Es curioso seguir el hilo de sangre que une grandes obras. El mangaka Kentaro Miura bebió de muchas fuentes para crear una impresionante obra como fue Berserk, entre ellas la película Flesh + Blood, conocida en España (uno de los países donde se rodó) como Los señores del acero y famosa por ser la primera cinta del director Paul Verhoeven fuera de los Países Bajos y en inglés (aunque rodase gran parte de la cinta en Europa).
Las sombras de los señores del acero
Es inevitable encontrar elementos comunes entre Berserk y Flesh + Blood. Desde la visión descarnada y sangrienta de la Edad Media pasando por un grupo de mercenarios que se verá traicionado por el aristócrata de turno. Si bien en el primer borrador del guion la historia iba a tratar sobre el líder de la compañía, Hawkwood (inspirado en un condotiero real, Sir John Hawkwood), y su capitán, Martin, y cómo su amistad degeneraba en la traición, Orion Pictures pidió cambios en el guion: el triángulo amoroso Steve, Agnes y Martin se convertiría en el eje central de la película, abandonando la idea de Hawkwood, decisión sobre la que Verhoeven a día de hoy todavía no está muy seguro de que fuese la oportuna.
Crítica de #FleshandBlood (Los señores del acero), clásico de Paul Verhoeven que influyó a obras como #Berserk Share on XPero los romances y la sexualidad en la obra de Verhoeven dan para mucho sobre lo que escribir. Muchos señalan que el cine de aventuras se ha vuelto mojigato en los últimos años. Algunos pensamos que ese cine se ha guarecido en series como Juego de Tronos (aunque la sexualidad y la sanguinolencia parece haber menguado incluso en HBO). Más allá de los desnudos o el gore, los problemas para Flesh + Blood empezaron con su representación de la violación.
Muchos espectadores y críticos hablaron de la escena de Agnes ante los miembros de la banda de Martin y cómo parecía disfrutar del terrible acto que lleva a cabo el mercenario. Es una escena durísima. Verhoeven afirmó que Agnes fingía para sobrevivir. Sin embargo, el director de los Países Bajos siempre ha sido un experto en ser malinterpretado o criticado (solo hay que ver aquellos que creen que Starship Troopers o Robocop son exaltaciones del fascismo, cuando en realidad son crudas parodias y sátiras sobre nuestra sociedad). Como todo el cine de Verhoeven, el debate está servido.
No hay dudas: el sexo es la carne y la espada es la sangre que plantean la violencia de la cinta de Verhoeven como un film ineludible para todos aquellos que busquen una Edad Media retratada con un salvajismo brutal. Solo hay que ver la capacidad con la que Verhoeven arroja cualquier mito en los primeros minutos, sobre todo aquellos que se relacionan con la fe y el cristianismo, malinterpretado por un sacerdote visionario que hará que todos los mercenarios sigan a Martin.
Violencia y sangre
Al igual que lo haría décadas más tarde la magistral y trágica serie Vikings, no podemos olvidar que Flesh + Blood analiza también la naturaleza del ser humano y lo hace a través de la vileza de los personajes. Los aristócratas confían en los mercenarios para tomar el poder, los mercenarios rechazan ser como los aristócratas hasta que se convierten en estos. Todos pasan de vestir el color rojo a encontrarse bajo el blanco del nuevo señor de esta historia rebosante de significados y símbolos que van entre lo religioso y lo mundano, con los falsos santos y con la muerte alrededor de sus personajes. Una fuerte crítica y no olvidemos que este creador siempre ha sido dado a la crítica, la parodia y la sátira.
Si bien Verhoeven no quedó muy seguro con su resultado final del film (llegó a plantearse si seguir dirigiendo tras hacerlo), tampoco nosotros estamos muy de acuerdo con un final que parece prometer una segunda parte que nunca llegó a suceder y que rompe con gran parte de la fuerza que tiene todo el relato, porque Flesh + Blood, tantos años después de su estreno, sigue siendo una salvaje y cínica visión del cine de la Edad Media (aunque la película ya nos lleva al comienzo del Renacimiento). Verhoeven, cansado de la romantización de este período, decidió mostrarla sangrienta y vil. Los reyes están lejos de ser como el rey Arturo: quien logra el poder lo hace porque derrama sangre. No hay héroes, solo villanos disputándose los trozos de carne de un mundo horripilante y apocalíptico. Y esa perspectiva hace que el film merezca la pena.
El origen del grimdark
Esta visión siniestra, alejada de cualquier tipo de brillantez, es un exponente fílmico del llamado “grimdark”, un subgénero de la fantasía donde imperan autores como George R. R. Martin o Joe Abercrombie. No es difícil, por tanto, ver los sombríos caminos de sangre que unen Flesh + Blood con las masacres de Poniente o de los antihéroes de La Primera Ley. Más allá de lo argumental, la dirección de Verhoeven y la fotografía de Jan de Bont también ha marcado la imaginación de los lectores y espectadores de este género. Es inevitable que no veamos el mundo de estos personajes como una extensión del que leemos en tantas obras de fantasía actuales.
Sorprende, por tanto, la imperecedera puesta en escena de Verhoeven y cómo logra unir las diferentes tramas con gran acierto, cuando se habla que el rodaje fue un auténtico infierno. Más allá de los helados castillos españoles o el consumo de sustancias estupefacientes, tenemos a un Paul Verhoeven discutiendo constantemente con todo el reparto y con cualquiera que trabajase en el film. Solo era el inicio de los polémicos métodos que el director neerlandés usaba en sus rodajes. Estos problemas del rodaje condujeron a una enemistad abierta entre Paul Verhoeven y el protagonista, Rutger Hauer. Ambos, que habían trabajado en varios proyectos juntos, no volvieron a trabajar tras este film y estuvieron enfrentados hasta una década antes de que Hauer falleciese.
El camino del acero
Incluso cuando el film opta por momentos menos realistas (como la escala infinita o el rayo), Flesh + Blood se construye de modo enérgico y si bien podrían discutirse algunos aspectos de cómo la cinta no logra siempre mantener el mismo nivel, es indiscutible donde sí, como en la música de Basil Poledouris. Su partitura ayuda a engrandecer este clásico. Es interesante señalar que la partitura de Conan el bárbaro es más conocida que la que Poledouris le dedicó a Flesh + Blood, pero tendríamos también que indicar que en la cinta de John Milius es la música la que eleva muchas de las secuencias de ese clásico de la espada y la brujería, mientras que en Flesh + Blood, aún siendo buena, no se percibe como una joya entre escombros. Indiscutiblemente, en Los señores del acero, el trabajo de Poledouris se integra mejor en esta oda sombría.
Y es que la violencia impera fuera y ante la cámara de Flesh + Blood, una cinta cinematográfica que si bien parece haber quedado olvidada, puede reivindicarse no solo como una influencia para Berserk y el grimdark, sino también como una oscura obra sobre el lado oscuro de nuestro pasado, ya sea a través de la carne… o la sangre.
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