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Cornelio había decidido cambiarse de nombre después de mucho tiempo. Sí, su nombre lo describía a la perfección, pero él quería otra cosa.
Fue en su corcel hasta la Real Sociedad de Cambios de Nombres y Cosas Similares (para abreviar, la Casa Grande de Mármol). Portando cientos de armas (es decir, docenas y docenas de formularios), se disponía a enfrentarse a la temida y pérfida burocracia, al señor Augusto y su sequito de funcionarios.
—Conque quiere cambiarse el nombre, señor Cornelio– dijo don Augusto tras mirar los cien papeles.
—Sí, maese. Me he pasado toda mi vida siendo un marginado por el dichoso nombrecito, ¿sabe? ¡Nunca me han invitado a una fiesta ni a un buen despiporre! ¡Nada! Hasta que me di cuenta de cuál era mi problema: ¡mi nombre! Si consigo que me pongan otro nombre, ¡seré el alma de la fiesta!
—Ajá. ¿En qué nombre había pensado?
—Dioniso.
— ¿Dioniso? Oiga, ¿no es un nombre algo anticuado?
— ¡Dioniso es el dios de la fiesta! Dioniso bebía, violaba y hacía lo que le salía del… Bueno, dejémoslo en que hacía lo que le salía.
—Dígame, señor Cornelio, ¿quiere violar a alguien?
— ¡No!
— ¿Alguna ley?
— ¡Tampoco!
—Bien, porque si no debería rellenar tres formularios más… Y diga, ¿seguro que solo desea cambiar su nombre?
—No me toque los apellidos o mi madre me dará una buena colleja.
—Entendido. Deme los papeles y déjeme revisar. Hurm… Sí… Eh… Hurm… Ajá… Partida 100/A… Sí… Y una resolución de las cortes divinas… Sí… Ajá… Pues ya está…
— ¿Ya está?
—Sí, ya puede irse, señor Dioniso Aguafiestas. Sea feliz.
Y Dioniso Aguafiestas sonrió.
***
Este relato fue una tarea para el curso de creación literaria al que estoy acudiendo. Tenía que ser un relato donde los nombres definiesen a los personajes. Quise jugar también sobre esa base con la temática y un chiste bastante viejo que cuenta uno de mis profesores de la facultad.
Si os digo Augusto, seguramente imaginaréis a alguien mayor con el porte del César de los dibujos de Astérix y Obélix (cosas mías) y si os digo Cornelio a un señor mayor con gafas de medialuna y aspecto de rinoceronte (más cosas mías).
Debo añadir que me lo estoy pasando muy bien en el curso, ayer contamos no solo con nuestro profesor habitual Víctor Conde sino también con el escritor Víctor Alamo. Con dos Víctor presentes, la victoria ya no es solo una opción.
Espero que os haya gustado.
¡Muy bueno el relato, Carlos!
ResponderEliminarEspero que te vaya muy bien en el curso, aprovechalo mucho. Ojala traigas más de estos relatos... Ya te dije, quiero un librito con todo un mix jajaja
Besotes ;)
Hola, Marifer
Eliminar¡Muchas gracias! Era otro relato más para hacerme un poco el macarrilla e incluir un poco de Terry Pratchett.
Seguiré con el curso, por ahora me está gustando mucho y creo que estoy aprendiendo bastantes cosillas.
Y si algún día existe ese librito, que no lo sé, no dudes de que tendrás uno.
Gracias por tu comentario.
Un saludo.
Estoy por hacer yo las cosas de tu cursillo... ¡Suena muy divertido! D: Me das una envidia horrorosa xD
ResponderEliminarY que quede claro que Cornelio es un nombre "marvellous, marvellous"...
Hola, Misery
EliminarYa sabe, pida una Séneca y conozca las maravillas de un sitio dejado de la mano de la Gran Tortuga, difrute del solajero y la tontería tan nuestra xD Y te regalamos el curso de creación creativa, que creo que es lo que más vale y es gratis. jeje
Sí, me lo estoy pasando muy bien y estoy aprendido cosillas muy interesantes. Te mantendré informada.
Cornelio... Me imagino a un señor con pinta de rinoceronte, inmensa papada, gafas de media luna, pelo blanco, vestido como tipo del XVII...
Cosas mías.
Gracias por tu comentario, un saludo jeje
XD. Cuando tenga un hijo lo llamaré Cornelio agufiestas para fastidiarle mas que nada.
ResponderEliminarMuy buen relato, señor.
Hola, Pedro
EliminarAuguro que te querrá tanto que intentará matarte un par de veces, así que... xD
Muchas gracias por tu comentario, un saludo.