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Algo era claro: estaba cansado de que la parienta
siempre le echase la bronca por olvidarse de San Valentín. Ese año no sería así
porque había programado su ordenador, su reloj y un satélite marciano para
recordarlo. Aún así, lo más efectivo fue el post-it que se puso en los
calzoncillos que llevaba por fuera en su traje de superhéroe. “No te olvides de
currarte algo por San Valentín, copón!”, rezaba la nota.
Esa noche,
tras una cena romántica en una hamburguesería, le dijo a su novia:
—¡Mira al
cielo, pichoncita!
Con una
sonrisa, el superhéroe salió volando hacia el cielo. Ya saboreaba la victoria,
como aquella vez que le pateó el culo al imperio estelar.
Entonces,
usando sus poderes psíquicos, las estrellas fueron moviéndose hasta crear un
mensaje:
“Te
quiero, Linda”
Cuando
regresó a la tierra, el superhéroe se encontró con nada. “¿Por qué?”, se
preguntará el lector.
La
respuesta fue la siguiente: el superhéroe voló hasta al apartamento de su novia
y vio todas sus cosas tiradas: desde el antifaz hasta el traje de nieve. La
muchacha estaba tirándolas desde el balcón.
—¿LINDA,
MALDITO? ¡LINDA! ¡ME LLAMO NOEMI, PEDAZO DE GILIPOLLAS!
—¡No era
una mayúscula! Era “Te quiero, linda”. “Linda” de guapa, “linda” de…
Ella le
arrojó el pequeño frasco con la tierra natal de dos civilizaciones espaciales
extintas. Él no pudo responder porque empezaron los terremotos en ese momento.
Doce segundos
después, la Tierra fue destruida al ser alterado su campo entre las estrellas,
su espacio de gravedad y sueños.
No
obstante, los creadores tentaculares decidieron darle una segunda oportunidad a
la Tierra. Como eran editores de historias que vendían a otras “pseudodivinidades”
incorpóreas, decidieron relanzar ese mundo desde 0, con nuevos superhéroes “pateatraseros”.
“¿Un relanzamiento? ¡Eso venderá seguro!”, dijeron. “Llamad a ese pedazo de
artista que hace más músculos de los que existen, ¡vamos a darle curro, nenes!”.
Y por eso, la
editorial estableció una nueva norma para su nuevo mundo: los superhéroes y la
gente que no celebra San Valentín (fiesta que no borrarían del nuevo universo, para usarla de atajo en caso de que las ventas no acompañasen y quisiesen volver al viejo universo) son extraordinarios. ¿Por qué? Porque podrían
destruir el mundo con un gran acto de amor e idiotez en un solo día. Prefieren
dividir ese gran actor de amor y estupidez cada día para recordar lo que
quieren más allá de veinticuatro horas.
XD. Genial relato. Desde imaginarme al Supes con un post it en loa gallumbos rojos al relanzamiento de DC (que no debe de haber sido muy lejano a la realidad) XD. Felicidades por este gran relato.
ResponderEliminarHola, superñoño
EliminarMe alegro de que te haya gustado. Lo considero una de esas pequeñas idas de olla que escribo de vez en cuando.
Me temo que los calzoncillos ya no molan en DC y de ahí ese otro pequeño homenaje, vamos.
En cuanto a los relanzamientos, si tan sólo fuera el de DC, pero aún sigo sufriendo problemas de retina cuando me veo algo de Heroes Reborn.
Muchas gracias por tu comentario, un saludo y hasta pronto =D