Yo, Pagliacci. |
"Eres un chiste.
Eres menos persona que yo".
Youtube, Facebook, Twitter... son las grandes cámaras de nuestro tiempo. Antaño, si queríamos ser famosos, teníamos
que hacer algo con algún mérito (increíblemente bueno, malo o, ¿para qué mentir?, estúpido); así los
medios de comunicación nos darían nuestros cinco minutos de fama. Ahora, con las
redes sociales y el propio Internet, cualquiera puede ser famoso y, como siempre, no todo
lo que es célebre, lo es por lo bueno que es y puede ser usado con un propósito cuestionable. The Waldo Moment, el tercer y
último capítulo de la segunda temporada de Black Mirror, trata sobre todo eso.
Imaginen
el típico late night de humor ácido. Hay un colaborador en él que es un dibujo
animado en 3D, un oso azul llamado Waldo (¿nadie recuerda al perro marioneta de aquel late night estadounidense de hace unos años?). El humor de Waldo consiste en ridiculizar a
políticos con referencias a penes y otros chistes de mal gusto.
Todo en
contraste con la vida de aquel que encarna al dibujo mediante captura de
movimiento, un cómico que vive un momento triste de su vida y que se emparenta
con el payaso Pagliacci, capaz de hacer reír a todos por fuera y, por dentro,
estar llorando eternamente. En una época donde los “representantes de la
democracia” están en descrédito, un personaje tan idiota como Waldo se
convierte en un fenómeno de masas… Y no se tarda en decidir presentarlo a las
elecciones y así comienza el cambio.
Nada de esto es tan raro y se puede extrapolar a la actualidad (¿nadie está siguiendo las elecciones en Italia? ¿El tema del cómico?
La sonrisa del futuro. |
El
capítulo escrito por Charlie Brooker trata sobre cómo convertimos en famoso a aquello que pocas veces se lo merece.
Se cuestiona por qué la gente decide por ejemplo que un vídeo idiota de Youtube
tenga más visitas que una obra maestra. ¿Qué tipo de sociedad tenemos donde lo
estúpido y absurdo es aplaudido desde el morbo, como en el episodio de la primera
temporada El himno nacional? Las redes sociales podrían llevarnos al desastre
si no aprendemos a controlarlas... o si no las olvidamos y quedan obsoletas, que pasará con el tiempo.
Otro
tema que se aborda dentro de la trama es la situación de la política actual.
Con tanto corrupto y/o imbécil suelto, ¿cómo la gente que está hasta los
mismísimos no iba a votar a un dibujo animado que es un capullo mediático? A su
vez, se cuestiona cómo los ciudadanos eligen a sus políticos, muchas
veces llevados por argumentos chabacanos alzados sobre falsas promesas que por motivos racionales.
Bueno, así nos va.
Pese
a que la crítica es afilada, la parte más humana de la trama no se desarrolla
del todo. Jamie, el cómico está bien, un correcto Daniel Rigby, pero la
diputada Gwendolyn Harris (Chloe Pirrie) queda poco representada (nunca mejor dicho) y solo es un
punto que hace que la trama avance hacia su final, aunque sin profundizar más en ella. Quizás
los mejores son los secundarios, con el gran Jason Flemyng a la cabeza como
Jack Napier (el nombre del Jóker en la peli de Burton) y Aidan Gillen, el
Meñique de Juego de Tronos, como ese político falso y vacuo.
Política, espectáculo... Horror. |
Pese
a ser el capítulo más flojillo de la segunda temporada (me quedo con Be rightback), Black Mirror sigue teniendo capítulos de buena calidad y que hacen
pensar, algo cada vez menos común en la televisión. Muy grande ese epílogo, que nos recuerda a tantas distopías... que ahora parecen nuestro futuro irremediable. Así que esperemos que haya tercera temporada
y Charlie Brooker siga componiendo este réquiem por el ser humano actual que es
Black Mirror.
The
Waldo Moment nos habla de cómo en breve nos podríamos convertir en una sociedad
de “Like” y “Twitteo” y no en una sociedad donde se hable y se discuta. Orwell,
Huxley, Bradbury y muchos autores vieron en su momento los grandes fallos del
ser humano. Brooker también. Ahora, Black Mirror es nuestro más oscuro reflejo.
Yo también espero que hagan una tercera temporada, creo que me ha gustado más esta que la primera. ¿Te marcó mucho el himno nacional? Es que veo que lo mencionas más de una vez en otras entradas.
ResponderEliminarP.D: Un futuro como los de esta serie, están a la vuelta de la esquina por lo que parece...
Hola, Hitos
EliminarPersonalmente, me quedo con la primera. De la segunda me gustó sobre todo el primero. El segundo está bien y el tercero siento que hubiera podido dar más de sí aún.
Sobre El himno nacional, me impactó bastante, aunque me gusten más los otros dos de la primera. Creo que si lo menciono es porque creo que los temas que toca, también los toca los otros y porque para mí toda la serie transcurre en un mismo mundo y es El himno nacional el que convierte a toda las generaciones siguientes en morbosos monstruos tecnológicos.
Sobre un futuro así a la vuelta de la esquina, ya se habla de una red social para comunicarse alguien cuando muera mediante correos que deje en vida.
Un saludo y gracias por tu comentario.
¿Va en serio? Una red social así me parece absurdo, y muy siniestra, más que las que ya hay, que ya es decir.
EliminarEs una web, no una red social http://www.afteridie.org/ Sorry! ¡A disfrutarla!
EliminarRed social, web, lo que sea, me parece de mal gusto, yo eso no lo uso XD
EliminarSólo sé que si muero y siguen saliendo las entradas programadas en el blog, tendrás un Black Mirror en directo jajaja
EliminarNOOOOOOOOOOOOOOOOO
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