Ronin, emblemático cómic de Frank Miller. Fuente. |
“Nosotros estamos en el
precipicio”.
Ronin de Frank Miller es una de
esas obras que marcan un antes y un después en la trayectoria de un artista.
Siempre que se repasa la biografía de Miller o el estado del cómic de los años 80
se cita a Ronin como uno de los máximos exponentes de la ruptura que supondría
la obra del artista estadounidense. Antes de El regreso del Caballero Oscuro,
antes de Sin City, antes de 300, estaba Ronin.
Esta miniserie de seis números, escritos y dibujados por Miller, supone el resultado de todas las influencias
que el artista había absorbido desde su infancia. Ahí están los cómics de
superhéroes, ahí está el manga de El lobo solitario y su cacharro, ahí están
las películas de samuráis, ahí están los juegos de Will Eisner, ahí está el
toque de Moebius… Miller centró su mirada en el ciberpunk y en la decadencia
del futuro de la que también hablaría Katsuhiro Ōtomo en la colosal Akira y si
bien Ronin permanece como uno de los primeros intentos de Miller, no deja de
ser una buena obra a descubrir.
Las influencias orientales de Miller en su cómic. Fuente. |
Pasado, presente y futuro
Ronin conecta dos historias. Al
principio, tenemos al aprendiz de un samurái que lo pierde todo cuando su
maestro es asesinado por un temible demonio Agat. Durante los siguientes años,
el aprendiz, convertido en un ronin, se enfrentará a ese diablo, sacrificándose
con su espada bebedora de sangre con tal de vencerlo. Siglos después, en el
Nueva York del siglo XXI, tenemos una macrocorporación que ha creado a Virgo,
un programa que controla toda una estación viviente que crea máquinas como si
fueran partes de un ser humano, a riesgo de caer en una plaga gris de nanobots.
Allí trabaja la guarda Casey, su esposo y creador del experimento y un joven
sin brazos ni piernas que posee poderes psíquicos y que terminará
reencarnándose en el ronin y, a través de las máquinas, adquirirá brazos,
piernas y recuerdos.
La premisa de Ronin, como veis,
fue original para los '80 y, décadas después, sigue siéndolo. Hay pocos autores como Miller y
su lectura resulta amena y un hallazgo para cualquiera que aprecia la evolución
de un artista en busca de cómo sus trucos pueden funcionar: el uso de la
sangre, páginas dobles, páginas desplegables, etc. La hiperviolencia, la
ambición por la narrativa y la fuerza de un joven Miller ya están presentes en
estas páginas. Uno no verá jamás una página que no sea de Miller y pensará: es
Miller. Y se nota.
Hay varios giros interesantes
sobre todo en el tercio final, cuando nos percatamos de la influencia que 2001. Una
odisea en el espacio tuvo que ejercer en Miller, al igual que toda la
literatura de ciencia ficción y distópica de la época. No obstante, más que lo
que cuenta, Frank Miller está interesado en cómo lo cuenta y, a lo largo de
esta obra que llegó a ser rechazada por editoriales como Marvel, el autor
comenzaría a tejer su propio estilo, que lo transformaría en uno de los autores
más conocidos del mundo del cómic estadounidense.
Dos páginas del Ronin de Miller. Fuente. |
Más allá de las agrias polémicas
que haya podido protagonizar en los últimos años o autoparodias como Holy
Terror, Miller es un artista cuyo trabajo debe reconocerse. Sí, poseerá
defectos para algunos e ideologías o toques de ¿sátira?, que no encajan con todos, pero también tiene
un estilo propio que vemos eclosionar con todas sus fuerzas en Ronin. Los temas
comunes de Miller como el honor, la venganza, la lucha, la violencia, el sexo,
la sociedad hipertrofiada, las bandas, la simbología fascista y demás están a
lo largo de las páginas de este cómic.
Ronin exige que aceptemos muchas
de las ideas de Miller en cuanto a narración, como diálogos que recuerdan a
películas o situaciones que pueden llegar a hacer que alcemos la ceja, como esa
conversación frente al fuego con Casey y esa declaración de amor tras el
asesinato de turno del Ronin. ¿Es perfecta para empezar con Miller? Considero
que para un lector que nunca se ha acercado a sus páginas puede resultar
difícil, un óbice, pero siempre será uno de esos cómics a leer por
su valor fundamental en el mundo de la historieta.
Importante también mencionar el
coloreado de Lynn Varley, que agrega otro punto más, bastante reconocible a
este trabajo de Miller y que juega con diferentes tonos que nos llevan a pensar
en Moebius, pero también en las futuras obras del propio Miller, incluso cuando
el dibujo es más absorbente o menos.
A Frank Miller se le aprende a
leer. O, mejor dicho, se le siente cuando se lee una de sus obras. No es tanto cerebral, simplemente, es una tarea visceral. Pese a su
apariencia sencilla, suele contener acciones que resultan ser complejas para el lector, ya que requieren que
este sea capaz de ver mucho más allá y aceptar la personalidad de Miller y eso
puede resultar un esfuerzo demasiado colosal en estos tiempos donde se exige en
todo una facilidad que resulta drásticamente insultante. En cambio, Ronin
supone un desafío que si bien puede que no sea perfecto, como todo reto es
digno de ser tomado, ya seamos ronins, samuráis, lectores o gente con la mente
de esponja, que persigue diferentes influencias, como aquel Miller que se perdía
en el cine de samuráis y en cualquier cómic que cayese en sus manos. Ronin es la reencarnación de todo eso.
La sexualidad, la violencia, la vida y la muerte en una página de Miller. Fuente. |
Me parece que no es lo primero para empezar.
ResponderEliminarTal vez lo sea Dark Knight returns o Sin city.
Lo interesante del dibujo es como el se representa el movimiento, la acción. También lo es la elipsis, el enfocar la nieve en el encuentro entre el protagonista y Casey.
Argumentalmente lo es el planteo de que se puede hacer con esos poderes, la influencias de los medios sobre alguien que tiene esos poderes.
Saludos.
Es un gran cómic, ¡genial que te guste! ¡Saludos!
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