Hace poco, alguien me preguntó cómo leía tanto y sí, sé que leo, pero no me había percatado de que este año, sin pretenderlo, había disfrutado de un gran número de obras. Las largas esperas, las caminatas, las horas muertas... Todo puede invertirse en la lectura, esa llave para vivir más vidas que aquella que nos ha tocado.
A menudo, los gurús literarios dan consejos sobre cómo escribir y no tanto sobre lo que supone la lectura para el escritor y para cualquier persona (los escritores no son del todo personas, son un noventa por ciento papel y un diez por ciento tinta con alcohol). La literatura nos permite crecer, descubrir otras variedades, vivir otras vidas... Son influencias, escribamos o no, perspectivas, mensajes empáticos... Si rechazamos la lectura, cerramos las puertas a desarrollar nuestras dimensiones personales.
Decía Daniel Pennac en su recomendable obra Como una novela (perfecta para reencontrarse de nuevo con el cariño por la lectura... o descubrirlo), que nunca hay tiempo para leer en la vida, como tampoco hay tiempo para amar. Así que debemos buscarlo y encontrarle sentido. Mi punto de vista actual sobre la lectura, sin desmerecer a los retos (ahí está el eterno Joyce riéndose de todos), es puramente hedonista: disfruta de lo que lees.
Me preguntaron: ¿cómo haces para leer tanto? Mi respuesta, más amplia que la que di en ese momento, podría resumirse en los siguientes seis consejos para leer más (y mejor, que el número de lecturas no es lo que importa):
1. Lee lo que quieras
Las antologías, los compendios, el canon literario de Bloom... Da vértigo, ¿eh? Son listas, pero deberían ser, más bien, guías. A menudo, la obligación de leer hace que muchos jóvenes detesten la lectura. Decía Borges que ciertos verbos relacionados con la lectura no soportan el imperativo y es cierto. No negaré que la lectura de clásicos es recomendable, pero siempre que la didáctica de la literatura se acerque a los intereses del joven; el docente debe hacer que el barroco, por ejemplo, siga vigente para el lector de nuestra época, aproximándolo a los gustos y pasiones del lector (sin tener que pasarlo por el barro tampoco).
Tenemos una generación de jóvenes y adultos que no lee porque se les obligó a leer de niños o jamás se les permitió descubrir que la lectura tenía algo más que las pretensiones de lo correcto o lo incorrecto. Nunca se les dejó superar el prejuicio de "leer es aburrido". Nunca se les dejó acercarse a los libros. Nunca se les enamoró..., pero nunca es tarde. Si a alguien le gusta el motociclismo, el mar o el espacio tiene cientos de obras que hablan de estos temas: biografías, cuentos, novelas, cómics...
Olvida lo que te han dicho sobre la lectura obligatoria. Olvida los prejuicios ajenos ("los libros de fantasía son basura", "lee cosas útiles"... Tonterías). Olvida los prejuicios propios ("¿por qué iba a gustarme un libro escrito en Canarias?", "la autopublicación no sirve". Más tonterías). Olvida a esos autores que supuestamente hay que leer sí o sí si se quiere ser un "erudito" (¿quién se traga esto de los eruditos?). Olvida los bestsellers si quieres. Olvida los clásicos si lo deseas. ¿Qué te gusta en la vida? Ve a obras que hablen de ello. Acércate a autores desconocidos. Prueba de todo. Haz lo que quieras.
Sherlock lo sabe. Fuente. |
2. Crea un hábito de lectura
Puede que el consejo más sencillo y el más complicado por cómo se orientan nuestras vidas: trabajos, deberes, promesas, metas... En el caso de muchos, el hábito de lectura es leer antes de irse a la cama o en la cama, con lo que conlleva más una puerta al sueño que otra cosa. También es el único tiempo que tienen libres. Al menos, leen.
Por hablar de un caso cercano... Sea como sea, este verano mi horario de lectura era: una hora por la mañana, otra hora después del almuerzo y unas dos poco antes de la noche. El verano pasado fue cada momento que pude en medio del trabajo que tenía. Siempre pensé que era incapaz de cumplir con las cuatro horas leyendo que recomendaba Stephen King, pero... más o menos.
Los hábitos son importantes. Si lees diez páginas al día, una novela de doscientas páginas se te acabará en un par de semanas. Todo acaba llegando a su final (sí, importante revelación, lo sé) e, incluso, las buenas historias superan los hábitos: te enganchan hasta que las acabas.
No importa si no puedes tener un hábito claro, te aconsejaría que cogieras un libro e intentases llevarlo encima siempre. Nunca sabes cuándo una cola, una espera o una hora muerta te asaltará y, en mi caso, prefiero leer libros o cómics, ya sea en físico o en kindle o tableta antes que ponerme a mirar las redes sociales, por ejemplo (esto ya es un asunto de perspectiva personal, sí).
Sabiduría. Fuente. |
3. Haz balance de lo que has leído y lo que quieres leer
Tengo una manía desde hace unos siete años de apuntar todas las películas y series que veo, pero también todos los libros y cómics que leo, lo que me permite, entre otras cosas, hacer balance. Gracias a redes sociales de lectores como Goodreads y sus estadísticas, esto es más claro y te puede orientar en tus próximas lecturas. ¿A quién debo leer? ¿Qué tipo de obra me gustaría? ¿Qué no he leído y me gustaría? Un libro nos descubre otro, un autor a otro... Jamás habría leído a Edgar Allan Poe si una profesor no me hubiera leído en clase los cuentos de Gustavo Adolfo Bécquer.
Por ejemplo, el año pasado leí bastante a Stephen King. Este año, me propuse otros clásicos del terror como Matheson, Shelley, Stoker, Bradbury... A algunos les conocía, a otros quería conocerles por primera vez. Y ha sido un placer. Igual con los cómics, donde he seguido completando las obras de Alan Moore y me he sumergido en el mundo del manga, por ejemplo, con Akira.
Y desde hace un tiempo, pienso que me gustaría leer obras de diversos países, como si fuera una vuelta al mundo, además de seguir con los clásicos de la literatura, en este caso, española, pero ya creo que será el próximo año.
Mi mensaje no debe malinterpretarse: no te preocupes tampoco por las cifras; de poco te sirve leerte cincuenta libros al año si cuarenta son un incordio que lees por cumplir. Más vale leer diez que disfrutes. Esto no es una competición. Nadie te va a venir con un vale regalo al llegar al libro cien, ¿sabes?
Para terminar, cada una de estas nuevas obras me influencian, me dan energía y ganas de seguir leyendo, escribiendo e incluso viviendo. Soy muy feliz cuando me puedo perder en un libro.
Matilda. 💓Fuente. |
4. Prueba diferentes formatos, estilos, autores, géneros...
Uno de los problemas habituales a la hora de enseñar literatura es que, muchas veces, no se ha permitido a los jóvenes descubrir la literatura que les gusta. Es triste ver a un joven de diecisiete años que te dice que nunca ha sido capaz de acabarse un libro. Y no es por cuestión de tiempo o su forma de ser, simplemente es porque no se les ha abierto el abanico ingente de la literatura. Nunca se les ha invitado a adentrarse en una biblioteca. Puede que tengan profesores que ni siquiera leen. Nunca se les ha contado cuentos de diversos autores a estos chavales, por ejemplo. Y es importante: un cuento es una obra de ficción corta que puede enamorar a cualquier persona con facilidad, es una forma artística básica que nos transporta a aquella época en la que vivíamos en tribus que se reunían alrededor del fuego y narraban sus historias.
En mi experiencia, he visto cómo los cientos, incluso parafraseados, atraen a jóvenes que nunca han leído: les he contado el argumento de El fantasma de Canterville a chavales que me decían que no les interesaban las historias y he visto sus ojos iluminados y con ganas de saber más de ese noble espectro. Una novela corta de 1887, escrita por Oscar Wilde, cautiva a un grupo de adolescentes de trece y catorce años, en 2017, en Tenerife. La magia de las historias trasciende fronteras.
Si alguien nunca ha leído una novela, puede probar con los cuentos, la poesía, el teatro, el cómic... En mi caso, he descubierto en los últimos años los dones de la poesía y yo la había rehuido hasta ahora. ¡No temas!
Pero ¿qué pasa si te gusta especialmente un tipo de literatura? Tampoco te quedes con los brazos cruzados: si te gusta un género y no sales de él, ten cuidado. Quedarte siempre en el mismo lugar podría llegar a aburrirte o llevarte a una de esas crisis lectoras, como las llaman algunas: a no querer leer nada. No temas vivir una aventura de vez en cuando. A mí me encanta picotear y, aunque soy un lacayo de la fantasía (ay), considero la biblioteca un equivalente a un bufé libre (cuidado, eso sí, con la indigestión).
Las historias son mágicas y no radican en un solo formato, estilo, autor, género... y menos en un canon.
Lo que decía: magia. Fuente. |
5. Desafíate
Me gustan los retos, los desafíos... Cada cierto tiempo digo: esto puede que no me guste o se me haga difícil, pero creo que si le doy una oportunidad, me acabará gustando. Leer It (Eso), más de mil quinientas páginas, suponía una pequeña odisea, pero, una vez comencé a leerlo, lo devoré en poco más de un mes y mi siguiente obra fue Apocalipsis (The Stand), otra obra de más de mil quinientas páginas. Luego, en enero, quise leer La carretera, obra hacia la que sentía hasta pánico por los comentarios de algunas personas que la odiaban y a mí... ¡me encantó y la leí muy rápido! Y eso me hizo darme cuenta de que varias veces he asumido retos.
Cuando leí Harry Potter era mi forma de leer por primera vez un libro sin ilustraciones con once años. Cuando leí con la misma edad El Señor de los Anillos, quería leer uno de esos grandes libros que no sabía si sería capaz de comprender o acabar. Y me encantó. Y así durante toda mi vida. Nunca he sentido pavor por coger un diccionario o ahora consultar a través del móvil, en Internet, el significado de una palabra, una expresión o buscar datos sobre la vida de un escritor, el significado de su obra o los comentarios de otros lectores.
A menudo, vivimos con miedo hacia esos volúmenes de papel y el temor se pierde acercándonos a lo desconocido hasta que podamos tutearlo. A veces, superarás esos retos, en otras ocasiones, no; siempre aprenderás algo. Puede que primero tengamos que enamorarnos de lo que nos gusta sin más, pero los desafíos nunca vienen mal cuando ya hemos experimentado ciertos gozos literarios. Siempre podemos superarnos. Cada uno a nuestro ritmo y con nuestro estilo. Creedme.
Morticia también lo sabía. Fuente. |
6. Disfruta de la lectura
Hace poco le comentaba a una compañera escritora que estaba leyendo una conocida obra que me encanta lo siguiente: si no te gusta y no puedes terminarlo, deja ese libro y lee otro. Así de sencillo. Para muchos sonará a blasfemia o contradicción con lo que he dicho anteriormente, pero creo que tiene su lógica: no deberíamos entender la lectura como obligación y tampoco como sufrimiento. Dale una oportunidad a un libro, pero si no puedes con él... ¡Déjalo! Nadie te mirará mal. No aparecerá la policía erudita de los libros a detenerte. Lee otra cosa. No te desanimes. ¡Toma un respiro! Cuentas con los derechos de los lectores de los que hablaba Daniel Pennac: puedes saltarte páginas, párrafos, darle una oportunidad a cierto capítulo y no a otro. ¡Tienes derechos! Tú mandas. No te tortures, ¿quieres?
Quizás en el futuro le des otra oportunidad. Puede que el libro no esté preparado para ti o tú no estés preparado para el libro. Ya llegará el momento... o no. Hay tantos libros y nuestras vidas son tan cortas, que no hallo una respuesta clara a por qué deberíamos vivir sufriendo. Disfruta de la lectura y si no lo haces, lee otra cosa o... haz otra cosa.
¡Yeah! Fuente. |
Creo que era Alan Moore el que decía en V de Vendetta que no había nada más terrorífico que la libertad y pienso que el resumen de todos estos consejos podría ser ese: la libertad absoluta a la hora de abordar la lectura. A veces, parece que necesitamos ciertas pautas que cumplir para saber si hacemos algo bien o no, pero, en realidad, cada uno puede imponer aquí su propio punto de vista y sus perspectivas.
Estos consejos, comentarios o reflexiones son propios. Me sirven a mí, pero no me cabe duda de que se pueden discutir e incluso se pueden aportar otros. Hay gente que lee más que yo y que seguro que tiene sus propios consejos que me gustaría conocer (tenéis los comentarios). Sea como sea, leed. Sea como sea, vivid. Sea como sea, no dejéis la felicidad atrás.
Creo que hecho todo lo que recomendas, creo que soy un buen lector.
ResponderEliminarEs una ventaja que tengo sobre algunos compañeros del taller de historieta, con no tanto gusto por la lectura. Me ha servido para adaptar algún cuento a historieta.
Y el profesor recomienda leer, incluso leer teatro.
Interesante entrada.
Leer siempre será un regalo que no podemos dejar de lado. ¡Gracias por el comentario! ¡Nos leemos!
EliminarToda una declaración de principios lectores, Carlos. Te felicito y los suscribo.
ResponderEliminarMuchas gracias, compañera. Solo espero poder transmitir un poco de ese cariño que sentimos hacia la lectura con este tipo de textos. ¡Muchas gracias por tus palabras!
EliminarY es un acierto la mención a Morticia como lectora. En un capítulo, intentó ser escritora, haciendo su versión de los cuentos infantiles, del lado de los malos. Una anticipada.
ResponderEliminarMorticia es la mejor. :)
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