¿Recuerdas cuando estabas a punto de terminar un trabajo y empezabas a hacer varias versiones del archivo? Sí, sí, en plan “Versión-casi-finalizada”, “versión-finalizada”, “versión-definitiva”, “versión-terminada-definitiva ahora-sí-que-sí”… La sensación que nos queda con The Acolyte (La Acólita, la nueva serie de Star Wars) es que se quedaron con el primer borrador acabado y, como todo estudiante perezoso, esperó al último momento para entregar el resultado final, con prisas y corriendo. Y, lamentablemente, no escapa de la quema: se queda en el suficiente raspado.
La guerra de la comida rápida
No es de extrañar. Cuando Disney+ apareció como plataforma decidió adentrarse en la guerra del streaming no como un sinónimo de calidad, sino de cantidad, al estilo Netflix. De pronto, cualquier obra artística era un contenido de consumo rápido. No importa que esté bien o mal, sino que haya un estreno nuevo (en este caso, semanal) que atraiga espectadores.
El problema es que tarde o temprano los aficionados acabamos cansándonos de siempre comer en una cadena de comida rápida y lamentamos aquella época en que Star Wars podía ser algo más que una simple hamburguesa hecha con desgana. Poco a poco, Lucasfilm está perdiendo su sello de calidad: sí, las precuelas tendrían sus errores, pero existía cierto mimo por parte de Lucas, mimo del que las nuevas propuestas carecen.
Crítica de #TheAcolyte, una oportunidad perdida dentro del Universo #StarWars. ¿Qué ha pasado en la nueva serie? Share on XY es que si The Mandalorian, Andor y Ahsoka fueron ejemplos correctos (más o menos) de lo que podía ofrecer Star Wars, The Acolyte se suma al club de El Libro de Boba Fett u Obi-Wan Kenobi: una serie que une unas ideas interesantes, pero de un modo tan perezoso, con un guion tan simplista y, en ocasiones, aburrido o inverosímil, que solo realza una puesta en escena de cartón piedra que, supuestamente, según algunos rumores que prefiero ignorar, resulta tan cara como una superproducción (¿?). Al final, quedan un sinfín de concept art apenas hilvanados y el material para que muchos fans hagan remóntales con los que arreglar el desaguisado, como si de un mod de un videojuego se tratase.
¿Rashomon?
Y es una lástima. La creadora Leslie Headland (Muñeca Rusa) intenta contar una versión de Rashomon en una galaxia muy, muy lejana (no olvidemos la influencia de Akira Kurosawa en la saga)… y ofrecer a su vez una nueva serie de ideas que no logran cuajar, ya sea por la falta de tiempo o porque no selecciona los mejores momentos de los personajes para hacer que empaticemos con ellos.
Tenemos a las “gemelas” Osha y Mae dando vueltas, a un “Extraño” desaprovechado, a los Jedi más inútiles de la galaxia con el Maestro Sol a la cabeza… Y más allá de homenajes a la propia saga, Matrix o cualquier tipo de referencia cultual tan sutil como que te aplaste un rancor, nada de ello cuaja en el drama de estos personajes que más que un drama acaba convirtiéndose en un baratillo.
Y es una pena, porque contaban con buenos actores y actrices como Dafne Keen, quien ya ha demostrado su gran talento en His dark materials, o un Manny Jacinto escapado de las novelas de romantasy que arrasan en las librerías.
Una oportunidad perdida
Más allá del mamarracheo que reclama un relevo generacional (y que no lo considero negativo), The Acolyte se siente como una oportunidad perdida (y esto sí es negativo). Series como Arcane han logrado transmitir el drama de dos hermanas separadas por un conflicto de un modo mucho más decente que The Acolyte, donde todo da una sensación de teatrillo abrumadora.
Y no es una cuestión solo de guion (perdiendo el tiempo contando varias veces lo mismo sin ofrecer realmente cambios interesantes), sino también de cómo esta The Acolyte es una hermana menor dentro de la saga: la fotografía acaba siendo aburrida, los efectos especiales rondan de lo correcto a lo que parece hecho hace quince años, el diseño de producción con esas aburridas túnicas de la Alta República hace que todo parezca de baratillo, los escasos movimientos de cámara dan la sensación de que el director decía “acción, corten y a positivar”… Falta el mimo, el cariño, que otros como George Lucas, Dave Filoni o Rian Johnson han puesto a sus producciones, y sobran mercenarios al estilo Jar Jar Abrams.
Y eso que la serie no se conforma con ofrecer lo mismo de siempre y se agradece que se salga de la tónica habitual de la saga. Porque aquí continúa la demistificación a la que Lucas sometió a los Jedi y se agregan nuevos conceptos sobre la creación de la vida por medio de la Fuerza. Y vemos cómo los dogmatismos Jedi siembran un futuro horror en la galaxia. Y porque en ocasiones consigue que volvamos a soñar con la Fuerza y el universo creado en Una nueva esperanza, pero desde un enfoque distinto, más cercano a los cómics o novelas que complementan este mundo que a las películas y series que habíamos visto.
El fandom dividido
Por último, podríamos hablar del fandom de Star Wars, pero eso sería seguramente caer en el Lado Oscuro de la Fuerza. Parece ya ineludible silenciar cualquier término relacionado con Star Wars cada vez que se estrena una nueva serie de la franquicia.
Por un lado, tenemos haters que usan la palabra “woke” como insulta; básicamente, gente salida del Palacio de Jabba. Por otro lado, fanboys que hablan de esta serie como del advenimiento del nuevo Elegido. Al final, quedamos unos cuantos que, aunque percibimos un intento de contar algo interesante, todo se viene abajo con una dirección de actores nefasta, un guion al que tendrían que haberle dado más vueltas y un vestuario, unos efectos y un diseño tan anodino que apenas resulta la Star Wars. Me hubiese encantado celebrar una nueva obra vinculada a Star Wars, pero no puedo hacerlo sin ser consciente de sus muchos errores y pocos aciertos.
En definitiva, The Acolyte es una promesa fallida: ofrece conceptos interesantes, pero el problema está en el cómo y en las prisas de una maquinaria que fagocita todo a su alrededor y nos da de comer cualquier cosa que sobra. Hasta que esto cambie, que la Fuerza nos acompañe a nosotros y, por supuesto, a Star Wars. La vamos a necesitar.
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