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Matar en la ficción es gratuito y fácil, por eso a él le gustaba tanto.
Más de una vez, pensó en si se habría convertido en dramaturgo para contar historias o para poder matar sin que le salpicase la sangre (o la tinta). Seguramente, lo segundo.
Acaso, ¿era un psicópata de personajes? Puede. Aniquilaba a cualquiera que crease, como un dios vengativo y loco: ¿el anciano de mirada afable? Decapitado. ¿La niña mona del vestidito de flores? Ahogada en el río. ¿El cachorrito de grandes ojos? Sacrificado. ¿El mundo perfecto? Destruido.
Nadie escapaba de su implacable sentencia.
¿Por qué hacía eso? Porque su vida se derrumbaba como un castillo de naipes en un terremoto. Su esposa le había dejado. Sus padres le habían abandonado. Sus hermanos estaban muertos. Sus hijos no le hablaban. Su cartera había desaparecido… En resumen, su existencia era patética y el único consuelo era teclear para vengarse de todos los que le habían hecho daño. No sabía pasar página más allá de la literal.
Un día, se enfrentó a sí mismo o, mejor dicho, a un personaje.
Había escrito a una niña que se rebelaba. Era una respondona que descubría su naturaleza: que era un personaje y no quería morir. Aún así, él le iba a dar un trágico final.
O, al menos, eso pensaba hasta que.…
NIÑA RESPONDONA (rebelándose): ¿Cómo sabes que tú no eres otro personaje?
Ella le habló, él escribió la pregunta. El dramaturgo ni se dio cuenta.
Se quedó como una página: en blanco. Las preguntas amenazaban con volarle la tapa de los sesos: ¿y si era cierto? ¿Y si él era un personaje? ¿Y si su dios era un ser cruel, un escritor, que le hacía sufrir? ¿Y si el dios-escritor que lo había creado exorcizaba sus propios pecados, a través de él, un falso escritor que mataba a todos sus personajes? ¿Y si él no era real?
Pensó en lanzarse por el balcón, pero…
No hizo nada.
Su dios-escritor tenía que terminar ya con él.
El relato no podía exceder una página.
Acaso, ¿era un psicópata de personajes? Puede. Aniquilaba a cualquiera que crease, como un dios vengativo y loco: ¿el anciano de mirada afable? Decapitado. ¿La niña mona del vestidito de flores? Ahogada en el río. ¿El cachorrito de grandes ojos? Sacrificado. ¿El mundo perfecto? Destruido.
Nadie escapaba de su implacable sentencia.
¿Por qué hacía eso? Porque su vida se derrumbaba como un castillo de naipes en un terremoto. Su esposa le había dejado. Sus padres le habían abandonado. Sus hermanos estaban muertos. Sus hijos no le hablaban. Su cartera había desaparecido… En resumen, su existencia era patética y el único consuelo era teclear para vengarse de todos los que le habían hecho daño. No sabía pasar página más allá de la literal.
Un día, se enfrentó a sí mismo o, mejor dicho, a un personaje.
Había escrito a una niña que se rebelaba. Era una respondona que descubría su naturaleza: que era un personaje y no quería morir. Aún así, él le iba a dar un trágico final.
O, al menos, eso pensaba hasta que.…
NIÑA RESPONDONA (rebelándose): ¿Cómo sabes que tú no eres otro personaje?
Ella le habló, él escribió la pregunta. El dramaturgo ni se dio cuenta.
Se quedó como una página: en blanco. Las preguntas amenazaban con volarle la tapa de los sesos: ¿y si era cierto? ¿Y si él era un personaje? ¿Y si su dios era un ser cruel, un escritor, que le hacía sufrir? ¿Y si el dios-escritor que lo había creado exorcizaba sus propios pecados, a través de él, un falso escritor que mataba a todos sus personajes? ¿Y si él no era real?
Pensó en lanzarse por el balcón, pero…
No hizo nada.
Su dios-escritor tenía que terminar ya con él.
El relato no podía exceder una página.
Muy bueno. Solo puedo decir eso y añadir una inclinación.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Hola, Rondi
EliminarMuchas gracias. No estaba muy satisfecho con este relato, pero me alegro de que te haya gustado.
Un saludo y gracias por tu comentario.
Te has inspirado en G. R. R. Martin ¿a qué sí?
ResponderEliminarHola, Hitos
Eliminarjaja Me he partido con tu comentario. En realidad, no, me inspiré en mí mismo, que siempre suelo cargarme un montón de personajes. A eso sumo lo de romper literatura con realidad y una tonta idea que tenía en la mente y salió esto, pero gracias por la comparación jaja
Gracias por tu comentario, un saludo.
Pensé poner algo de Martin, pero Hitos se me ha adelantado y ya no tiene gracia (joooooo)
ResponderEliminarMuy buen relato... Me ha encantado y provocado paranoia a partes iguales.
Hola, Pedro
EliminarSupongo que deberé hacer de arbitro en un duelo entre el señor Hitos y usted. ¿Qué le vamos a hacer? Sabía que este día llegaría xDDDD
Sobre el relato, si le ha causado paranoia, muchas gracias. Bienvenido a mi vida.
Un saludo.