"Sois famosos".
La
ciencia-ficción es la poesía de lo que seremos hecha realidad. Por ejemplo, nos hacemos una pregunta casi metafórica: "¿qué pasaría si
nuestros pecados se repitiesen una y otra vez?". En la ciencia-ficción, puede
pasar... literalmente. De ahí, lo bueno de White bear (Oso blanco), el nuevo
episodio de esta segunda temporada de Black Mirror.
White
bear narra la historia de una mujer, Victoria (encarnada por Lenora Crichlow, conocida por Being Human) que despierta en una casa sin recordar
nada. Todo parece una auténtica pesadilla. Cuando sale de ese hogar, ve que todo el mundo le hace fotografías con el
móvil. Nadie la ayuda. ¿Qué diantres está pasando? Entonces, aparece un extraño enmascarado, el Cazador (papelón de Michael Smiley - irónico con el significado de su apellido-),
que pretende darle caza. La mujer no tardará en descubrir que una señal que hay
en los aparatos electrónicos ha hecho enloquecer a todo el mundo. ¿Podrá
escapar de su locura mientras intenta recordar el pasado?
Charlie
Brooker, el creador y guionista de la serie, se burla una vez más de nosotros con este capítulo que condensa toda la serie. Nos propone una historia pequeña (una mujer que despierta sin saber qué ha sido
de su esposo y su hija, al estilo Toda tu historia o Be right back) para
luego volverla grandilocuente (como 15 millones de méritos) y, al final,
descubrirnos que todo es un cuento sobre la morbosidad de los espectadores
(algo que ya trató en El himno nacional).
Este
episodio gusta y gustará mucho más, pero pronto se le pilla el truco una vez
vemos que Brooker juega con un cliché (alguien te ayuda porque sí, todo parece una pesadilla irreal...) y luego
empieza a sorprender con la revelación de uno de los cazadores. Estamos
alertados desde ese momento, nada es lo que parece y todo puede ser posible.
A
menudo, cuando vemos un hecho terrible o cruel, pensamos: “ojalá que al
verdugo, asesino o lo que sea le pase lo mismo”. Quizás, deberíamos
replantearnos nuestra propia moralidad después de ver este episodio, un ensayo
de aquello que creemos justo y, en realidad, puede que no lo sea.
Da
la sensación, eso sí, de que se podría haber sacado más de esta historia. Parece que deja algo más frío al espectador salvo por escenas como el campo de crucificados o
el terrible final de la tortura “en bucle”. Una advertencia: no se vayan durante los créditos,
que tenemos revelaciones como cuando en Saw nos explicaban todo al final (o
como en El himno nacional).
Black
Mirror: white bear es una pieza tramposa, aún así algo previsible, pero que
contiene una importante reflexión sobre la crueldad en nuestra sociedad actual
(¿y futura?). No somos nadie y el futuro está hecho trizas... como nuestro
presente.
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