“Nueva York, 1985. Los superhéroes
son reales, uno de ellos es el Doctor Manhattan, cuyos poderes lo convierten en
el arma de Estados Unidos contra la Unión Soviética. El resto no tienen poderes
y han abandonado su cruzada debido al Acta Keene, que prohíbe sus acciones; por
ejemplo: el Búho Nocturno II / Dan Dreiberg y Espectro de Seda II / Laurie
Juspeczyk, mientras que Ozymandias / Adrian Veidt se ha convertido en un
magnate filántropo y el Comediante / Edward Blake sirve como agente de Estados
Unidos.
Pero hay otro vigilante, uno que
no se rendirá ni ante el apocalipsis: su nombre es Rorschach. La muerte del
Comediante hace que Rorschach comience una investigación: ¿y si alguien está
matando vigilantes para que no puedan detener el fin del mundo
cuando EEUU y la URSS entren en guerra?
La auténtica pregunta es: ¿quién vigila a
los vigilantes?”
Críticas
de cómics:
“Watchmen”
Contenido: Miniserie del 1-12 y extras.
Guionista: Alan Moore.
Dibujante: Dave Gibbons.
Colorista: John Higgins.
Páginas: 440 aproximadamente.
Editorial: En España, Planeta
DeAgostini. En Estados Unidos, DC.
Precio: 35 €
Género: Ucronía, sátira, política,
crítica social, drama, ciencia-ficción, ¿superhéroes?, suspense…
Año: 1985-1986, de la edición 2008.
“DIARIO DE RORSCHACH:
12 DE OCTUBRE DE 1985. Esta mañana me he encontrado un cadáver de perro en un
callejón. Sobre su estómago reventado había huellas de neumáticos. Esta ciudad
me teme. He visto su verdadero rostro”,
RORSCHACH.
1. El
origen de un mundo que pudo haber sido el nuestro.
En
1980, la editorial Marvel Comics organizó una convención en la Royal
Horticultural Hall. En ella, hubo varios actores disfrazados de Spiderman,
Hulk... Una cosa estaba clara: la visión de los superhéroes en la realidad era
patética. Eso les pareció, al menos, al dibujante Dave Gibbons y al escritor
Alan Moore, los cuales se conocieron en esa reunión. Quizás, fue ahí donde
nació Watchmen, una de las obras
cumbes del noveno arte.
Un par de años después, la
editorial DC compró los personajes de la desaparecida Charlton Comics. Son
superhéroes como el Capitán Átomo o Blue Beetle. DC piensa en darle estos personajes
a Dave Gibbons y Alan Moore, quien revitalizó (y recreó) un personaje moribundo –
en crítica y público – “La Cosa del Pantano”.
Sin embargo, cuando Alan Moore y Dave Gibbons empezaron a trabajar en la historia, DC decidió cambiar su punto de vista: deberían crear a sus propios personajes. ¿Por qué? Porque muchos de los héroes de Charlton acabarían muertos o de una manera demasiado drástica y DC los había comprado para explotarlos en sus líneas de tebeos. No era una buena idea. De tal manera, Moore y Gibbons agradecerían liberarse del yugo y crear unos personajes propios que poco tendrían de sus orígenes en Charlton.
Sin embargo, cuando Alan Moore y Dave Gibbons empezaron a trabajar en la historia, DC decidió cambiar su punto de vista: deberían crear a sus propios personajes. ¿Por qué? Porque muchos de los héroes de Charlton acabarían muertos o de una manera demasiado drástica y DC los había comprado para explotarlos en sus líneas de tebeos. No era una buena idea. De tal manera, Moore y Gibbons agradecerían liberarse del yugo y crear unos personajes propios que poco tendrían de sus orígenes en Charlton.
Página de Watchmen. Fuente. |
Alan Moore
decidió responder a la pregunta: ¿qué ocurriría si existiesen los superhéroes
en el mundo real? A través de doce números,
investigó la naturaleza del poder y la consecuencia de los enmascarados, donde
no hay buenos ni malos (¿quién es “el malo” de Watchmen?).
Pero ¿es Watchmen
un tebeo de superhéroes? Puede que tanto
como El Quijote de Cervantes sea una novela de caballería. Toma los
elementos para satirizar y deconstruir el género. Hay poco de superheróico,
sólo el Doctor Manhattan tiene poderes y no se caracteriza por “salvar el
mundo” (al menos, ¿aparentemente?). Los pocos rescates o incursiones que hay en el cómic, están alejados de los
superpoderes, como el escape de Rorschach de prisión. No hay espectacularidad,
el superhéroe, en la realidad, es patético.
Moore desarrolla así una ucronía:
un mundo donde existen los héroes desde los años ´30, con los Minutemen (un
grupo de aventureros enmascarados).
La aparición del primero con superpoderes,
el Doctor Manhattan, supuso una revolución en la ciencia y la victoria de
Estados Unidos en Vietnam (haciendo que Nixon esté en el poder; Woodward y
Bernstein, los periodistas del Watergate, fueron asesinados y se insinúa que a manos del Comediante- quien también pudo matar al mismísimo J.F. Kennedy).
La escalada bélica de la Guerra
Fría sigue creciendo hasta 1985, ofreciendo un contexto interesante y
horripilante para la trama. El presidente Nixon, decrépito y sin voluntad, se
reúne en una sala de guerra que nos evoca a la de ¿Teléfono rojo? Volamos
hacia Moscú de Stanley Kubrick (cuyo sentimiento de fin del mundo está en el
tebeo) y una réplica de esa estancia aparecería en la adaptación
cinematográfica de Watchmen.
A su vez, los otros vigilantes se
han retirado, excepto el Comediante -a servicio de EEUU- y Rorschach, quien tiene una teoría sobre un asesino de enmascarados. Ese es el interesante génesis de un mundo al borde del fin.
“LAURIE: Todo el mundo
va a morir…
DR. MANHATTAN: … Y el
universo ni siquiera se dará cuenta”.
2. Alan
Moore, el relojero.
Watchmen
funciona como una sátira. Véase la historia de los- acertadamente escasos- villanos,
como el que encuentra Hollis Mason en el supermercado. Los nombres de esos villanos nos hacen imaginar aventuras del pasado, como el Gran Jefe o Moloch. Una de las grandes cosas que tiene este cómic es su capacidad para introducirnos en el tebeo y hacernos imaginar, jugar con la historia.
Lo bueno de Watchmen es eso, que no termina. Cada lector saca sus propias
conclusiones en un ejercicio que enriquece estos doce tebeos, esta miniserie
que se ha convertido en una de las más vendidas y apreciadas de todos los
tiempos. Una relectura cada año da puntos de vista nuevos.
Dos temas que
destacan en Watchmen son la nostalgia y la soledad.
Por una parte, el amor a los viejos tiempos impregna a varios personajes y
juegan con el doble sentido del perfume de Ozymandias llamado “Nostalgia”. Hasta
Rorschach, el violento y sádico vigilante, siente nostalgia (“Me ofrecieron amor griego y amor francés, pero no amor americano. El
amor americano es como la Coca-Cola en botellines de cristal verde… Ya no se
fabrica”). Por
otra parte, la soledad es la única compañía de los personajes: todos, desde el
más evidente como Manhattan, están solos. (“Sí, eso es.
Totalmente solo…. Solo yo y el mundo” dice Ozymandias viendo
todas sus pantallas en el capítulo décimo, junto a su hermoso engendro
Bubastis).
Watchmen puede que sea el tebeo con
mejores diálogos y frases de la Historia. Cada lector se lleva una cita
inolvidable. Por ejemplo:
“JACOBI (MOLOCH):
Tengo cáncer.
RORSCHACH: ¿Qué clase
de cáncer?
JACOBI: Je. Bueno ¿has
oído hablar de ese tipo de cáncer del que al final te recuperas? Bueno pues ese
no es el tipo de cáncer que tengo”.
El talento de Alan Moore permite
una cosa: guardar silencio cuando le interesa y dejar que Gibbons y su dibujo
ilustren y guíen al lector. Esto es algo que pocos autores comprenden y quieren
recordar, con frases superfluas, que hay un guionista tras el tebeo.
Hay que decir que, pese a ser una
de las obras más apreciadas del cómic (ganadora de un “Premio Hugo” y una de
las mejores cien novelas del Siglo XX
según Time), Alan Moore reniega de esta obra y, recientemente, ha dicho que ni
siquiera conserva un ejemplar en su casa.
3. Personajes,
la riqueza de Watchmen
-Rorschach
/ Walter Kovacs, el abismo y su Mirada:
“Muy bien, le contaré
todo sobre Rorschach”
RORSCHACH.
Con
dosis del Holden Caulfield de “El guardián entre el centeno” de J.D. Salinger y
viendo el mundo en blanco y negro como el Mr. A o The Question, nos encontramos
ante un antihéroe, un psicópata que desde el primer número nos avisa de cuál
será su final: “no se rendirá”.
Él nos presenta
mediante una gran voz en off este mundo decadente, es nuestro anfitrión en el
apocalipsis.
A Kovacs lo persigue el horror,
como bien señala lo más parecido que tiene a un amigo, el Búho Nocturno: “Resulta
tan difícil llegar a él… Me refiero a que es un imán para todo este tipo de
cosas, para el horror y la locura. Ese es su mundo. Ahí es donde él vive en
esta tierra de nadie sin dicha y violenta… Bajo la sombra de la muerte”.
En lo que incide la propia frase de
Rorschach cuando está en la cárcel, un microcosmos del mundo:
“Ninguno de vosotros lo entiende. Yo no estoy encerrado aquí con vosotros.
Vosotros estáis encerrados aquí conmigo”.
Su desequilibrio queda reflejado
cuando le quitan la máscara, que, para él, es su auténtico rostro. Por cierto,
algunos lectores creen que es retrasado y dicen: ¿cómo, entonces, puede llevar el
nombre de Rorschach? Mi respuesta es: han olvidado la frase donde se dice que
fue un alumno brillante y, durante su infancia, algún psicólogo pudo enseñarle
el famoso test.
Queda claro que
Kovacs murió (¿o resucita al final?) con la niña secuestrada cuya historia
relata. Moore sabe cuándo callarse y narra
en silencio la violenta y trágica muerte de la pequeña, desmembrada por el
psicópata y dada a comer a dos pastores alemanes (con los nombres en inglés de los
protagonistas de “Los Picapiedra”).
Para muchos, el personaje de
Rorschach es su favorito. Muchos fans querrían imitarle, idea que horrorizaba a
Alan Moore. Un personaje loco y violento como Rorschach parece ser el único que
se comparta como un héroe, aunque ¿realmente, sería un héroe si contase la
verdad? Watchmen es una de las
grandes obras que te obligan a pensar.
En un momento imborrable, en el
capítulo décimo, Rorschach se ve reflejado en el rostro de uno de los hijos de
su casera, la señora Shairp. Rorschach guarda odio a esa mujer (que le recuerda
a su madre), pero la perdona por su crío que le recuerda a él mismo. Uno de los
pocos momentos de piedad que vemos a Rorschach (¿o, mejor dicho, Walter Kovacs?).
“¿A esto se reduce nuestra vida? A una vida
llena de conflictos sin tiempo para tener amigos… De modo que cuando esta se
acaba, solo nuestros enemigos nos dejan rosas.
Unas vidas violentas
repletas de violencia y que acaban de forma violenta. Dólar Bill, Silueta, el
Capitán Metrópolis… Nosotros nunca moriremos en la cama. No nos está permitido”
RORSCHACH
-Ozymandias
/ Adrian Veidt, el Salvador del mundo:
“Alguien tiene que
salvar el mundo”-
CAPITÁN METRÓPOLIS,
reunión de los
Crimebusters,
en primer plano OZYMANDIAS.
El
hombre más inteligente del mundo. El héroe que se quitó la máscara sabiendo que
tarde o temprano aparecería el Acta Keene, que prohibía a los enmascarados. El
magnate que prostituyó la causa superhéroica y parece controlar todo el mundo,
siempre presente con anuncios como los de Nostalgia. El millonario como Batman
que vive en una Fortaleza de la Soledad como el Superman que se cree (con
nombre esta guarida, en la Antártida, de templo egipcio Karnak). El ¿salvador?
que decide ayudar al mundo siguiendo la enseñanza de Alejandro Magno frente al
nudo gordiano que no se podía deshacer: partirlo con la espada. Destila un poco
el estilo de villano de los malos de James Bond, aunque escrito por Moore cobra
más fuerza, no se queda en el estereotipo.
Su rostro que evoca a Barry Foster
y Julio Iglesias (curioso que Moore y Gibbons conociesen a este cantante
español). Nos encontramos ante un personaje que rinde homenaje a héroes como Alejandro Magno y Ramsés II (y su poema sobre la caída, hecho por Percy Bisshe Shelley, esposo de
Mary Shelley, creadora de “Frankenstein”). Creyéndose un dios encarnado en un hombre, busca desde
superar la advertencia de un poema, hasta convertirse en el que, en
secreto, cree una especie de paz mundial, una utopía.
Uno de los dobles sentidos más
interesantes ocurre en el segundo número “Amigos ausentes” (alusión a una canción de Elvis Costello), donde las palabras
del cura forman un eco que se repetirá en torno a la persona de Ozymandias y
sus planes. Todo esos flashbacks
terminan aunándose al final, siendo uno de los grandes momentos del tebeo
(episodio que culmina con el estupendo chiste de Pagliacci, tan triste y lleno
de significado).
Adrian ni siquiera resiste que le
lleven la contraria. Quizás sus planes de un futuro mejor nacieran de algo
básico: el Comediante le llevó la contraria en su día ante los Crimebusters,
dejándolos en ridículos a todos y abriéndole los ojos a él.
A su alrededor, están las pistas, como Bubastis, sobre lo que está por pasar, pero no podemos verlas en una
primera lectura. Por ejemplo, si queréis contemplar algo curioso que ya señaló el autor Rafael Marín en su "W de Watchmen": leed la página 131 y
ved cómo Veidt dice algo tan importante… Curiosamente, en el capítulo quinto, el kiosquero
dice que las piezas están, pero ahora queda hallar el significado. Eso es lo
que le pasa al lector que comienza “Watchmen”. La frase final de ese episodio,
por cierto, es: “Al final todo acaba encajando. Todo se equilibra”.
Mientras recuerda su pasado, a Veidt siempre le vemos como una sombra, abierta a interpretación (curiosamente, no contemplamos los rostros de los padres, muertos cuando era muy joven). En esos
instantes, dice: “De esa manera comenzó mi camino hacia la conquista… No de los hombre sino
de los males que los atormentan”.
“¿Hacerlo? Dan, no soy
un villano de opereta. ¿En serio crees que os iba a explicar mi plan maestro si
quedase la más mínima posibilidad de que pudierais alterar su resultado? Lo
hice hace 35 minutos”.
OZYMANDIAS.
-EL
COMEDIANTE, el hombre que supo que la vida era una broma:
“El viernes por la
noche un comediante murió en Nueva York”
RORSCHACH sobre el
COMEDIANTE
Como
muchos grandes personajes, el Comediante está muerto en la primera página. Todo
lo que sabemos de él desde su final. Es su muerte la que impulsa la historia de Watchmen. Pronto,
descubrimos a un personaje amoral como el mundo, un chiste sin gracia, pero él
siempre ríe (debido a su cicatriz cerca de la comisura de un labio y la mejilla).
El Comediante es alguien tan
monstruoso... Con dieciséis años, capaz de violar (su máscara de héroe recuerda a una sadomasoquista); más tarde, mata a sangre fría... La violencia le rodea hasta que le gastan la broma a él: al final de sus días, está tan solo que sólo le queda
alguien que visitar: su archienemigo Moloch, quien lejos de su carrera
criminal, muriendo de cáncer, tiene varios símbolos religiosos cristianos
cuando su nombre de villano hacía referencia a un dios pagano.
Irónica su despedida de los
fallidos Crimebusters, usando una frase típica en la cultura estadounidense:
“Os veré en los cómics”. Los personajes se burlan y son conscientes sin saberlo
de su propia naturaleza.
“Estás perdiendo el
contacto con la humanidad. Te estás convirtiendo en un monstruo. Que Dios nos
ampare”-
EL COMEDIANTE sobre el
DOCTOR MANHATTAN.
-DOCTOR
MANHATTAN, el dios que se cree hombre:
“… Le diré al hombre
indestructible que alguien planea matarlo”-RORSCHACH sobre el DR. MANHATTAN
“Deus
ex machina”. Se dice del típico final forzado de alguna historia (algunos encuentran
así el desenlace de “Watchmen”, pero si lo leemos detenidamente no lo es).
Aparece ese término en esta reseña porque es lo que le dice Laurie al Doctor
Manhattan en Marte. Significa “el dios surgido de la máquina”.
Exactamente, eso es el Doctor Manhattan. No es de extrañar que, cuando
Ozymandias y él se encuentran en Karnak al final, Adrian Veidt esté diciendo:
“Oh… Dios”. Recordemos el “No creo que haya un dios, Janey. Y si lo hay, yo no
soy él”, que dice Manhattan a la mujer que prometió amar (e incumplió tal promesa), o “el superhombre existe y es americano”, que
realmente era “dios existe y es americano”.
Cada vez más alejado de la
humanidad, Manhattan representa la idea del superhéroe en la realidad. El capítulo cuatro: “El relojero”, esa gran joya, una obra
perfecta de Moore, muestra este concepto a través de la visión del tiempo de
Manhattan, que queda encerrado en la marea de los acontecimientos.
Todo ese episodio emana la tristeza e impotencia de Manhattan ante un mundo que halla demasiado complicado y le importa bastante poco.
“¿El ser más poderoso del
universo es sólo una marioneta que sigue el guion?”,
llega a decirle Laurie en el capítulo noveno: “Las tinieblas de la
existencia…”. Manhattan responde: “Todos somos marionetas, Laurie. Aunque en
mi caso soy una marioneta que puede ver los hilos”. Momentos antes, Manhattan llega a olvidarse de la necesidad de Laurie de respirar. Todo
ello en un gran juego que compara la vida de Laurie con la caída de un bote de
“Nostalgia” (cuyo nombre le viene ni que pintado”.
Además, cobra doble sentido el
nombre “Watchmen”, no sólo “reloj” sino también “hombres reloj”. También, de
manera sutil, se nos revela que sólo Jon pudo convertirse en Manhattan (si otra
nación intentó repetir el experimento, dudamos de que consiguiera formarse por
esto, por el trauma de Jon con ser un relojero). Además, el halo poético de Moore en las descripciones aumenta tal efecto de poder y congoja.
El tiempo se vuelve muy importante
en la relación con Manhattan. “No existe el futuro. No existe el pasado.
¿No lo ves? El tiempo es simultáneo. Una joya de estructura intrincada que los
seres humanos insisten en contemplar solo desde un lado cada vez, cuando el
diseño total resulta visible en cada cara”. En parte, el propio tebeo
refleja todo esto y la idea de Moore de “estructura cristalina”.
Su poder queda claro en el capítulo
tercero “El juez de toda la Tierra”, quien deja claro que al final será el
propio Manhattan quien juzgue los actos de aquel que cambiará el mundo.
En una de sus muestras de mala
leche, Moore hace que Dan le diga a Laurie: “No es el fin del mundo. Hace un
mundo de un grano de arena”, cuando puede que sí sea el apocalipsis y construir
mundos a partir de arena es lo que hace Manhattan en Marte. Una muestra más de
la importancia de Dan, mientras que el Dr. Manhattan es todopoderoso.
En un excelente momento, un Nixon
achacoso dice que el destino será como el de los barcos (referencia al tebeo de
piratas que aparece dentro de la historia de Watchmen): la indiferencia del viento, Dios y el destino (Manhattan es las tres
cosas).
Otra visión interesante: ¿y si, como
señala el escritor Rafael Marín, Jon Osterman no es Manhattan? ¿Y si le ocurre
como a La Cosa del Pantano y sólo cree que es Osterman cuando nunca lo ha sido, un fantasma que sólo tiene recuerdos de una vida que nunca tuvo?
“Para él, este mundo,
el mundo real, es como caminar entre la niebla, y la gente es como si fueran
sombras… Simplemente sombras en la bruma”
LAURIE.
Gran reseña. Gran análisis. No decepciona tu reseña en absoluto y está perfectamente a la altura de las expectativa. Me encanta el análisis por personajes que haces. Alan Moore estría orgulloso. Que ganas tengo a la parte 2.
ResponderEliminarHola, superñoño
EliminarMe alegro de que te haya gustado. Mi idea era publicarlo todo del tirón, pero teniendo 23 páginas creo que no sería legible del todo, se haría un poco peñazo y es mejor dividirlo.
Me siento orgulloso de esta reseña y ojalá Moore la leyese un día, aunque sabiendo del cierto desdén que le gustar, no creo que quisiera jeje Eso me recuerda que algún día deberé hacer la crítica de mi tebeo favorito, "From Hell".
Gracias por tu comentario y mañana espero poder colgar esa segunda parte y que no defraude, un saludo y gracias por estar ahí. Ya sabes, sigamos vigilando a los vigilantes.
Por cierto, que pedazo de canción es la de pruit igoes and prophecies. Me hace volar literalmente.
ResponderEliminarHola, superñoño
EliminarRealmente son dos canciones unidas. Escucha el disco "Koyaanisqatsi" de Phillip Glass, a parte de esos dos temas, tiene otros que te llevan al mismo estado... Extraño que esas canciones. Es genial la energía e ideas que transmite.
Un saludo y gracias por tu comentario =D
Gracias por la recomendacion. Me la apunto.
EliminarHola, superñoño
EliminarDe nada. Es ese tipo de música que escuchar cuando quieres liberar la mente.
Gracias por tu comentario, un saludo =)