Mickey Mouse en una de las escenas más emblemáticas y preferidas de la película de la que os hablaré hoy: Fantasía. Fuente. |
¿Se puede ver la música y se pueden escuchar las imágenes?
Lejos de quedarse en una simple pregunta (con mucho de metáfora), el equipo de
Walt Disney decidió hacer una película que respondiese esta cuestión. Así nació
uno de los clásicos de Disney más recordados de su edad dorada: Fantasía. El 13 de noviembre
de 1940 se estrenó la película en Estados Unidos. Doce años antes, el 18 de
noviembre de 1928, debutaba nada más y nada menos que el famoso Mickey Mouse.
Durante esas dos fechas, Disney se consagró como un estudio de éxito para la
animación gracias a diferentes cortos de personajes como el propio Mickey,
Goofy, el Pato Donald… y también gracias a sus películas como Blancanieves y los siete enanitos o Pinocho. Los creadores de Disney ya
buscaban por aquel entonces seguir experimentado, llevar la animación al límite
e innovar.
En principio, se quiso crear un
cortometraje más largo de lo habitual para un Mickey Mouse que pasaba por horas
bajas en cuanto a popularidad. El argumento estaría basado en un cuento
clásico, El aprendiz de brujo del poema Der Zauberlehrling de Goethe, que trata la historia de un
joven discípulo de magia que empieza a utilizar los hechizos de su maestro sin
estar preparado. Mouse sería ese pupilo descarriado. A su vez, se pensó en
utilizar música clásica para la composición. Entonces, surgió la idea: ¿y si se
realizaban varios cortometrajes animados que se adaptasen a la perfección con
la música clásica y aunasen el estilo visual y musical como no se había visto
hasta la fecha? Sin
saberlo, Disney se embarcó en su película de animación más larga hasta la fecha
(dos horas) y una de las más laboriosas (tres años de realización).
Experimental como pocas, Fantasía se convirtió en algo
eternamente nuevo y rompedor.
Contemplar la música
El director de música Leopold Stokowski se uniría al
proyecto de Walt Disney. Ambos eran fans el uno del otro y deseaban crear algo
a partir de los campos en los que se habían especializado. El resultado, como
se señala en la propia película, es una nueva forma de entretenimiento que
escapa incluso de los géneros. Fantasía comienza
con acción real, algo bastante extraño para el cine de dibujos de la época.
Dirigida esta parte por James Wong Howe, que años después ganaría un Oscar,
atendemos a la explicación del narrador, que da paso al director musical. Por
el camino se nos habla de tres tipos de música: la que nos cuenta una historia,
la que no tiene argumento y la que es música por sí misma. La potencial visual
de las luces y sombras convierten la música en lo que es: pura magia, que desde
el inicio obliga al espectador a zambullirse en esta serie de cortos animados.
Escuchar las imágenes
El primer cortometraje está acompañado de la música de Tocata y fuga en re menor de Bach y no tarda en convertirse en
una pieza abstracta, donde el dibujo busca representar el sonido de la música.
Creando, por medio del uso del color y los símbolos, un canto a la imaginación,
consagra este inicio como una perfecta obertura musical y visual. Fantasía afirma desde un primer momento que
estamos ante una revolución, algo nuevo, algo que desea trascender.
La
siguiente pieza es La suite
del cascanueces de Piotr
Ilitch Tchaïkovski que, pese a no ser excesivamente apreciada por su autor, se
ha convertido en una de sus composiciones más célebres. Este segmento se
compone de varios elementos que defienden que la naturaleza de por sí es arte.
A lo largo de su metraje, vemos desde hadas danzando en el rocío de la noche,
pasando por una pequeña seta de toque asiático intentando continuar el baile de
sus compañeras, un ballet de flores, peces de colores que mezclan belleza y
timidez, una danza rusa acorde al vals de las flores y, por último, unas hadas
de hielo que crean agua helada donde llevar a cabo su ritual. Como detalle,
decir que Walt Disney llegó a pensar en utilizar olores en el cine para esta
parte del film, pero el sistema aún parecía demasiado complejo. Decir también
que Disney quiso el 3D para todo el film (algo que parece tan de moda ahora),
aunque acabó descartándolo.
A continuación, El aprendiz de brujo, la
razón de ser de toda la película, el primer segmento en ser ideado y, sin duda,
el más famoso. Siguiendo la música de Paul Dukas para adaptar el poema de
Goethe, este fragmento es todo un emblema, un símbolo moderno de Mickey Mouse y
eso que casi no lo protagoniza, ya que se pensó en Mudito de Blancanieves o en crear un personaje nuevo. Sin
embargo, Walt Disney lo tuvo claro desde el principio: debía ser el famoso
ratón, aquel que, según él, se le ocurrió durante un viaje en tren varios años
antes. Mouse se transforma así en una figura irremediablemente curiosa, que
debe enfrentarse (incluso violentamente) a las desbordantes consecuencias de
sus actos tras soñar con imitar al director de orquesta en un acantilado, donde
dirige las estrellas. Una pieza clásica en la que queda claro que ese hechicero
mentor fue inspirado por nada más y nada menos que el propio Walt Disney
(Yinsed, el nombre del mago, se forma a partir de la palabra
"Disney").
Mickey Mouse en el famoso segmento de El aprendiz de brujo. Fuente. |
Tras este corto se produce un cruce entre realidad y
ficción donde el propio Mickey Mouse felicita al director de la orquesta.
A El aprendiz de brujo le sigue La consagración de la primavera.
Igor Stravinski era el único compositor vivo cuando se realizó la película y
sus palabras pasaron de la admiración al odio hacia Fantasía. En esta parte de la
obra, los creadores de Disney utilizaron el arte para explicar la ciencia,
desde el comienzo de los tiempos hasta el fin de los dinosaurios. No
estamos solo ante una pieza de indudable valor educativo, sino también ante un
reflejo del sentido trágico de la existencia a través del cataclismo de la
creación. De la
destrucción surge la vida en dos ocasiones, primero con los dinosaurios y luego
tras su muerte, con esas olas que solo advierten de la futura llegada de la
humanidad. Todo ello recalcado con esa batalla entre bestias donde el T-Rex
acaba mostrándose tan poderoso como la naturaleza que acabará matándolos a
todos. Una pieza poética que se alejó del efecto cómico que tenían los
dinosaurios entonces. Altamente oscura, fatalista y audaz, esta pequeña gran
obra consigue resumir en segundos millones de años. Debido a esto, se pensó en
ella como final para la película debido a ese toque devastador que posee, pero
terminaría siendo solo la conclusión de la primera mitad de la obra.
Después de
un descanso, asistimos a la genial “entrevista” a una banda sonora. Este es,
sin duda, uno de los momentos más recordados de Fantasía, pero que se concibió
en realidad como una manera de alargar el comienzo antes del siguiente corto,
por si los rezagados que volvían a la sala se lo perdían.
La segunda hora de la película se
abre con Pastoral de
Beethoven. Tras dificultades para encontrar la mejor composición, los
animadores de Disney terminaron dando un marco mitológico clásico y usando la
música del famoso compositor. Esta obra, llena de art decó, comienza con Pegaso
y otros corceles alados que aprenden a valor.
Luego, en su segundo movimiento,
vemos unas centáurides que muestran su pecho desnudo, aunque luego se les añada
una especie de sostén con flores (temas de censura). Baste decir que no es
difícil hallar en los querubines los rostros de otros niños de Disney de la
época o en estas chicas caballo a las precursoras de Alicia, Campanilla o
Ariel.
A continuación, tras el enamoramiento de centauros, se pasa a la colosal
batalla entre dioses con sus rayos y la aparición de otros seres divinos. Esta
pieza mitológica es una de las más polémicas de Disney debido a que se utilizó
una centáuride de piel negra y de claras connotaciones racistas. Años después,
se eliminó la que limpiaba las pezuñas de otra compañera, pero siguen
estando presentes otras dos con toques de cebra y piel mulata, que son las
acompañantes que abanican a Baco. A su vez, lejos de esto pero también en
el terreno de los fallos, puede que el diseño de los compañeros de Pegaso y
otros personajes sea demasiado dulce para el resto de una propuesta más adulta.
No obstante, debemos reconocer la magia de la tormenta, la potencia visual del
vino de Baco mezclado con el agua y recordándonos a sangre, la aparición de un
Zeus precursor del visto muchos años después en Hércules (John Musker, Ron
Clements, 1997) o los cameos
de Iris (y la primera vez que Disney mostró un arcoíris con la suficiente
fuerza visual), el telón de Morfeo, la estrella de Diana o el paso de Apolo.
Zeus en fantasía. Fuente. |
Después de esta travesía por la
mitología grecolatina, llega La
danza de las horas de La Gioconda de Amilcare Ponchielli, donde la
riqueza simbolista vuelve en su mayor expresión. Tomada en algunos momentos
como una parodia de la ópera y el ballet, las horas y el tiempo son
representados por animales: el día son avestruces, el mediodía son hipopótamos,
el atardecer son elefantes y la noche son los caimanes (recordando a vampiros).
La idea fue de Walt Disney. Muchos animadores hablaron, años después, de cómo
Walt imitó a los caimanes en el estudio para que lo tomasen como referencia de
lo que deseaba en este cortometraje.
Y por último, La Noche en
el Monte Pelado de Modest
Moussorgsky y el Ave María de Franz Schubert. Este corto
representa la batalla entre la oscuridad y la luz, triunfando al final el
amanecer. Sin duda, una de las piezas más célebres de la historia de la
animación por derecho propio y, para un servidor, la mejor de Fantasía. No
es raro que muchos padres se quejen de esta pieza porque asuste de sus hijos,
porque no es raro que muchos padres sean estúpidos y no comprendan el mensaje
esperanzador que envía. Acompañado
de una música mágica, cargada de fuerza, vemos surgir la oscuridad del
mismísimo Satanás en el pico de la montaña. Como curiosidad, el plano en que el
enorme demonio emerge sobre la ciudad parece provenir de la película
expresionista alemana Fausto
(Faust, Murnau, 1926). El diabólico ser, llamado Chernabog (“dios
oscuro”), reclama a su aquelarre negro, compuesto de demonios, muertos y otras
almas en pena que sumergen de sombras todo un pueblo. Mientras que el Monte
Olimpo de la composición de Beethoven representaba algo mágico, el Monte Pelado
es una fuerza siniestra donde la agonía y el dolor no tienen parangón.
¡En esta pieza, varios recursos
visuales como enviar a los monstruos hacia el espectador ya habían sido
probados en la mítica silly
symphony llamada Skeleton Dance.
Disney se halla en una de
sus obras más serias y siniestras, donde atendemos a la belleza y el horror de
Chernobog, que representa la muerte sobre la vida. Como curiosidad, decir que Disney contó con Bela Lugosi, el
mismísimo Drácula,
como modelo, pero el animador de la pieza dijo que no era lo suficientemente
siniestro. Finalmente, Chernobog, tras expandir sus alas y ver en sus manos el
dolor, vuelve para ser derrotado por la luz del día, guiada por una procesión
de almas que portan luces bajo la música del Ave
María. A su alrededor, los árboles forman los arcos de una catedral,
concluyendo con lentitud y mucha poesía un desenlace a la altura de una obra
tan llena de matices y virtudes como es Fantasía.
El dios oscuro y su aparición marcan el inicio del cierre de la obra. Fuente. |
Un hito el cine
Han pasado setenta y seis años desde el estreno de Fantasía. Mickey
Mouse cumple ochenta y ocho años. El
mundo de la animación sin esta película y sin este personaje no sería el mismo. El viaje que se propuso Disney con Fantasía resultó ser un fracaso en su estreno.
RKO no se comportó como se esperaba de ella. Por un lado, no quisieron adaptar
los cines al sistema de sonido multipista Fantasound creado para la película, por otro
recortaron la película hasta dejarla en ochenta minutos, poniéndola como sesión
doble junto a un western. Hoy, que se idolatra tanto a la RKO, deberíamos
también pensar en su aspecto más negativo. Al menos todo esto sirvió para que
Disney crease su propia distribuidora, la poderosa Buenavista. Pocos
entendieron entonces, entre público y crítica, la magia tras este ahora clásico
de Disney, debido a su innovación eterna. Fantasía, al final, consiguió lo que se merece. Es una
mezcla de géneros, un viaje a través de la animación y la reivindicación como
obra maestra única e imperecedera, creada por una legión de directores de
animación, trabajadores, guionistas…
Destaca su simbolismo y su
entendimiento respetuoso de la música, que colocan a la obra en su pedestal de
la historia cinematográfica, siendo una de las cintas de animación más
ambiciosas que existen. Y además arriesgada, planteando un final con el Ave María o jugando en el lado contrario con un
corto sobre la creación el mundo, que poco tiene de divino según los
creacionistas.
Por ello, Fantasía es sin duda un concierto visual o la silly
symphony definitiva. No es
solo una propuesta que no toma por idiota al espectador, sino que puede ser
vista tanto por adultos como por los más jóvenes, siendo una gran dosis de
cultura en vena, que vaga desde el arte abstracto hasta el clásico, sin olvidar
composiciones clásicas.
Hoy, que muchas veces el cine de animación se convierte
en un cementerio de neuronas, dado a la infantilidad y la estupidez, donde
parece que los concilios de padres ineptos o mercaderes sin escrúpulos comandan
y desean que el arte se trivialice, Fantasía sigue representando una oda al cine,
la animación y la música, una esperanza que no pierde vigencia. Walt Disney
diría años después: “Oh, Fantasía… La hicimos y no me arrepiento, pero si la
hiciéramos ahora, no creo que pudiéramos”. Una lástima, este mundo necesita más
películas como esta y necesita más arte, más música, más cine, más vida, más Fantasía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes comentar mediante nick, anónimamente o con tu cuenta de correo o similar. No almacenamos ninguna información.
¡Muchas gracias por tu comentario!