Críticas de cine: Drácula de Tod Browning, el comienzo de la leyenda vampírica


“Yo no bebo vino”- DRÁCULA

Hay palabras que nos llevan a pensar en alguien. Si decimos “vampiro”, seguramente nuestra mente nos lleve hasta Drácula y la encarnación de este mal puede tener los fríos rasgos de Bela Lugosi. Es comprensible: sin Drácula, no podríamos considerar la fuerza que ha tenido la imagen del vampiro en el cine de terror y nuestra cultura en el último siglo.

Sin embargo, el Drácula de la Universal no sería el primer vampiro de la pantalla. A principios de siglo, Murnau intentó llevar ya a la gran pantalla la historia del célebre conde, pero, por problema de derechos con la viuda de Stoker, Murnau tuvo que cambiar los nombres y hechos. Eso llevó al autor de Amanecer a concebir Nosferatu, uno de los mayores logros del expresionismo alemán, junto a films como El Golem o El gabinete del doctor Caligari. No obstante, la batalla legal continuaría y casi todas las copias de Nosferatu fueron eliminadas. Por suerte, muchas pervivieron y conservamos al Conde Orlok como el “primo” apócrifo de Drácula.

En 1931, Tod Browning se llevaba el gato (o el murciélago, según como se mire) al agua y era contratado por la Universal para llevar el mito vampírico por excelencia a la gran pantalla. Cabe puntualizar que muchas escenas serían dirigidas por Karl Freund, debido a los problemas de Browning.

Pongámonos en situación: 1931, una novela de terror famosa, un buen guion, dinero para grandes escenarios, un reparto decente (con Edward Van Sloan, el mítico Van Helsing que también estaría en Frankenstein)… ¿Qué falta? Lo más importante: un buen actor para Drácula, el punto crucial si se quería que la película triunfase. No era sencillo.

La mirada de Bela Lugosi. Fuente.
Muchos actores fueron considerados para el papel de Drácula, entre ellos, el camaleónico Lon Chaney que murió antes del rodaje; Chaney era conocido gracias a El fantasma de la ópera, por ejemplo, y su hijo sería el encargado de dar vida a El hombre lobo, otro film de la Universal conocido por los amantes de lo fantástico.

Más intérpretes estuvieron a punto de ser Drácula como fue el caso de Conrad Veidt, famoso por sus interpretaciones en clásicos como El gabinete del doctor Caligari o El hombre que ríe.
Al final, el papel recaería en un desconocido para la gran pantalla: Bela Lugosi, cuyo aspecto aristocrático y su acento crearían a un auténtico mito, que se volvería imborrable para la memoria visual del espectador. Lugosi no era ajeno al papel del aristocrático monstruo (valga la posible redundancia), ya que había dado vida al Conde en la adaptación teatral de Broadway en 1927.

¿Qué decir de Lugosi? Voz grave, acento extraño, ojos llamativos, porte de extraño galán… Un chupasangre que, pese a su aspecto refinado, no deja de ser un auténtico monstruo (para que aprendan muchos autores de lo que hoy se denomina “romance paranormal”).

El actor quedaría marcado el resto de su carrera, donde apareció en muchos filmes de terror de bajo presupuesto o serie B . En la película Ed Wood de Tim Burton, dedicada al peor director de la Historia según algunos (Ed Wood, al que interpreta Johnny Depp), vemos el crepúsculo de Lugosi, quien interpretaba a un personaje similar a Drácula en la mítica birria Plan 9 del espacio exterior. Conocida es la historia que recoge el film de Burton, donde Lugosi se hizo enterrar con la capa de Drácula. Como vemos, los vampiros se alimentan de la ficción y la realidad.

Centrándonos en Drácula, la cinta contiene ciertas escenas que no están en el libro, frases y hechos que han pasado al pensamiento colectivo y forman parte de Drácula sin serlo directamente de la novela. Desde entonces, la imagen de Drácula no se entiende sin actores como Lugosi y, más tarde, otro grande como Christopher Lee. Stoker había creado un gran monstruo en su libro y este había crecido en la gran pantalla.

Imagen icónica del Drácula de Tod Browning. Fuente.

Esta versión de la novela prescinde de ciertos componentes y personajes en busca de una película que elimine ciertas digresiones y se adapte a la duración de un film de entretenimiento de la época. Además, la película se basaba incluso más en las obras de teatro que adaptaban la obra de Bram Stoker, que el propio libro. Los artífices del guion serían Garrett Fort y Dudley Murphy, que tuvieron que adaptar partes de la narración, caracterizada por cartas, anotaciones de diarios… de la novela.

Puede que haya cierta torpeza en algunos momentos en la dirección o no se mantenga tan bien como en su momento, pero, para sigue habiendo escenas escalofriantes, interpretaciones buenas y escenarios dignos de recordar (no es de extrañar que el castillo de Transilvania fuese usado en otras producciones).

Como curiosidad, se rodó una versión española de Drácula en el mismo momento. Como las técnicas del doblaje aún no se dominaban, se decidió rodar una versión española con actores que hablasen en castellano cuando se dejaba de rodar la versión inglesa. Irónicamente, la versión española es bastante apreciada por la crítica, ya que contiene escenas y matices (la marca de la mordedura; Drácula no luce colmillos) que no posee la versión de Browning.

En 1999, la película contaría con una nueva banda sonora compuesta por el afamado Phillip Glass, que añade algunos toques bastante interesantes a la película en este apartado musical. Un hecho curioso es que la versión original carece de música, en parte porque el sonoro era todavía un gran desconocido y muchos pensaban que los espectadores no entenderían porqué sonaba música en determinada escena si no había ningún instrumento musical en pantalla. Pese a tal motivo, suenan temas usuales de otras películas de terror de la Universal. El ejemplo más sencillo es la música de El Lago de los Cisnes que suena en la apertura y lo haría también en varios films más de terror de la Universal.

El mito vampírico en el celuloide ha bebido durante décadas de este film, que, de por sí, se alimentó de Nosferatu. Véase como ejemplos Drácula de Bram Stoker, dirigida por Francis Ford Coppola, y que muerde sin piedad el Drácula de Browning y el Nosferatu de Murnau, añadiendo unas dosis de la sensualidad de algunos de los films de la productora Hammer. Como vemos, el chupasangre siempre tiene alguna manera de beber sangre del espectador.

Drácula es una película que merece la pena ser vista si se quiere comprender cómo la imagen del vampiro ha entrado en nuestra Historia, alimentándose no solo de la sangre sino de nuestro miedo.

2 comentarios:

  1. ¡Maldito! me has dado ganas de verla. Un clasicazo. Me ha encantado tu reseña sobre la peli.

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    1. Hola, Pedro

      Estás tardando, es uno de esos films gracias a los que se entiende la figura del vampiro. =)

      Gracias por tu comentario, un saludo.

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