Fragmento de la portada de El escultor, la joya de Scott McCloud. Fuente. |
"Cada minuto es un océano, así que báñate en todos y cada uno de ellos".
Todavía vivimos en una época donde algunas personas piensan que los cómics no son arte. Por suerte, los estudios y las obras de divulgadores y artistas del noveno arte como Scott McCloud han comenzado a cambiar muchas mentalidades aletargadas y El escultor es una demostración más de cómo el cómic cruza cualquier barrera.
El escultor es un cómic que trata de la vida y la muerte de David Smith, un escultor en constante crisis, a punto de dejarlo todo. Un día se encuentra con Harry, su tío, y entabla una conversación sobre su existencia, su niñez, el arte, sus fracasos... Solo hay un pequeño detalle que no encaja: Harry lleva años muerto. Así, David descubre que está hablando con la Muerte, quien le propone darle el don de la creación de cualquier escultura que desee a cambio de que muera en doscientos días. Desesperado, David acepta. Lo que no sabe es que los doscientos días que tiene por delante le enseñarán muchas cosas sobre el arte, pero también sobre sí mismo y sobre la vida.
El arte y la creación de David. Fuente. |
El arte de morir
Leyendo diversas entrevistas de Scott McCloud, el autor afirma que uno de sus objetivos con este tebeo era emocionar y conmover al lector en todo momento y lo logra sin caer en el drama simple de otras propuestas. Empatizamos con los personajes, entendemos que están vivos y sabemos de sus miedos y sus sufrimientos. No es un tebeo gafapasta ni similar, es un buen tebeo y lo es porque, entre otras cosas, McCloud aprovecha para reflexionar sobre la vida: sus aciertos, sus derrotas, las pérdidas, el amor, las crisis, la juventud, la vejez... y lo hace de un modo potente, demostrando que hay hilos que nos conectan a todos y recordándonos lo valioso que es cada segundo de nuestras vidas.
"Mis sueños siguen creciendo, Harry. Aunque mis oportunidades sigan menguando".
A su vez, McCloud habla también del mundo del arte, al que somete a una crítica cuando se centra en los mercados y los críticos (una sátira perfecta y legítima), al mismo tiempo que divaga sobre qué supone crear para el artista, qué es el arte, etc.
"De camino hacia aquí, escuché a Becker de pasada. Estaba con unos amigos, a la salida del bar Decía que algunos artistas siempre están buscando la aprobación y que no importa lo mucho que lo intenten, porque siempre son incapaces de crear grandes obras. Me di cuenta de que aún seguía hablando de mí".
El escultor tiene más de realidad que de ficción, pese al aire de fábula y a la demostración del poder que desarrolla David. En el fondo, lo importante es que trata sobre personas como tú y como yo, en medio de esa eterna crisis que es la vida y con personajes tan arrolladores como la joven Meg, el amor angelical del protagonista, tan difícil, tan humana.
La pesadilla constante del protagonista de El escultor. Fuente. |
Reconocido como uno de los cómics favoritos de Neil Gaiman, alrededor de sus cientos de páginas, McCloud profundiza en la fuerza del cómic como medio artístico y comunicativo, atravesando barreras y demostrando constantemente sus conocimientos, ya sea para impactar al lector o para introducir ritmo. Además, su dibujo de trazo claro demuestra una vitalidad que nos otorga muchos grandes instantes para un guion que, alejándose de los convencionalismos, se acerca a uno de los mejores tebeos de las últimas décadas.
Parece que todo lo que cuento es sencillo, pero El escultor es uno de esos cómics que hay que descubrir por uno mismo, para sacar nuestros propios pensamientos sobre él y perdernos en su trágica y, a la vez, hermosa historia.
En definitiva, si quieres leer uno de esos cómics que te hacen replantearte hasta qué punto el tebeo es un medio poderoso para contar una historia, El escultor es una gran opción; un cómic conmovedor y mágico con el que Scott McCloud nos devuelve la fe en el noveno arte.
"Quiero perderme en ella. En ella, sobre ella, bajo ella, en torno a ella, hasta no saber dónde empiezo y dónde termino, hasta no recordar ni mi propio nombre".
El paso del tiempo de David hasta llegar a la muerte, el abismo. Fuente. |
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