Las historias son como telarañas en muchos casos, pero ¿por qué? Imagen libre de derechos. |
Los cuentos son como las arañas, tienen largas patas, y como las telarañas, que enredan a los hombres pero resultan preciosas cuando las ves bajo una hoja con el rocío de la mañana, y, del mismo modo que lo hilos de una telaraña, están todos conectados uno a uno.
Leo a Neil Gaiman, porque en sus obras suele regalarme fragmentos como este y ya creo que merece la pena perderme en esas historias únicas que mezclan realidad, magia y encanto. En este caso, la cita pertenece a Los hijos de Anansi, obra que me regaló Els por mi cumpleaños y la cual llevaba desde hace algún tiempo deseando leer (por cierto, últimamente pienso que lo único decente de cumplir años es que me regalen libros).
En este caso, es una novela de aspecto (aparentemente) cómico, que tiene que ver con dioses como en American Gods (ahí está el bueno de Anansi), pero también con la vida de los dos hijos de un dios, uno (Gordo Charlie) no ha recibido ninguno de los dones de su padre, el dios araña Anansi, en cambio, el otro, Araña, ha recibido todos. Así de justa es la vida. Por cierto, Gordo Charlie no era consciente de tener un hermano hasta poco después de la muerte de su padre y, desde el momento en el que se reúnen, la vida de ambos cambiará de un modo inesperado. Araña se apropiará de la vida de Gordo Charlie (y la mejorará, para él: extorsionará a su jefe, se hará con la novia de su hermano, montará una mansión en la habitación de los trastos de la casa de Charlie...), mientras que el pobre Gordo Charlie caerá presa de los encantamientos de su hermano. ¿Cómo te deshaces de un dios? ¿Cómo te acostumbras a ser un poco más humano?
"Los cuentos son telarañas, conectados entre sí hilo a hilo, y cada uno de los cuentos te lleva al centro mismo de la tela, porque el centro es el final. Cada persona es un hilo del cuento".
Para los que no lo sepáis, Anansi es un dios africano y caribeño de las historias y no es un misterio que Gaiman comparta muchas reflexiones sobre el arte de contar a través de las páginas de esta obra (menos conocida en su trayectoria, pero igualmente recomendable). Según la mitología, Anansi es el dueño de las historias, así que hay que escucharle.
Habría terminado ya la lectura de esta novela si no fuese por haber regresado al trabajo y tener que cumplir con ciertos compromisos. Lo miro por el lado positivo, más tiempo para disfrutarla, aunque seguramente la concluya en estos días. Me perderé en unas semanas en un comentario en profundidad sobre el libro por el blog, pero por ahora, me enamora esa idea de que las historias sean como telarañas, hermosas y peligrosas, donde podemos caer y nunca llegar a escapar del todo. Y es que la metáfora es perfecta.
¿Dónde comienza una historia y concluye otra? ¿Qué cabo une a una con otra? ¿Son peligrosas o hermosas... o las dos cosas a la vez? ¿Puede un lector caer preso de esa red? ¿Cómo se teje una historia? ¿Qué hay en ellas que nos atrae? A medida que gozamos de la lectura y la escritura, concibo la idea de que es imposible no sentir que esta enrevesada frase de Gaiman cumple con ese objetivo de llamarnos y atraernos a esa red que siempre está hambrienta, como dejaban entrever los integrantes de The Cure en una de sus canciones más célebres.
Y es que hay telarañas y arañas de las que no queremos escapar: las historias. Y qué fortuna tenemos al caer en ellas.
Habría terminado ya la lectura de esta novela si no fuese por haber regresado al trabajo y tener que cumplir con ciertos compromisos. Lo miro por el lado positivo, más tiempo para disfrutarla, aunque seguramente la concluya en estos días. Me perderé en unas semanas en un comentario en profundidad sobre el libro por el blog, pero por ahora, me enamora esa idea de que las historias sean como telarañas, hermosas y peligrosas, donde podemos caer y nunca llegar a escapar del todo. Y es que la metáfora es perfecta.
La gente responde a los cuentos. Se los cuentan a sí mismos. Los cuentos se propagan a través de la gente que los cuenta, los cuentos cambian a quien los cuenta. Porque esos mismos que nunca habían pensado en nada que no fuera huir de los leones, o mantenerse alejados de los ríos para no ser devorados por los cocodrilos, esos mismos, decía, empezaron a soñar con un mundo completamente nuevo. Puede que el mundo fuera el mismo, pero estaba pintado de otro color.
¿Dónde comienza una historia y concluye otra? ¿Qué cabo une a una con otra? ¿Son peligrosas o hermosas... o las dos cosas a la vez? ¿Puede un lector caer preso de esa red? ¿Cómo se teje una historia? ¿Qué hay en ellas que nos atrae? A medida que gozamos de la lectura y la escritura, concibo la idea de que es imposible no sentir que esta enrevesada frase de Gaiman cumple con ese objetivo de llamarnos y atraernos a esa red que siempre está hambrienta, como dejaban entrever los integrantes de The Cure en una de sus canciones más célebres.
Y es que hay telarañas y arañas de las que no queremos escapar: las historias. Y qué fortuna tenemos al caer en ellas.
Desde la primera vez que caí en la red de Neil Gaiman, ¡no he querido salir! Es mi jaula preferida. Siempre que lo leo, siento que nada puede hacerme daño. La araña-Gaiman es mi mascota preferida 💙 ¡Gran metáfora y gran post!
ResponderEliminarUn saludo y pásate cuando quieras :3
Me alegra saber que no soy el único que no quiere escapar de esa red o jaula, y tanto las arañas como los pájaros juegan un papel muy importante en Los hijos de Anansi. Espero terminar el libro hoy o mañana para pronto poder hablar de él por el blog. ^^
EliminarGracias por tu comentario. A ver si pronto puedo pasarme por otros blogs, que la nueva novela y el trabajo me están dejando sin tiempo, ¡gracias como siempre!